Mike Cleveland

Voy a compartir contigo cosas muy específicas que he hecho, y que todavía hago, para ganar contra enemigos más poderosos e inteligentes que yo. También, quiero aprender de ti cosas que vas a hacer para dar la mejor pelea y así aprender el uno del otro.

En cualquier batalla, el lado que gana es el más preparado. Se tienen planes; planes de contingencia y un sinnúmero de estrategias, así mismo, debemos estar armados hasta los dientes. Esto es razonable. En la guerra, es la vida o la muerte, y debemos tomar esta batalla espiritual con más seriedad que cualquier otra cosa en nuestras vidas.

Por Mike Cleveland

David suplicó para que Dios lo lavara y lo limpiara de su pecado (Salmos 51:7). Esta limpieza del alma es lo que nosotros necesitamos también. Necesitamos experimentar una limpieza profunda, un lavamiento de regeneración (Tito 3:5), una purificación de nuestros corazones (Tito 2:14).

La razón para esto es porque la pornografía y la impureza sexual son contaminantes; ambas dejan manchas oscuras en nuestras almas, como tinta negra en un lienzo. El pecado sexual brilla y seduce, pero una vez consumido, nos deja llenos de vergüenza y culpa.

Publicado por: Setting Captives Free

¿Por qué los cristianos caen en pecado habitual? Pecados como pornografía, impureza sexual, alcoholismo, drogadicción, glotonería, falta de perdón, chismes, amargura, entre otros. La respuesta a ambas preguntas es la misma: porque no miran a la cruz.

Por Mike Cleveland

La palabra de Dios nos dice que si queremos liberarnos de la adicción de cualquier tipo, debemos venir a la cruz de Jesús y experimentar el poder del Espíritu Santo. En verdad, no hay esperanza de que ganemos la batalla contra el pecado habitual por nuestra propia cuenta. Por nosotros mismos, estamos indefensos contra la atracción del pecado habitual. Con nuestras fuerzas y ​​con las mejores intenciones, podríamos tratar de guardar las leyes de Dios, firmar promesas, hacer compromisos de cambio, etc., pero tarde o temprano surgirán dificultades, nos estresaremos o estaremos enojados, para finalmente fracasar. “El Espíritu da vida; la carne no vale para nada…” (Juan 6:63 NVI).

Por Charlie Hernández

“La multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma. Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el producto de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad”

Hechos 4:32-35

La iglesia del primer siglo fue una iglesia impactante para la época que surgió. En aquel tiempo el gobierno romano dictaba el estilo de vida de sus ciudadanos y la razón primordial por la cual perseguía a la iglesia era porque ella desafiaba los valores de un gobierno que consideraba los seres humanos en diferentes cualidades y jerarquías. 

Por Andrew Comiskey

 Cada uno de nosotros se convierte en ser humano como producto de la unidad entre un hombre y una mujer.

Después de esto nos definimos basados en lo que parece ir en contra de nosotros, lo que no somos, como no somos como el otro, como no seremos como ‘ellos’.

Tito 3:3 ‘…nosotros éramos necios y desobedientes…éramos esclavos de todo género de pasiones y placeres. Vivíamos en la malicia y en la envidia.’

Para mí la Iglesia era el enemigo, que se oponía a mí. Yo justificaba mi odio que estaba basado en la hipocresía que percibía.

Sin embargo, una cosa quedaba de la religión de mi niñez: el poder de la cruz. Acostumbraba a llevar una cruz en el pecho y aunque insensato y odioso, creía en su autoridad. Un día estábamos en el lago y un amigo se estaba ahogando, mientras el luchaba por sujetarse a mí para ayudarlo a salir del agua el jaló la cruz que llevaba puesta. Me reí y pensé: ¡una cruz en intercambio por la vida de un amigo!

Largo tiempo después llegó un momento en que tuve que darle cara al hecho de que como mi amigo yo estaba muriendo y necesitaba ser salvado, yo también estaba debajo de las profundas aguas del odio y de la necedad. Ahora yo tenía oídos para oír; el pobre escucha, el pobre hombre que yo era podía escuchar la voz del cielo que nunca se detuvo de hablarme a mí.

Tito 3:4-5 ‘Pero cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador, él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia sino por su misericordia.’

Mis ojos comenzaron a abrirse al real poder de la cruz: el poder de la misericordia. Yo comencé a entender lo que Dios había soportado por mí –el sufrimiento del Hijo y del Padre como el peso del pecado- mi pecado y todo el pecado del mundo que separaban a Dios de Dios. Lloré al considerar la agonía que el Padre y el Hijo tuvieron que pasar para asegurar mi libertad.

