El Padre Nuestro como modelo de oración
Por: Walter Romanegui
Cuando Jesús dice: “Ustedes deben orar así”, no quiere decir que orar sea repetir el “Padre Nuestro” literalmente y de memoria todos los días. Jesús les enseñó un modelo de oración, una guía, un ejemplo. El “Padre Nuestro” nos da un orden, de manera que cada día oremos por la mayor cantidad de temas posibles.
Ver: Mateo 6:9-13
1) Versículo 9: “Padre Nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre”.
El primer paso es tomar conciencia de que estamos delante del Padre. Santificar quiere decir apartar. Muchas veces vamos a orar y nuestra mente está llena de preocupaciones o pensamientos que nos perturban y no nos dejan concentrarnos. La mejor manera de hacerlo es comenzar alabando a Dios, glorificando su nombre, cantando alabanzas, dándole gracias, diciéndole lo grande y amoroso que es, hasta estar totalmente centrados en Dios y solamente en Él.
Ejemplo:
“Ustedes deben orar así: Padre nuestro que estás en el cielo: Que todos reconozcan que Tú eres el verdadero Dios. Ven y sé nuestro único Rey. Que todos los que viven en la tierra te obedezcan, como te obedecen los que están el cielo”.
2) Versículo 10: “Venga tu reino”.
El reino de Dios ya está entre nosotros. (Marcos 1:14-15) Jesús ya es Rey, pero no todos le obedecen. Por eso al orar “Venga tu reino” estamos pidiendo que el rey (Jesús) se manifieste. La iglesia es parte del reino de Dios y podemos orar para que se manifieste en:
- Cumplimiento de la misión: Jesús ama al pecador, murió por él, quiere perdonarle y darle vida eterna. En este punto, entonces, podemos orar por la gente no creyente, para que se conviertan, sean estos familiares, vecinos, gente que asiste a la iglesia, nuestro pueblo o nación, etc. También podemos orar por las actividades de la iglesia, por la conversión de almas en los cultos, en las reuniones caseras, o por otras iglesias.
- Poder espiritual en nuestras vidas y ministerios: Jesús quiere llenarnos con el Espíritu Santo. En este punto podemos además orar así. “Oh, Jesús, llénanos con tu Espíritu Santo, llena todo nuestro ser, controla nuestros pensamientos, nuestra lengua, nuestros sentimientos, nuestras decisiones, manifiesta en nosotros el fruto de tu Espíritu Santo; amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”. (Gálatas 5:22-23) “Derrama tus dones en la iglesia, levanta ministerios, llénanos de poder para predicar a otros”. Asimismo, que podamos interceder a Dios para que manifieste su poder sanando a los enfermos, liberando a los oprimidos. Debemos orar para que el gobierno de Satanás sea destruido, para derribar sus obras y resistir al Diablo mismo.
- Amor por el regreso de Jesús: Cuando decimos “Venga tu reino” estamos diciendo: “¡Oh, Jesús! ¡Ven pronto, vuelve pronto! podemos orar, para que Dios nos prepare, nos haga más santos, más obedientes y estemos listos para recibir al Señor en cualquier momento”. Además, debemos orar para que el evangelio sea predicado hasta lo último de la tierra.
3) Versículo 10: “Hágase tu voluntad en la tierra, como en el cielo.”
Como hemos visto al decir “Venga tu reino”, estamos pidiendo que la soberanía de Dios gobierne nuestras vidas. Y nuestro anhelo será hacer la voluntad de Dios ¡Que es buena, agradable y perfecta! (Romanos 12:2).
Hay cosas en las cuales sabemos cuál es la voluntad de Dios, sin embargo, hay otras en las cuales no lo sabemos. En el primer caso debemos orar como Jesús: “me guste o no me guste, haz tu voluntad”. Y en el segundo caso debemos pedir: “Señor, muéstranos tu voluntad”.
Entonces, podemos orar así: “Hágase tu voluntad: En mi vida, en mi familia, en la iglesia…” en otras áreas, por ejemplo, aquí podemos orar por los gobernantes, para vivir en paz, por conflictos políticos, elecciones, etc.
4) Versículo 11: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”.
Al llegar a esta parte de la oración podemos dedicar este tiempo a orar por las necesidades materiales. ¿Qué debemos pedir?
Oramos pidiendo por la provisión de Dios para nuestras vidas y familias. La Biblia dice que debemos estar contentos si tenemos para comer y vestir (1ª Timoteo 6:8). Todas estas cosas podemos pedirlas, porque son necesarias y porque Dios prometió añadirlas si ponemos su reino en primer lugar (Mateo 6:31-34).
Si Dios en su amor nos da más, ¡Gloria a Él!, pero no caigamos en el pecado de la ambición y pedir impulsados por un espíritu materialista (Santiago 4:3). En síntesis, en este punto pon en las manos de Dios todas tus necesidades, posesiones, actividades, negocios, trabajo, estudio, etc.
Es importante destacar que el Padre Nuestro está escrito en primera persona del plural. No dice “Padre mío” o “dame hoy el pan que necesito”, sino que dice “Padre nuestro, danos hoy el pan que necesitamos”. Por eso no debemos ser egoístas y orar por los demás hermanos y también por las necesidades materiales de la iglesia.
5) Versículo 12: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
Momento para venir ante Dios confesando nuestra necesidad de perdón.
¿Quieres que Dios perdone tus pecados? Pues entonces tienes que estar bien con tu prójimo. Para que haya perdón y limpieza, tiene que haber transparencia y comunión. (1ª Juan 1:6-9).
