Por el tiempo que la humanidad ha estado sobre la tierra, hemos asociado crianza maternal con confianza y nutrición. Incluso, la idea de confiar en Dios está estrechamente relacionada a la confianza aprendida durante nuestras relaciones más tempranas.

El Salmo 22:9 dice “Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre”.

Sin embargo, una madre puede contribuir tanto a vidas fructíferas como a vidas desperdiciadas, cuando se ha tenido una crianza maternal negativa, podemos comenzar un patrón de desconfianza por el resto de nuestras vidas; y, volvernos agresivos, combativos, controladores, escondiendo nuestras necesidades tanto como la vulnerabilidad.

Existen seis necesidades básicas que deben ser suplidas por una madre: seguridad, nutrición emocional, confianza básica, pertenencia y tener alguien a quien amar.

A medida que usted comience a ver y comprender los elementos que hicieron falta en la crianza maternal recibida, su responsabilidad es lamentar y perdonar, para que pueda ser sanado de cualquier cosa que su madre pudo haber hecho mal. Entonces, conforme toma responsabilidad por su parte del problema, podrá recibir lo que no adquirió, obtener control, y cambiar esas partes de su vida que no han resultado para usted hasta hoy. En este proceso de perdón y responsabilidad, encontrará crecimiento ilimitado.

Ahora describiremos brevemente seis tipos de mamá [1], a fin de que comprenda como se relaciona su historia con su madre, con su vida actual.

LA MAMÁ FANTASMA

Es una mamá desprendida y ausente, que no está disponible emocionalmente para el niño. Algunas variantes que también hacen imposible la relación son cuando existe abuso, control, demandas de perfección, abandono, dificultades en la vida de la madre que la alejan del niño, o bien madres reactivas con las que el niño no puede compartir libremente sin que se moleste.

Los resultados de este tipo de mamá son problemas como, superficialidad en las relaciones, distanciamiento, retraimiento, desconfianza, hostilidad, agresión y relaciones negativas.

Si una madre fue emocionalmente inaccesible, frecuentemente en la vida adulta evitaremos los riesgos por temor a ser destruidos por fracasos, no podemos aceptar críticas y resolver problemas, sufrimos culpa devastadora, y nos sentimos separados de nuestros talentos.

Emocionalmente el tipo de crianza de la mamá fantasma se ve vinculada a dificultades como depresión, sentimientos de vacío, adicciones, problemas en el pensar (pensamientos sospechosos, paranoicos, desconfianza, etc.), desesperanza y falta de significado.

Reconstruya su relación. Dios lo hizo para que dependiera de Él y de otras personas, lo quiere relacionado con Él y con la humanidad, en una mutua y sana dependencia. Está bien desear alcanzar y encontrar a alguien en los tiempos de soledad, tensión y conflicto.

 

LA MAMÁ MUÑECA DE PORCELANA

Es una mamá frágil, no puede tratar con situaciones desagradables o tensas de la vida. Se abruma con los problemas de su niño, así como los de ella misma. Falla en dar contención emocional al niño, esta es la función en la cual la mamá literalmente retiene los sentimientos del niño, hasta que él pueda manejarlos por sí mismo e intercambiar estos sentimientos por serenidad, reposo y amor. La contención se proporciona mediante las acciones de calmar, validar, estructurar y confrontar las emociones del niño.

Los que tienen un pasado frágil de crianza maternal desarrollan un estilo de relacionarse fallido, alejan el acercamiento que necesitan. En un intento de manejar sus propias ansiedades se convierten en cuidadores, apresurándose a rescatar y estabilizar amigos que están teniendo conflictos; desarrollan agresividad; se desconectan cuando experimentan sentimientos abrumadores. Presentan problemas funcionales como, poca confianza en la habilidad para tomar decisiones o estilos rígidos de pensar en su desempeño profesional; emocionalmente puede presentarse depresión, ansiedad y problemas de comportamiento.

Tome el control: lleve sus sentimientos y confusión a otros, como pueden ser grupos de apoyo, consejeros y amigos confiables, que lo ayuden a pensar en forma más contenida.