Mi división, lo que estaba opuesto a mí, había sido quebrantado por la separación de Dios de Dios. ¡Eso era el abandono de Jesús por parte del Padre! Entonces reunidos en el poder de la resurrección, el Hijo y el Padre me invitaron a entrar en una relación con ellos. Misericordia: yo había encontrado a mi hermano Jesús, y a mi padre Dios.

La “herida paterna” de Jesús sanó mi herida. Todo lo que tomó fue una simple aceptación de mi necesidad de misericordia. Sin embargo, yo no sabía en lo que me estaba metiendo.

Yo pronto descubrí que la cruz me ofrecía mucho más que sanidad ‘espiritual’; la cruz cambiaba todo, como yo existía en relación a todo el mundo.

La cruz y su misericordia significaban que yo ahora era definido por la unidad del Padre y del Hijo, y de Su Iglesia. Esto significaba unirme a otros en relaciones que dan vida y en formas creativas.

Pablo lo dice de la mejor manera a los efesios que luchaban con una inmensa diferencia entre judíos y griegos en la Iglesia. ‘Porque Cristo mismo es nuestra paz, que ha hecho de los dos uno, y ha destruido la barrera, la pared de división de hostilidad…Su propósito era el crear una nueva humanidad de los dos, haciendo así la paz y de esta forma un solo cuerpo para reconciliar a ambos a Dios a través de la cruz…porque a través de Él ambos han accesado al Padre por un mismo Espíritu.’

Yo me reconcilié con otros a través de la cruz en la iglesia. Yo descubrí esto rápidamente al huir de una fiesta gay en la que estaba: ‘Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; antes no habían recibido misericordia, pero ahora ya la han recibido.’ 1P 2:10

Yo descubrí la misericordiosa cruz en la iglesia. El comenzó a arrancar paredes que dividían mi ser. En verdad yo estaba opuesto a mí, yo estaba en desacuerdo con la masculinidad. El amor de Cristo a través del apoyo de los hombres me ayudó a arrancar las paredes que me separaban de mi propia masculinidad. Esto me llevó a ver una profunda división en mí ser, el odio a mi padre. El descubrir la unidad con otros hombres me preparó para sanar mi relación con mi padre. Esto comenzó un largo proceso de unirme a él. Mi padre recientemente falleció, y yo con tristeza recuerdo su buena memoria a diario.

Luego yo comencé a experimentar los deseos normales hacia la mujer, combinado con un llamado a amar como Jesús la ama a ella. No solamente convirtiéndome en ‘normal’; sino transformándome como Cristo, en como Él ama a los demás.

Mas compromiso en el cuerpo de Cristo: mis pastores me invitaron: “¿extenderías tú la cruz misericordiosa a otros quebrantados para que puedan encontrar su lugar en el Cuerpo de Cristo?” Un lugar para cualquiera que sabía que él o ella eran pobres y necesitaba misericordia. Un grupo se convirtió en dos y tres grupos se convirtieron en una capacitación para que otros grupos pudieran ser llevados a cabo. Ahora gente se une en cada continente para descubrir la cruz y el poder misericordioso que los une en el amor real.

En una ocasión en una Capacitación de Aguas Vivas en Argentina Dios me recordó: “Andy la cruz está quitando las paredes de división entre hombres y mujeres, protestantes y católicos, ricos y pobres, europeos y africanos/gente nativa, el educado y el iletrado, esos que lidian con pecados sexuales más exóticos y el pecado heterosexual normal, el abusado y esos que han abusado”.

Todos están encontrando sanidad a través de la misma cruz –Dios sacando la paredes divisorias de la hostilidad que nos hace tontos y odiosos; Él se está convirtiendo en nuestra paz en este cuerpo y reconciliando a todos de una manera creativa y de una manera que da vida.

Ese es el poder de la misericordia –estas son buenas noticias de lo que Jesús ganó para nosotros en la cruz! Él y el Padre ahora nos invitan a nosotros a su casa a tomar parte de la plenitud de esa misericordia de una manera profundamente personal pero a la vez relevante a todos.

¡Hay esperanza para todos! El desea que nosotros seamos libres en unión a Él y a Sus ricas intenciones para nuestra vida.

Por Frank Worthen

Después que el Espíritu Santo trae convicción de pecado, debe seguir el arrepentimiento.  Antes de la gloriosa resurrección, Jesús tuvo que caminar el camino solitario de la Vía Dolorosa, el camino de aflicción.

