Por Michael Newman
Durante más de treinta años he ministrado a personas con quebrantamiento sexual, y también a sus familiares. A menudo he planteado la importancia de la enseñanza del diseño perfecto e ideal de Dios para la sexualidad.
Por Michael Newman
Durante más de treinta años he ministrado a personas con quebrantamiento sexual, y también a sus familiares. A menudo he planteado la importancia de la enseñanza del diseño perfecto e ideal de Dios para la sexualidad.
Por Víctor T
Las personas con quebrantamiento mencionan a menudo que una de las cosas que más dolor les causó en los primeros años de vida, y que se prolongó a la adultez, fue la relación con su padre. El anhelo de vivir en plenitud y libertad se ha visto interrumpido dramáticamente por la ausencia de una de las personas más importantes en el desarrollo, nuestro padre.
La escasa o nula presencia, o la equívoca participación e involucramiento en los años formativos puede causar mucho daño. A través de los años Éxodus Latinoamérica y muchos otros involucrados en los temas de quebranto sexual y relacional, han planteado que la figura paterna es un eslabón importante en la cadena de la formación de identidad.
Por Pedro Delgado
El quebrantamiento de un miembro de la familia casi siempre tiene que ver con quebrantamiento familiar, especialmente bagaje tóxico que el matrimonio viene arrastrando y trae, en principio, a su matrimonio. Algunas personas en la Iglesia creen que la restauración debiera centrarse únicamente en quienes manifiestan una situación de afectación o pecado sexual en sus vidas, pero el trabajo de prevención y restauración integral-sexual involucra a todos sin excepción en la Iglesia, y haciendo un mayor acercamiento, nos enfocamos esta ocasión en la familia, especialmente en los matrimonios.
Dentro de este compacto libro aprenderás que los abusadores son tan estratégicos que han encontrado un lugar de fácil acceso para abusar de los niños: La iglesia.
Pre-adolescencia (aproximadamente desde los 9 a los 11 años)
En esta edad los niños prefieren relacionarse con sus coetáneos (otros de su misma edad y género). Al mismo tiempo, generan un temporal antagonismo con quienes son del sexo opuesto.
Algunos niños y principalmente algunas niñas, pueden llegar a la pubertad a los 11 años o antes. Es bueno que ya sepan lo que esto significa, y será conveniente hablar sobre los inicios de sus cambios que se evidencian por sus características sexuales primarias y secundarias (internas y externas).
En esta edad los preadolescentes ya tienen conciencia clara de lo que está mal, aunque hay que dimensionar de manera adecuada la magnitud de sus faltas, ellos tenderán a minimizarlas. Los padres y educadores deben continuar trabajando en la formación de la conciencia y voluntad de los niños, en la generosidad y preocupación por los demás. Además, es una excelente edad para interesarles en deportes y actividades que los lleven a utilizar de manera sana su energía física y sexual.
La educación sexual es un tema que preocupa a padres, pastores y educadores. La familia es el lugar privilegiado para enseñar y formar integralmente a los niños y adolescentes e incluso en la comprensión del don de la sexualidad y del correcto ejercicio de ella. Son los padres y educadores, los que conocen personal y profundamente a cada niño, los que pueden acompañarle y guiarle en la tarea de transformarse en adultos, con criterios sanos y convicciones cristrocéntricas.
Educar en la sexualidad a los niños no es tomar una posición reduccionista enseñando sólo la anatomía y fisiología del cuerpo –especialmente de los órganos sexuales, o hablar sólo de los métodos anticonceptivos, de la prevención de enfermedades de transmisión sexual, de cómo evitar embarazos no deseados, ni mucho menos enfocarse a la tolerancia y permisibilidad en la sexualización y genitalidad.
Por Denise Shick
Actualmente la cultura está sumergida en la confusión de género. En Estados Unidos, el famoso Bruce Jenner permitió que su transición a mujer fuera transmitida por televisión; la periodista Bárbara Walters ha aparecido como defensora de los niños en transición, al igual que otros como Oprah. Recientemente Jazz, un transexual adolescente, se convirtió en parte de una campaña de publicidad de productos cosméticos para adolescentes, que promoverá esta confusión entre ellos.
Por Tati Martínez
LOS HECHOS
El abuso sexual es setenta y cinco veces más común que el cáncer pediátrico.
Una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños serán abusados sexualmente antes de llegar a los dieciocho años.
