Dos consejeros “ex-gay” que se especializan en pacientes con atracción no deseada hacia el mismo sexo, han expresado sus pensamientos sobre el reciente fallecimiento del Dr. Joseph Nicolosi. Un campeón de la controversial práctica de la “terapia reparativa”. Nicolosi murió la semana pasada a los 70 años como resultado de complicaciones con la gripe.
Joe Dallas de Genesis Counseling, quien vivió como un hombre abiertamente homosexual de 1978 a 1984, dijo a The Christian Post que Nicolosi era “un amigo personal y colega”. “Trabajamos juntos durante años en el equipo de conferencias de Enfoque a la Familia llamadas “Love Won Out”, y dimos conferencias juntos en varias iglesias y seminarios”, dijo Dallas. “Mi esposa y yo tenemos estupendos recuerdos de momentos que pasamos con Joe y su esposa Linda. Era un hombre alegre, vibrante, inteligente, de opiniones contundentes y muy divertido”.
Paguen a todos lo que deban pagar, ya sea que deban pagar tributo, impuesto, respeto u honra. Romanos 13:7
“Héroe” es una palabra usada en exceso. A pesar de que técnicamente se define como “una persona que es admirada o idealizada por su valor, sus logros sobresalientes o cualidades nobles”, a menudo se aplica mal a alguien que simplemente hace algo inusual, o alguien que dijo o hizo algo que realmente gusta, así que ¡voila! Aquí tienen a un héroe.
Pero los héroes verdaderos hacen más que eso. Ellos toman una postura, resisten la marea, dan un ejemplo, abren nuevos caminos y benefician a otros. Nuestras vidas son inspiradas y enriquecidas por ellos, y cuando se van, sentimos la pérdida.
Dentro de cada uno de nosotros existe una necesidad creada de relacionarse.
Dios puso esa necesidad dentro de cada persona como una necesidad básica que se debe suplir. Así como el hambre, la seguridad, y la necesidad de descansar se deben satisfacer, la necesidad de relacionarse pulsa por nuestros cuerpos con frecuencia. Ya que ésta es una necesidad legítima, si experimentamos rechazo y esa necesidad queda sin ser suplida, nos impulsará a buscar algo que llene ese hueco. En un intento desesperado para asegurar nuestro bienestar, a veces tomamos malas decisiones en cuanto a nuestras relaciones. Exigimos demasiado de nuestros amigos o de nuestros seres queridos, o nos alejamos por temor a un rechazo inminente de parte de ellos. Pero Dios tiene algo mejor.
Mi nombre es Kevin. Tengo 35 años de edad. El hombre que soy hoy en día no es el hombre que siempre he sido. Mi vida ha cambiado radicalmente. Pero voy a hacerte un poco de historia para que ubiques mi escenario: Cuando tenía tan sólo dos años, mis padres se divorciaron. Mi mamá siempre me ha amado y me ha apoyado en todo. Ella siempre ha sido mi mejor amiga y lo sigue siendo en la actualidad. Mi padre realmente nunca estuvo presente mientras yo crecía, pero cuando estaba, él era muy abusivo verbal y físicamente, y, a veces, sexualmente. Decía que era su manera de enseñarme a ser un hombre.
Actualmente hay mucho desconocimiento de lo que es la homosexualidad, y más aún de cómo abordar a las personas que luchan con atracción por el mismo sexo (AMS), por ello en ocasiones sólo se trata de ignorar la situación o de lado contrario se utiliza hostilidad y agresividad que ocasionan el efecto contrario al buscado: aleja, aísla y resiente a la persona.
Si eres un pastor, líder, padre de familia, o simplemente una persona interesada en ayudar a alguien en esta situación, aquí te presentamos algunos consejos prácticos para abordarlo y generar un ambiente de confianza que facilite el poder brindarle una ayuda más efectiva.
Infórmate sobre la homosexualidad
Conoce qué es la homosexualidad, sus causas, cuáles son las situaciones conflictivas que viven las personas que luchan con tendencias de AMS.
Tener claro que LA PERSONA ES HETEROSEXUAL, y que cuando solucione sus conflictos dicha heterosexualidad emergerá, aunque la finalidad de la restauración es que la persona asuma su identidad como hijo de Dios, y no que tenga atracción por personas del sexo opuesto o que se case.
Respeta a la persona, hónrala.
No ofendas, evita comentarios y actitudes hirientes hacia la persona y en general de las personas que sufren de AMS, menos desde el púlpito.
Sigue la regla de oro: trátalo como quieres ser tratado (Mateo 7:12), y todos requerimos atención, aceptación y afecto.