LA MAMÁ CONTROLADORA

No permite independencia y afirmación de voluntad, ni separación. No promueve la identidad y las diferencias individuales. Falla en disciplinar las elecciones, comportamientos y actitudes pobres, y en imponer límites; no se opone al deseo del niño de evitar independencia y separación, esto es, disfruta de la dependencia del niño hacia ella, usa al niño para llenar sus vacíos.

Dentro de los resultados de una crianza controladora encontramos en las relaciones inhabilidad para decir no, temor de intimidad y compromiso, codependencia. Funcionalmente se presenta desorganización, incapacidad de reconocer sus talentos y habilidades, no aprende a retrasar la gratificación, e irresponsabilidad. Así como problemas emocionales, como depresión, sentimientos de ineficiencia y desesperación, adicciones y problemas de impulsos, aislamiento, estados de ansiedad y ataques de pánico, tendencia a culpar a otros, tener mentalidad de víctima.

Conviértase en su propia persona. No es sólo que tiene una mamá que no lo deja irse o que lo hace sentirse culpable. El meollo del asunto es que tiene un problema de carácter personal, Necesita desarrollar su identidad y autonomía, así como fijar límites.

LA MAMÁ TROFEO

Este tipo de mamá tiene una gran necesidad de “ser especial”, de ser reconocida por medio de su hijo o de ella misma. Manifiesta amor condicional, determinado por los logros del niño. Da alabanzas al niño en cualquier actividad que realiza, y lo justifica cuando no obtiene éxito en lo que emprende, culpando a otras personas por ello; falla en aceptar las partes débiles, negativas, mediocres, malas o que no le gustan de su hijo.

Una crianza maternal “trofeo”, puede generar que el hijo se encuentre siempre actuando para otros, ser demandante, o bien buscar ser especial en todas las situaciones y relaciones. En su desempeño es perfeccionista, teniendo expectativas de alabanza ante el mínimo logro, y esconde los fracasos.

Emocionalmente puede presentar depresión, ansiedad, vergüenza, culpabilidad, compulsiones y adicciones. Y en el plano espiritual, puede generar dificultad en sentirse cerca y seguro con Dios, así como un sentido de maldad abrumador que lo mantiene ciega a la luz del perdón y la gracia de Dios.

Vuélvase real. Debemos enfrentar la realidad, apoderarnos de nuestra imperfección, dolor y fracaso; y con la ayuda de nuestras personas de apoyo crecer en la aceptación propia, dejando de buscar aceptación de nuestra madre y de los demás en general.

LA MAMÁ AÚN JEFA

Este tipo de mamá transmite el mensaje a su hijo de “no importa la edad que tengas siempre seré tu madre”. Tiene ideas rígidas y no permite que su hijo difiera de ella respecto a ningún tema. No permite que su hijo rete su autoridad. La posición del hijo debe ser obedecer sin preguntar. Por ello falla en preparar a su hijo para asumir su rol de adulto y tomar decisiones.

Los resultados de este tipo de crianza son que se presenta una ambivalencia en la persona: un lado deprimido, en el que tiene sentimiento de inferioridad, se siente incapaz de tomar decisiones, con temor al éxito y no se siente como adulto en un mundo adulto; y un lado alentado en el que adopta un papel superior y aspira a conducir y controlar a otros, se torna crítico y condescendiente, tiende a actuar como padre y es rebelde a la autoridad.

En lo funcional, lo vemos con preocupación acerca de lo que otros piensen sobre sus metas y si son las metas “correctas” y con problemas para terminar lo que empieza. Emocionalmente se advierte ansiedad y depresión por sentir que es incapaz de ser adulto, con enojo y sentimientos sexuales reprimidos, así como desórdenes compulsivos y obsesivos. Espiritualmente ve a Dios como un juez dictador, por lo que su relación con Dios está basada en el temor y depende de su actuación. Intelectualiza a Dios.

