1. Ve a una persona, no a un pecador. No somos de una campaña de limpieza moral; somos embajadores del amor de Cristo. ¿Cómo te acercarías a alguna persona que crees que necesita a Dios? No hay nada especial sobre la homosexualidad como pecado ante los ojos de Dios. No permitas que lo sea para ti. Ellos están buscando amor, como cualquier otra persona. Jesucristo es la respuesta a esa necesidad.

2. Recuerda que el Evangelio significa BUENAS NUEVAS. Asegúrate de presentar a un Salvador, no un código de ética o principios morales. Jesús es una persona real, no es religión, ni una vida filosófica. No estés tan interesado en hablar sobre algún pecado en particular. Dios quiere redimir y restaurar a la persona completa, no sólo su sexualidad.

3. Conoce y experimenta lo que estás ofreciendo. Estás ofreciendo a Jesucristo como Señor y Salvador. No estás ofreciendo heterosexualidad ni que la gente deje de tener algún otro tipo de tentación. Hay una diferencia entre tener una orientación homosexual (tentación) y actuar de acuerdo con esa orientación, teniendo un comportamiento homosexual. Cuando una persona hace un compromiso con Cristo, debe estar de acuerdo con Dios de que los actos homosexuales son pecado. Estás inicialmente ofreciendo a Jesucristo quien puede otorgar el poder, por Su Espíritu, a lograr en primer lugar a una abstinencia del comportamiento homosexual como parte de su restauración —pero los sentimientos, la orientación, no van a cambiar de la noche a la mañana. Esto vendrá con el tiempo, a través del discipulado, la consejería, el cuidado e interés de su red de apoyo, y la calidad de su propia rendición continua al señorío de Jesucristo.

4. Ama activamente a la persona. Las palabras pueden ser muy vacías. Demuestra tu amor escuchándole, llamándole, confrontándole con gracia cuando sea necesario, acompañándole a la iglesia. Amor es verbo.

5. No tengas miedo de escuchar algunos detalles «groseros». Algunas personas no saben cómo expresarse sino utilizando el lenguaje de la calle. Escucha con amor y responde mientras buscas el consejo de Jesús. Ámalos en donde se encuentren.

6. No tengas temor de decir, «te amo». No tengas temor de abrazar, tocar, estrechar las manos en oración. Todos necesitamos una afirmación física de amor mutuo. El tocar no es sexo, es amor. Los homosexuales necesitan aprender el lugar del afecto fuera del contexto sexual. No te van a abusar. Si tus intenciones son malinterpretadas, explícate, pero no te alejes.

7. Comparte tu vida, tus luchas y victorias. Mucha gente que viene de un trasfondo homosexual se sorprende al darse cuenta de que gente, que no es de la comunidad LGBTI+, también lucha con soledad, rechazo, heridas, pruebas, etc. Eso les ayuda a poner su vida en perspectiva.

8. Presenta los alcances completos del Evangelio. Jesús quiere liberarlos de muchas cosas que los esclavizan: la mentira, la amargura, el orgullo, la rebelión, la ira, etc. El comportamiento homosexual y las fantasías son sólo una parte de las muchas cosas de las que Jesucristo los quiere hacer libres. Presenta a Jesucristo como Señor y Salvador, tanto su señorío como su salvación, son importantes.

9. No hagas del quebranto sexual el punto central de tu relación y amistad.  Tampoco temas hablar del mismo, recuerda que hay muchas otras áreas en la vida de tu amigo de las que puedes hablar. Muéstrale a Jesús, como la respuesta a todos sus pecados.

10. Háblales sobre Exodus Latinoamérica. Comparte escrituras como 1 Corintios 6:9-11 («…y eso eran algunos de ustedes…»), así como testimonios de otros que han salido de la homosexualidad. «La fe viene por el oir…» Romanos 10:17.

Adaptado del escrito original de Robbi Kenney, de ministerios Outpost, PO Box 7067, Minneapolis, MN 55407.

