La plaga de la pornografía
Por Kerby Anderson
La pornografía está destrozando la trama misma de nuestra sociedad. Sin embargo, los cristianos a menudo ignoran su impacto y se muestran indiferentes ante la necesidad de controlar esta amenaza.
La pornografía es un negocio de 8.000 millones de dólares al año, muy vinculado con el crimen organizado. [1] La paga del pecado es enorme cuando está involucrada la pornografía. Los proveedores de la pornografía cosechan vastas ganancias a través de ventas en las llamadas “librerías para adultos” y la exhibición de películas y actos vivos en teatros.
La pornografía involucra libros, revistas, vídeos y accesorios, y se ha trasladado desde la periferia de la sociedad hacia su centro, mediante el alquiler de vídeos, venta de revistas de “pornografía suave” y la difusión de películas sexualmente explícitas en la televisión por cable. Para algunos, la pornografía no significa más que mujeres con poca ropa en poses seductoras. Pero la pornografía se ha convertido en mucho más que fotografías de mujeres desnudas.
Hay más de 900 teatros que exhiben películas pornográficas y más de 15.000 librerías “para adultos” y tiendas de vídeos que ofrecen material pornográfico. Las librerías para adultos exceden en más de tres veces el número de restaurantes McDonald en Estados Unidos. [2] En 1985, se distribuyeron casi 100 películas pornográficas de largometraje en teatros “para adultos,” brindando unas ventas de boletería anuales estimadas de 50 millones de dólares. [3]
Definiciones
La Comisión Acerca de la Pornografía del Fiscal del Estado de 1986 definió la pornografía como material que “es predominantemente explícito sexualmente y con la intención principal de la excitación sexual.” La pornografía “dura” (hard-core) es “sexualmente explícita en el extremo, y está desprovista de todo otro contenido o propósito.” [4]
Otra cuestión importante es la definición de obscenidad. La definición actual de obscenidad se encuentra en el caso de Miller contra el estado de California, de 1973: “Según el caso Miller, un material es obsceno si se cumple cada una de las siguientes tres condiciones:
La persona promedio, aplicando normas contemporáneas de la comunidad, encontraría que la obra, tomada como un todo, apela a los intereses lascivos.
La obra retrata o describe, en una forma abiertamente ofensiva, una conducta sexual definida explícitamente por la ley aplicable del estado (o federal), y
La obra considerada como un todo carece de un valor serio, artístico, político o científico. [5]
Tipos de pornografía
El primer tipo de pornografía son las revistas para adultos. Estas están dirigidas principalmente, pero no exclusivamente, a un público masculino adulto. Las revistas de mayor difusión (por ejemplo, Playboy, Penthouse) no violan la norma Miller de obscenidad y, por lo tanto, pueden ser distribuidas legalmente. Pero otras revistas que sí violan estas normas están fácilmente disponibles en muchas librerías para adultos.
El segundo tipo de pornografía son los casetes de vídeos. Estos se alquilan o venden en librerías para adultos y se han convertido en una industria en crecimiento para la pornografía. Hay personas que jamás entrarían a una librería o un teatro para adultos para ver una película pornográfica, pero consiguen estos vídeos a través de librerías o por correo para verlos en la intimidad de sus hogares. En general, estos vídeos exhiben un alto grado de pornografía dura y actos ilegales.
El tercer tipo de pornografía son las películas. Las normas de calificación se han ido flexibilizando, y hay muchas películas pornográficas que se exhiben y distribuyen con una calificación de R y NC-17. Muchas de estas películas con una calificación de “R duro” hubieran sido consideradas obscenas sólo una década atrás.
Un cuarto tipo de pornografía es la televisión. Como ocurre en las películas, las normas para la televisión comercial han ido bajando continuamente. Pero la televisión por cable presenta una amenaza aún mayor. La FCC no regula el cable de la misma forma que hace con las estaciones de acceso público. Como los vídeos, la televisión por cable brinda a la persona promedio un fácil acceso al material pornográfico. Hay personas que jamás irían a una librería para adultos que ahora pueden ver el mismo material sexualmente explícito en la intimidad de sus hogares, lo cual convierte a la televisión por cable en el “el mejor envoltorio de papel común.”