Reconstruya su madurez. Requiere pasar por un proceso de volverse un igual con su madre adulta y con los otros; en el que, con la ayuda de su grupo de contemporáneos apoyo, reevalúe sus creencias, tome sus propias decisiones, maneje su sexualidad, reconozca y persiga sus talentos y sueños, entre otros aspectos importantes.

LA MAMÁ “AMERICAN EXPRESS”

Su nombre se debe al slogan publicitario de la tarjeta de crédito “American Express: no salga de la casa sin ella”. Frustra todo intento de independencia del hijo y de alejarse del hogar. Se resiste a entregar el control de su vida a un hijo ya adulto.

Los resultados de este tipo de crianza maternal son, en lo relacional, en forma ambivalente busca una pareja que lo mime, pero a la vez resiente ese trato; abandona a la pareja, evitan la intimidad en las relaciones, idealizan una pareja que nunca encuentran, se convierte en la madre de otros en relaciones de dependencia. Depende de otros para motivar el desarrollo de su vida espiritual.

En lo funcional, actúa con desorganización, irresponsabilidad, tiene problemas de desarrollo en los aspectos de identidad y talento, y presenta dificultades en retrasar la gratificación. Las señales emocionales son, depresión, sentimientos de falta de poder e inutilidad, adicciones, aislamiento, ansiedad y ataques de pánico.

Deje el hogar en la forma correcta. Antes de buscar dejar este tipo de relación, debe desarrollar y estabilizar un “hogar emocional”, cimentar relaciones de nueva crianza maternal con cónyuge, amistades, grupos de apoyo, iglesia, terapeutas; empiece a tomar posesión de sus éxitos y fracasos, y tome responsabilidad de sus tareas funcionales.

¿Y AHORA QUÉ?

Una vez que usted ha dado pasos en suplir sus necesidades de crianza, puede encaminarse a buscar la reconciliación. Cuando las personas se reconcilian, se vuelven a los que estaban distanciados y pueden relacionarse nuevamente. La reconciliación es una de las principales necesidades con las que Dios nos creó, y se presenta en distintos ámbitos.

Debemos aceptar nuestra responsabilidad en nuestras relaciones, dejar de negar nuestros problemas, dejar de culpar a mamá, a Dios y a las circunstancias.

Para buscar la reconciliación con su madre, si mamá está dispuesta, puede invitarla a un proceso de restauración, pídale perdón por sus respuestas a sus errores de crianza, fije límites saludables y empiece a desarrollar una nueva relación de amistad en adultez. Si no está dispuesta, perdónela, lamente su ideal de mamá, dispóngase a relacionarse con ella en los aspectos que sí sean compatibles y, ámela lo más que pueda.

En la reconciliación consigo mismo, es necesario lidiar con las heridas de la niñez, aceptar las realidades del pasado, lamentarlas en el presente con el apoyo de una persona de confianza y dejarlas ir.

En la reconciliación con sus relaciones seguras, es preciso buscar reparar relaciones dañadas en el pasado, esto le ayudará a crecer

Fundamentalmente, necesitamos ser reconciliados con el Reconciliador.

Si nunca ha invitado a Cristo a que entre en su vida, que lo perdone, y que le permita comenzar de nuevo, lo invitamos a que lo haga.

Si usted es cristiano que está alejado de Dios, le sugerimos que con urgencia se vuelva a relacionar con El y su amor.

Esta reconciliación formal, es la base de nuestra habilidad para perdonar y relacionarnos, no sólo con Dios, sino con mamá, con otros y con nosotros mismos.

Tomado del libro Factor Mamá por Dr. Henry Cloud y Dr. John Townsend, Editorial Vida, 2002.

[1] Para una descripción completa de cada tipo de mamá, los resultados de su crianza y las formas específicas de superar los problemas que generan, y para restaurar las relaciones, se recomienda consultar el libro “El Factor Mamá”.

La mayoría de la gente desea una amistad agradable, mutuamente satisfactoria con esa persona tan importante en la vida: nuestra madre.

Sin embargo para algunas mamás significa conflictos o problemas.