En términos prácticos tratar a otros con respeto significa:
Afirmar las cualidades de los demás.
No burlarse de otras personas ni llamarles con apodos
No contar chistes gays.
No unirnos cuando nuestros amigos se burlan de otra persona (esto es difícil no hacerlo, pero es importante).
No hablar de otros a sus espaldas, decir mentiras sobre ellos ni decir sus secretos. Permitir que otras personas tengan diferentes creencias y tomen decisiones diferentes, en lugar de insistir en que creen y elijan las cosas que hacemos.
Escuchar cuidadosamente y hacer el mejor esfuerzo para entender lo que dice la otra persona. Cuando no entendemos algo, le pedimos amablemente para obtener una explicación. Por ejemplo, “no creo que haya entendido lo que acabas de decir. ¿Puedes explicarlo nuevo?” (en lugar de “¿qué quieres decir?! ¡No tiene ningún sentido en absoluto!”).
Tratar bien a todos.
Sé incluyente. Intégralo en las actividades, no lo rehúyas ni excluyas.
Principalmente involúcralo en actividades propias de su sexo. Es una forma de que se identifiquen con su propio sexo, aprendiendo a comportarse de acuerdo a su género.
Bríndale tu amistad sincera.
Debido a que una de las principales carencias que las personas con AMS han tenido es la FALTA DE IDENTIFICACION CON SU PROPIO SEXO. Es importante tener en mente que debido a sus problemas relacionales en ocasiones puede ser complicado llevar una amistad. Se paciente. Dale la oportunidad de tener compañerismo con sus pares.
Mira a tu amigo como una persona, no te enfoques sólo en su sexualidad.
Ante todo, tu amigo es una persona, un ser humano con sentimientos, inteligencia, esperanzas y temores, habilidades, fortalezas y debilidades. No dejes que lo que sabes acerca de su sexualidad, anulen todas las otras cosas que sabes acerca de tu amigo. Aún tiene todas las cosas buenas (y malas) que tenía antes de que supieras esto.
Fomenta un ambiente de confianza que permita el diálogo.
Toca el tema u otros similares en forma que expreses tu posición de comprensión y esperanza para él.
Si eres líder: Predica sobre el tema en forma constructiva, sin burla, mofa o condenación. No es el pecado imperdonable.
Puedes mencionar algo de las noticias o de un programa de televisión que tiene que ver con la homosexualidad.
Puedes comentar cómo te molesta cuando hablan mal de los gays y lesbianas.
Si te has dado cuenta de que algo es molesto a tu amigo, puedes decir algo como: “parece que eso te molesta ¿quieres hablar sobre el tema?” Si tu amigo dice que no, respeta su elección, pero comunícale que te encuentras disponible.
Podrías compartir algunas cosas personales de ti, para mover su amistad a un nivel más profundo donde tu amigo puede sentirse más cómodo hablando de cosas personales.
Le puedes preguntar directamente.
Lo que elijas, depende de varias cosas: ¿por cuánto tiempo se conocen entre sí? ¿Es tu amigo generalmente agradable y abierto, o él o ella no dice mucho acerca de cosas personales? ¿Qué dirías si tu amigo te preguntara por qué quieres saber? ¿Qué le dirías acerca de tu actitud hacia la atracción del mismo sexo?
Escúchalo y comunícate abiertamente.
Escucha los sentimientos que están detrás de las palabras que utiliza tu amigo. ¿Se siente solo? ¿Enojado? ¿Deprimido? Si tu trabajo no es la consejería, de todos modos, puedes apoyarlo sólo por escuchar y reconocer sus sentimientos. No saltes a conclusiones: escucha cuidadosamente lo que dice tu amigo y presta atención a lo que hace él o ella, basa tus conclusiones en eso, no en rumores o historias que escuches sobre tu amigo. Pregúntale directamente aun cuando se trate de sus sentimientos por ti o por otra persona, puede decidir no responder, pero es de esperarse que se obtendrá algún tipo de respuesta que te dará una idea más precisa de lo que tu amigo piensa y siente en lugar de simplemente “llenar los espacios en blanco” tú mismo.
Si te confiesa que es gay, proporciona retroalimentación verbal, no asumas que tu amigo sabe cómo te sientes acerca de lo que se ha compartido -es probable que él o ella tenga miedo al rechazo y es importante decir lo que se piensa.
Dependiendo del caso, podrías decir:
“Me preguntaba si eras gay, por lo que no me sorprende que me lo digas. Eso no cambia cómo me siento acerca de ti; eres mi amigo, y eso es todo”.
“Bien, realmente no tenía idea, pero está bien. Somos amigos, ¿no?”