Un quinto tipo de pornografía es la “ciber pornografía.” Imágenes y películas de pornografía dura, chats en línea, y aun actos sexuales en vivo pueden ser bajados y vistos por prácticamente cualquier persona a través de Internet. Se pueden encontrar imágenes sexualmente explícitas en páginas Web y en grupos de noticias que son demasiado fáciles de ver para personas de cualquier edad. Lo que sólo estaba disponible para una pequeña cantidad de personas dispuestas a ir al sector malo de la ciudad, ahora puede ser visto en cualquier momento en la intimidad del propio hogar.
Un tipo final de pornografía es la “audio pornografía.” Esto incluye las “porno llamadas,” que son el segundo mercado de mayor crecimiento de la pornografía. Si bien la mayoría de los mensajes están dentro de la definición de obscenidad de Miller, estos negocios siguen floreciendo y a menudo son usados en gran parte por niños.
Según Henry Boatwright (Presidente de la Junta Asesora de Problemas Sociales de Estados Unidos), aproximadamente el 70 por ciento de las revistas pornográficas que se venden terminan en manos de menores. Women Against Pornography (Mujeres Contra la Pornografía) estima que alrededor de 1,2 millones de niños son explotados anualmente en el sexo comercial (pornografía y prostitución infantil).
Efectos psicológicos
El psicólogo Edward Donnerstein (University of Wisconsin) encontró que una breve exposición a formas violentas de pornografía puede llevar a actitudes y comportamientos antisociales. Los espectadores varones tienden a ser más agresivos hacia las mujeres, menos sensibles al dolor y al sufrimiento de las víctimas de violaciones, y mucho más dispuestos a aceptar varios mitos acerca de la violación. [6]
Los investigadores han encontrado que la pornografía (especialmente la pornografía violenta) puede producir un conjunto de efectos indeseables, como la violación y la coerción sexual. Específicamente, encontraron que esta exposición puede llevar a un mayor uso de la coerción o la violación, [7] un aumento de las fantasías acerca de la violación, [8] y una desensibilización ante la violencia sexual y una trivialización de la violación. [9]
En un intento por aislar el papel de la violencia como algo diferente del sexo en las situaciones inducidas por la pornografía, James Check (York University in Canada) llevó a cabo un experimento donde los hombres eran expuestos a diferentes grados de pornografía, algunos violentos y algunos no. Todos los grupos exhibieron el mismo cambio de actitud, a saber, una mayor inclinación a usar la fuerza como parte del sexo. [10]
En un estudio, los investigadores Dolf Zillman y Jennings Bryant investigaron los efectos de la pornografía no violenta en la crueldad sexual y en la trivialización de la violación. Demostraron que la exposición continua a la pornografía tenía efectos adversos sobre las creencias acerca de la sexualidad en general y sobre las actitudes hacia las mujeres en particular. También encontraron que la pornografía desensibiliza a las personas hacia la violación como una ofensa criminal. [11] Estos investigadores encontraron también que la exposición masiva a la pornografía alienta un deseo por materiales cada vez más aberrantes que involucran violencia (sadomasoquismo y violación). [12]
Dolf Zillman midió el impacto de ver pornografía en los puntos de vista de los sujetos acerca de lo que constituye una práctica sexual normal. El grupo que vio la mayor cantidad de pornografía dio estimaciones mucho más altas de la incidencia del sexo oral, el sexo anal, el sexo grupal, el sadomasoquismo y la bestialidad que los otros dos grupos. [13]
Un estudio demostró que la pornografía puede disminuir la felicidad sexual de una persona. [14] Los investigadores encontraron que las personas que estuvieron expuestas a la pornografía no violenta informaron una menor satisfacción con la apariencia física, el afecto, la curiosidad y el desempeño sexual de su pareja sexual. También estaban más inclinadas a asignar una mayor importancia al sexo sin un compromiso emocional.
