Testimonio – Bill Hernández

En mi adolecencia mi padre me dio condones a mí y a mi hermano. “Estos son para protección”, dijo como al descuido. No nos hizo ninguna pregunta; no nos dio ninguna instrucción. La única educación sexual que había recibido de mi padre era verlo mirar fijamente a las mujeres y escuchar sus exageradas descripciones del cuerpo femenino.

Una rendición que trae vida – Kevin Oshiro

Cuando tenía cuatro años de edad, fui acosado sexualmente por un amigo de ocho años. Ese mismo año, me cerré emocionalmente a mi padre. La actividad sexual con mi amigo continuó hasta la adolecencia. Estos factores me dejaron con un anhelo de afecto masculino, y la creencia de que el sexo era una muestra de afecto.

Kathryn MeansFui creada con un propósito más grande – Kathryn Means

Por muchas razones, no debería estar compartiendo mi historia contigo; la principal es que no era parte de los planes de mi vida. Gracias a que los planes de Dios son más grandes y altos que los míos.

El llamado a seguir a Cristo es una llamada a la aventura, inconveniente, imperiosa e irresistible

Lidia Gutiérrez de Baker(del libro, “Encontrando a Dios en El Señor de los Anillos”)

Mi nombre es Lidia Gutiérrez de Baker. Nací en Guatemala, pero me criaron en El Salvador donde viví por muchos años. Recibí a Cristo cuando tenía 17 años. En ese tiempo, el saber que tenía vida eterna era suficiente para mí. Tenía planes para mi futuro y no quería que Dios los cambiara. Pero, un año mas tarde, cambié de opinión cuando Dios me permitió  compartir el Evangelio a alguien y a consecuencia de ello, él recibió a Cristo. Eso impactó mi vida porque supe que Dios podría usarme en la vida de otros y hacer una diferencia. En ese preciso momento adquirí una visión de que había un propósito más grande en mi vida – Dios me estaba invitando a seguirle. Quise servir a Dios como misionera así que estudié en el Seminario Bautista de mi iglesia por 3 años y entonces fui enviada como misionera a Honduras. Luego fui a Guatemala y finalmente después de 11 años regresé a El Salvador, muy satistecha de mí misma, ya que había compartido con muchos acerca de Jesús y pude ver fruto en la obra. Pero, había olvidado quién me había enviado, quién merecía relamente la gloria por mis logros.

Una Increíble Travesía – Mauricio Montión

“¿No saben ustedes que los malvados no tendrán parte en el reino de Dios? No se dejen engañar, pues en el reino de Dios no tendrán parte los que comenten inmoralidades sexuales, ni los idólatras, ni los que cometen adulterio, ni los hombres que tienen trato sexual con otros hombres, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los chismosos, ni los tramposos. Y esto eran antes algunos de ustedes; pero ahora ya han sido limpiados y consagrados a Dios, ya han sido librados de culpa en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios” 1 Corintios 6:9-11

Este versículo ha sido de mucha inspiración para mí ya que, como Pablo indica, había homosexuales en la iglesia de Corinto que fueron limpiados, consagrados y justificados en el nombre de Jesús. Me gustaría compartir la increíble travesía de cómo Jesús y su iglesia me ayudaron a superar la homosexualidad.

Testimonio – Malena Mattos

Una mujer carente de afecto y cariño por parte de su familia busca en sus relaciones con otras mujeres el amor, dándose cuenta finalmente a través de un programa del Club 700 que el verdadero amor sólo se encuentra en Jesucristo, amor que la libera de su angustia, la adicción al alcohol y el lesbianismo

Ver video.

Mi peregrinaje hacia la sanidad espiritual: Escape de la homosexualidad – Michael R. Newman

Cada cristiano tiene su propia historia de su encuentro personal con Jesucristo. A causa del Sacrificio de Jesucristo que murió por nuestros pecados, reclamó las vidas arruinadas para hacerlas testimonios vivos. Nada es imposible con Dios, y eso incluye la gente que se cree homosexual.