Traducido y adaptado por Pedro Delgado

Testimonio: David Álvarez

A menudo trata­mos de imaginar cómo vendrá nuestra sani­dad.  Esperamos que un profeta de Dios diga nuestro nombre en una conferencia multitudinaria y que seremos sa­na­dos en una forma milagrosa.  O quizá iremos a una reu­nión de avivamiento y seremos «muertos en el Espíritu», y nunca más volve­remos a experi­men­tar nuestro problema de pe­cado.  ¿Quién imagina a Dios con­tinuando el proceso de sani­dad y perdón en un hermoso día de verano en un par­que?

Esta fue mi experiencia un día mientras leía un li­bro y disfrutaba la calidez del sol.  A lo lejos podía oír las voces de los niños jugando.  Cansado del libro, comencé a ver a dos chi­cos respondiendo a los lanzamientos de pelota de béisbol que su padre hacía.  El mayor no tenía ninguna dificultad en golpear la pelota, pero el más joven luchaba por conseguirlo.  El palo era demasiado pesado para poder controlarlo y giraba muchas veces antes de poder golpear la pelota.  Cuando lo lograba, la alegría que le sobrecogía era eléctrica y corría alrededor de bases imaginarias y se barría hacia la base inicial.

Sin embargo, aunque yo me deleitaba con el éxito del chico, comencé a llorar.  Una ira surgió repentinamente contra Dios y contra mi padre.  Estaba confundido por la fuerza de mis sentimientos y mi primera respuesta fue «ya he tratado con este asunto en mi vida» (una respuesta muy común que se escucha en la gente).  ¿Qué era esta reacción que estaba tenien­do?  ¿Cómo iba a responder a ella?  En silencio le pregunté al Señor, «¿Qué es esto que es­toy sintiendo?»  Él me reveló la ira que tenía hacia Él por no darme un padre como el padre de esos dos chicos.  Me había percatado de que cuando el más pequeño no podía respon­der a los lanzamiento cautelosos de su padre, éste comenzó a lanzar la pelota con más cuidado.  Cuando se dio cuenta que eso no resultaba, se acercó aun más casi tirando a las rodillas y lanzando con ligereza la pelota de tal forma que el chico pudiera tomar ventaja.  Fue duro para mí relacionarme con ese amor, paciencia y misericordia.  Yo nunca había co­nocido o experimentado este tipo de cuidado por parte de mi padre.

EL ABUSO DEL PADRE

Cuando pregunté al Señor más tarde, Él me reveló lo profundo del odio hacia mi padre porque no había sido capaz de modelarme, hablarme o darme vida de esa manera.  Si yo hubiera estado en el parque con mi papá, él habría tirado la pelota tan fuerte como fuera posible.  Si yo hubiera fallado en hacer contacto con la pelota, me habría gritado iracundo

«¡agarra bien ese palo!».

Si hubiera seguido fallando me habría gritado

«¡eres un debilucho, no le tengas miedo a la pelota!» o «¡jamás podrías llegar a jugar profesionalmente porque eres un perdedor!».

Entonces yo habría comenzado a llorar y mi padre me habría dado una bofetada para callarme y decirme que sólo los «maricones» lloran.  Diría eso de tal forma que me habría sentido físicamente apuñalado.  Una vez que hubiéramos llegado a casa me habría avergonzado frente a la familia entera a la hora de la cena.  ¿Pueden imaginarse a mi padre en mi primer juego de la pequeña liga de béis­bol?  Una parte de mí se pregunta; «¿Cómo es que pude sobrevivir?»

Afortunadamente, sobreviví durante todo ese tiempo, y créanme, tomaría la sanidad de cualquier forma en que Dios hubiera querido dármela.  Eso no fue siempre así, porque hace varios años me imaginaba a Dios como un tirano, lleno de ira, sin amor ni misericordia.  Tal sen­timiento me hacía rechazarlo o avergonzarme de buscar Su consuelo, me volví a los brazos de una y otra persona.  Podrán imaginarse.  Estaba buscando que otros me dieran algo que sólo Dios podía proveer. 

«Porque dos males ha hecho mi pue­blo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua».

Jeremías 2:13

Este fue mi pecado mientras iba de una a otra persona tratando de encontrar «agua viva» en vasijas secas y vacías.  Como diría mi pastor

«¡Con qué frecuencia lo que parece ser un oasis es realmente sólo un espejismo!»

