Venciendo la Depresión Navideña
Por Bob Davies
Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
Lucas 2:10-11
Julia se sentó en una silla cómoda, mirando tristemente por la ventana frontal de su departamento. El radio que estaba en la mesa cercana se burlaba de ella con una melodía familiar:
Feliz Navidad,
Feliz Navidad,
Feliz Navidad,
Próspero Año y fe…
¡Clic! Julia apagó el radio con un golpe de disgusto. Era el sábado de víspera de Navidad y ella se sentía sola. “Siempre lo mismo –las trivialidades de diciembre”, pensó ella. ¿Por qué había esperado que este año fuese diferente? Sí, ese julio pasado había aceptado a Cristo como su Salvador. ¿Pero esto de alguna manera mágica quitaba la depresión decembrina en la que parecía estar sumergida?
Convertirse en cristiana había cambiado muchas cosas en la vida de Julia. Pero la Navidad todavía parecía ser una época imposible del año. Pensar acerca de sus recuerdos de su familia sólo la hacía sentirse peor. Cálidas lágrimas surcaban su rostro. ¿Dónde estaba Dios en todo esto?
Julia desganadamente tomó su Biblia y la abrió al azar. Sus ojos cayeron en un versículo que había subrayado varias semanas atrás:
“Den gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de ustedes como creyentes en Cristo Jesús.”
1 Tesalonicenses 5:18, Biblia Dios Habla Hoy
“¿Acerca de qué tengo que dar gracias?” se preguntó frunciendo el ceño. “Yo sería hipócrita al decir cosas que yo realmente no quiero decir”. Después de sentarse y pensarlo por un momento, tomó toda la fuerza que pudo y alcanzó la concordancia que unos amigos le habían comprado. Encontró la palabra “alabanza” y comenzó a buscar los versículos bíblicos. Una hora y media después, ella continuaba leyendo, asombrada por sus descubrimientos.
Decisión
“Den gracias a Dios por todo. Esta es la voluntad de Dios”. Julia se dio cuenta que decir “gracias” a Dios no era sólo una respuesta emocional, sino también una decisión de la voluntad de ella. Tenía dos opciones: Refunfuñar o dar gracias. Era tan fácil como eso. Ella escribió en su Biblia varias cosas por las cuales estaba agradecida: “un hogar cálido”, “buena salud”, “un pastor comprensivo”.
Mientras leía más versículos, Julia descubrió que dar alabanza a Dios no es una actividad arbitraria. La alabanza tiene resultados definidos. Ella tomó su cuaderno y comenzó a escribirlos.
- Dios es exaltado – Julia sabía que la mayor parte del mundo hoy no reconoce la existencia de Dios, mucho menos le da gracias a Él. “Por mi alabanza”, Julia escribió, “reconozco que Dios es”. Subrayó las dos últimas palabras. La existencia de Dios era razón suficiente para alabarle. Ella fue impactada particularmente al darse cuenta cuánto gozo producía a Dios recibir la alabanza de ella.
“Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.”,
fue un versículo que ella encontró en Sofonías 3:17.
- Dar alabanza a Dios nos recuerda de nuestra salvación – La mayoría de gente no expresa afecto a extraños. Las palabras “te amo” están reservadas para aquellos que conocemos íntimamente.
Julia se dio cuenta que la adoración era una manera de acercarse a Dios y comunicarse con Él. Ella se había estado quejando toda la semana. “Desearía yo estar alrededor de alguien con una actitud como esa?” se preguntó con una risa interior. Se dio cuenta que su actitud no la estaba acercando a la presencia de Dios. ¡No sorprende que ella se sentía separada de Él! - La alabanza es una forma de guerra espiritual – Una de las historias más interesantes que Julia descubrió acerca de la alabanza está en 2 Crónicas 20. Un gran ejército estaba aproximándose a Israel para hacer guerra. El rey Josafat inmediatamente comenzó a orar, y la nación se reunió “para pedir ayuda al Señor” (versículo 4).
Uno de los levitas se puso de pie y proclamó, “No tengan miedo ni se asusten ante ese gran ejército, porque esta guerra no es de ustedes sino de Dios”. Entonces él profetizó que Israel derrotaría a sus enemigos el día siguiente.