Dios le dio una mamá para que lo criara, protegiera y convirtiera en adulto. Su mamá o alguna persona en ese papel, estuvo allí en el mismo centro de su transformación en lo que ahora es.

Pero muchas veces, la realidad no llega a lo ideal. Puede experimentar una gran variedad de problemas con su madre, tal vez sienta que no puede comunicarse con ella, que no respeta sus elecciones y valores, que rechaza a su familia y amigos, que no tiene libertad para tener una vida aparte sin perder su amor, tiene dificultad en decirle no y confrontarla, que tiene que esconder su verdadero yo y ser perfecto, o siente culpabilidad cuando ella quiere que la cuide y no lo hace, o  por no cumplir sus expectativas y deseos, y otros más.

Sin embargo, como amamos profundamente a nuestra madre, tenemos dificultad en hablar de nuestros sentimientos problemáticos con ella, y podemos preguntarnos:

¿Cómo puedo tener una relación mejor hoy en día con mi madre o con la de alguien más?

¿Cuál de mis problemas en mis relaciones o trabajo pudo haber sido influido por mi madre?

¿Qué fue lo bueno y lo malo en mi crianza maternal, y cómo puedo pasar por encima de mis problemas de crianza y seguir adelante?

¿Cuál es la mejor forma de criar a mis hijos?

Hacerse estas preguntas no es deslealtad a nuestra madre. Dios decretó lo especial e importante de la crianza maternal. “Honrarás a tu padre y a tu madre”, es un tema repetido a través de la Biblia. Pero también necesitamos ser honestos, decir la verdad, sanar, perdonar y lamentar, y al mismo tiempo honrar a mamá.

¿QUÉ HAY EN CUANTO A MAMÁ?

La calidad de la relación con su madre no sólo dicta como irán las cosas entre ustedes dos, sino que impacta drásticamente todos los ámbitos de su vida. En esa relación se aprenden normas de intimidad y relación,  y  también  como manejar fracasos, emociones conflictivas, expectativas e ideales, el dolor y la pérdida, y muchos otros componentes del “coeficiente intelectual emocional”, esa parte de nosotros que garantiza si seremos o no exitosos en el amor y el trabajo.

En resumen gran parte de nuestro desarrollo emocional es determinado por dos realidades: cómo nos crió mamá y cómo respondimos a esa crianza.

Ilustraremos con un ejemplo: David aprendió en su proceso de crianza que el acercamiento podía ser peligroso, cuando estaba herido o con miedo, su madre se ponía ansiosa y lo mimaba al extremo de sofocarlo; como resultado cuando su esposa se le acercaba en forma emocional, David levantaba sus barreras, y se protegía contra un excesivo comprometimiento  emocional. Se encontró en una situación perdida, aunque no le gustaba apartarse de su cónyuge, no le gustaba estar cerca tampoco. De cualquier manera la dejaba insatisfecha. Hasta que David tratara con sus temores de intimidad, esa pauta continuará.  La lucha de David refleja nuestro tema: lo que aprendimos en relación con nuestra madre, afecta profundamente cada aspecto de nuestra vida.

No obstante, esta situación no tiene que perpetuarse. Así como los planes de Dios para que aprendiéramos formas de relacionarnos con la madre pueden terminar en destrucción de nuestras vidas adultas, también su plan de restauración puede traer  cambio y crecimiento.

Mucha gente sufre bajo el engaño de que su madre es el verdadero problema y varios enfoques psicológicos promueven de alguna manera esta postura; pero pensar que la solución vendrá de culpar a los padres, tratando de que cambien, o continuar procesando los sucesos del pasado, pasan por alto las modificaciones de carácter necesarios que llevan a la cura verdadera.

DOS CONSIDERACIONES

Hay dos puntos muy importantes que deben resolverse en nuestra relación con la madre. El primero trata de cómo nos sentimos hoy con respecto al pasado, y el segundo trata de cómo repetimos las pautas del pasado.

