La primera epístola de Juan, capítulo cuatro, versículo dieciocho, dice lo siguiente: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”.

Estos últimos años pareciera que el temor ha tomado la dirección de las decisiones del mundo y que todas sus acciones han sido condicionadas por el mismo. El ser humano, en particular, ha desarrollado un miedo incomprensible a hablar la verdad, prefiriendo resguardarse en un discurso políticamente correcto. Tememos al qué dirán, al “suicidio” social que conlleva hablar con honestidad y a sufrir por causa de ella. Y esta es una lamentable situación de la cual la iglesia, muchas veces, no está exenta.

Cuando leemos el libro de Apocalipsis, en los primeros tres capítulos podemos ver los mensajes a las siete iglesias. Los teólogos han debatido largo tiempo si las iglesias de Asia representaron solo iglesias bien establecidas en esas localidades, o si representan etapas históricas de la Iglesia, o representan al conjunto de creyentes en el mundo, en toda la historia de la iglesia, que para fines prácticos es el enfoque que utilizaré en el presente artículo.

La iglesia de Pérgamo representa a los creyentes que han sido leales, que han demostrado su fe por sus obras; creyentes que siempre están dispuestos a servir en los ministerios en la iglesia, en donde sus servicios son necesarios; han hecho sacrificios por la obra del Señor, han trabajado duro, se han esforzado, quizá no haya en la iglesia creyentes tan serviciales y leales como los que aquí son representados.

Por: Walter Romanegui

Cuando Jesús dice: “Ustedes deben orar así”, no quiere decir que orar sea repetir el “Padre Nuestro” literalmente y de memoria todos los días. Jesús les enseñó un modelo de oración, una guía, un ejemplo. El “Padre Nuestro” nos da un orden, de manera que cada día oremos por la mayor cantidad de temas posibles. 

Ver: Mateo 6:9-13