Renunciando a la Identidad homosexual
“No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”. Isa. 43:18-19
Dejar la homosexualidad es mucho más que dejar cierto comportamiento. Incluye asuntos más profundos, uno de los cuales es la identidad de la persona. Para muchos hombres y mujeres en el estilo de vida gay, su “orientación sexual” es la parte medular de la identidad que perciben de sí mismos. Cuando vienen a Cristo, la falsa imagen debe ser confrontada.
Por Frank Worthen
“¿Quién soy?” es una de las preguntas más básicas que podemos hacernos. La respuesta a esa pregunta determina el concepto que tenemos de nosotros mismos, la forma en que nos percibimos. La respuesta es básicamente la etiqueta que hemos aceptado en nuestra vida. Existen buenas etiquetas y etiquetas malas, aun así, adoptamos aquella que parece más cercana a la realidad.
Escuchamos a personas etiquetándose: “soy alcohólico” o “soy fumador”. Pero ¿son estas etiquetas la verdad? A menudo son tan grandes que la gente no puede ver más allá de aquellas etiquetas que ellos mismos han establecido y se han adherido. Con seguridad el fumador hace otras cosas además de fumar, y el alcohólico tiene otras facetas de su vida que están separadas de su forma de beber.
Sin embargo, todos aceptamos etiquetas porque es la forma más fácil y rápida de identificarnos. Pero las etiquetas conllevan un peligro oculto. Bloquean el cambio en nuestra vida; y estorban la fe y el crecimiento.
“La gente se puede recuperar de los síntomas de la enfermedad mental, pero no se recuperan de una etiqueta”, dijo Karl Menninger.
La mayoría de las etiquetas nos roban y están lejos de la verdad. Solo definen una faceta en nuestras vidas y niegan la existencia de otras. Cuando estemos en la presencia de Dios y nos pregunte qué hicimos con nuestra vida, ¿quién querrá responder, “fui un fumador”? ¿Quién querrá que su obituario diga algo como “Fumador empedernido muere en San José?”
Preguntas
Al pensar en la etiqueta gay, hay preguntas que debemos hacernos. ¿Cómo fue que adquirimos esa etiqueta por primera vez? ¿Por qué podemos estar luchando en deshacernos de esa etiqueta? ¿Fue por inseguridad que decidimos aceptar alguna etiqueta? ¿Hubo alguien que colocó estas etiquetas en nosotros y las aceptamos y las creímos? ¿Está ahora tan incrustada que pensamos que sería deshonesto desecharla?
Quizá la verdad es que se requiere una identidad a fin de que, todas las demás piezas flotantes y partes de nuestra vida tengan algún tipo de ancla. Es interesante que aquellas personas que son seguras, rara vez piensan acerca de su identidad, mientras que la gente insegura está a menudo protegiendo las etiquetas que ellos mismos han elegido.
Rompiendo la etiqueta
¿Que se necesitará para romper la etiqueta homosexual en nuestras vidas? Requerirá nada menos que el poder transformador del Espíritu Santo. Las Escrituras nos dicen que somos nuevas criaturas. Leemos esto y podemos decir “¡Amén!” Pero sabemos que lo viejo muere con dificultad y que lo nuevo es siempre desafiado.
“Nada está cambiando”, nos quejamos cuando estamos siendo tentados, y nos sumergimos en la depresión. “Los métodos de Dios no funcionan”. Aquellos que están en el extremo opuesto dicen “he sido completamente transformado, nada en mí es lo mismo”. Desafortunadamente, esta valiente declaración es a menudo una negación de continuas luchas.
La verdad se encuentra en un punto intermedio: el cambio es un proceso a largo plazo. Todos los que buscan al Señor se encontrarán en el camino del cambio. Hay pocos atajos. Dios permite que pasemos por pruebas y derrotas. Cada lucha está diseñada para ayudarnos a crecer en algún área de nuestra vida.
El día que aceptamos a Jesús como Señor y Salvador, no acabamos con nuestro viejo estilo de vida. Sus efectos aún continúan; los viejos patrones no mueren de la noche a la mañana. Pero conforme pasan los días y los años, un nuevo estilo de vida va surgiendo. Lo viejo morirá en efecto y lo nuevo lo reemplazará.