“Eso me desconcierta un poco. No tenía ni idea. Pero yo todavía quiero ser tu amigo, aunque necesito un poco de tiempo para acostumbrarme a la idea. ¿Está bien?
“Gracias por ser tan abierto. Me siento un poco incómodo con esto… ¿me ayudarías a entender más acerca de esto?”
Para animarlos a hablar puedes decir algo como: “Siento como que algo te preocupa, cuando desees hablar sobre eso, aquí estoy yo para escucharte”
Si alguien empieza a comentarte detalles más personales o íntimos que no te hacen sentir cómodo, puedes amablemente decir algo como: “Me alegra que confíes en mí tanto que podemos hablar de todas estas cosas. Pero estaba considerando que preferiría no escuchar todos los detalles acerca de ________ ¿te importaría omitirlos?
Si tienen diferentes puntos de vista sobre el tema, dialoga si él lo desea, pero no discutas. El dialogo no trata de forzar a la otra persona a estar de acuerdo contigo. Todos tienen el derecho de creer lo que deseen creer, aunque no haya ninguna evidencia que sostenga sus creencias, respetar a otro involucra el concederles ese derecho.
SI LA PERSONA TE CONFIESA TENER TENDENCIAS O COMPORTAMIENTO HOMOSEXUAL… TAMBIEN PUEDES:
Apoyarlo para que busque ayuda o consejería basada en principios bíblicos
Reconociendo tus límites. Si la persona está luchando con sentimientos de AMS o ya con la conducta homosexual, pero DESEA CAMBIAR ESO, lo puedes ayudar. Si cree que está en lo correcto sólo te queda respetarlo, dejándole claro que lo aceptas como persona pero que no estás de acuerdo con esa forma de vida.
Guarda siempre la confidencialidad.
No defraudes la confianza que depositó en ti. Si necesitas comentar con alguien maduro y discreto el asunto para que te oriente, no des nombres ni circunstancias que puedan identificarlo.
Ora por tu amigo.
Si eres cristiano lo más valioso que puedes hacer es orar por esa persona para que Dios le hable, y le dé convicción de que ese estilo de vida no le agrada a Él, a fin de que tu amigo busque al Señor y de la restauración que Él Señor, sanado sus heridas internas, transformando su entorno y cambiando su conducta.
Recuerda siempre que con misericordia y verdad se corrige el pecado (Proverbios 16:6), y que es la BONDAD DE DIOS la que guía a una persona al arrepentimiento (Romanos 2:4).
Hay muchas razones por las que pienso que Dios tiene sentido del humor- su sentido de la ironía es una de ellas.
Por ejemplo, ¿quién hubiera imaginado cuando argumenté en la clase de inglés en mi universidad a favor del aborto y de la compatibilidad del cristianismo y la homosexualidad, que me iba a convertir en la mujer que soy hoy en día?
En aquellos días de la universidad, me destaqué en varias cosas, una de ellas era la Lógica, pero eso no significaba necesariamente que mi vida dio el fruto de mi mente lógica. De hecho, ese primer año en la universidad, mi vida estaba llena de confusión.
Yo había sabido durante mucho tiempo que tenía una fuerte atracción romántica por las chicas, aunque traté de ocultarlo saliendo con hombres. Pero fue durante ese dramático primer año que finalmente reconocí que era sin duda “gay”.
Fue una admisión emocionante el ser capaz de identificarme con mis largas luchas reprimidas. La pregunta ahora se convirtió en: ¿Sería capaz de encontrar a esa mujer perfecta para mí? Fue en ese tiempo que también descubrí que me sentía atraída hacia una estudiante en particular de tercer año. “¿Es ella la correcta?”, me pregunté. Cuando comencé a imaginar la vida con ella, también consideré qué pasaría si fuéramos separadas por la muerte, la tragedia o la traición. Yo acostumbraba adelantarme a los hechos, pero esta vez estaba yendo bastante lejos. En mi imaginación, me veía en algún momento de mi futuro sola, devastada y vacía. Entonces, una noche, mientras miraba hacia el cielo y consideraba la permanencia de las estrellas, que ellas existirán durante siglos innumerables, me pregunté,
“¿Hay algo más para mí en la vida?”
Esa pregunta fue respondida de forma inesperada en mi próximo año en la universidad, aunque no por mis clases. Debo decir que, como mujer joven abrazando la identidad “gay” y anhelando las relaciones futuras, veía la idea del Dios Cristiano más como una dificultad que como una ayuda, por lo que en la búsqueda de mi nueva identidad “gay”, me había quitado mi concepto vacilante y desinformado de Dios revelado en la Biblia. Pero entonces, en mi semestre de otoño, mientras estaba abrazando mi homosexualidad empecé a tener sueños controvertidos por la aparición de Jesús. Les confié estos sueños a mis amigos más cercanos quienes eran judíos, y ellos se rascaban la cabeza conmigo en cuanto a lo que podían significar los sueños.