¿Estás peleado con algún familiar?, reconcíliate. ¿Estas molesto con un vecino?, arréglate con él. ¿No amas de corazón a algún hermano?, comienza a hacerlo. ¿Alguien te ofendió? Perdónalo.
Aunque todas las preguntas anteriores parecieran repetitivas y cansadas, esto es tan importante que al terminar el Padre Nuestro Jesús recalca: “Porque si perdonan a otros sus ofensas, también les perdonara a ustedes su Padre Celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonara a ustedes los suyos”. (Mateo 6:14-15).
Cuando aprendemos a perdonar estamos practicando lo que dice el apóstol Pablo: “…hasta donde depende de ustedes, hagan cuanto puedan para vivir en paz con todos” (Romanos 12:18).
Además podemos utilizar este momento para orar los unos por los otros, por el amor y la unidad de la iglesia, para que sean quitadas barreras entre hermanos, etc.
6) Versículo 13a: “Y no nos metas en tentación”.
La Biblia dice bien claro que Dios no tienta a nadie. La tentación proviene de nuestros propios malos deseos, (Santiago 1:12-15), o de nuestro quebrantamiento. Las palabras “tentación” y “prueba” están muy relacionadas entre sí; el mismo apóstol Santiago comienza hablando de “prueba” e inmediatamente lo relaciona con el tema de la “tentación”.
Después de su bautismo Jesús fue tentado por Satanás. Algunas traducciones dicen: “fue probado”.
En definitiva, Dios permite la tentación para ponernos a prueba. ¿Qué es una prueba? Es la opción de elegir entre el bien y el mal, entre ser fiel y ser infiel al Señor. De esta manera el Señor nos hace ver lo que hay en nuestro corazón.
La oración nos ayuda a no caer en tentación (Mateo 26:41). La tentación no tiene poder cuando nuestro ser está lleno del Espíritu Santo, por medio de una vida de oración.
Algunos piensan que Jesús no cayó en tentación porque es Dios mismo. Sin embargo, se puede asegurar que ¡Jesús no cayó en tentación porque oraba y dependía del Padre!, por lo que podemos seguir el ejemplo de Jesús y vencer la tentación.
Podemos observar en 1ª Juan 2:15-17 áreas fundamentales en las cuales el hombre y la mujer son tentados (sexo, dinero, vicios, orgullo, etc…); cosas por las cuales debemos orar pidiendo “guárdanos de estas cosas”.
7) Versículo 13b: “mas líbranos del mal”.
Para comprender mejor esta petición, lo más claro es la misma oración del Señor Jesús cuando dijo a su Padre: “No te pido que los saques del mundo, sino que los protejas del mal” (Juan 17:15). Otras versiones traducen: “sino líbranos del maligno”.
¿Quién es el maligno? Satanás.
Debemos orar al Señor: “Líbranos de las asechanzas de Satanás”. La Biblia dice que si estamos sometidos a Dios podemos resistir al Diablo y este huirá. ¡Aleluya! (Santiago 4:7). Por su parte el apóstol Pablo también nos presenta esta batalla espiritual y la necesidad de estar atentos y orar. (Efesios 6:10-18).
Satanás tratará de atacar: El alma, la mente y el cuerpo.
El alma no la debería poder tocar porque allí vive Cristo, a menos que nosotros le demos lugar por medio del pecado y la rebeldía.
La mente a su vez tiene dos áreas:
- Área racional: Allí Satanás ataca con opresiones, preguntas, filosofías humanas, mentiras, etc., que producen preocupaciones, dudas, rebeldías y si es posible trataran de alejarnos de Dios.
- Área sentimental: Allí Satanás ataca con sentimientos de culpa, depresiones, sentimientos engañosos, falsos amores, etc.
También Satanás puede atacar nuestros cuerpos con dolencias y enfermedades. Aunque no todas las enfermedades son ataques de Satanás, como en el caso de Job (Job 2:1-7) ¿Cuáles otras son las obras del maligno? Hurtar, matar y destruir (Juan 10:10). Por eso es bueno que cada día oremos pidiendo protección y apropiándonos de toda la armadura de Dios.
8) Versículo 13c: “…porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén”.
Esta última parte no está en todos los manuscritos, pero de todas maneras es válida. En general en cualquier lugar uno sale por la misma puerta que utilizó para entrar. Entonces ¿Cómo debemos terminar la oración? pues de la misma manera en que la comenzamos, con acción de gracias, alabanzas y glorificando al Señor.
En resumen
Todo esto es una guía, no podemos limitar a Dios. El Espíritu Santo puede llevarnos a orar e interceder por multitud de cosas que no imaginamos. Puede llevarnos a un profundo momento de adoración.
Además, debemos tomarnos tiempo para escuchar la voz de Dios. Cuando Jesús dijo: “Ustedes deben orar así”, y compartió a sus discípulos esta oración modelo, les estaba dando una orden y una disciplina para formar el hábito de orar.
¿Cuánto tiempo debemos orar?
Según las palabras de Jesús pareciera ser que lo mínimo necesario es orar una hora (Mateo 26:40-41) ¿Alcanza menos tiempo para orar como el Señor nos enseña?
“Lo que oramos eso somos. Lo que somos es lo que transmitimos”. Dios no obra en aquellas cosas en las cuales no oramos. La oración mueve la mano de Dios a favor de la humanidad.
Es orando que maduramos, es orando que vamos adquiriendo la imagen de Jesús. Es orando que se establece el reino de Dios en la familia, en la Iglesia y en el mundo. Y tú qué piensas, ¿cómo sería actualmente la Iglesia de Jesucristo, si todos los creyentes oraran por lo menos una hora diaria?
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