En un estudio que cubrió todo el país, los investigadores Larry Baron y Murray Strauss, de University of New Hampshire, encontraron una fuerte correlación estadística entre el nivel de distribución de revistas pornográficas y el nivel de violaciones. [15] Encontraron que en estados de alto nivel de circulación el nivel de violaciones también era alto. Y en estados con bajo nivel de circulación, el nivel de violaciones tendía a ser bajo también.
Por supuesto, una correlación estadística no prueba que la pornografía provoque violaciones. Ciertamente no todo el que consume pornografía se convierte en un violador. Y es posible que la violación y el consumo de pornografía estén relacionados sólo indirectamente a través de otros factores, como la permisividad social y actitudes machistas entre los hombres. De hecho, Baron y Strauss llegaron a examinar algunos de estos factores en su estudio y no encontraron ninguna correlación significativa.
Otros estudios posteriores han tenido resultados similares. Los investigadores de Ohio State University, Joseph Scott (un hombre que testifica frecuentemente a favor de pornógrafos en los tribunales) y Loretta Schwalm, examinaron aún más factores que Baron y Strauss (incluyendo la circulación de revistas no sexuales) y no pudieron eliminar la correlación entre la pornografía y las violaciones. [16]
El detective de la policía estatal de Michigan , Darrell Pope, encontró que en el 41 por ciento de los 38.000 casos de ataques sexuales en Michigan (1956-1979), se vio material pornográfico justo antes o durante el crimen. Esto encaja con la investigación hecha por el psicólogo David Scott, que encontró que “la mitad de los violadores usaron pornografía para excitarse justo antes de buscar una víctima.” [17]
Efectos sociales
Definir los efectos sociales de la pornografía ha sido difícil, debido a algunas de las teorías imperantes acerca de su impacto. Un punto de vista dice que en realidad cumple una función positiva al actuar como una “válvula de escape” para los potenciales agresores sexuales.
El proponente más famoso de este punto de vista era Berl Kutchinsky, un criminólogo de la Universidad de Copenhague. Su famoso estudio sobre la pornografía encontró que cuando el gobierno danés levantó las restricciones sobre la pornografía, la cantidad de crímenes sexuales disminuyó. [18] Su teoría era que la disponibilidad de pornografía descomprime impulsos sexuales peligrosos. Pero cuando los datos de su teoría de la “válvula de escape” fueron evaluados más extensamente, comenzaron a ponerse en evidencia muchas de las fallas de su investigación.
Por ejemplo, Kutchinsky no distinguió entre diferentes tipos de crímenes sexuales (por ejemplo, violación, exhibicionismo, etc.) y, en cambio, los metió todos en la misma bolsa. Esto en la realidad enmascaró un aumento en las estadísticas de violaciones. Tampoco tomó en consideración que la mayor tolerancia hacia ciertos crímenes (por ejemplo, la desnudez pública, el sexo con menores) puede haber contribuido a una disminución de crímenes denunciados.
