Enfrentando la Censura
Por Eduardo Cadena
La Declaración de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su primer artículo expresa que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Cabe mencionar que todo ello parte de la Biblia, ya que en Gálatas 3:28 dice que “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús”
La Palabra de Dios y los derechos suelen converger porque ambos establecen “la dignidad inherente” de todos los miembros de la familia humana, como lo llama la Declaración Universal de Derechos Humanos, esta se refiere al valor sin precio del hombre. 1 Corintios 6:20 dice que “…han sido comprados por precio; glorifiquen, pues, a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios”
En algunos países de Occidente, los ciudadanos observan cómo se desmoronan ante sus propios ojos las libertades básicas de expresión, reunión, conciencia, creencia política, práctica religiosa y opinión.
Apoyándose en la pandemia de COVID y el cierre de fronteras para mantener la seguridad en los países, se decretaron diversas prohibiciones, algunas justificadas y otras no tanto. Por ejemplo, en Australia occidental se prohibió la celebración de eventos “cuando el contenido del mismo no represente los puntos de vista del gobierno o de la gran mayoría de los australianos occidentales”. Es decir, el gobierno de un estado australiano había declarado que, si los ciudadanos no se doblegaban ante sus puntos de vista, se les prohibiría usar las instalaciones que como ciudadanos son de su propiedad y cuyo mantenimiento pagan.
Y así, el compromiso cultural de los ciudadanos es cancelado por su propio gobierno llamado “democrático”. La ley era poco conocida hasta que se impidió que el Lobby Cristiano de Australia (ACL) contratara lugares de entretenimiento de propiedad pública como el Centro Albany y la Sala de Conciertos Perth para su programa en vivo “La verdad” presentado por el director gerente de ACL, Martyn Iles.
El Fideicomiso del Salón Perth, que supervisa el uso de los edificios públicos, le dijo a la ACL que no podía contratar lugares específicos debido a sus “objetivos políticamente motivados”, a pesar de que el gobernante Partido Laborista había contratado los mismos lugares solicitados durante los meses previos a la decisión.
Si estuviéramos discutiendo el alquiler de un lugar en Beijing o Pyongyang, este resultado no nos sorprendería, pero experimentar esta respuesta en un estado australiano lleva el concepto de “cultura de la cancelación” a un nivel completamente nuevo.
Martyn Iles ha discutido con frecuencia temas LGBTQ+ en muchas ocasiones en línea, por lo que no sorprende que la decisión del Fideicomiso del Salón Perth haya sido aplaudida por grupos LGBTQ+. El presidente de Orgullo Australia Occidental, Curtis Ward, dijo: “Cuando hay un discurso que quita los derechos humanos de otros, debemos sopesar los derechos de quién tienen prioridad”.
La pregunta en curso es: “¿De quién son los derechos que realmente deberían tener prioridad?” La experta en libertad de expresión, la profesora Katharine Gelber, de la Universidad de Queensland, dijo que “No debería importar si el contenido representa los puntos de vista del gobierno; exigir el cumplimiento de los puntos de vista gubernamentales es potencialmente de naturaleza autoritaria… La protección de los derechos humanos tampoco debe basarse en si la mayoría de los australianos occidentales los apoyan o no; los derechos humanos son universales e inherentes, incluso cuando una comunidad no los apoya”.
No se trata de inclinaciones políticas o incluso por quién vota una persona. Es una cuestión más profunda la de salvaguardar las libertades básicas de cada persona de pensar, creer, asociarse e incluso expresar su opinión. No puede haber seguridad mientras se trate la libertad de religión y creencias con tanto desdén y desprecio.
En otro ejemplo, China anunció nuevas y estrictas pautas para los programas de cine y televisión. De acuerdo con The Christian Post, la Administración Nacional de Radio y Televisión prohibió veinte categorías de contenido. La comunidad de fe en estas zonas se encuentra preocupada por el temor a que el contenido cristiano en general sea censurado, ya que estas regulaciones “casi prohíben totalmente” el contenido basado en la fe.
Recientemente Google, Facebook, Twitter y Apple fueron acusados de censurar a cristianos y conservadores por no expresar un discurso público “políticamente correcto”. Según National Religious Broadcaster (NRB), el proyecto Freedom Watch fue diseñado para denunciar cuando los gigantes tecnológicos censuran dichos discursos, y además advirtió que estas plataformas podrían ser los nuevos censores anti-religión de nuestro tiempo. “En realidad hay un patrón de censura anti-cristiana que ya se produjo entre varios de ellos. Y cuando observamos en sus políticas escritas, lo encontramos en cada una de ellas, a excepción de Twitter “, dijo Craig Parshall, asesor general de la NRB.