NECESITANDO CONOCER EL AMOR

Mediante momentos de oración y de quedarme calladamente delante del Señor, Él me reveló dónde necesitaba buscar bienestar.  Ese bienestar vendría a través de una relación con Él.  Aunque tenía un conocimiento de Dios, realmente no lo conocía.  Pablo ora en Efe­sios:

«…para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él».

Efesios 1:17

En Efesios Pablo ora una vez más:

«…a fin de que arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios».

Efesios 3:17-19

Cuando hice una decisión por Cristo hace más de 20 años, supe en mi corazón que lo necesitaba.  Lo que también necesitaba saber y creer era que Él me amaba.  A través de muchas relaciones dependientes enfermizas la única frase que no pude oír lo suficiente fue «te amo».  Estoy seguro que esto proviene de un historial de no haber escuchado de mis padres que me amaban, y de no haber tenido demostraciones tangibles de ese amor.  Privación de amor sería el diagnóstico.  La cura vendría mediante una continua relación con el Señor, y fomentando relaciones segu­ras y santas en las cuales mis necesidades emocionales serían aceptadas en amor y no criti­cadas.

EL PODER DE LAS PALABRAS

Durante muchos años, las palabras de mi padre tuvieron un poder tremendo sobre mí.  Su abuso verbal y emocional me dio un nombre equivocado durante años.  A la más insigni­ficante señal de fracaso, aquellas palabras reforzaban mi creencia en mí mismo como un fra­caso.  Incapaz de completar cosas, debido al temor al fracaso, estaba probándole a mi padre que era justamente como me había calificado.  Maltratado y herido, traté durante años de aliviar mis heridas «actuando» para otros, incluyendo a Dios.  Pero vez tras vez Él se mostró a mí, hasta que fui capaz de comenzar a comprender qué ancho, largo, alto y profundo era Su amor.  Dios comenzó a llenar mi profunda hambre de amor y afirmación.  Gradualmente la imagen que tenía de Él cambió y las falsas palabras que mi padre me había hablado perdieron su poder.  Comencé a vivir como alguien redimido por Cristo, ya no más bajo la condenación de las palabras de mi padre.  En una unión íntima con mi Padre Celestial, encontré sanidad.

Esto no sucedió de la noche a la mañana, pero mientras me acercaba más a Dios, co­mencé a recibir su amor, gracia, misericordia y perdón; y lo mejor de todo, Su paciencia.

El concebir a Dios involucró un compromiso voluntario de mi parte.  El abuso de mi padre me hirió emocionalmente de tal forma que le temía a lo que más necesitaba —al amor.  El no conocer a Dios y la incapacidad de recibir de Su amor me impedía amar a otros en una forma correcta.  Para ser un imitador, un reflector de Su amor, misericordia y bondad, necesi­taba conocerlo personalmente.  Esto solamente es posible mediante una relación profunda con Él.

Me doy cuenta por muchos de nosotros que la intimidad con Dios no se da de una forma fácil.  Dios conoce las frustraciones en nuestro intento de conocerlo.

«Dios sabe perfectamente bien lo difícil que nos es amarlo más de lo que amamos a cual­quier otra persona o cosa, y Él no va a enojarse mientras estemos intentándolo.  Y nos ayu­dará».

C.S. Lewis

Nos ayuda, Él hace camino, un camino para que entremos en un lugar más profundo de sanidad a través de una profunda relación con Él.

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Traducción: Oscar Galindo

Principios de un liderazgo positivo y consideraciones sobre liderazgo para quienes dirigen ministerios de restauración sexual. Tomado y adaptado del “Manual de Liderazgo” de Frank Worthen.

