Desarrollo de una identidad saludable

Por Phil Hobizal

Hay un dicho que dice que “el tiempo cura todas las heridas”.  Si bien estoy de acuerdo con la parte del tiempo, la curación es algo que no se puede suponer que tenga lugar aparte de Dios.  Isaías 53:5 dice: “… por sus heridas estamos curados. El tiempo de Dios en nuestra restauración requiere de una paciente obediencia.  Con esto en mente, sentimos que es importante en Portland Fellowship proporcionar y enseñar durante dos años, con material donde se permita que el Espíritu Santo llegue a nuestros corazones. 

Además, proporcionar un lugar seguro para ser conocido y aceptado, ayudando en el camino para relaciones saludables futuras.  Parte de esa seguridad requiere pautas de comportamiento.  No estábamos creando un grupo social ex-gay.  Al principio, los líderes de la iglesia nos desafiarían con inquietudes como: “No se puede reunir a un montón de personas que tienen las mismas dificultades.  ¿Y si sólo facilita sus problemas?”  Aun así, ¿a dónde acudir?  La iglesia no sabía qué hacer.  Reforzaron principalmente la sensación de vergüenza relacionada con la atracción al mismo sexo.  Creíamos que el beneficio compensaba los riesgos.  Y así partimos, tropezando y trastabillando, para poner las pautas necesarias a fin de proporcionar un lugar seguro para aquellos que buscan la ayuda de Dios.  Para la mayoría, esta sería la primera vez que compartirían, sin miedo, la realidad de sus luchas y deseos más profundos en un entorno seguro y acogedor.  Estamos muy agradecidos con aquellos que nos apoyaron y alentaron en aquellos días, y todavía lo hacen hoy.

En la primera parte del primer año, se comienza abordando algunas preguntas difíciles, principalmente sobre relacionarse.  Al definir nuestras metas como un ministerio, un aspecto importante, es mirar lo que se entiende por sanidad.  Sería más fácil que Dios, simplemente quitara los deseos no deseados.  Sin embargo, Dios tiende a usar nuestras debilidades para llevar a cabo Sus propósitos.  Puede que actúe rápidamente en algunas áreas de nuestra vida, pero su objetivo principal es hacernos como Jesús.  La disminución de la atracción del mismo sexo, las relaciones saludables entre personas del mismo sexo, el deseo del sexo opuesto o la satisfacción en nuestras circunstancias hablan de cambio, pero en última instancia, la verdadera sanidad es un corazón puro dedicado al Señor.

La identidad sexual juega un papel importante en la lucha homosexual.  ¿Qué significa ser mujer o ser hombre?  ¿Cómo encajo en este diseño que Dios tiene para mí?  La atracción al mismo sexo tiene sus raíces iniciales en la búsqueda de la afirmación de la identidad sexual.  Aprender los aspectos centrales de nuestra identidad dada por Dios y ser capaces de reconocer y rechazar el pensamiento falso sobre esta identidad, conducirá a un sentido de seguridad en uno mismo.  Reconciliarnos con nuestra identidad sexual, así como perdonar las heridas del pasado, relacionadas con dicha identidad, nos abre a un nuevo autodescubrimiento.

Pasar a una relación saludable requiere la autorreflexión sobre nuestros hábitos.  ¿Cómo me relaciono con mi género?  ¿con el sexo opuesto?  Aprender a establecer límites relacionales saludables, conduce a relaciones saludables.  Si, al reflexionar, notamos patrones que producen relaciones de dependencia o codependencia, debemos buscar ayuda para romper esos hábitos y pensamientos que hacen que las relaciones sean tan difíciles.  Dios nos ha hecho relacionales, así que, conoce nuestras necesidades y quiere lo mejor para nosotros.  Y también está celoso de nuestros afectos y no apoyará ni alentará lo que equivale a idolatría relacional.  Muchos de nosotros hemos anhelado a ese “mejor amigo” que nunca tuvimos en nuestra vida.  El mito de un “mejor amigo” ha dejado un rastro de experiencias rotas y emocionalmente dependientes.  Afortunadamente, Dios desea que tengamos una relación con El, en esa capacidad.  Una mirada a las principales figuras de la historia bíblica lo certifica.  Podemos tener una intimidad con Dios que nos permita llamarnos “el discípulo que Jesús ama” (Juan 13:23).

Se necesitará una variedad de relaciones para lograr la integridad personal.  A medida que crecemos en la comprensión de nuestros obstáculos para relacionarnos, nos enfrentamos al desafío de estar abiertos a amistades que hablen en nuestras vidas.  La Iglesia es el recurso natural para satisfacer las necesidades relacionales.  ¡Lo han experimentado madres, padres, hermanas y hermanos que Dios usará para traer sanación y compañía!

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