Entonces, un día en una reunión gay en el campus, repentinamente penetró mi entendimiento
– “Tú no vas a encontrar aquí lo que estás buscando”.
¡¿Qué?! ¿No encontraría en la comunidad gay el amor que estaba buscando con una mujer con quien pasaría el resto de mis días? Pero increíblemente, esta “otra voz” me estaba diciendo la verdad y en mi corazón lo sabía. Fue como si una luz atravesara mi alma desde el cielo. Salí de esa reunión sollozando por el dolor de la verdad que me había encontrado. Pero esta nueva verdad no significaba que yo estaba dispuesta a abrazar el cristianismo. De hecho, a pesar de que estaba dispuesta a aceptar la verdad, yo no quería que fuera la verdad cristiana. Sabía lo suficiente de la lectura de la Biblia que el Dios Cristiano no aprobaba las relaciones homosexuales y que si me hacía cristiana, mi esperanza de una vida en pareja femenina se iría para siempre. Algo estaba pasando, pero yo no podía comprenderlo. Así que mi siguiente pregunta fue:
“Si realmente hay un Dios, entonces, ¿quién es el verdadero dios o dioses?”
Con el fin de encontrar la respuesta a esta pregunta, puse a Dios -quienquiera que fuese – a prueba. Pedí que el verdadero Dios se mostrara a mí al responder esta petición – que me conectara con una mujer que hubiera lidiado con la homosexualidad en su propia vida, que tuviera el pelo castaño y corto, fuera atlética y amable-. En pocas semanas se me había olvidado esta lista, pero mi petición fue respondida durante un curso superior en mi clase de contabilidad. Ella sobresalió delante de mí como una especie de chica punk – tenía el pelo castaño y corto y un cuerpo atlético -. Muy pronto nuestros caminos se cruzaron, inexplicablemente, una y otra vez, y finalmente terminamos estudiando juntas, conmigo enamorándome perdidamente de ella. Mientras tanto, ella me explicó que aunque entendía mi lucha personal, Jesús era su “marido”. Esto no tenía sentido para mí.
“Oh no, ¡Jesús otra vez!…”
me dije a mí misma.
Aun así, decidí preguntarles a todos mis amigos y compañeros de dormitorio lo que pensaban acerca de Jesús. Todos ellos tenían respuestas superficiales así que le pregunté a un ministro cristiano en el campus y pronto estaba inscrita en su clase “Entrenamiento Evangelístico”. Fingí encajar con esa gente, pero Dios no se dejó engañar. Una noche, mientras oramos, Dios se reveló a mí en una forma increíble como una Persona con gran autoridad y ternura, que se movió por la habitación mientras los estudiantes oraban. También fue muy claro para mí que donde yo estaba, había un espacio vacío sin esta persona increíble.
¿Existía Dios? Sí…pero no en mi vida. Él me estaba revelando ser el Dios cristiano -y sin embargo yo me seguía enfrentando con el “estira y afloje” entre mis propios deseos por el mismo sexo y esta nueva realidad. Después de eso hablé con el pastor del campus y le conté mi experiencia, entonces él me compartió cómo recibir a Cristo en mi vida y me explicó que, sí, era verdad, la homosexualidad y el cristianismo son incompatibles.
Mientras él me compartía las Escrituras, yo sabía que lo que estaba diciendo era verdad. Dios era real, y Él quería una relación conmigo y había provisto el camino a través de Jesús. Pronto supe que yo cambiaría todo, -incluso la esperanza de tener una pareja de vida femenina- para que este Dios estuviera en mi vida. Por esta razón, Mateo 13:44 ha sido una gran alegría para mí:
“El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre encuentra, y lo esconde de nuevo; y gozoso va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo”.
Desde ese momento, mi vida se llenó de preciosas aventuras y relaciones fraternales sanas con otras mujeres. Sí, algunas luchas también- batallas diarias con mis propios deseos errantes, pero luego vino la victoria al entregar mis dolores, heridas y las percepciones equivocadas a Dios. Se convirtió en un proceso de intercambio de las mentiras que yo había creído por la verdad de lo que Dios dice.