“Confíen en el Señor, su Dios”, el rey amonestó al pueblo, “y se sentirán seguros”. Entonces señaló a los que alababan al Señor ir delante del ejército de Israel, cantando y alabando. Las tropas enemigas terminaron en confusión, peleando y matándose unos a otros. Fueron completamente destruidos. Cuando Julia leyó ese pasaje, tuvo que sonreír. ¡Fue una estrategia de guerra tan exorbitante! Pero ella sabía que esta era la misma táctica que Dios deseaba que ella utilizara para derrotar a los enemigos personales en su vidas-por medio de la alabanza. - La alabanza es una herramienta de evangelismo – Julia pensó en su propia experiencia de salvación. ¿Qué la había guiado a Marta en el trabajo, y finalmente asistir a su iglesia, la Comunidad Cristiana de la Calle Central? En parte fue la actitud de ella. El hijo de Marta se había ido de la casa y se estaba destruyendo a sí mismo con drogas. A pesar de esta tragedia abrumadora, Marta conservaba en su vida una tranquilidad que parecía sobrenatural. Ella siempre se interesaba por los problemas de los demás y tenía tiempo para escuchar. Se sentía que ella tomaba estos problemas en su corazón y los traía al Señor en oración. Ella siempre estaba agradecida por las buenas cosas en la vida, y parecía pasar por alto las desilusiones pequeñas que a otros les afectaban poderosamente.
Julia recordó la primera vez que escuchó las alabanzas en la iglesia de Marta. La atmósfera estaba tan cargada de… algo. “¿Podría ser este el secreto de la seguridad y tranquilidad de Marta?” ella se preguntó. Ahora, por supuesto, ella descubrió que era mucho más que un tiempo de sanidad de las heridas del mundo, lo que había sido tan electrificante era la manifestación de la presencia de Dios. Jesús dijo:
“Pero cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo”.
Juan 12:32
Aunque se refería directamente a la crucifixión, también aplicaba a los tiempos de adoración, cuando Dios fue exaltado la gente fue atraída a Él.
- La alabanza trae libertad – Julia encontró otra referencia a la alabanza, cuando el templo del Antiguo Testamento fue dedicado. Cuando comenzó el servicio de alabanza, la gloria de Dios cayó. Los sacerdotes ni siquiera podía permanecer de pie (2 Crónicas 5:13). Recientemente Julia había aprendido el versículo:
“donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.”
2 Corintios 3:17
Uniendo los pensamientos, ella escribió: “La alabanza trae el Espíritu; el Espíritu trae libertad”.
Ella había experimentado justamente eso, se sentía más ligera y menos oprimida después de pasar algún tiempo en adoración con otros en un culto de domingo por la mañana. También se había asombrado al descubrir después de la alabanza que se sentía más cercana a los demás en la iglesia. Parecía haber una profunda comunión que llenaba sus relaciones cuando ella adoraba a Dios juntamente con los demás.
- La alabanza instruye y edifica – Julia pensó en algunos de los cantos nuevos que habían enseñado en su iglesia en los últimos meses. Esos cantos le habían ayudado a ella a memorizar las Escrituras y a recordar principios bíblicos.
Particularmente a ella le gustaban las canciones nuevas que venían de los Salmos. Eso le animaba a ir a su casa y leer el Salmo completo y aprender así más del carácter de Dios. Para su sorpresa encontró que incluso el himnario estaba lleno de instrucción divina y sabiduría, esas personas que habían estado con el Señor hace cien años o más sintieron las mismas cosas que ella estaba sintiendo. Ella estaba sorprendida con ese descubrimiento. Ella decidió que cantar alabanzas era una manera de reenfocarse en el Señor y en Su verdad.
Revelación
Para cerrar su tiempo de estudio, Julia buscó en su Biblia el libro de Apocalipsis. Buscó en las páginas el versículo que ella había subrayado meses antes, y lo encontró en el capítulo 4, versículo 11:
“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas”
Continuó leyendo y llego a la escena del capítulo siete, la de una gran multitud reunida delante del trono del Cordero. Ellos cantaban, “Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos” Cuando el apóstol Juan preguntó quiénes eran esas personas, alguien le dijo, “Estos son los que han salido de la gran tribulación”.
De repente surgió en Julia una nueva aplicación para este versículo. Este es el camino para salir de mis tribulaciones, pensó ella. La alabanza cambia mi enfoque de mis problemas a la suficiencia de Dios. “Gracias porque Tú estas conmigo, Señor”, ella oró. “Puede que no sienta alabarte, pero decido enfocarme en tu carácter fiel. Gracias por darme el regalo de la vida”.
Después de la oración, Julia decidió llamarle a Marta. “He estado luchando con algunos asuntos hoy”, Julia le explicó. “¿Quieres escuchar lo que Dios me ha mostrado?”
“Seguro” Marta pensó por un momento. “De hecho, ¿por qué no nos reunimos y platicamos? Iré para recogerte. Podemos ir al supermercado para hacer algunas compras de último momento, luego ir a cenar. Estoy libre esta noche”.
“Eso suena divertido”, replicó Julia. “Te veré en unos minutos”. Ella colgó el teléfono y corrió a su recámara para cambiarse de ropa. Julia no podía esperar para decirle a Marta acerca de los descubrimientos de esa tarde. Quizá esta Navidad no iba a ser tan mala después de todo.
Tradujo: Jonathan G.