De acuerdo con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, en la Unión Americana hay un abusador por cada milla cuadrada.
Como cristianos, nuestra forma de pensar sobre el abuso infantil debe ser guiada por cómo ve y valora Jesús a los niños:
…y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.
Marcos 9:36-37
En esta poderosa escritura Jesús comunica el valor tan grande que para el PADRE tienen los niños.
Como padres y líderes, nuestro enfoque debe estar en los niños, son el blanco más atacado, ellos son los más indefensos y vulnerables.
Una vieja encuesta elaborada por un ministerio cristiano reveló que había aproximadamente 70 reportes semanales de abusos hechos dentro de las iglesias en contra de los niños, (esto sólo de las iglesias que lo reportaron).
El número actual es mucho mayor que eso. Una agenda oscura –destruyendo a niños vulnerables.
Si tú haces que uno de estos pequeños que confían en mí caiga en pecado, sería mejor que te arrojaran al mar con una gran piedra de molino atada al cuello. Marcos 9:42 (NTV)
El propósito de satanás es destruir a los niños.
El Centro de Control de Enfermedades y Prevención, encontró que los individuos que sufrieron abuso sexual una o más veces en su infancia tienen una mayor tendencia al alcoholismo, depresión, drogas, parejas violentas, múltiples parejas sexuales, enfermedades de transmisión sexual, cigarro, tendencias suicidas e iniciación temprana al sexo, entre otras cosas.
No sólo eso, sino que se afecta su vida espiritual tremendamente. Sentimientos de culpa, vergüenza, condenación, duda, temor a la muerte, la creencia de un Dios injusto, etcétera.
Por otra parte, es importante saber algunas cuestiones básicas, como las siguientes: la mayoría de los ofensores son personas que nunca sospecharías, no los delata su apariencia ni su estrato social; a menudo los ofensores se aprovechan de los niños y jóvenes que son confiados y vulnerables, ellos pasan mucho tiempo con los niños hasta ganarse su confianza; los ofensores tienen varias víctimas.
PREVENCIÓN
Es vital tener en cuenta que como padres hay que darles a nuestros hijos la confianza de que pueden contarnos todo, enseñarles que si alguna persona, incluso un “familiar” les pide que guardaran un secreto, no lo tienen que hacer, y que es sumamente necesario que los padres desarrollen una comunicación abierta con el corazón de sus hijos.
Para la protección del abuso sexual se debe enseñar a los niños algunas cosas:
¿QUÉ MÁS DEBO DE SABER?
Sigue la ley para efectos de responsabilidad y protección de los niños. La mayoría de los países tienen leyes que mandan que los ciudadanos reporten tanto la negligencia como el abuso a menores. Los cristianos no estamos exentos de obedecer las leyes. El libro de Romanos capítulo 13 indica claramente que el gobierno civil juega un papel diseñado por Dios para la protección de la sociedad y su gente. El propósito principal de la ley es castigar a todos aquellos que intencionalmente cometen malos actos.
Sé enseñable. Algunas veces son las palabras y/o acciones que pensamos traerán alivio y confort a los que han sido devastados por el abuso sexual, las que más hieren sus vidas. En una ocasión una chica que fue abusada –usando su abusador asuntos religiosos y de fe como medios para vencer su resistencia-, leyó una carta enviada por una mujer que seguramente tenía las “mejores intenciones de traer sanidad a su vida”. Esta mujer comenzó hablando del amor de Dios y al instante que esta chica empezó a leer sus palabras, sus manos empezaron a sudar, a temblar, la respiración le estaba fallando y literalmente se sintió enferma, fue un balde de agua fría recibir su correo ya que ella pensaba:
“¿Tú me estás diciendo que debería de tomar la misma espada (el amor) que algún día usaron para destriparme y que ahora caiga en ella nuevamente?
No puedo hacer eso. Mi amor por Dios, mi fe, mi extraordinario deseo de vivir la voluntad de Dios…esas son las partes de mí que fueron transformadas en armas que ahora me destruyen”.
Hemos creído erróneamente que por el solo hecho de ser cristianos nos convierte automáticamente en expertos para traer alivio y sanidad a los que han sido profundamente heridos.
De manera bien intencionada puedes hablarles del amor de Dios creyendo que eso será usado para su sanidad y es precisamente eso lo que no pueden escuchar ya que alguna vez pusieron su amor y confianza en Dios y se sienten traicionados.
