Lo que los homosexuales más necesitan
Por Bob Davies
Anita Worthen se sentía culpable de meterse a escondidas al dormitorio de su hijo, pero estaba preocupada. Su hijo, Tony, de dieciséis años, había comenzado a pasar toda la noche fuera, y ella ni siquiera sabía los nombres de sus nuevos amigos.
“Quizá ha anotado en algún lado los nombres y números de teléfono,” pensó. Su billetera estaba sobre la cómoda, y encontró un papelito adentro. Al comenzar apuradamente a anotar los nombres, Tony entró en la habitación.
“¿Qué crees que estás haciendo?” gritó airado. Anita se sonrojó de vergüenza, pero mantuvo tranquila la voz.
“Tony, quiero saber dónde estás. Cuando no llegas a casa, necesito saber a quién llamar.”
Tony discutió con ella unos cuantos minutos. Y entonces dejó caer la bomba.
“Y bueno, ¿sabes que soy ‘gay’, no es cierto?”
Anita sintió que se le secaba la boca y se paralizaba la mente. Tony llenó el silencio con detalles. Hace tres meses, había estado esperando algún aventón para llegar a casa, cuando un consejero del colegio lo recogió y lo sedujo. Ahora aceptaba su “nueva” identidad y había comenzado a conocer a otros homosexuales.
“Además, mamá,” concluyó, “he encontrado al hombre de mis sueños. Todo va a estar bien ahora.”
Primero aturdimiento, luego temor
El descubrimiento de que alguien está involucrado en homosexualidad puede ser un trauma más grande que su muerte. Incluso la noticia de que un colega, empleado, vecino o pariente de un miembro de la iglesia es homosexual puede ser bastante desconcertante. ¿Cómo debe reaccionar el cristiano?
Para muchas personas, el aturdimiento es reemplazado pronto por otras emociones. Desconcierto: ¿Cómo podría pasar esto? Y culpa: ¿Pude yo impedirlo?
La presión crece cuando la familia se siente incapaz de compartir su problema. “Sabía que mi pastor nunca comprendería,” dijo una madre. “Le escuché decir una vez que los homosexuales no podían salvarse.”
Otra madre era la esposa de un pastor. ¿Cómo podré involucrarme otra vez en el liderazgo de la iglesia? se preguntaba.
Barbara Johnson comprende la profunda preocupación que se siente por los seres amados. En 1968, el segundo de sus hijos fue muerto en Vietnam. Cinco años después, su hijo mayor murió instantáneamente, al chocar un conductor ebrio de frente con su auto.
Pero el mes de junio de 1975 le trajo lo que ella describe como el golpe más cruel de todos. El día después de que su tercer hijo, Larry, se graduó de la escuela media superior — habiendo llegado a ser presidente de su clase y recibido el premio de “Estudiante Más Sobresaliente” — descubrió una pila de revistas homosexuales en su dormitorio.
“Un terrible sollozo me estalló desde adentro” recuerda. “Nunca antes había sentido tal combinación de aturdimiento y pánico.”
Respondiendo ante la crisis
La primera reacción podría ser distanciarse de la persona que ha adoptado la homosexualidad, pero algunos padres victoriosos y consejeros profesionales tienen otro consejo.
- Ama incondicionalmente. Rechaza el pecado, no a la persona. “Es nuestra tarea amar a nuestros hijos” dice Barbara Johnson. “Y es tarea de Dios trabajar en sus vidas. La condenación no funciona; sólo el convencimiento que proviene de Dios puede causar un cambio.”
Una madre recuerda el momento en que su hijo le confesó su homosexualidad. “Su cabeza estaba inclinada, los labios retorcidos. Sabía que me estaba diciendo ‘Si me rechazas, no sé qué haré'”.
La confesión de una persona es con frecuencia un pedido de ayuda. Aunque su homosexualidad es una novedad para los demás, por lo general ha luchado con ella en silenciosa agonía durante años.