El amor del Padre – Steven

Esa noche hice cinco cortes en mi muñeca izquierda, esa misma noche estaba sentado en frente a una analista del centro médico quien decidiría si internarme en el hospital psiquiátrico era lo mejor para mí, en realidad no tenía temor de ser internado, en otras ocasiones por mi cuenta y a causa de mis crisis de ansiedad y mi depresión había asistido; la razón por la cual me sentía atemorizado era por no querer escuchar esa frase que cada médico que me atendía me decía cuando contaba que la razón de mi depresión era el no querer vivir una vida de homosexualidad…– tranquilo, sea feliz y acéptese como es.

Una historia de restauración – Patricia

Salmo 139:16 “Tus ojos vieron mi cuerpo en formación; todo eso estaba escrito en tu libro. Habías señalado los días de mi vida cuando aun no existía ni uno de ellos” (Dios habla hoy).

Para el año 64 mi madre, una mujer joven no preciso su edad quedó embarazada, producto de una violación en donde hubo alcohol de por medio. Durante su embarazo acude a una casa en San Rafael de Escazú (Familia alemana de apellido Machamber) donde normalmente dejaban muchos niños abandonados, pues ellos tenían una buena posición social. Ella no quería el fruto de su vientre y era entendible, una violación no era fácil de superar. Durante el tiempo del embarazo mi madre sufrió: hambres, desprecios, humillaciones, se movió dentro de un ambiente de alcohol, cigarro, palabras maldicientes, rechazo para ambas e incluso intentó abortar a la bebe que llevaba en su vientre, pero Dios no se lo permitió. (Todo esto fue revelado en consejerías de Sanidad Interior).

Como dicen por ahí yo nací en la Iglesia, desde que nací mis padres eran cristianos e iban para la Iglesia. Desde más o menos los 4 años hasta los 11 mis padres fueron líderes de jóvenes a nivel del distrito del norte de EU. Siempre estábamos en actividades de jóvenes, en campamentos, en retiros, en congreso y visitando Iglesias; siempre estaba rodeada de personas mayores y con los jóvenes era con quienes compartía y aprendí a actuar, a pensar y hablar como ellos. Por eso se me hizo un poco difícil socializar en la escuela con otros niños y niñas de mi edad, no entendía sus juegos y las cosas que encontraban chistosas yo no las encontraba chistosas eso me llevo a ser cohibida y querer siempre estar compartiendo con personas mayores que yo.

A los 11 años me integré a una escuela privada cristiana; para ese tiempo Myspace estaba a la moda y me hizo uno, de ahí personas me comenzaron a añadir que no conocía y fui introducida a las cosas como el sexo cibernético; al principio no era nada como uno dice. Era tal vez una vez a la semana o dos pero después de un tiempo eso comenzó a ser parte de mi vida diaria no dejaba de hacerlo, estaba atada y juntamente con eso vino la masturbación. A los 13 años de edad una persona mayor que enseñaba en esa escuela que incluso me daba clase me hizo un acercamiento sexual sutil hasta que llego a envolverme en una relación sexual y co-dependiente. Yo no entendía lo que estaba pasando para ese tiempo porque esa persona me engañó pensé que lo que teníamos era una fuerte amistad aunque dentro de mi sabía que algo no estaba bien. Esta persona también me introdujo a la pornografía y a muchas cosas a las cuales una niña de mi edad no debería haber sido expuesta.

A punto de cumplir los 16 años mi familia se mudó para Puerto Rico, para aquel tiempo no quería mudarme, pues no entendía que era Dios tratando de protegerme. Llegamos a Puerto Rico y aún veía pornografía; comencé a verla todo los días, me estaba empezando a hacer adicta hasta que un día entrando a una página de Internet pornográfica me tope un video de una niña pequeña siendo abusa sexualmente eso me chocó y desde ese día deje de ver la pornografía pero ese no era el fin de mis problemas. Por causa de lo que pasó con aquella persona en la escuela comencé a dudar de mi identidad sexual.

Entré a la universidad un año adelantada a los 17 y ahí comencé a experimentar con personas de mi mismo sexo; todavía vivía en mi casa para ese tiempo pero luego a los 18 cambie de universidad a una que quedaba más lejos de mi casa y me mudé a un hospedaje de mujeres dentro de la universidad. Ahí se me abrieron muchas puertas, comencé a salir mucho de noche, a tener relaciones con personas de mi mismo sexo pero dentro de mi me sentía mal no sabía qué hacer para dejar ese sentimiento y comencé a alcoholizarme y usar marihuana para “sentirme bien” eso me llevó a atarme más fuertemente al lesbianismo.