También empecé a enfrentarme a los demonios de mi pasado: abuso sexual a la edad de cuatro años y la percepción resultante de que los hombres eran generalmente peligrosos y no confiables. Empecé a confiar en Dios para que sea mi defensa, lo que suavizó mi corazón y mi mente como una mujer. Con los años, he tenido la ayuda de ministerios cristianos que caminaron junto a mí y me animaron. Aprendí que la lucha homosexual a menudo se basa en las heridas del pasado. Al confrontar y orar acerca de estos rincones oscuros de mi vida, comencé a experimentar una mayor libertad de la fuente de dolor de mi corazón, y como resultado, las garras de la lucha homosexual perdieron fuerza. Encontré esperanza y libertad mientras me movía a lo largo de este camino, incluida la libertad de escoger cómo responder acertadamente a la tentación. Encontré la libertad para deleitarme y disfrutar el ser mujer. Encontré nuevas posibilidades que nunca había pensado me sucederían, la atracción romántica hacia un hombre, después el matrimonio y una familia. Encontré que Dios es capaz de terminar la obra que comenzó en mí, y que Él es capaz y desea alinearme con sus grandes planes que son grandes, correctos, y llenos de belleza no adulterada. También he encontrado en Él, al compañero íntimo que nunca me dejará ni me abandonará. Me he enfrentado a muchos desafíos en el camino, incluyendo la traición de mi marido y nuestro divorcio posterior. A través de todo, he sentido la cercanía, cuidado y deleite de Dios en mí. Desde que me embarqué en este viaje maravilloso, he podido compartir mi esperanza en Cristo Jesús con muchas personas lastimadas a quienes Dios ama. Debido a la bondad de Dios, soy capaz de prosperar a pesar de los altibajos de la vida y seguir compartiendo mi esperanza con los demás. Puedo decir que cambiar mis caminos por Sus caminos fue el mejor trato que he hecho en todos los sentidos.
Anne Paulk es la Directora Ejecutiva y miembro del Consejo de Restored Hope Network, madre de 3 hijos maravillosos, autora y oradora popular en temas homosexuales. Anne ha sido entrevistada en la televisión, radio y en revistas como Oprah Winfrey, Good Morning America, CBS Evening News, Club 700, Coral Ridge Ministerio de D. James Kennedy, Enfoque a la Familia, y la revista People. Ella es la autora de “Restauración de Identidad Sexual: Esperanza para mujeres que luchan con la atracción hacia el mismo sexo”.
1. Ve a una persona, no a un pecador. No somos de una campaña de limpieza moral; somos embajadores del amor de Cristo. ¿Cómo te acercarías a alguna persona que crees que necesita a Dios? No hay nada especial sobre la homosexualidad como pecado ante los ojos de Dios. No permitas que lo sea para ti. Ellos están buscando amor, como cualquier otra persona. Jesucristo es la respuesta a esa necesidad.
2. Recuerda que el Evangelio significa BUENAS NUEVAS. Asegúrate de presentar a un Salvador, no un código de ética o principios morales. Jesús es una persona real, no es religión, ni una vida filosófica. No estés tan interesado en hablar sobre algún pecado en particular. Dios quiere redimir y restaurar a la persona completa, no sólo su sexualidad.
3. Conoce y experimenta lo que estás ofreciendo. Estás ofreciendo a Jesucristo como Señor y Salvador. No estás ofreciendo heterosexualidad ni que la gente deje de tener algún otro tipo de tentación. Hay una diferencia entre tener una orientación homosexual (tentación) y actuar de acuerdo con esa orientación, teniendo un comportamiento homosexual. Cuando una persona hace un compromiso con Cristo, debe estar de acuerdo con Dios de que los actos homosexuales son pecado. Estás inicialmente ofreciendo a Jesucristo quien puede otorgar el poder, por Su Espíritu, a lograr en primer lugar a una abstinencia del comportamiento homosexual como parte de su restauración —pero los sentimientos, la orientación, no van a cambiar de la noche a la mañana. Esto vendrá con el tiempo, a través del discipulado, la consejería, el cuidado e interés de su red de apoyo, y la calidad de su propia rendición continua al señorío de Jesucristo.
4. Ama activamente a la persona. Las palabras pueden ser muy vacías. Demuestra tu amor escuchándole, llamándole, confrontándole con gracia cuando sea necesario, acompañándole a la iglesia. Amor es verbo.
5. No tengas miedo de escuchar algunos detalles «groseros». Algunas personas no saben cómo expresarse sino utilizando el lenguaje de la calle. Escucha con amor y responde mientras buscas el consejo de Jesús. Ámalos en donde se encuentren.
6. No tengas temor de decir, «te amo». No tengas temor de abrazar, tocar, estrechar las manos en oración. Todos necesitamos una afirmación física de amor mutuo. El tocar no es sexo, es amor. Los homosexuales necesitan aprender el lugar del afecto fuera del contexto sexual. No te van a abusar. Si tus intenciones son malinterpretadas, explícate, pero no te alejes.