No siempre tenemos que sentirnos con la obligación de darles una palabra de aliento, seamos enseñados por Dios y que Él sea quien nos dirija.
Nunca mencionemos frases como: Yo entiendo o, sé lo que estás pasando, SI TÚ NUNCA FUISTE ABUSADO(A).
Ora. El que pide recibe… Mateo 7:7
Por los niños, por su protección y cuidado, por valentía y fortaleza para enfrentar la situación, por perdón y sanidad de sus emociones y cuerpos.
Por las familias, por paz y unidad, sabiduría y discernimiento de los padres, sanidad y quebrantamiento de pecados generacionales.
Por los abusadores, que Dios traiga convicción de pecado, arrepentimiento y salvación, que sus planes de perversión sean frustrados, que sean arrestados y procesados justamente.
Por los gobiernos, que desarrollen e implementen leyes justas en contra de los abusadores y programas de prevención del abuso sexual infantil; que se frene la educación sexual explícita en la que se induce a los niños y adolescentes a usar su sexualidad fuera del diseño de Dios; que cese la corrupción y el humanismo; por más cristianos que participen en los gobiernos y la política para ser sal y luz en esos lugares.
Por la Iglesia, que haya unidad para combatir en oración esta situación; que desarrollen programas de ayuda para las personas en riesgo y los que han sido lastimados mediante el abuso sexual; para que prevalezca y las naciones anden a su luz.
Por ministerios como Ya Basta, y otros que están enfocados en la prevención y restauración de los quebrantados sexuales.
¿QUÉ HAGO SI COMO PADRE/MADRE DETECTO ABUSO EN MI HIJO(A)?
Algunos de los síntomas de que un niño(a) que pudiera haber sufrido abuso sexual, son: aislamiento, temor, orinarse en la cama, cambio drástico en su manera de relacionarse, falta de apetito.
La manera como enfrentemos el asunto es muy importante, nuestros hijos son “muy” susceptibles ante nuestra manera de reaccionar.
1. Trata de ganar su confianza para que te cuente lo sucedido (recuerda que uno de los mayores problemas de esto, es que el niño ha sido amenazado de no decir NADA). El padre o madre que siempre está ocupado y ni siquiera nota un cambio en la personalidad del hijo, puede arrepentirse más adelante cuando su hijo sea mayor.
2. Si tu hijo(a) te lo cuenta, CRÉELE.
Utiliza recursos que le ayuden a sanar, el abuso sexual no debería ser tratado sin la ayuda de Dios. Él es la verdadera fuente de protección y de sanidad. (Ya Basta dispone de un programa de 7 semanas llamado “Corazón puro” diseñado especialmente para la sanidad de quienes han sufrido abuso sexual en alguna etapa de su vida).
Curan por encima las heridas de mi pueblo, y les desean: ¡Paz, paz!, cuando en realidad no hay paz. Jeremías 6:14
CONCLUSIÓN
¿Cómo debería de ser la respuesta de los cristianos que han aprendido de este tema? ¿Responderemos como el sacerdote o el levita en la parábola del buen samaritano? (Lucas 10).
El evangelio de Jesucristo nos llama a cada uno de nosotros a tomar acción hacia los HERIDOS motivados por el amor que le tenemos a Dios.
Tomado y adaptado con permiso del libro Protegiendo a nuestros niños. Prevención al abuso sexual dentro de las iglesias. Autora: Tati Martinez. Derechos reservados. Producción de Ya Basta.
Por Esly C.
La pregunta que da título a esta nota, con demasiada frecuencia, ha quedado postergada. En muchos casos, las personas se han sometido a la idea de que la homosexualidad es genética. En otras situaciones, por la falta de información, realmente no saben qué pensar. En este artículo queremos presentar una palabra sumamente importante: esperanza. Queremos ofrecer esperanza a las personas que luchan con dificultades o sentimientos homosexuales y a sus familiares, y también colocarnos en una postura de misericordia y comprensión para que la iglesia la adopte cuando pastorea a personas que buscan ayuda en tales dificultades.
Hace algunos años escribí una monografía titulada Homosexualidad: Acercamientos cristianos, donde detallé las tres posturas básicas de la Iglesia Cristiana en cuanto a la homosexualidad: posesión demoníaca, desvío de conducta y estilo de vida alternativo. En general, los cristianos no estamos de acuerdo con esta última posición. 1
En este artículo queremos presentar las causas que llevan a la homosexualidad y las posibilidades de que, quienes luchan con dificultades homosexuales, logren un cambio. Además deseamos ofrecer una postura que signifique una ayuda pastoral a los que confrontan esta situación en sus circunstancias pastorales.
