Una rendición que trae vida – Kevin Oshiro
Cuando tenía cuatro años de edad, fui acosado sexualmente por un amigo de ocho años. Ese mismo año, me cerré emocionalmente a mi padre. La actividad sexual con mi amigo continuó hasta la adolecencia. Estos factores me dejaron con un anhelo de afecto masculino, y la creencia de que el sexo era una muestra de afecto.