Como dicen por ahí yo nací en la Iglesia, desde que nací mis padres eran cristianos e iban para la Iglesia. Desde más o menos los 4 años hasta los 11 mis padres fueron líderes de jóvenes a nivel del distrito del norte de EU. Siempre estábamos en actividades de jóvenes, en campamentos, en retiros, en congreso y visitando Iglesias; siempre estaba rodeada de personas mayores y con los jóvenes era con quienes compartía y aprendí a actuar, a pensar y hablar como ellos. Por eso se me hizo un poco difícil socializar en la escuela con otros niños y niñas de mi edad, no entendía sus juegos y las cosas que encontraban chistosas yo no las encontraba chistosas eso me llevo a ser cohibida y querer siempre estar compartiendo con personas mayores que yo.

A los 11 años me integré a una escuela privada cristiana; para ese tiempo Myspace estaba a la moda y me hizo uno, de ahí personas me comenzaron a añadir que no conocía y fui introducida a las cosas como el sexo cibernético; al principio no era nada como uno dice. Era tal vez una vez a la semana o dos pero después de un tiempo eso comenzó a ser parte de mi vida diaria no dejaba de hacerlo, estaba atada y juntamente con eso vino la masturbación. A los 13 años de edad una persona mayor que enseñaba en esa escuela que incluso me daba clase me hizo un acercamiento sexual sutil hasta que llego a envolverme en una relación sexual y co-dependiente. Yo no entendía lo que estaba pasando para ese tiempo porque esa persona me engañó pensé que lo que teníamos era una fuerte amistad aunque dentro de mi sabía que algo no estaba bien. Esta persona también me introdujo a la pornografía y a muchas cosas a las cuales una niña de mi edad no debería haber sido expuesta.

A punto de cumplir los 16 años mi familia se mudó para Puerto Rico, para aquel tiempo no quería mudarme, pues no entendía que era Dios tratando de protegerme. Llegamos a Puerto Rico y aún veía pornografía; comencé a verla todo los días, me estaba empezando a hacer adicta hasta que un día entrando a una página de Internet pornográfica me tope un video de una niña pequeña siendo abusa sexualmente eso me chocó y desde ese día deje de ver la pornografía pero ese no era el fin de mis problemas. Por causa de lo que pasó con aquella persona en la escuela comencé a dudar de mi identidad sexual.

Entré a la universidad un año adelantada a los 17 y ahí comencé a experimentar con personas de mi mismo sexo; todavía vivía en mi casa para ese tiempo pero luego a los 18 cambie de universidad a una que quedaba más lejos de mi casa y me mudé a un hospedaje de mujeres dentro de la universidad. Ahí se me abrieron muchas puertas, comencé a salir mucho de noche, a tener relaciones con personas de mi mismo sexo pero dentro de mi me sentía mal no sabía qué hacer para dejar ese sentimiento y comencé a alcoholizarme y usar marihuana para “sentirme bien” eso me llevó a atarme más fuertemente al lesbianismo.

Los fines de semana mis padres me buscaban y yo iba para la Iglesia y cantaba y tocaba normal como si no estuviera pasando nada y nadie sospechaba la doble vida que estaba viviendo. Aunque ya no veía pornografía todas aquellas imágenes se me habían grabado en la mente y las repasaba una y otra vez y me llevaban a buscar esas fantasías sexuales en la vida real porque verlo no era suficiente. Literalmente mi cuerpo se deterioraba, me veía fea, enflaquecí, por las noches no podía dormir supe lo que era estar despierta más de 38 horas buscando a alguien para no tener que pasar la noche sola o buscando la manera de emborracharme o endrogarme porque había un vacío gigante en mi corazón.

Salmo 32:3 “Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día”.

Llegó el fin del semestre y tuve que regresar a casa; mis padres se enteraron de todo lo que había pasado. Yo pensaba que yo escondía bien mis cosas pero con una madre y un padre que le oraban a Dios por revelación no había nada que yo pudiera esconder.

Marcos 4:22 “Porque nada hay oculto que no haya de ser manifestado; ni secreto, que no haya de ser descubierto”

Cuando me confrontaron no me importó me quede dura y fría como una piedra y mi familia fue destrozada. Estaba preparándome para escapar de mi casa con una ex pareja mía. Pero una noche tuve una experiencia espiritual real:

Juan 10:10 “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

Entendí que si seguía en ese estilo de vida me iba a destrozar al punto de no volver atrás. Fui a casa de mis ex pastores y confesé mi pecado

“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1Jn 1:9)

Supe ese día que quería cambiar pero no sabía cómo; para el próximo semestre no me hospede, viajaba todo los días una hora para ir y una hora para venir para no envolverme nuevamente en ese estilo de vida pero dentro de mi todavía había esa necesidad de beber, de fumar y de tener sexo pervertido como el que había visto en aquellas imágenes pornográficas. Sentí que aunque me estaba aguantando, pronto volvería a caer porque no sentí que había cambiado por dentro:

Dt. 31:8 “Y Jehová es el que va delante de ti; Él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas, ni desmayes”.

En marzo mis padres me llevaron a el congreso de redención sexual del ministerio Nueva Condición, yo no quería por no escuchar que me iba ir para el infierno, no quería escuchar que estaba mal. Lo que quería eran respuestas, quería saber porque había llegado a todas esas cosas, cómo podía realmente cambiar por dentro. Cuando llegué a ese congreso a mi sorpresa no era lo que pensaba, nadie me dijo que me iría al infierno nadie me dijo que Dios no me amaba al contrario me dijeron que yo tenía esperanza que Dios sí me amaba y que yo no podía cambiar porque sólo Dios me podía cambiar con su amor. Después de ese congreso me ingresé al ministerio nueva condición y ahí Dios me ha ido enseñado muchas cosas pude entender que lo que había pasado en aquella escuela fue un abuso sexual, pude entender el porqué yo estaba tan atada a esas conductas de alto riesgo. Y Dios realmente me comenzó a cambiar, me sanó las heridas y llenó aquel vacío tan grande que yo tenía. Sólo cuando pude entender que yo no podía cambiar que yo necesitaba permitir que DIOS me cambiara y que entrara a aquellos cuartos oscuros de mi corazón es cuando comencé a ver un cambio real. Ahora soy libre de todas esas cosas que me ataban y puedo pararme aquí a compartir las cosas lindas que Dios ha estado haciendo en mi vida me ha abierto las puertas para predicar y cantar en diferentes lugares y compartir mi testimonio para que otros vean que Dios es real y que puede transformar vidas. Mi familia ha sido restaurada y estamos más cercanos de lo que jamás habíamos estado. Puedo pararme en la Iglesia y sentirme transparente delante de Dios y los demás porque sé que el cambio que Dios ha hecho en mi vida es real y permanente.