El objetivo
¿Qué tan lejos podemos llegar? Quizá una mejor pregunta sería, ¿Qué tan lejos llegarás?” Podrás progresar en el camino del cambio tanto como permitas a Dios conducirte. El disfrutar de vida nueva requiere una nueva forma de relacionarte con Dios. No podemos recibir de un Dios distante, sólo de un Padre, de un amigo.
Al tiempo que crezca nuestra confianza en Dios, rindiendo nuestras expectativas y permitiéndole cambiar nuestras vidas en su tiempo y de acuerdo con sus propósitos, vendrá una nueva vida. En tanto que nos alejamos del punto de partida, podremos con total certeza desechar la etiqueta homosexual de nuestras vidas. No estaremos en negación, evitando los hechos. El cambio será real y será una experiencia de vida totalmente nueva. El tiempo que tome puede variar de persona a persona, pero generalmente lleva años.
El tiempo podría ser más corto, pero la mayoría de nosotros arrastramos nuestros pies por el camino. A veces tenemos a Satanás a nuestro lado diciéndonos que ignoremos lo que Dios ha hecho y que nos concentremos en algún problema inmediato. Nuestra convicción se consume juntamente con nuestra victoria. Siempre es más fácil mirar atrás, volver a los antiguos caminos que mirar hacia adelante hacia lo desconocido.
El enemigo toma ventaja sobre nosotros. Es parte de la naturaleza humana ver las cosas negativas e ignorar las positivas. Esa es la razón por la que Dios pidió a los israelitas que escribieran todo lo que Él había hecho por ellos en los postes de sus puertas e incluso sobre sus ropas.
Aunque Israel fue testigo de poderosos milagros, anhelaban volver a Egipto. Esta es nuestra batalla. Debemos evaluar correctamente nuestra situación y darle la gloria a Dios por lo que Él ya ha hecho.
Nuestra parte
¿Hay algo que debemos hacer o es Dios quien nos transforma sobrenaturalmente? ¿Hay algunas palabras mágicas que hacen que el proceso de cambio comience a moverse y que lo mantiene en constante movimiento? La respuesta a estas preguntas es esta: Dios efectúa el cambio. 1a Pedro 5:10 claramente nos muestra que Dios hace la obra.
“Y después que hayan sufrido por un poco de tiempo, el Dios de toda gracia –Quien imparte toda bendición y favor– Quien les ha llamado a Su (propia) gloria eterna en Cristo Jesús, Él mismo les haga completos y haga de ustedes lo que deben ser, les afirme, plante con seguridad, y fortalezca (y establezca)”.
Observa la frase “y después que hayan sufrido por un poco de tiempo“. Satanás tiene planes para devorarte. Para resistirlo, debes estar firmemente enraizado en fe, permanecer fuerte, inamovible y determinado. Por tanto, hay una parte importante que también nos corresponde hacer. Nunca podemos cambiarnos por nuestra propia cuenta, pero debemos pararnos en las promesas de Dios, y no rendirnos ante los ataques del enemigo.
Sufrimiento autoinfligido
Gran parte del sufrimiento es acarreado por nosotros mismos. Satanás nos trae una palabra de desánimo y la tomamos completita. Satanás dice, “nada está ocurriendo, no has cambiado nada“. Y nos repetimos esas mismas palabras a nosotros mismos y a otros, “nada está sucediendo en mi vida. Dios no está trabajando en mi vida, no estoy cambiando”. Deberíamos tomar bien a pecho el último versículo de Hebreos 3:
“Así que vemos que no pudieron entrar (en Su descanso) debido a su falta de disposición de adherirse y confiar y basarse en Dios –la incredulidad fue lo que les negó la entrada”. Versión ampliada en inglés
La fe nos demanda tener un entusiasmo sobre lo que Dios está haciendo en nuestras vidas. La fe nos conduce a una vida nueva. La fe no opera en un estado de negación. Nunca es deshonesta, distorsionando los hechos o ignorando problemas urgentes. La fe es aceptar lo que Dios dice en Su Palabra.
A veces, debemos cuestionar nuestros sentimientos y emociones. No podemos permitir que tengan el control sobre nuestras vidas. Viene un tiempo en el que debemos hacer lo que es correcto aun cuando nuestros sentimientos nos están diciendo algo totalmente diferente. La verdad está siempre del lado de Dios. Cuando los sentimientos y emociones vienen en conflicto con la verdad, entonces Dios debe prevalecer.
