Por Rosaria Champagne Butterfield

La palabra Jesús se me atoraba en la garganta como un colmillo de elefante: por mucho que tosiera, no lograba expulsarla.  Los que profesaban ese nombre provocaban tanto mi piedad como mi ira. Como profesora universitaria, estaba cansada de los estudiantes que parecían creer que “conocer a Jesús” era sinónimo de no tener necesidad de conocer ninguna otra cosa. Los cristianos, en particular, eran malos lectores, siempre buscando la oportunidad de insertar un versículo bíblico en una conversación como si se tratara de un signo de puntuación: para terminarla en lugar de profundizarla.

Dios ha tenido, desde antes de la fundación del mundo, un plan maravilloso para cada uno de nosotros.  Él sabía que el mundo iba a caer a causa del pecado, pero planeó rescatarnos de las consecuencias de la caída de la humanidad y darnos vida, una vida nueva, es el regalo que Dios tiene para nosotros por su inmenso amor. Él sabía que trataríamos de llevar nuestra vida a nuestra manera, con los recursos que el mundo nos ofrece, apartados de Él; pero no es sino a través de su plan de salvación, que podemos recibir vida, y avanzar hacia la plenitud, ser verdaderamente libres, donde su gracia y su amor se hacen manifiestos en nuestra vida.

Dios desea ser nuestro Señor y Salvador, nuestro Padre, salvarnos y restaurarnos, espiritual, emocional y físicamente, y hacer de nosotros una nueva creación en Él. A continuación presentamos 7 puntos, siete verdades fundamentales, que es indispensable conocer a fin de ser beneficiados con ese maravilloso plan de salvación y redención de Dios para cada uno de nosotros.

Consejería Bíblica 6

Respuestas bíblicas a cuestiones espirituales

“Dios sana el corazón quebrantado cuando le damos todos los pedazos”.

Él usó el dolor que experimentó June Hunt en su propia familia, para desarrollar en ella compasión por otros. Ahora entiende cómo el dolor emocional puede paralizar la vida de una persona y ha decidido hacer una diferencia positiva en la de aquellos que más lo necesitan.

1. Ve a una persona, no a un pecador. No somos de una campaña de limpieza moral; somos embajadores del amor de Cristo. ¿Cómo te acercarías a alguna persona que crees que necesita a Dios? No hay nada especial sobre la homosexualidad como pecado ante los ojos de Dios. No permitas que lo sea para ti. Ellos están buscando amor, como cualquier otra persona. Jesucristo es la respuesta a esa necesidad.

2. Recuerda que el Evangelio significa BUENAS NUEVAS. Asegúrate de presentar a un Salvador, no un código de ética o principios morales. Jesús es una persona real, no es religión, ni una vida filosófica. No estés tan interesado en hablar sobre algún pecado en particular. Dios quiere redimir y restaurar a la persona completa, no sólo su sexualidad.

3. Conoce y experimenta lo que estás ofreciendo. Estás ofreciendo a Jesucristo como Señor y Salvador. No estás ofreciendo heterosexualidad ni que la gente deje de tener algún otro tipo de tentación. Hay una diferencia entre tener una orientación homosexual (tentación) y actuar de acuerdo con esa orientación, teniendo un comportamiento homosexual. Cuando una persona hace un compromiso con Cristo, debe estar de acuerdo con Dios de que los actos homosexuales son pecado. Estás inicialmente ofreciendo a Jesucristo quien puede otorgar el poder, por Su Espíritu, a lograr en primer lugar a una abstinencia del comportamiento homosexual como parte de su restauración —pero los sentimientos, la orientación, no van a cambiar de la noche a la mañana. Esto vendrá con el tiempo, a través del discipulado, la consejería, el cuidado e interés de su red de apoyo, y la calidad de su propia rendición continua al señorío de Jesucristo.

4. Ama activamente a la persona. Las palabras pueden ser muy vacías. Demuestra tu amor escuchándole, llamándole, confrontándole con gracia cuando sea necesario, acompañándole a la iglesia. Amor es verbo.

5. No tengas miedo de escuchar algunos detalles «groseros». Algunas personas no saben cómo expresarse sino utilizando el lenguaje de la calle. Escucha con amor y responde mientras buscas el consejo de Jesús. Ámalos en donde se encuentren.

6. No tengas temor de decir, «te amo». No tengas temor de abrazar, tocar, estrechar las manos en oración. Todos necesitamos una afirmación física de amor mutuo. El tocar no es sexo, es amor. Los homosexuales necesitan aprender el lugar del afecto fuera del contexto sexual. No te van a abusar. Si tus intenciones son malinterpretadas, explícate, pero no te alejes.

7. Comparte tu vida, tus luchas y victorias. Mucha gente que viene de un trasfondo homosexual se sorprende al darse cuenta de que gente, que no es de la comunidad LGBTI+, también lucha con soledad, rechazo, heridas, pruebas, etc. Eso les ayuda a poner su vida en perspectiva.

8. Presenta los alcances completos del Evangelio. Jesús quiere liberarlos de muchas cosas que los esclavizan: la mentira, la amargura, el orgullo, la rebelión, la ira, etc. El comportamiento homosexual y las fantasías son sólo una parte de las muchas cosas de las que Jesucristo los quiere hacer libres. Presenta a Jesucristo como Señor y Salvador, tanto su señorío como su salvación, son importantes.

9. No hagas del quebranto sexual el punto central de tu relación y amistad.  Tampoco temas hablar del mismo, recuerda que hay muchas otras áreas en la vida de tu amigo de las que puedes hablar. Muéstrale a Jesús, como la respuesta a todos sus pecados.

10. Háblales sobre Exodus Latinoamérica. Comparte escrituras como 1 Corintios 6:9-11 («…y eso eran algunos de ustedes…»), así como testimonios de otros que han salido de la homosexualidad. «La fe viene por el oir…» Romanos 10:17.

Adaptado del escrito original de Robbi Kenney, de ministerios Outpost, PO Box 7067, Minneapolis, MN 55407.

Traducido y adaptado por Pedro Delgado