Hace más de diez años apareció el libro de la doctora Elizabeth Moberley, Homosexuality: A New Christian Ethic, que revolucionó el pensamiento cristiano acerca de la homosexualidad. Después de años de investigaciones y lecturas científicas, especialmente de trabajos publicados sobre este tema, Moberley ofreció una nueva comprensión de las causas de la homosexualidad. Antes, especialmente por la influencia de Freud, se pensaba que el problema residía en la dificultad para relacionarse con el sexo opuesto, inconveniente que vendría de la primera infancia. Moberley desafió esta comprensión y afirmó que la dificultad radicaba en la relación con el mismo sexo, especialmente con el progenitor del mismo sexo. Cuando nace un niño (varón) se enfrenta con algunas tareas emocionales significativas. En el caso de un varón, habiendo nacido del cuerpo de una mujer, su madre, tiene que desidentificarse con ella para identificarse con la figura masculina, su padre. De cierta manera, podríamos decir que tiene que dar un salto paradigmático a muy temprana edad, un salto en el vacío, programado por Dios. Debe recibir de su padre el amor, la aceptación y la confirmación necesarios para seguir en su proceso de desarrollo psicosexual según su sexo. Si por alguna razón esto no ocurre, surgen consecuencias graves para el niño, una de las cuales puede ser la falta de madurez emocional psicosexual que lleva a una orientación homosexual. 2 Esta carencia de una relación positiva, íntima y satisfactoria con el padre significa un vacío emocional y necesidades insatisfechas que la madre no puede suplir porque es un asunto de varones. 3
Muchas circunstancias rompen la relación entre el hijo y el padre, por ejemplo: padres violentos que no se acercan a sus hijos con una actitud positiva; padres ausentes, física y/o emocionalmente; hombres que no logran tener una relación físicamente afectiva con sus hijos, muchos porque nunca la tuvieron con su propio padre. Algunos niños piensan inconscientemente: “si ser hombre es ser como mi papá, ¡no quiero ser hombre…! ¿Qué les queda? El vacío de identidad o identificarse con una figura femenina.
Con las niñas puede suceder algo parecido, pero como nacen de una mujer, el proceso de identificación es más sencillo, ya que la misma madre les sirve de modelo. Quizás por esta razón haya una proporción de 25 lesbianas por cada cien homosexuales varones. Si la niña no hace el proceso de identificación con una madre que apruebe y confirme su femineidad, puede sobrevenir en su vida el lesbianismo.
Volvamos al ejemplo del varón. El niño va creciendo con el vacío del amor y de la aceptación que necesita de su padre. Al ingresar en la nueva etapa de la pubertad, la necesidad de amor paterno se erotiza, justo en un momento de descubrimiento y experimentación sexuales propios de esa edad. En esa situación el niño es muy vulnerable a un encuentro homosexual. Como dice mi amigo, Brad Sargent, ¡el chico sale en búsqueda del amor de su padre en los brazos de otros hombres! Si siguen los encuentros con otros hombres, el descubrimiento del sexo anónimo, o la ilusión de haber encontrado la persona correcta en la compañía de otro hombre, se establece el patrón de conducta que lleva a un estilo de vida gay. En otras palabras, el joven busca llenar una necesidad emocional con la actividad sexual, sin embargo, la actividad sexual nunca va resolver el problema.
Sy Rogers, conferencista internacional, me comentaba que el ochenta por ciento de las personas que lo buscaban en su ministerio, solicitando ayuda para abandonar la homosexualidad, tenían una historia de abuso sexual en la infancia o en la adolescencia. Sin excepción, todos eran cristianos. Esto no significa que todas las personas que fueron abusadas sexualmente terminarán siendo homosexuales, sino que el abuso sexual contribuye a coartar el desarrollo psicosexual posibilitando en algunas personas inclinaciones homosexuales.
Por lo que ya hemos dicho, podemos entender por qué las madres no pueden resolver la situación de sus hijos varones. La verdad es que ellos necesitan el amor de su padre, un hombre que los ame y les afirme en su identidad sexual. Por esto de nada vale decir: fui madre y padre de mis hijos. Quizás las mujeres pueden hacer cosas de padres, pero no logran brindar a los hijos varones el amor de un hombre, que tanto necesitan. Mirando la estructura y la dinámica familiares de nuestra cultura, se aprecia el grave problema que enfrentamos como sociedad. Lamentablemente, la crianza de los hijos (y la educación religiosa), ha sido delegada a la mujer.