7. Comparte tu vida, tus luchas y victorias. Mucha gente que viene de un trasfondo homosexual se sorprende al darse cuenta de que gente, que no es de la comunidad LGBTI+, también lucha con soledad, rechazo, heridas, pruebas, etc. Eso les ayuda a poner su vida en perspectiva.
8. Presenta los alcances completos del Evangelio. Jesús quiere liberarlos de muchas cosas que los esclavizan: la mentira, la amargura, el orgullo, la rebelión, la ira, etc. El comportamiento homosexual y las fantasías son sólo una parte de las muchas cosas de las que Jesucristo los quiere hacer libres. Presenta a Jesucristo como Señor y Salvador, tanto su señorío como su salvación, son importantes.
9. No hagas del quebranto sexual el punto central de tu relación y amistad. Tampoco temas hablar del mismo, recuerda que hay muchas otras áreas en la vida de tu amigo de las que puedes hablar. Muéstrale a Jesús, como la respuesta a todos sus pecados.
10. Háblales sobre Exodus Latinoamérica. Comparte escrituras como 1 Corintios 6:9-11 («…y eso eran algunos de ustedes…»), así como testimonios de otros que han salido de la homosexualidad. «La fe viene por el oir…» Romanos 10:17.
Adaptado del escrito original de Robbi Kenney, de ministerios Outpost, PO Box 7067, Minneapolis, MN 55407.
Excavé con la pala en la tierra seca de verano y saqué otro terrón cubierto de maleza en el patio trasero. Esa era la única manera en que podía mantener la cordura. Pensé en Adán escondiéndose en el jardín del Edén y hundí la pala otra vez en el suelo duro.
Unos pocos días antes me había graduado del Colegio Bíblico y ahora me encontraba en la casa de mis padres. No había manera de que yo hablara con alguien de lo que había pasado en mi graduación esa noche. No hubiera podido explicármelo ni a mí misma.
Todavía soy joven pensé, más de un hombre me había roto el corazón y estaba consciente que formar una buena relación con un hombre era difícil para mí. Cuando me encontré a mi misma enamorándome de una mujer, sabía que estaba en conflicto con mi fe, pero pensé que era simplemente mi fantasía, me entretuve con mis pensamientos, nunca creí que pudiera pasar.
En la noche de mi graduación la conexión fue eléctrica y tuvimos un sentimiento vertiginoso de culpa y obsesión. Como cristianas sabíamos que esto nunca debió haber comenzado y el temor a Dios junto con el desaliento era un tormento pero estar separadas era peor.
Permanecí en la casa de mis padres por un año, Auckland y ella se quedaron en la Isla del Sur. Teníamos la esperanza de regresar el tiempo y que nuestras vidas volvieran al buen camino. Bueno, lo hice. Mientras ella, sin yo saberlo se fue directamente a empezar una nueva relación con otra mujer. Durante ese año parecía que mis oración solo golpeaban el techo.
Para enfrentarlo, empecé a beber y a fumar, y me justifique como una creyente liberal. Salía con personas que estaban al margen de la iglesia, era crítica con aquellas que consideraba demasiado “rectos”. Culpé de mi conflicto al legalismo y al pensamiento estrecho de la iglesia.
Cuando mi amiga vino a la ciudad al final del año y quería estar conmigo, yo ya estaba cansada de pelear con mi corazón y estaba de regreso de alguna forma al cielo. Ahora yo sabía que Dios me hizo de la manera que yo era. ¿Seguramente había habido algún tipo de error y yo era un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer? Yo estaba bien consciente que me estaba alejando de Dios y durante los siguientes meses recuerdo claramente haber perdido mi alegría cuando mi risa sonaba hueca.
Una vez que yo puse mis pies en el camino elegido, mi amante me dejó por otra persona. Estaba más destrozada que nunca. Esta vez yo había vendido mi alma y renunciado a mi fe por esta mujer. Sin embargo, por ahora ya estaba convencida que había nacido homosexual y que nada podría cambiarme. La única esperanza era encontrar otra alma gemela.
Me encontré a la deriva en la “escena”, primero en los bares y luego en el “club de mujeres”. Terminé en una ciudad como ratonera áspera, ruidosa y pendenciera. Luego me fui a Sydney, Australia con mi amante en turno. Rápidamente me estaba convirtiendo en alcohólica, en Sydney era raro que no fumara algún tipo de droga. Mi pareja y yo nos quedamos con un grupo de bisexuales prostitutas que estaban usando heroína. Aquí ellas eran menos posesivas y se metían menos en peleas físicas. Pero la vida nocturna era más siniestra y rápida.