El amar a la persona no representa un respaldo al estilo de vida pecaminoso. Jack, un ex-homosexual, recuerda las palabras que le dijera su padre años atrás: “Hijo, eres carne de mi carne y tu madre y yo queremos ayudarte. Puedes hablar con nosotros cuando quieras.”
“Ahora” dice Jack, quien está felizmente casado y tiene dos hijos, “sé que el amor incondicional de mis padres es lo que me ayudó a superarlo.”
- Comunica esperanza. Muchos hombres y mujeres que viven el estilo de vida homosexual nunca han escuchado de una salida. Necesitan saber de la existencia de ministerios “ex-gay” que pueden ofrecer ayuda (ver historia relacionada).
La mayoría de estos ministerios están dirigidos por personas que fueron homosexuales, como Phil Hobizal, de Portland, Oregon.
“Como adolescente, no vislumbraba ninguna otra opción” recuerda. “Mi psicólogo me dijo que simplemente debía aceptarlo.”
Cuando Phil se encontró con Cristo en 1978, su desesperación cambió. “Sabía que Dios era real, y que Él podía cambiar mi deseo sexual.”
No existe ninguna evidencia concluyente de que la homosexualidad es innata. “No hay tal cosa como una inclinación ‘natural’ hacia el comportamiento homosexual,” dice el Dr. George A. Rekers, profesor de neuropsiquiatría y ciencias del comportamiento de la Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Sur. “Más bien,” dice el Dr. Rekers, “existen situaciones adversas en la vida de un niño que pueden conducir a tentaciones homosexuales.”
Dichos factores pueden surgir dentro de la familia. Muchos hombres homosexuales, por ejemplo, nunca sintieron cariño y aceptación de sus padres. Otros se criaron con madres controladoras y hostiles. Otros factores significativos incluyen: rechazo de los compañeros, abuso sexual, experimentación con el mismo sexo, descubrimiento de pornografía homosexual y la falta de una educación sexual saludable.
En lesbianas, la falta de vinculación con la madre con frecuencia lleva a una sensación de sentirse aislada de su propio género (“Nunca me sentí mujer”). Esta falta de identidad sexual puede ser también resultado de que su padre no afirmó su femineidad.
Otro factor común en el desarrollo lesbiano es el trauma sexual. “Por lo menos el 85 por ciento de las lesbianas que atiendo han sido víctimas de abuso,” indica Darlene Bogle, consejera en el área de San Francisco. Estos aspectos, aunque profundamente arraigados, no son demasiado para Dios. Él es “el Dios de la esperanza” (Rom. 15:13).
- Rehúsate a condenar. La familia con frecuencia lucha con un abrumador sentimiento de culpa al descubrir la homosexualidad de su hijo o hija.
A Barbara Johnson le gusta recordar a otros padres que aunque Dios era el padre perfecto, aun así Adán se rebeló.
“Todos los padres cometen errores,” dice Anita Worthen. “Pero es cuando nuestros hijos se meten en problemas que esos errores regresan a perseguirnos.”
Anita crio sola a su hijo y conoce la lucha de madres solas con hijos varones. Pero recuerda a los padres que aun cuando las circunstancias pueden ser menos que ideales, los factores familiares no causan el comportamiento homosexual. Cada hijo toma la decisión consciente de perseguir cualquier tentación que surja. El adoptar un estilo de vida gay surge de las decisiones de la persona — y no de los fracasos de los padres.
- Pide perdón. Un padre se arrepiente de nunca haber estado en casa para ayudar a criar a su hijo, quien adoptó un estilo de vida homosexual durante varios años. “No se puede deshacer el pasado,” dice ahora. “Dios quiere que depositemos en El esa carga. Reemplaza la culpa con su paz.” Durante los últimos años, ha trabajado para restaurar su relación con su hijo. “He aprendido que nunca es demasiado tarde” concluye.
Hoy, su hijo ha abandonado su estilo de vida pecaminoso y se encuentra involucrado en un ministerio hacia otros que quieren superar la homosexualidad.
- Busca a Dios todos los días. Los padres necesitan también la sanidad de Dios en sus propias vidas — no solamente en las de sus hijos.
