La esperanza de la transformación

Cuando llegué a Portland Fellowship hace más de cinco años, no entendía realmente en qué me estaba involucrando. Me fascinaron los testimonios que escuché; historias de la redención de Dios, la liberación de la adicción y de la fantasía, y la bendición de las relaciones saludables. Esto me dio una esperanza que nunca había experimentado. Al igual que muchos creyentes, durante tanto tiempo pareció que solo tenía dos opciones: reprimir mis deseos, seguir mi camino por la vida con los nudillos blancos y obedecer a Dios al no actuar sobre mis sentimientos; o abrazar una identidad gay y rechazar mi fe, familia y comunidad. Fue aquí donde realmente comencé a aprender y caminar en una tercera opción: el proceso de transformación.

Aprendí que no tenía que abrazar una identidad homosexual y que podía amar a Jesús, obedecerlo y superar mis tentaciones. Es más, comencé a aprender que Jesús quería sanar las heridas emocionales y relacionales que contribuyeron a mi lucha. A medida que continúo en este viaje, el Señor continúa mostrándome que la transformación es Su corazón para cada uno de nosotros.

Hay muchas preguntas sobre nuestras creencias y prácticas con respecto a la “transformación”. Muchas personas tienen temor de lastimar a las personas que luchan con su sexualidad quebrantada prometiéndoles un resultado que no pueden garantizar, un resultado específico con respecto a sus atracciones, deseos o tentaciones individuales. Al mismo tiempo, ¡Dios todavía está en el negocio de transformar vidas! La transformación se ve diferente para cada persona, y es importante recordar que no se trata de un interruptor que se prende y apaga, ni de una oración que se hace una sola vez, es un proceso.

A través de mi propio viaje de transformación, he llegado a apreciar las numerosas similitudes que este proceso comparte con la salud física. Sy Rogers dijo: “Lo que es cierto para el cuerpo es cierto para el alma”. Para comprender mejor el proceso de transformación emocional y relacional por el que guiamos a las personas en Portland Fellowship, podemos examinar los pasos por los que podría pasar alguien que esté tratando de perder peso y comer de manera saludable: Insatisfacción, Atrevimiento a la Esperanza, Desintoxicación, Sanidad más Profunda y Disciplina.

¿Qué hace que alguien decida realmente comenzar el largo viaje para estar más saludable? La mayoría de las veces es insatisfacción. Muchos de nosotros estamos contentos con el lugar en el que nos encontramos y no queremos experimentar los incómodos cambios que traerá la mejora de la salud. Sin embargo, las personas que tocan fondo y se dan cuenta de que no están contentas con su salud o su peso, son quienes terminan decidiendo comenzar a ser más saludables. No saben exactamente cómo se verá el resultado o cómo se sentirá el proceso, pero sí saben que cualquier cosa es mejor que su situación actual. Lo mismo es cierto para las personas con luchas sexuales no deseadas que desean una transformación: pueden haber manejado sus tentaciones, pero solo comienzan a buscar ayuda en serio cuando llegan al final de su cuerda. Algo que los entrenadores deportivos les dicen a sus clientes es lo mismo que les decimos a los participantes aquí en Portland Fellowship: “Tienes que desear esto”. Si no lo desea, se desanimará fácilmente y quizá abandonará el viaje de transformación.

Atreverse a esperar algo mejor da miedo, nos hace sentir vulnerables. Se necesita valor para admitir que uno no está contento con quienes está o dónde se encuentra, pero aun puede parecer imposible esperar una vida mejor. Para alguien que intenta estar más saludable físicamente, aquí es donde hablar con entrenadores, o atletas es crucial. Necesita a alguien que lo guíe hacia metas realistas, y ver lo que otros han logrado le muestra lo que puede esperar. Esa es la razón por la que eso que a todos nos encantan esos programas de cambio de imagen para bajar de peso: ver a otras personas lograr sus objetivos y transformarse físicamente nos da la esperanza de que también es posible para nosotros. Lo mismo es cierto para aquellos de nosotros que hemos luchado con el quebrantamiento sexual, emocional y relacional. Las historias de la vida real de personas a quienes Dios ha transformado radicalmente nos dan la esperanza que necesitamos para creer que Él puede hacer lo mismo con nosotros. Ahora, al igual que no podemos esperar tener la misma transformación física que otra persona (diferentes genes, tipos de cuerpo, metabolismos, etc.), también debemos recordar que el resultado final de nuestra transformación espiritual, emocional y relacional no será el mismo de otras personas, (por ejemplo, matrimonio, hijos, soltería, etc.). Aun así, ver a Dios transformar a otros nos permite vislumbrar, orar y pedirle a Dios que nos haga crecer en la versión más sana y santa de nosotros mismos.