Cuando mi relación terminó después de dos años, me di cuenta que tenía poca habilidad y deje de creer y amar, y decidí disfrutar todas las relaciones casuales que pudiera conquistar. Yo no entendía a las muchachas bi-sexuales, yo prefería las mujeres. El pensar de una relación con un hombre era repulsivo para mí.
Tuve que regresar a Nueva Zelanda para cambiar algo de mi propiedad. Luego conseguí un trabajo que había deseado pero estaba detenido. Traté de asentarme de nuevo en mi antigua escena. Ahora viviendo con mis nuevas filosofías, también era feliz yendo de una persona a otra o varias al mismo tiempo si lo podía hacer.
En este punto yo creía que por fin había derrotado al Diablo en su propio juego. Descubrí que si solo murmuraba que trataría de volver a Dios, yo podría tener a la persona que yo deseara. Yo hice esto deliberadamente y sin la verdadera intención de que pudiera volver a Dios y tenía a la muchacha que yo le había insistido por muchos años. Pero era una victoria vacía porque ahora no le podía confiar mi corazón a ella.
Mi vida se estaba volviendo vacía aun cuando yo encontraba a alguien que realmente le importaba. Era incapaz de devolver el favor. Yo era una mujer muerta caminando. Decidí que debería terminar el cuadro y acabar con esta cáscara vacía de mi cuerpo. No estaba deprimida, solo pensaba en este punto terminar con mi existencia. Después de todo, ya estaba al final de mis 20’s y podía ver mi vejez como un futuro solitario.
Oré muchas veces pero el techo de concreto estaba siempre ahí. Traté de nuevo. Oré:
“Dios, no sé siquiera si tú estas ahí, pero si lo estás, y si yo puedo regresar a ti por favor muéstramelo. No espero una luz de neón pero por favor muéstramelo”.
Esa noche yo tuve una visita. Yo vivía sola en un piso interior en la ciudad. Ahí en el escalón de la entrada estaba un muchacho alto y delgado de nombre Geoff que había conocido en mis tempranos días de cristiana. Estaba un poco perpleja de ver como él había venido a visitarme, hacía mucho que no me había tocado ver cristianos aparte de mi hermana oradora.
El me explicó que mi mamá y hermana, después de ocho años y medio, telefonearon a la iglesia de la ciudad para que enviaran a alguien a verme. La iglesia era grande con aproximadamente 2,000 personas y la llamada podría haber sido ignorada, pero el pastor a quien le tocó la petición se había convertido a través de mi hermana. El delegó la solicitud y recayó en alguien que me conocía, Geoff.
Geoff sabía cómo había sido mi vida y oró antes de venir a verme. Pasaron tres semanas para que él se sintiera confiado de irme a ver. Fue justo en el día que yo había orado por mi señal. Sabía que si Dios estaba tratando de llegar a mí, entonces yo podría hacerlo.Decidí esa noche, sabía que tenía una última oportunidad para regresar a Jesús y la tomé firmemente.
Ese viernes fui al bar gay donde solía beber, que esa noche estaba cerrando. Nunca tuve que saber a dónde irían mis amigos después de esto y por lo tanto, tener la tentación de beber con ellos. Antes de que cerraran había ordenado algunas rondas de cerveza y fui a despedirme de cada uno de ellos.
“¿A dónde vas?”
Todos querían saber.
“Regreso con Dios”.
Era todo lo que les podía decir.
“Tu volverás. Nadie se sale así como así”,
decían con desprecio.
El domingo fui a la iglesia con Geoff y su familia. Aprendí mucho en los días siguientes pero nunca volví atrás desde ese día. Era extremadamente difícil, pero no imposible.
Por un tiempo Dios me permitió pensar que era una lesbiana en celibato. No pensé siquiera verme a mí misma como heterosexual. Un día mientras iba manejando le silbé a una hermosa muchacha. Inmediatamente me di cuenta que había una presencia en el carro. Jesús estaba en el asiento del pasajero. No había condenación, solo una fuerte revelación de mi disparate. La etiqueta de homosexual célibe se cayó de mí como una piedra. Yo era como Dios me había hecho, una mujer. Y Jesús vino a ser el íntimo amor que yo había buscado toda mi vida. Dios me convenció de que “Él es mi amado y yo soy suya” nadie me ha amado como Él lo ha hecho.
Cuando encontré mi paz con Dios y regrese siguiéndolo con todo mi corazón, no me hacía ilusiones con volver a mi antiguo estilo de vida. Mi experiencia con Jesús era tal que no tenía dudas de que los dos estilos de vida eran incompatibles como la mermelada y el ajo, o como las cebollas en escabeche y el helado.