Los fines de semana mis padres me buscaban y yo iba para la Iglesia y cantaba y tocaba normal como si no estuviera pasando nada y nadie sospechaba la doble vida que estaba viviendo. Aunque ya no veía pornografía todas aquellas imágenes se me habían grabado en la mente y las repasaba una y otra vez y me llevaban a buscar esas fantasías sexuales en la vida real porque verlo no era suficiente. Literalmente mi cuerpo se deterioraba, me veía fea, enflaquecí, por las noches no podía dormir supe lo que era estar despierta más de 38 horas buscando a alguien para no tener que pasar la noche sola o buscando la manera de emborracharme o endrogarme porque había un vacío gigante en mi corazón.

Salmo 32:3 “Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día”.

Llegó el fin del semestre y tuve que regresar a casa; mis padres se enteraron de todo lo que había pasado. Yo pensaba que yo escondía bien mis cosas pero con una madre y un padre que le oraban a Dios por revelación no había nada que yo pudiera esconder.

Marcos 4:22 “Porque nada hay oculto que no haya de ser manifestado; ni secreto, que no haya de ser descubierto”

Cuando me confrontaron no me importó me quede dura y fría como una piedra y mi familia fue destrozada. Estaba preparándome para escapar de mi casa con una ex pareja mía. Pero una noche tuve una experiencia espiritual real:

Juan 10:10 “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

Entendí que si seguía en ese estilo de vida me iba a destrozar al punto de no volver atrás. Fui a casa de mis ex pastores y confesé mi pecado

“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1Jn 1:9)

Supe ese día que quería cambiar pero no sabía cómo; para el próximo semestre no me hospede, viajaba todo los días una hora para ir y una hora para venir para no envolverme nuevamente en ese estilo de vida pero dentro de mi todavía había esa necesidad de beber, de fumar y de tener sexo pervertido como el que había visto en aquellas imágenes pornográficas. Sentí que aunque me estaba aguantando, pronto volvería a caer porque no sentí que había cambiado por dentro:

Dt. 31:8 “Y Jehová es el que va delante de ti; Él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas, ni desmayes”.

En marzo mis padres me llevaron a el congreso de redención sexual del ministerio Nueva Condición, yo no quería por no escuchar que me iba ir para el infierno, no quería escuchar que estaba mal. Lo que quería eran respuestas, quería saber porque había llegado a todas esas cosas, cómo podía realmente cambiar por dentro. Cuando llegué a ese congreso a mi sorpresa no era lo que pensaba, nadie me dijo que me iría al infierno nadie me dijo que Dios no me amaba al contrario me dijeron que yo tenía esperanza que Dios sí me amaba y que yo no podía cambiar porque sólo Dios me podía cambiar con su amor. Después de ese congreso me ingresé al ministerio nueva condición y ahí Dios me ha ido enseñado muchas cosas pude entender que lo que había pasado en aquella escuela fue un abuso sexual, pude entender el porqué yo estaba tan atada a esas conductas de alto riesgo. Y Dios realmente me comenzó a cambiar, me sanó las heridas y llenó aquel vacío tan grande que yo tenía. Sólo cuando pude entender que yo no podía cambiar que yo necesitaba permitir que DIOS me cambiara y que entrara a aquellos cuartos oscuros de mi corazón es cuando comencé a ver un cambio real. Ahora soy libre de todas esas cosas que me ataban y puedo pararme aquí a compartir las cosas lindas que Dios ha estado haciendo en mi vida me ha abierto las puertas para predicar y cantar en diferentes lugares y compartir mi testimonio para que otros vean que Dios es real y que puede transformar vidas. Mi familia ha sido restaurada y estamos más cercanos de lo que jamás habíamos estado. Puedo pararme en la Iglesia y sentirme transparente delante de Dios y los demás porque sé que el cambio que Dios ha hecho en mi vida es real y permanente.

 
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