En nuestro tiempo hay varios grupos de presión política que han decidido imponer un programa político, y para lograrlo recurren a una serie de maniobras, inventando y colocando etiquetas de “fobias” para todos aquellos que no concuerdan con sus ideas. La fórmula ha tenido éxito, ya que la sociedad por miedo se ha doblegado ante dichas ideologías. Los únicos (y no todos) que se han resistido a comulgar con dichas imposiciones ideológicas son las iglesias, y ahora se está “disparando” sobre ellas, encarcelando a pastores, dañando edificios, o promoviendo leyes que censuran la libertad religiosa, de pensamiento y opinión. Las iglesias constituyen para esos grupos de presión un enemigo a abatir.
¿Es hora de que los cristianos adopten una posición más firme para reclamar su lugar legítimo en nuestra sociedad? Si es así, ¿cómo podrían los cristianos abordar este problema? No es solo la libertad religiosa lo que está en juego. Es la libertad de expresión en general. Estamos ante una encrucijada.
Entonces, ¿qué deberíamos hacer como cristianos?
Podríamos pensar en tomar una de dos posturas. En primer lugar, unirnos a un movimiento para promover un cambio, con la esperanza de que sea positivo y de no comprometer nuestras posturas bíblicas. O tal vez lavarnos las manos y hacernos a un lado, porque no podemos arreglar al mundo, y la Biblia dice que todo irá “de mal en peor”.
La Biblia nos dice que debemos amar al prójimo (Levítico 19:18), y Jesús nos dijo que “no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”, y el salmista dijo que Dios busca a quienes “defienden al débil y al huérfano, que procuran justicia al afligido y menesteroso, que libran al afligido y necesitado” (Salmos 82:3-4), por lo que no es una opción cerrar los ojos ante la realidad de nuestro tiempo.
Jesús dijo en Juan 18:36 que Su reino no es de este mundo, y hasta que Cristo vuelva para establecer ese reino en la tierra, tratar de cambiar al mundo será un ejercicio inútil.
Pablo escribió que “según tengamos oportunidad, hagamos el bien” (Gálatas 6:10), así que la respuesta está en un punto intermedio. No podemos cerrar los ojos y tampoco podemos cambiar al mundo, sin embargo, podemos hacer el bien “según tengamos oportunidad”. Proverbios 3:27 también dice que “No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo”
El buen samaritano de la parábola de Jesús en Lucas 10 no intentó reformar el sistema de justicia, pero ayudó a su prójimo en la oportunidad que tuvo. Jesús te dice al final de la parábola “Ve, y haz tú lo mismo” (Lucas 10:37).
El Maestro nos enseñó a orar “… venga tu reino, hágase tu voluntad…” (Mateo 6:10), así que orar es sumamente importante. También Jesucristo nos dijo que “…alumbre su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras…” Orar es importante, pero también Dios espera que actuemos. Nuestras palabras y acciones quizá no puedan cambiar al mundo, pero sí que pueden hacer una diferencia para aquellos que están a nuestro alrededor.
Nuestro llamado es a ser Sal y Luz, a orar en todo tiempo, y también a ayudar según tengamos oportunidad. La Biblia dice en 2 Timoteo 4:2 (NBLA) que prediquemos “… la palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo. Amonesta, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción”, así que podemos instruirnos, capacitarnos, informarnos de todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor, en todas las esferas de la vida, para poder insistir con principios bíblicos, y como dice Proverbios 31:8-9 (NVI): “¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! ¡Levanta la voz, y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres y necesitados! Los bebés no nacidos no tienen voz; los desposeídos, pobres y necesitados (aquellos que han sido silenciados o marginados por no estar de acuerdo con un discurso políticamente correcto) deberían ser defendidos.
En este tiempo donde aún podemos hacerlo, levantemos la voz y que, tal y como dice la Palabra en Salmos 45:1, nuestra lengua sea como pluma de hábil escritor, y que las palabras que proclamemos, sean como las del Maestro, espíritu y vida (Juan 6:63).
¿Cómo levantarás tu voz en este tiempo? ¿Cómo serás Sal y luz? ¿Podrás cumplir el mandato de nuestro Señor de ayudar tal y como lo hizo el samaritano?