Me acuerdo de un amigo que me comentaba de un conocido suyo, que lloraba en su presencia al compartir que su hijo era homosexual: ¡Hice la mejor cosa que podía hacer como padre: entregué mis hijos a mi esposa para que ella los criara!
En general, a los hombres en nuestra cultura no se les ha enseñado a ser padres: tiernos, amorosos, firmes pero afectuosos, atentos, comprensivos, padres que aprueben a sus hijos. Más bien, se les ha inculcado que ¡los varones no lloran!, ¡el hombre tiene que ser macho!, etc. Los hombres, se les ha dicho, no deben mostrar sus emociones y mucho menos a otro hombre, ni siquiera a sus propios hijos. ¡Y todo esto se difunde para que los hijos no sean homosexuales!
¿Qué hacer? ¿Cómo podemos ayudar a las personas que se encuentran en esta situación? Me gustaría compartir con ustedes algunas ideas provenientes de mi práctica psicoterapéutica.
1. La iglesia debe prestar atención a su propia actitud. ¿Discrimina a los homosexuales? ¿Hace chistes sobre ellos o usa palabras despectivas para referirse a ellos? En caso de que así sea, o cambia su actitud o cambia de ministerio. Las personas que están sufriendo necesitan de nuestro amor y apoyo, no de nuestra condenación o discriminación.
2. El cristiano debe guardar en secreto lo que las personas le comparten. Muchas personas han sido profundamente dañadas porque alguien le comentó a su mejor amigo, que a su vez le comentó a su mejor amigo, y así toda la iglesia conoció el secreto en cuestión de días o semanas. Mucha gente tuvo que dejar de asistir a una determinada congregación por falta de discreción de alguno de sus miembros. Las intimidades de los problemas homosexuales tampoco deben servir de ejemplos para el sermón dominical: “¡Esta semana me visitó un hermano que me comentó!” Nadie se atreverá a buscar al pastor o anciano que comparta con la congregación los secretos de sus miembros. Cuidado también con los ¡pedidos de oración que se transforman en chismes espirituales! “¡Señor, bendice a fulano, que está luchando contra sus deseos homosexuales!”
3. Para ayudar de veras a las personas que luchan con la homosexualidad, hay que estar dispuestos a andar con ellas. Esto significa ser visto públicamente con ellos, comer juntos en un restaurante, salir de compras juntos. Lo que más necesita la gente que está en proceso de recuperación es desarrollar una relación segura y protegida con hermanos en Cristo de su propio sexo, donde aprendan a relacionarse sanamente, donde aprendan con los hermanos lo que no aprendieron en su familia. Muchos creyentes se preguntan qué pensarán los demás si los ven junto con una persona en recuperación. Si ese es su modo de pensar, debe cambiarlo o no trabajar en el ministerio de recuperación de homosexuales. A Jesús también lo acusaban de comer con pecadores, pero no le importaba tanto su reputación como sanar a los necesitados.7
4. Hay que tener una actitud de compasión, pero sin solapar. Las personas en recuperación necesitan ser aceptadas como son, en donde están en su proceso. Esto no significa que tenemos que soportar descripciones gráficas de su pasado ni de sus conductas que no dan gloria al Señor. Como en cualquier situación de acompañamiento pastoral, hay límites, reglas, y una constante aproximación al ideal de Dios para los seres humanos. Cuando algún hermano cae en pecado, no debemos desestimar la importancia del hecho, sino comportarnos con compasión y misericordia cuando hay un arrepentimiento sincero y el compromiso convincente de seguir buscando al Señor en la lucha. Cuando la persona no toma este camino, a veces tenemos que tomar distancia y permitir que sufra las consecuencias de sus propias decisiones y acciones, como a veces tenemos que hacerlo aun con nuestros propios hijos.
