Por Dan Hitz
“¿Nadie te ha condenado?” “Nadie, Señor”, dijo ella. “Entonces tampoco yo te condeno”, declaró Jesús. “Ve ahora y deja tu vida de pecado”. Juan 8:10b-11 NVI
La simple verdad de Juan 3:16 es que “…tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. Es a través de la gracia que somos “salvos por medio de la fe” y somos hechos “nuevas criaturas” (Efesios 2:8-9; 2 Corintios 5:17). No podemos hacer nada para ganar nuestra salvación. No podemos ser “suficientemente buenos” para calificar para el Cielo. Simplemente estamos llamados a entregar nuestras vidas a la autoridad de Jesucristo y recibir Su Espíritu dentro de nosotros. En realidad, esa es una gran entrega de nuestras vidas y un regalo aún mayor de Su salvación eterna.