Mary Lebsock, una madre de Denver, salió del abismo de la depresión grabando versículos de las Escrituras en una cinta casete, dejando suficiente espacio entre ellos para poder repetirlos. Esos versículos se convirtieron en su “desayuno espiritual” cada mañana.
“La Biblia nos hace promesas importantes,” señala Mary. Una de sus favoritas se encuentra en Hechos 16:31: “Ellos contestaron: ‘Cree en el Señor Jesús, y serás salvo tú y tu familia.'”Otros padres citan a Jeremías 31:16-17, I Samuel 1:28, Proverbios 22 o Jeremías 29:11.
- Sé realista. Miles de hombres y mujeres han dejado la homosexualidad. Sin embargo, para la mayoría de ellos la sanidad ha involucrado un proceso muy largo.
La mayoría de ex-homosexuales informan que la victoria es un proceso de discipulado día-a-día. Puede haber tentaciones a veces, similares a las que enfrenta un creyente adicto anteriormente al alcohol o al juego.
Un ex-homosexual, casado ahora, recuerda sus primeras luchas: “Incluso después de dos años de ser cristiano, caí nuevamente en actividades homosexuales. Había estado aferrado en secreto a mis deseos homosexuales y me había aislado de otros creyentes.”
Luego se arrepintió de sus acciones, confesándose ante un amigo cristiano, y continuó empujando hacia adelante. En los 11 años desde entonces, ha aprendido más sobre la gracia y misericordia de Dios y no ha vuelto a caer en un comportamiento homosexual.
- Pon a tu ser querido en manos de Dios. La oración es el arma más fuerte que tenemos contra la homosexualidad.
“Pude ponerlo a mi hijo en el altar de Dios cuando me di cuenta de que yo no lo puedo cambiar, pero Dios sí,” dice Mary Lebsock, cuyo hijo continúa involucrado en la homosexualidad. “Lo he entregado al Señor, y estoy en paz.”
Un padre puso a su hijo en manos de Dios con esta oración: “Haz lo que sea para que venga a Ti — aun si eso significa la muerte.” Y entonces le hizo a su hijo saber que estaría ahí para él cuando lo necesitara — día o noche. Eventualmente, su hijo sí abandonó el estilo de vida homosexual, aunque es ahora VIH-positivo.
- Comprende que la sanidad llegará. “¡Si alguien tan sólo me hubiera dicho que superaría esto!” se lamenta Barbara Johnson. “En la década de los setenta, nadie quería hablar de ello. Eso hizo que mi pena fuera aún mayor.”
Barbara resolvió que si sobrevivía, se abriría a otros que se encontraran viviendo el mismo trauma. Desde que el Señor restauró su alegría, ha ayudado a miles.
Una mujer recuerda el primer paso hacia su propia recuperación: “Comencé a buscar al Señor para que sanara mi corazón quebrantado, y ya no por las circunstancias en la vida de mi hijo.”
Con el tiempo, estos padres no solo sobrevivieron, sino que fueron capaces de reconocer algunos de los beneficios de su prueba de fuego.
Algunos matrimonios se han fortalecido. “Nuestra crisis familiar nos unió a mi esposo y a mí en la meta común de orar por nuestra hija”, indica una madre.
Hay mayor madurez espiritual. “Mi caminar en el Señor es más fuerte,” dice Anita. “Soy una mejor persona debido a lo que pasó con mi hijo.”
Y hay relaciones que se han renovado. Luego de años de silencio, el hijo de Barbara la visitó en mayo de 1986. “Quiero que me perdones por los años de dolor que te he causado,” le dijo, con lágrimas en los ojos. “He vuelto a dedicar mi vida al Señor. Me he liberado de esa esclavitud y el Señor me ha limpiado.”
Barbara sabe por su propia experiencia que hay esperanza. “Dios puede tomar tu problema y convertirlo en un tesoro,” dice. “Te ofrece un intercambio: tus pecados por Su perdón, tu tragedia y dolor por Su sanidad, y tu pena por su alegría.”
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