Separación
Tenemos la responsabilidad de separarnos de nuestra antigua identidad. No podemos continuar funcionando en el estilo de vida homosexual de ninguna manera y pensar que el cambio va a suceder automáticamente, independientemente de lo que estamos haciendo.
Pablo enseña esto claramente en 2 Timoteo 2:22 y 23:
“Así que cualquiera que se limpie a sí mismo de lo que es innoble y sucio –que se separe a sí mismo del contacto con cosas que lo contaminan e influencias que le corrompen –entonces será una vasija apartada y útil para propósitos nobles y honorables… Apártense de las sensualidades de juventud y huyan de ellas, y aspiren la justicia… y busquen y persigan la fe…” Versión Ampliada
No puede haber una firme identidad nueva hasta que la vieja identidad y todo lo que está asociado con ella sea cortado y desechado. Esta es la forma en que cooperamos con Dios en el proceso de cambio. Dios nos dará gratuitamente la sabiduría para construir un nuevo estilo de vida y una nueva identidad.
Hace algunos años, un restaurante de comida quería tener una nueva imagen. En un comercial que estuvo televisándose durante varios meses, dinamitaban la caja de sorpresas que los estuvo representando y que se exhibió por años en las puertas de sus establecimientos. Realmente, esto fue muy efectivo y fueron capaces de presentar una nueva imagen actualizada al mundo. Nosotros también debemos destruir todo lo que contenga el pasado. Sí, puede requerir sacrificio, pero a menos que estemos dispuestos a recorrer todo el proceso con Dios, podremos recibir totalmente todo lo que Dios tiene para nosotros y no caer en la tentación de decir: “Dios no está obrando en mi vida”.
A medio camino
Conforme la identidad comienza a cambiar, a menudo llegamos a la tierra de nadie, donde somos extranjeros y estamos en un territorio que no nos es familiar. No pertenecemos más al mundo gay, aun así no nos sentimos cómodos en el mundo heterosexual. En este punto, nuestra identidad parece estar perdida. No hay palabra para describir quiénes somos y dónde estamos.
Una vez acuñé el término “stray” (ni straight [heterosexual] ni gay) para describir ese período perturbador de transición. A menudo se me pregunta si este es un estado normal en el proceso de cambio. Pienso que le sucede a la mayoría de la gente que hace cambios radicales ya sea que involucre la homosexualidad o no. Lo desconocido es siempre incómodo. Es precisamente en este período que debemos descansar en nuestra fe para atravesar toda esta situación.
La mayoría de los ex-gays atraviesan un período donde se sienten como homosexuales célibes. El temor puede hacerles perder esperanza de ir más allá, ser tentados y llegar a sentirse cómodos en este lugar de medio camino. Pero a Dios le duele ver a la gente que se niega a continuar, abandonando la obra del Señor y dando fin a su crecimiento a la mitad de su proceso de transformación. (Fueron rebeldes e hicieron enojar Su Santo Espíritu. Isaías 63:10). Él tiene provisión para una nueva vida que viene a reemplazar toda la vieja identidad homosexual.
Desde antes de que nacieras, Dios tenía un plan para tu vida. Él nunca consideró la posibilidad de que fueras un homosexual célibe; Él tenía en mente mucho más que eso. El amor de Dios por nosotros es un amor redentor, un amor que trae cambio. Siendo suyos, somos “participantes de su naturaleza divina” (2 Pedro 1:4).
Dios ha dicho que debemos vivir una vida digna del llamado que hemos recibido, ese llamado de pertenecerle (Efesios 4:1). Si todo parece difícil, descansa en la promesa de Dios que encontramos en Levítico 2:8: “Yo soy Jehová, el que os santifico”.
Centrado en Cristo
Si nuestra identidad no está más vinculada en la homosexualidad, ¿Entonces cuál es nuestra nueva identidad? Nuestra nueva identidad está en Cristo. Si necesitamos una etiqueta, entonces debe ser de “cristianos”. Dios no nos etiqueta por nuestro pecado ni tampoco nosotros debemos hacerlo. A primera instancia, “cristiano” no parece ser una identidad suficiente. Pero, en realidad, es más que suficiente.
Vivir la vida cristiana no es algo fácil y habrá una gran cantidad de desafíos, pero vivir una correcta relación con Dios nos proveerá de todo lo que necesitamos en cada área de nuestra vida. El Señor nos hizo y Él conoce nuestras necesidades más de lo que nosotros las conocemos.
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Fil. 4:19
Traducción: Pedro Delgado