Probar la relación de causa y efecto en la pornografía es prácticamente imposible porque éticamente los investigadores no pueden hacer cierto tipo de investigaciones. El investigador Dolf Zillman dice: “Los hombres no pueden ser colocados en riesgo de desarrollar inclinaciones violentas mediante una gran exposición a la pornografía violenta o no violenta, y las mujeres no pueden colocarse en riesgo de convertirse en víctimas de dichas inclinaciones.” [19]
Deborah Baker, una asistente legal y directora ejecutiva de un grupo contra la obscenidad, concuerda que probar contundentemente una conexión entre la pornografía y el crimen sería muy difícil:
El argumento de que no hay estudios reconocidos que muestren una conexión entre la pornografía y el crimen violento es simplemente una cortina de humo. Quienes promueven esta postura saben bien que nunca se hará esta investigación. Exigiría hacer un muestreo de mucho más de mil varones que estén expuestos a la pornografía a lo largo de la pubertad y la adolescencia, mientras que el otro grupo es aislado totalmente de su influencia en todas sus formas y diversos grados. Luego, cada grupo tendría que ser monitoreado durante la realización de los crímenes violentos, si los realizan. Sin embargo, y a pesar de la falta de una investigación formal, las propias estadísticas del FBI muestran que la pornografía se encuentra en el 80 por ciento de los escenarios de crímenes sexuales violentos, o en los hogares de los perpetradores. [20] No obstante, hay varias estadísticas convincentes que sugieren que la pornografía sí tiene consecuencias sociales profundas. Por ejemplo, de los 1400 casos de acoso sexual infantil en Louisville, Kentucky, entre julio de 1980 y febrero de 1984, la pornografía adulta estaba relacionada con cada incidente y la pornografía infantil con la mayoría de ellos. [21] Las extensas entrevistas con los infractores sexuales (violadores, infractores en casos de incesto, agresores sexuales infantiles) han evidenciado un importante porcentaje de infractores que usan la pornografía para excitarse antes o durante sus ataques. [22] Los oficiales de policía han visto el impacto que ha tenido la pornografía en los asesinatos en serie. De hecho, el consumo de pornografía es una de las características de perfil más comunes de los asesinos en serie y los violadores. [23]
El profesor Cass Sunstein, escribiendo en Duke Law Journal, dice que algunos actos sexuales violentos contra mujeres “no habrían ocurrido si no hubiera habido una circulación tan masiva de pornografía.” Luego de citar datos transculturales, concluye:
La liberalización de las leyes sobre la pornografía en Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y los países escandinavos ha sido acompañada por un aumento en el nivel de violaciones denunciadas. En los países donde las leyes sobre la pornografía no han sido liberalizadas, ha habido un crecimiento menos marcado en las violaciones denunciadas. Y en los países donde se han adoptado restricciones, las violaciones denunciadas han disminuido. [24] En su introducción a una reedición del Informe Final de la Comisión sobre la Pornografía del Fiscal del Estado, el columnista Michael McManus señaló que:
El FBI entrevistó a dos docenas de asesinos sexuales en la cárcel que habían cometido múltiples asesinatos. Un ochenta y un por ciento dijo que su mayor interés sexual estaba en la lectura de pornografía. Representaban fantasías sexuales en personas reales. Por ejemplo, Arthur Gary Bishop, condenado por abusar sexualmente y matar a cinco niños pequeños, dijo: “Si en mis primeras etapas no hubiera tenido a mi disposición material pornográfico, es muy probable que mis actividades sexuales no hubieran escalado al nivel que alcanzaron.” Dijo que el impacto de la pornografía en él fue “devastador . . . Soy un homosexual pedófilo condenado por asesinato, y la pornografía fue un factor determinante en mi ruina.” [25] El Dr. James Dobson entrevistó a Ted Bundy, uno de los asesinos en serie más notorios de esta nación. El día antes de su ejecución, Ted Bundy dijo que “las formas más dañinas de pornografía son aquellas que involucran la violencia y la violencia sexual. Porque la combinación de estas dos fuerzas, algo que conozco demasiado bien, genera un comportamiento que es simplemente demasiado terrible para describir.” [26]
La censura y la libertad de expresión
Los intentos por regular y proscribir la pornografía dentro de la comunidad frecuentemente son criticados como censura y una violación de la Primera Enmienda. Pero la Corte Suprema afirmó claramente, en el caso Roth contra Estados Unidos (1957) que la obscenidad no estaba protegida por la Primera Enmienda. Las leyes federales, estatales y locales son aplicables a la venta, exhibición, distribución y difusión de la pornografía. Por lo tanto, el material pornográfico puede ser prohibido si cumple con la definición legal de obscenidad.