Frank Worthen con su esposa Anita

Frank Worthen con su esposa Anita

A. EL BUEN LÍDER.

Un líder de éxito escucha la voz de Dios.  Aprende a oír a Dios a través de la oración y el ayuno. Su paciencia para esperar en Dios le permite ser paciente con los que están a su cuidado e incluso extender esa paciencia hacia sí mismo. Está consciente de las muchas necesidades que tiene a su alrededor, pero ellas no lo hacen correr por delante de Dios y tomar los problemas en sus propias manos. Sabe que no es el único siervo de Dios y que Dios llama a cada uno a satisfacer necesidades específicas. Juntos forman un equipo, y cada quien hace la parte que le fue asignada

Un buen líder ha crucificado sus derechos y está dispuesto a ser guiado por el Espíritu de Dios. Teme a Dios, tiene un respeto sano por Él y hace lo que las Escrituras llaman “tener en cuenta” al Señor. Rinde cuentas a Dios de sus acciones y actitudes, tiene su confianza en Dios y no en sus propias habilidades. La persona más dotada es inútil si no está rendida. El líder de éxito no tiene temor del hombre porque sabe que Dios está en control. Dios es su seguridad, su escudo y su protección. No tiene otros “dioses” como pueden ser gente, trabajo, ministerio, posición o poder.

Es un ejemplo y un modelo para otros. Ha renunciado a muchas libertades que harían que presentara una apariencia de mal. Como Pablo, llega a ser todas las cosas para toda la gente. Se da cuenta que puede nulificar el mensaje del evangelio por su apariencia. Es cuidadoso para presentar el evangelio en una forma que no ofenda y es sensible a la cultura en la cual se encuentra, no hace las cosas en orgullo, solo por seguir la tradición, sino que es sensible al Espíritu Santo.

Un buen líder está dispuesto a poner en riesgo su reputación si Dios la ha confirmado. Él está consciente que Jesús se hizo a Sí mismo sin reputación por amor a otros, y está dispuesto a hacerlo también, si es para la gloria de Dios. Sin embargo, sabe que la reputación que está arriesgando no es la suya propia sino la del Señor. Un líder puede causar gran daño al mensaje del evangelio cuando toma decisiones erróneas y realiza acciones impulsivas e inmaduras.

El buen líder se reproduce a sí mismo. Motiva a otros a seguir en su camino. Hace buen uso de su tiempo invirtiendo en la vida de su gente quienes serán líderes como él mismo. Valora los dones de los demás. Su deseo es equipar a otros, para que puedan exceder sus propias habilidades. Permite que cada persona exprese sus propios dones en su manera muy particular, no trata de acoplarlos a su molde. Cuando llega el momento, es sensible a la voluntad de Dios, sin manipular a la gente a su cargo para que se quede, sino permitiéndoles partir con libertad hacia otros trabajos mayores, siempre dispuesto a comenzar otra vez con una nueva persona. Les da libertad para que sean todo lo que Dios les ha llamado a ser. Se deleita viéndolos alcanzar su más alto potencial en Cristo.

El buen líder delega. Sabe que, si trata de hacer todo, se va a agotar y les robará a aquellos que le rodean la oportunidad de servir y la experiencia de aprender. El orgullo lo mantendrá aislado y protegiendo su ministerio, pero Dios desea que con libertad comparta todo lo que tiene y que esté con otros. Se da cuenta que gran parte de la visión que Dios le ha dado será cumplida por otros. Ha sido llamado a levantar un equipo y es un buen jugador de equipo. Trabaja bien con la gente. Se da cuenta que el éxito no está en la cantidad de gente que controle, sino cuánta gente ha dejado en libertad para servir a Dios.

El buen líder es flexible. No está sujeto a sus propios deseos, sino deseoso de caminar y fluir con el Espíritu de Dios. A menudo cuando Dios da una visión, Él muestra los resultados finales, pero no el camino que se recorrerá día con día para lograr esa visión. Esto debe ser llevado a cabo con temor y temblor. Ese camino puede tener muchos recovecos y vueltas inesperadas, por lo que se requiere flexibilidad.

El buen líder conoce a las ovejas que están en su rebaño. Ora por ellas, las protege, y agradece a Dios por ellas y por sus habilidades. Ve su lado positivo y es tolerante y paciente cuando expresan su lado oscuro.

El buen líder pide apoyo a otros para su propia persona. No es demasiado orgulloso para pedir oración. Confiesa sus tentaciones e imperfecciones. No trata de parecer perfecto. No reclama ser mejor que los demás. Un buen líder aprecia la autoridad que hay sobre él. Ve a estas personas como su protección y su grupo de apoyo. Se somete humildemente a la autoridad que Dios ha puesto sobre él. Tiene un espíritu enseñable, deseoso de aprender.

