Por Mike Cleveland

Seguramente te has dado cuenta de que puedes hacer votos para cambiar, promesas para mejorar, hacer un compromiso para luchar con ahínco; pero, aun así, la tentación termina siendo más fuerte que tus esfuerzos. Por eso es por lo que definitivamente, no sirve hacer votos determinantes, o unirse con algunos otros para comprometerse juntos a ser puros, tampoco sirve prometerles a nuestras esposas, o a alguien más, que lo vamos a dejar esta vez para siempre. Ninguno de estos esfuerzos sirve a largo plazo, porque no es la manera de Dios de liberar a los cautivos.  El Rey David en la Biblia tuvo una caída moral terrible. Estaba en la parte alta fisgoneando a una mujer desnuda bañándose, y él la deseó en su corazón y terminó cometiendo adulterio con ella. Un pecado llevó al otro y al final hasta logró que el esposo de ella fuera muerto. David fue endurecido en su pecado (Hebreos 3:13) durante nueve meses, hasta que Dios envió al profeta Natán para reprenderlo. El corazón de David se quebrantó por su pecado y mientras suplicaba a Dios por perdón, dijo estas palabras:

Por Tim Broach

Guarda tu corazón

La intimidad con Dios es esencial para el desarrollo del liderazgo espiritual. Proverbios 4:23 nos recuerda “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida”. Buscar a Dios desde la profundidad de nuestro corazón es una de las tareas principales de un líder. Si un líder no presta atención especial a su vida interior, su liderazgo causará más daño que bendición. La investigación de Bobby Clinton de líderes cristianos actuales y también los mencionados en la Biblia, reveló que únicamente el 30% de los líderes terminan bien (Rice, 2007, p 16). La razón por la cual el 70% no terminan bien, está relacionado con un quebranto en su vida personal: mal uso de finanzas, abuso de poder y autoridad, orgullo, fracaso sexual, problemas familiares y estancamientos en su crecimiento personal.

Publicado por: Setting Captives Free

¿Por qué los cristianos caen en pecado habitual? Pecados como pornografía, impureza sexual, alcoholismo, drogadicción, glotonería, falta de perdón, chismes, amargura, entre otros. La respuesta a ambas preguntas es la misma: porque no miran a la cruz.

Por Charlie Hernández

Por años, muchos de nosotros hemos batallado con la atracción al mismo sexo y la hemos visto convertirse en un enemigo implacable y cruel, destruyendo nuestras relaciones familiares, haciéndonos personas amargadas, cínicas, inseguras y pedantes al mismo tiempo.

Yo fui alguien que decidió esconder su lucha con esta conducta, por muchos años, para encontrarme luego cosechando el fruto de mentiras y terrores, que me mantuvieron atado a la soledad y a la frustración.

Muchos optan por “salir del clóset” para restregarle en la cara al mundo, a la familia y a las instituciones culturales tradicionales, su ira por los años que trataron de esconder esta situación, por tratar de complacer y de intentar vivir a la altura de las expectativas de otros; y a la vez, como una manera de desquitarse por los apodos, las burlas y las calumnias infligidas por la misma gente que se supone, serían su apoyo.

Por Mike Cleveland

La palabra de Dios nos dice que si queremos liberarnos de la adicción de cualquier tipo, debemos venir a la cruz de Jesús y experimentar el poder del Espíritu Santo. En verdad, no hay esperanza de que ganemos la batalla contra el pecado habitual por nuestra propia cuenta. Por nosotros mismos, estamos indefensos contra la atracción del pecado habitual. Con nuestras fuerzas y ​​con las mejores intenciones, podríamos tratar de guardar las leyes de Dios, firmar promesas, hacer compromisos de cambio, etc., pero tarde o temprano surgirán dificultades, nos estresaremos o estaremos enojados, para finalmente fracasar. “El Espíritu da vida; la carne no vale para nada…” (Juan 6:63 NVI).