El primer punto es comprender los sentimientos que tenemos hacia nuestra madre, los daños que sentimos fueron ocasionados por ella, y las necesidades que no suplió. En este punto debemos identificar sentimientos reprimidos de enojo, desconfianza, de ser controlado, dominado, etc. De no ser resueltos estos sentimientos serán llevados a todas las áreas de nuestra vida principalmente al matrimonio, mediante el fenómeno que los psicólogos llaman “transferencia”,  que es la tendencia de orientar sentimientos hacia personas en el presente –muy comúnmente al cónyuge-, cuando deberían ser dirigidos hacia individuos en el pasado. Si alguien nos maltrata, y fallamos en resolver esos sentimientos heridos, vamos a desbaratar  futuras relaciones que pueden parecerse en carácter, con las que fuimos maltratados.

Si tenemos sentimientos sin resolver hacia nuestra madre necesitamos tratar con esa relación, mediante el proceso del perdón. El perdón implica ver sinceramente los problemas y las relaciones; enfrentarlos, soltarlos y llorar nuestras pérdidas. Nos libera del pasado. Mencionamos lo malo que sucedió, lo miramos, experimentamos los sentimientos, y los soltamos. La meta es llegar al lugar donde “terminamos con la madre”, preparados para ver a las personas como son.

El segundo punto, tiene que ver con el entendimiento de las dinámicas y pautas de comunicación e interacción que aprendimos en nuestra relación con mamá. Necesitamos mirar hacia los patrones que aprendimos en la relación materna. Pautas de prevención, control, sumisión, autoridad, pasividad, agresividad y demasiado control, desconfianza, etc. Eso es lo que la crianza significa: interiorizamos las costumbres de nuestros padres, y luego vivimos de acuerdo a ellas.

Estas pautas de relación son como mapas desplegados en nuestro cerebro: ellos determinan como actuaremos en diferentes tipos de relaciones. La Biblia nos dice que nosotros repetimos modelos de relación no sanos, hasta que nos apoderamos de ellos y trabajamos a través de ellos (ver Marcos 7:8-9).

Nuestra relación con mamá necesita más que perdón: requerimos conocer la dinámica y las pautas aprendidas para separarnos de ellas,  y  cambiarlas a otras más útiles.

EL PROCESO DE CRIANZA MATERNAL Y SU RESTAURACIÓN

Una buena madre hace esto: escucha y acepta lo negativo, se contiene, y ayuda a su hijo a no sentirse abrumado; se siente confortable con las imperfecciones del pequeño. Este último toma ese consuelo de ella dentro de su personalidad, y contribuye a que su madre se sienta también cómoda con esos defectos. El proceso maternal de aceptación, forma al niño.

Algunas personas, sin embargo, no reciben esa empatía y comprensión de sus madres, por lo tanto fracasan en proporcionárselos a sus hijos.

Dios diseñó varios ingredientes dentro del proceso de crecimiento que una “madre suficientemente buena” provee. Sin embargo aunque usted no haya recibido todo lo que necesitaba de su mamá, puede en su vida adulta recibir esos ingredientes de otra persona, para que su vida pueda funcionar correctamente, restableciéndose así su proceso de crianza maternal.

Es decir, necesitamos obtener de otros, como por ejemplo de un buen amigo, lo que no recibimos completamente de nuestra madre; en realidad es así como las amistades actúan unas por otras, todos los días.

Para que nos volvamos enteramente confortables con nosotros mismos, necesitamos a alguien con quien podamos ser lo que somos. Necesitamos aceptación y comprensión, para poder refrenar e integrar todas nuestras partes.

Por lo tanto, no sólo necesitamos resolver las cosas con una persona de nuestro pasado, sino que debemos obtener de otros lo que no recibimos de nuestra madre.

En el siguiente boletín, trataremos los diferentes tipos de mamás: la mamá fantasma, la mamá muñeca de porcelana, la mamá controladora, la mamá trofeo, la mamá aún jefa y la mamá “American Express”; los resultados de cada tipo de crianza así como los pasos hacia la reconciliación.

Tomado del libro Factor Mamá por  Dr. Henry Cloud y  Dr. John Townsend,  Editorial Vida,  2002.

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