La palabra “desintoxicación” se ha convertido en una palabra de moda para la salud en los últimos años. “Desintoxicar” se refiere a eliminar toxinas (por dentro y por fuera) que afectan nuestra salud física. Se basa en la idea de que nuestros cuerpos están hechos para alimentos saludables o “limpios”, y que a medida que eliminamos los alimentos no saludables y las toxinas, nuestros cuerpos se curarán gradualmente y funcionarán mejor. Lo mismo es cierto para nosotros relacional y emocionalmente. A medida que buscamos la transformación del Señor en nuestra sexualidad, tenemos que eliminar las influencias negativas, los hábitos y los comportamientos a los que nos hemos entregado. Algunos de nosotros ni siquiera sabemos cómo se ve una amistad saludable porque hemos estado participando en relaciones poco saludables durante tanto tiempo. Para que el Señor transforme nuestras mentes y corazones debemos estar dispuestos a dejar formas disfuncionales de pensar, relacionarnos y comportarnos. Al igual que nuestro cuerpo físico, la buena noticia es que Dios nos ha diseñado para relacionarnos de manera saludable y, a medida que nos “desintoxicamos” de las formas destructivas de relacionarnos, podemos sorprendernos de cómo comenzamos a desear y disfrutar de relaciones más sanas.

Desafortunadamente para muchas personas que intentan ponerse en forma físicamente, se “caen del carro” después de la fase de desintoxicación. El simple hecho de eliminar los alimentos o hábitos poco saludables no aborda los problemas subyacentes que a menudo acompañan al comportamiento negativo. Un cambio de imagen físico integral debe incluir un cambio más profundo de los pensamientos, creencias y actitudes hacia la comida, la salud, el ejercicio y la imagen corporal. Con personas que buscan la libertad de luchas sexuales no deseadas, aquí es también donde muchas personas “abandonan el barco”. Una cosa es dejar de comportarse mal, renunciar a la pornografía o acabar con las amistades poco saludables, pero a menos que averigües por qué estabas inmerso en esas cosas, es posible que vuelvas a encontrarte en los mismos patrones y comportamientos de siempre. Como alguien que trata de comer sano necesita aprender sobre una nutrición adecuada y cuáles son sus factores desencadenantes con respecto a la comida, muchos de nosotros necesitamos desaprender las mentiras y los patrones negativos, identificar y resolver nuestras heridas emocionales y desencadenantes, y aprender la verdad sobre nosotros mismos, sobre Dios y sobre los demás.

Finalmente, todos los viajes de transformación se caracterizan por la disciplina. Aprender nuevos pensamientos, comportamientos y hábitos lleva tiempo, y todos necesitamos rendir cuentas a lo largo del camino. Las personas que buscan perder peso pueden aprender todo lo que quieran sobre vida saludable y nutrición, pero si no van al gimnasio ni cambian su dieta, no experimentarán la transformación física que buscan. Del mismo modo, las personas con luchas sexuales no deseadas no pueden sólo aprender acerca de sus heridas emocionales, la verdad de las Escrituras y las herramientas para relacionarse de manera saludable; para experimentar la transformación que buscan, deben renunciar constantemente a las mentiras, caminar en la verdad y tomar medidas para involucrarse en relaciones más sanas con otras personas.

Aquí en Portland Fellowship, no discipulamos a nuestros participantes hacia un resultado medible específico. Para lo que discipulamos a las personas es para la santidad y la salud. Reconocemos que, al igual que la aptitud física, la verdadera restauración de nuestras emociones y relaciones lleva tiempo. Es un compromiso de por vida con un proceso de caminar en el diseño del Señor para nuestras vidas. Si bien sabemos que se ve diferente para cada persona, somos firmes en que la esperanza de transformación en Cristo es real y está disponible para todos los que la buscan. Como buenos entrenadores que están comprometidos a ayudar a las personas a aprender y crecer en salud física, ¡nos apasiona guiar a las personas hacia la salud relacional y la libertad para la que Jesús nos diseñó!

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