Dios me llevó hasta el punto de casarme con un hombre maravilloso. El me dejó muy claro que Pete iba ser el compañero de mi vida. En mis lecturas de la Biblia me di cuenta que el amor era más acerca de ceder nuestros derechos y morir al egoísmo, ya sea en el matrimonio, la amistad o la familia. He estado casada durante veintiséis años. Nuestro matrimonio se ha fortalecido y madurado, y nuestro amor ha crecido y convertido en una unión firme.
Dios también me llamó a trabajar como una predicadora ambulante y como Pastora ordenada. Tenía un largo camino por recorrer, desde donde había estado viviendo en desobediencia, ignorancia y orgullo, hasta donde Dios quería que estuviera.
Quizás has tenido tantos fracasos que no te atreves a pensar que puedes caminar con libertad. Si yo he podido ser una corredora que va a la cabeza y tú quieres correr conmigo, siguiendo a Jesús no importa a qué precio, puedes unirte a un ejército de vencedores.
La historia de Shirley está escrita en el libro The Woman Who Outran The Devil (La mujer que derrotó al diablo).
Shirley Baskett es pastora ordenada, actualmente es directora del ministerio Renew en Melbourne, Australia. Es directora de Exodus Asia Pacífico que reúne diversos ministerios en Nueva Zelanda y Australia que ayudan a personas con quebranto sexual, además de colaborar con otros ministerios en países asiáticos.
En enero de 1984 tuve una crisis de la verdad. Era un cristiano que había recaído en conductas sexuales destructivas, y el conflicto entre mis deseos sexuales y espirituales alcanzó su punto más alto. Ese fue el comienzo de mi recuperación y por extraño que parezca, el momento más oscuro de mi vida.
Tenía que deshacerme de toda la pornografía que poseía, por supuesto. Hice que cortaran mi servicio de cable. Cancelé mis suscripciones de canales eróticos y busqué un lugar para vivir en otra ciudad.
Sólo entonces me di cuenta que había arruinado todo lo bueno que me habían dado. Al caer en mis pecados, abandoné un ministerio fructífero, una familia amorosa, un gran potencial y todo perdido de una manera vergonzosa. Y cuanto más pensaba en eso, más me hundía en un abismo de disgusto conmigo mismo. Al pasar los días empecé a dormir, y luego me despertaba horrorizado de mí mismo, recordando lo que había hecho, cada vez veía las cosas desde una perspectiva terrible. Lloré revolcándome en la cama con un ataque de llanto y gemidos.
Como parte de mi ‘penitencia’, llamé a todos mis viejos amigos para disculparme y decirles que estaba arrepentido. Sólo pude encontrar a unos pocos, pero uno de ellos permanentemente interrumpió el ciclo de “me odio a mí mismo” en el cual me había metido.
Cuando lo tuve al teléfono y le conté lo que estaba pasando conmigo, rompí una pared y comencé a desbordar la culpa, el estado miserable en que me encontraba y el temor de que ya no había futuro para mí.
Bueno Joe, me dijo, si golpeándote la cabeza contra la pared vas a edificar el Cuerpo de Cristo, por favor, síguelo haciendo.
Pero si no, ¿crees que toda esta energía que estás poniendo en la autocompasión podría usarse en hacer algo útil con lo que te queda de vida?
Eso me calló completamente. Él continuó diciendo, “y quién sabe si algún día, después de pasar por todo esto, es probable que hayas aprendido algo digno de compartir con otros.”
Me había estado ahogando en la vergüenza, tratando de superarme a mí mismo, pero sin lograr nada que valiera la pena en el proceso. Decidí esa noche encontrar algo y hacer algo más útil con mi dolor. Y por extraño que parezca, ese dolor me dirigió a pedir ayuda en consejería, y luego a un deseo de convertirme en consejero capacitado, y finalmente en la oportunidad de trabajar con cientos de otros hombres que había cometido errores muy similares a los míos.
Arrepiéntete de tus pecados, en todo el sentido de la palabra. Pero no te revuelques en la vergüenza. Mejor ora poderosamente para considerar cómo Dios puede convertir sus peores fracasos en oportunidades útiles.
Solamente sorpréndete por el genio escondido detrás de la herida.
“Donde esté la herida de un hombre, es donde se encuentra su genio”
El ministerio de Joe Dallas para ayudar a personas que luchan con adicción sexual es reconocido internacionalmente. Joe es autor, entre otros libros, de Deseos en Conflicto y Estrategia de 30 días para varones en busca de integridad sexual