La Corte Suprema ha dictaminado, en el caso Miller contra el estado de California (1973), que una definición legal de obscenidad debe cumplir con la prueba triple que hemos discutido previamente. Si apela al interés lascivo, es abiertamente ofensivo y carece de valor serio (artístico, etc.), entonces el material es considerado obsceno y es ilegal.
Además, la Corte Suprema dictaminó, en el caso Paris Adult Theater contra Slaton (1973), que al material definido legalmente como obsceno no le corresponde la misma protección como la libre expresión en la Primera Enmienda. La corte dictaminó que aun cuando las películas obscenas se exhiban ante “adultos anuentes,” esto nos les da inmunidad de la ley.
En el caso del estado de Nueva York contra Ferber (1982), la Corte Suprema dictaminó que la pornografía infantil no estaba protegida por la Primera Enmienda, aun cuando no fuera definida legalmente como obscena según su prueba triple. Dado que los niños no pueden consentir legalmente a las relaciones sexuales, la pornografía infantil constituye abuso sexual. El Congreso también aprobó el Acta de Protección Infantil en 1984 que brindaba restricciones más severas contra la pornografía infantil.
La televisión por cable no está regulada actualmente, ya que técnicamente no está haciendo “difusión” (broadcasting) según lo define el Federal Communications Act. Por lo tanto, la televisión por cable puede pasar películas pornográficas en forma prácticamente impune. Es necesario enmendar el Acta del FCC para que el FCC pueda regular la televisión por cable.
La perspectiva bíblica
Dios creó a los hombres y mujeres a su imagen (Gn.1:27), como seres sexuales. Pero, debido al pecado en el mundo (Ro. 3:23), el sexo ha sido mal usado y abusado (Ro. 1:24-25).
La pornografía ataca la dignidad de los hombres y mujeres creados a la imagen de Dios. La pornografía también distorsiona el don del sexo de Dios, que sólo debe ser compartido dentro de los límites del matrimonio (1 Co. 7:2-3). Cuando la Biblia se refiere a los órganos sexuales humanos, suele usar eufemismos y lenguaje indirecto. Si bien hay algunas excepciones (a veces se mencionan los pechos y el vientre de la mujer), en general las Escrituras mantienen una modestia básica con relación a los órganos sexuales del hombre y la mujer.
Además, las Escrituras condenan específicamente las prácticas resultantes de la pornografía, como el exhibicionismo (Gn. 9:21-23), el adulterio (Lv. 18:20), la bestialidad (Lv. 18:23), la homosexualidad (Lv. 18:22 y 20:13), el incesto (Lv. 18:6-18) y la prostitución (Dt. 23:17-18).
Una perspectiva bíblica de la sexualidad humana debe reconocer que las relaciones sexuales están reservadas exclusivamente para el matrimonio y para los siguientes propósitos. Primero, establece la unión de una sola carne (Gn. 2:24-25; Mt. 19:4-6). Segundo, brinda intimidad sexual dentro del vínculo matrimonial. El uso de la palabra “conocer” indica un significado profundo de las relaciones sexuales (Gn. 4:1). Tercero, las relaciones sexuales son para el placer mutuo del esposo y la esposa (Pr. 5:18-19). Cuarto, las relaciones sexuales son para la procreación (Gn. 1:28).
La Biblia advierte también acerca del uso indebido del sexo. Condena el sexo prematrimonial y extramatrimonial (1 Co. 6:13-18; 1 Ts. 4:3). Aun los pensamientos acerca de la inmoralidad sexual (a menudo alimentados por el material pornográfico) son condenados (Mt. 5:27-28).
Por otra parte, los cristianos deben darse cuenta que la pornografía puede tener efectos dañinos considerables en el usuario. Estos incluyen: una mentalidad de comparación, una sexualidad orientada hacia el desempeño, una sensación de que sólo las cosas prohibidas son satisfactorias sexualmente, una culpa creciente, una autoestima disminuida, y un pensamiento obsesivo.