Finalmente, tengamos cuidado de ubicar al matrimonio como un medicamento contra la homosexualidad. Por un lado, el matrimonio jamás cura la homosexualidad. Hay muchas mujeres que se sienten responsables del fracaso de su matrimonio porque su marido las dejó por un hombre. Todo cónyuge ha tenido una vida anterior a su matrimonio. Suele suceder que en esa etapa un esposo como el de este ejemplo no haya sido honesto y no haya querido compartir con su novia su inclinación homosexual por temor a que ella no lo quisiese más. O quizás haya pensado sinceramente (pero sinceramente engañado), que el matrimonio iba curar su mal. Ningún pastor o consejero cristiano debe sugerir el matrimonio como medio de sanidad. Además, hay muchas personas que viven una vida doble: años engañando a su pareja sin compartir su terrible secreto hasta que el sida lo descubre. El matrimonio no es una señal de sanidad, aunque puede ser el resultado de un largo proceso de sanidad. Conozco a muchas personas que, después de llevar en serio su proceso de restauración, llegaron a casarse, personas para las cuales el matrimonio era algo absolutamente imposible e impensable. Dios es fiel, y culmina lo que empieza en la vida de sus siervos fieles. No debemos tener miedo de que las personas restauradas se casen porque hemos visto muchos matrimonios felices, hombres y mujeres que han dado testimonio del poder de Dios así como de la amistad y el apoyo de su cónyuge. Otros prefieren vivir solteros, lo cual también es un don de Dios. No hay que casarse para probar que se ha alcanzado la sanidad. Dios usa a cada uno según el estado civil en el que se encuentre.
Espero que este artículo lleve mucha esperanza a todo el que tenga una vida tocada directa o indirectamente por la homosexualidad. Es mi convicción y mi compromiso compartir con todos, que los homosexuales pueden cambiar. Para Dios nada es imposible.
“Papitos, abracen a sus hijos
hoy, mientras puedan,
porque si no, tal vez, crezcan
y busquen los brazos de otro hombre”.
~ Brad Sargent
Notas:
1. Un colega mío dice que todos nacemos heterosexuales, pero algunos se quedan en etapas homosexuales su por falta de madurez en su proceso de desarrollo.
2. Muchas madres, al ver que su marido no atiende a su hijo, intentan suplir las necesidades del niño, lo que a veces en vez de ayudar complica la situación y conduce a una relación de sobreprotección, dependencia o incluso simbiosis. Quizás por esta razón Freud pensaba que la dificultad se encontraba en el sexo opuesto.
3. El doctor Joseph Nicolosi hace una distinción interesante entre gay y homosexual: dice que la primera puede referirse a nomenclatura ‘política’ y alude a alguien involucrado en una ideología; mientras que la segunda se aplica a una persona que incluso puede estar insatisfecha con su orientación sexual, y que le gustaría cambiar si fuera posible. Nicolosi solamente trata a homosexuales.
4. Existen casos en los que el problema tiene un origen oculto, esto es, una “demonización”. Es obvio que, si la causa es espiritual, la solución también debería serlo, y esto sí trae un alivio inmediato. Pero mi experiencia me ha demostrado que muchas veces la condición no es solamente espiritual: una vez resuelto el problema espiritual, expulsado el demonio, continúan los problemas emocionales. Por esto, si los sentimientos vuelven o no se han ido nunca, la persona, y los líderes cristianos, no deben dudar de su salvación. Simplemente debe buscar ayuda a nivel emocional.
5. Me duele comentar que hay personas que, al buscar ayuda en la iglesia, encuentran a líderes que aprovechan para hacerles propuestas indecorosas. Conozco casos de abuso sexual con consecuencias graves. Me asusta mucho este nivel de traición espiritual, pero conozco demasiados casos como para pensar que sucede de forma aislada. Es un privilegio sagrado que soliciten nuestra ayuda. Tendremos que rendir cuentas si rompemos esa confianza.Derechos autorales © 1996 Esly C. Todos los derechos reservados.
Copyright © 1996 Esly C. Este artículo fue originalmente publicado en Misión de la Fundacion Kairos.
¿Por qué esperar a que existan situaciones de violencia para ayudar a la mujer a crecer en su autoestima? ¿Por qué no ayudar a nivel de prevención para que las mujeres no se permitan entrar en situaciones tan trágicas?
Este librito ayudará a las mujeres a que crezcan en su autoestima, a que entiendan las razones por las cuales son como son, y que conociéndose, puedan hacer los cambios que quieran. Tenemos mucho más control sobre nuestras vidas de lo que muchas veces creemos. Podemos cambiar mucho más que lo que nos damos cuenta, pero hay que creer que esto es posible y que uno puede ser el instrumento de cambio. Podemos tener una mejor calidad de vida y ofrecer también una mejor calidad de vida a nuestras hijas y a nuestros hijos.