La muerte de un sueño es algo triste.  Es duro para una persona que ha dejado una vida de pecado basada en el quebrantamiento relacional y sexual, hacer a un lado la fantasía de que algún día la persona correcta va a llegar y a traer la satisfacción que ha buscado durante tanto tiempo.  Pero mientras permanezca este sueño, el cambio estará bloqueado.

¿Cuál es el verdadero significado de arrepentimiento?  Significa un cambio de mente, un cambio de dirección y, en el análisis conclusivo, aflicción que inicia la acción.  No es suficiente estar afligido por la pérdida de un estilo de vida confortable, ni es suficiente tener buenos pensamientos sobre Jesús mientras continúas caminando en la oscuridad.  Uno debe tener un profundo dolor por afligir al Espíritu Santo y una resolución de que esto no continuará sucediendo.  Como dijo Juan el Bautista:

“Hagan pues, frutos dignos de arrepentimiento, esto es, tengan una conducta digna de un corazón transformado y que aborrece el pecado”.  (Lucas 3:8 Biblia amplificada versión en inglés)

La acción que el arrepentimiento inicia puede ser dejar una relación, separarse de amistades de muchos años, dejar un trabajo y cambiarse a uno nuevo.

Nadie escapa a la cruz

Si vamos a estar en una estrecha relación con Jesús y vamos a ser guiados por el Espíritu Santo, no podemos escapar de la cruz.

“Ustedes bien saben que, por medio del bautismo, nos hemos unido a Cristo en su muerte.  Al ser bautizados, morimos y somos sepultados con Él; pero morimos para nacer a una vida totalmente diferente. Eso mismo pasó con Jesús, cuando Dios el Padre lo resucitó con gran poder”.  (Romanos 6:3-4 Traducción en Lenguaje Actual)

La nueva vida emerge del poder de la cruz.  En los tiempos que Jesús vivió, todos sabían lo que la expresión “toma tu cruz” significaba “estás en camino a tu muerte”.  Hay una finalidad sobre la muerte y debemos ver los viejos estilos de vida con la misma finalidad.  Cualquier remanente de nuestra antigua forma de vida impedirá que lo nuevo emerja.

La mayoría de los cristianos conocen la historia de Acán en Josué, capítulo siete.  Dios había instruido a los Israelitas para destruir completamente todas las cosas del enemigo.  Acán, sin embargo, tomó del botín algunas cosas que tenían gran valor terrenal y las escondió.  El resultado fue que Dios juzgó a toda la tribu de los Israelitas, trayendo derrota en la batalla y pérdida de vidas humanas.

Si escondemos cosas del antiguo estilo de vida, incluso si sentimos que tienen un gran valor, cosecharemos los efectos de este comportamiento.  Nuestro nuevo estilo de vida es dañado y otros a nuestro alrededor son afectados.

Como un cirujano busca cada rastro de cáncer de tal forma que ningún problema nuevo surja del antiguo, así también debemos remover todos los remanentes de nuestro pasado: toda pornografía, ropa que conlleve una respuesta sexual y recuerdos que hagan que la mente recuerde viejos tiempos.  Estas cosas deben ser completamente erradicadas.

Romper con una forma de vida confortable por aquella que es desconocida requiere un paso de fe en Jesús, sabiendo que Jesús iluminará el camino a la nueva vida abundante.  Las Escrituras nos dan una interesante comparación entre la vida de David y Saúl.

Saúl fue enviado a una misión de Dios con instrucciones implícitas similares a las que Acán recibió: destruir todo y no dejar nada que perteneciera al enemigo.  Sin embargo, él también conservó lo prohibido e intentó cubrir su mala acción.  Saúl nunca vino a una posición de total arrepentimiento.

David, durante un tiempo también se aferró a su pecado y no vino al arrepentimiento.  Estaba decidido a tener a Betsabé como compañera sexual sin importarle el hecho de que ella pertenecía a otro.  La determinación de David para pecar trajo muerte y destrucción a miles.

Saúl fue de un desastre a otro y murió separado de Dios.  Su orgullo destructivo y arrogancia y su falta de disposición para romper con su pasado lo condujo a un final triste.

Pero David se quebrantó, halló su limpieza y disfrutó el ser restaurado al compañerismo con Dios. Vino delante del Señor diciendo,

“Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.  Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.  Contra Ti, contra Ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio”.  (Salmo 51:2-4)