Por lo tanto, los cristianos deben hacer dos cosas. Primero, deben trabajar para mantenerse puros huyendo de la inmoralidad (1 Co. 6:18) y pensando sólo en aquellas cosas que son puras (Fil. 4:8). “Cuál es el pensamiento en su corazón, tal es él” (Pr. 23:7). La pornografía alimenta el deseo sexual en formas anormales y puede llevar, con el tiempo, a más perversión degradante. Por lo tanto, debemos “abstenernos de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 P. 2:11). Segundo, los cristianos deben trabajar para quitar la perversión sexual de la sociedad.
Pasos para combatir la pornografía
Primero, los padres deben enseñar un punto de vista sano y bíblico del sexo a sus hijos. Pueden obtenerse ayudas útiles de grupos como Enfoque a la Familia y los ministerios de Josh McDowell.
Segundo, debemos evaluar nuestra exposición a los medios (revistas, programas de televisión, música rock) que tienen temas sexuales inconvenientes. Los padres deben dar un ejemplo positivo para sus hijos, y deben tomar tiempo para discutir estas historias, programas y canciones con ellos.
Tercero, los pastores deberían advertir a sus congregaciones acerca de los peligros de la pornografía e instruirles en una visión correcta de la sexualidad. Como José, en el Antiguo Testamento, deberíamos huir de la inmoralidad que puede inducirnos a pecar. También deben darse mensajes para construir un fuerte hogar cristiano.
Cuarto, los padres deberían bloquear la ciber pornografía mediante programas. Hay muchos servicios comerciales, además de programas especiales, que pueden filtrar y bloquear áreas que los niños pueden tratar de investigar. Estos programas bloquean sitios fuertemente sexuales en Internet y pueden detectar una frase ofensiva que puede ser usada en una sala de chat (ver el artículo de Probe, “The Internet,” para una discusión sobre programas de filtrado.) Los padres también deberían intentar estar cerca de sus hijos cuando están en Internet y hacerles preguntas acerca de la computación en línea. El uso intensivo hasta altas horas de la noche puede estar indicando un problema.
Quinto, los cristianos individuales deberían involucrarse con un grupo de decencia local que esté organizado para combatir la pornografía. Estos grupos han sido eficaces en muchos lugares para librar a sus comunidades de la plaga de la pornografía.
Sexto, debemos expresar nuestra preocupación a los funcionarios locales (mediante cartas y peticiones) acerca de cines y librerías para adultos en la comunidad.
Siete, si recibimos material pornográfico por correo, debemos informarlo a nuestro correo y solicitar que los agentes federales tomen acción. Finalmente, no auspicie negocios que venden material pornográfico. Piense en la posibilidad de hacer un boicot o manifestaciones para lograr que la comunidad tome conciencia del problema.
Notas Copyright © 1997 Probe Ministries. Todos los derechos reservados. Reproducido con permiso. Alejandro Field
1. Report of the Attorney General’s Task Force on Family Violence, U.S. Department of Justice, Washington, D.C., 112.
2. “Effect of Pornography on Women and Children,” U.S. Senate Judiciary Committee, Subcommittee on Juvenile Justice, 98th Congress, 2nd Session, 1984, 227.
3. “The War Against Pornography,” Newsweek, 18 March 1985, 60.
4. Final Report of the Attorney General’s Commission on Pornography, ed. Michael McManus (Nashville, Tenn.: Rutledge Hill Press, 1986), 8.
5. Ibid.
6. Edward Donnerstein, “Pornography and Violence Against Women,” Annals of the New York Academy of Science, 347 (1980), 277-88.
7. Edward Donnerstein, “Pornography: Its Effects on Violence Against Women,” in Malamuth and Donnerstein, eds., Pornography and Sexual Aggression (New York: Academic Press, 1984).
8. Neil Malamuth, “Rape Fantasies as a Function of Repeated Exposure to Sexual Violence,” Archives of Sexual Behavior, 10 (1981): 33-47.
9. Linz, Donnerstein, and Penrod, “The Effects of Multiple Exposures to Filmed Violence Against Women,” Journal of Communication, 34 (1984): 130-47.
10. James Check, “The Effects of Violent and Nonviolent Pornography,” Department of Justice, Ottawa, Canada, submitted June 1984.
11. Dolf Zillman and Jennings Bryant, “Pornography, Sexual Callousness, and the Trivialization of Rape,” Journal of Communication, 32 (1982): 10 21.
12. Zillman, Bryant, Carveth, “The Effect of Erotica Featuring Sadomasochism and Beastiality of Motivated Inter-Male Aggression,” Personality and Social Psychology Bulletin, 7 (1981): 153-59.
13. Dolf Zillman, “Effects of Prolonged Consumption of Pornography,” a paper prepared for the Surgeon General’s Workshop on Pornography and Public Health, Arlington, Va., 22-24 June 1986.
14. Dolf Zillman and Jennings Bryant, “Pornography, Sexual Callousness, and the Trivialization of Rape,” Journal of Communications 32(1982): 15.
15. Larry Baron and Murray Strauss, “Legitimate Violence and Rape: A Test of the Cultural Spillover Theory,” Social Problems 34 (December 1985).
16. Joseph Scott and Loretta Schwalm, “Rape Rates and the Circulation Rates of Adult Magazines,” Journal of Sex Research, 24 (1988): 240-50.
17. David Alexander Scott, “How Pornography Changes Attitudes,” in Pornography: The Human Tragedy, ed. Tom Minnery (Wheaton, Ill.: Tyndale House Publishers).
18. Berl Kutchinsky, “The Effect of Easy Availability of Pornography on the Incidence of Sex Crimes: The Danish Experience,” Journal of Social Issues, 29 (1973): 163-81.
19. Dolf Zillman, “Pornography Research and Public Policy,” in Dolf Zillman and Jennings Bryant, eds., Pornography: Research Advances and Policy Considerations (New York: Academic Press, 1989), 387-88.
20. Deborah Baker, “Pornography Isn’t Free Speech,” Dallas Morning News, 17 March 1989, Op. Ed. Page.
21. Testimony by John B. Rabun, deputy director, National Center for Missing and Exploited Children, before the Subcommittee on Juvenile Justice of the Senate Judiciary Committee, 12 September 1984.
22. W. Marshall, “Pornography and Sex Offenders,” in Dolf Zillman and Jennings Bryant, eds.,Pornography: Research Advances and Policy Considerations (New York: Academic Press, 1989).
23. “The Men Who Murdered,” FBI Law Enforcement Bulletin, August 1985.
24. Cass R. Sunstein, “Pornography and the First Amendment,” Duke Law Journal, September 1986, 595ff.
25. Final Report, ed. McManus, xvii.
26. Interview with Dr. James Dobson with Ted Bundy in Starke, Florida, on 23 January 1989.
Acerca del autor
Kerby Anderson es el director nacional de Probe Ministries International. Recibió su B.S. de Oregon State University, M.F.S. de Yale University, y M.A. de Georgetown University. Es autor de varios libros, incluyendo Genetic Engineering (Ingeniería genética), Origin Science (La ciencia de los orígenes), Living Ethically in the 90s (Cómo vivir éticamente en la década del 90), Signs of Warning (Señales de advertencia), Signs of Hope (Señales de esperanza), y Moral Dilemmas (Dilemas morales). Director general y colaborador de los libros Marriage, Family and Sexuality y Technology, Spirituality, & Social Trends, de Kregel Publications.
Es un columnista nacionalmente sindicado cuyas editoriales han aparecido en los periódicos Dallas Morning News, Miami Herald, San Jose Mercury, y Houston Post.
Es el anfitrión de “Probe,” y suele servir como anfitrión invitado en el programa radial “Point of View” (Punto de vista – USA Radio Network). Si usted tiene algún comentario o pregunta sobre este artículo, envíelo por favor a espanol@probe.org. Por favor indique a qué artículo se está refiriendo.
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