El buen líder evita el orgullo. Sabe muy bien que Dios humilla al soberbio, por lo que no se jacta o exagera su trabajo o su importancia. Cuidadosamente examina su ministerio y a sí mismo de vez en vez, juzgándose para que no tenga que ser juzgado por otros (vea 1 Co. 11:32). Sabe que no es indispensable, que algún día otros tomarán su lugar.

El buen líder cuida de sí mismo. Toma tiempo para cuidar su cuerpo, así como el aspecto espiritual de su vida. Se da cuenta de que, así como los otros también él tiene necesidades. Necesita momentos de descanso, esparcimiento, estudio y adoración. Descarga la dirección del ministerio en Cristo. Permite que Dios vaya delante de él y que pelee las batallas. Utiliza bien su tiempo y lleva una vida disciplinada. Se da cuenta que la seguridad de los demás es ver que él está en el lugar correcto con Dios mismo. Debe estar conectado con Dios y escuchándole, no corriendo delante de Él y guiando a otros a tomar un camino destructivo. Tiene un espíritu de mansedumbre y paciencia espera el tiempo perfecto de Dios. Es habitado por el Espíritu Santo y camina en el Espíritu. Extiende el amor y el perdón de Dios a sí mismo, así como a los demás. Es una persona apartada para Dios, aunque puede disfrutar las cosas del mundo, no halla su satisfacción en ellas. Es seguro en su identidad y no tiene envidia y celo de otros y de sus posesiones.

El buen líder es una persona bien balanceada en su trato con los demás. Ha descubierto la delicada línea divisoria entre amor y pureza. Sabe que el amar realmente a alguien significa a menudo confrontarlo y hacerlo sentir a veces incómodo. Está dispuesto a arriesgar sus relaciones con otros para que progresen. Habla la verdad en amor. Sabe que permitirles continuar en pecado no es amarlos, sino ignorarlos. Está en contacto con sus propias heridas y consuela con el consuelo que ha recibido de Cristo. Es un hombre refinado por fuego, ha sido probado y ha vencido, ahora se encuentra en una relación más cercana con Dios. A través de sus pruebas ha sido purgado de orgullo y ambición egoísta. Está dispuesto a dejar que Dios sea Dios.

El buen líder es prudente y humilde. Parte de su amor por los demás es refrenar su lengua y no descubrir información confidencial escuchada en consejería y en otros entornos íntimos. Ora antes de confrontar, incluso arriesgando el perder la oportunidad, sabiendo que la confrontación equivocada es peor que si no la hubiera habido. Confía en Dios para una segunda oportunidad. Sufre como Cristo sufrió. Puede ser mal comprendido, calumniado, envuelto en chismes, y rebajado, pero controla sus reacciones, llevando estas cosas a Jesús. Siempre pregunta a Dios si hay algo de verdad en las acusaciones verificando si Dios está revelando algo a través de los demás.

El buen líder persevera. A menudo trabaja durante largas horas, para conocer el agotamiento y la fatiga, y luego ser grandemente decepcionado por aquellos con los que trabaja o aconseja. Conoce la traición, sin embargo, sus ojos están sobre la visión que Dios le dio y no se distrae o desalienta por los eventos negativos que ocurren día con día. Defiende el Evangelio. Dios le ha dado un celo por Su Palabra, pero no es legalista, no está motivado por el deseo de estar en lo correcto y castigar a los falsos profetas, sino motivado por el amor de Dios, que otros conozcan la plenitud del amor de Dios y Su poder para liberar.

B. EL MAL LÍDER

¿Cuáles son las características que debemos evitar que nos previenen de llegar a ser malos líderes? Obviamente son las contrarias de un buen líder.

El mal líder es guiado por la inseguridad. Busca controlar a otros para afirmar su autoestima. Puede tener un llamado en su vida o puede haberse aventurado hacia el ministerio independientemente de cualquier llamado. Algunos vienen a servir a Dios en sus propios términos, usando las tácticas del mundo, el ministerio puede ser sólo un trabajo para él y busca una promoción para obtener ganancias monetarias, o el ministerio puede llenar vacíos en su vida: afirmación, atención, o su propio engrandecimiento.

El líder inseguro a menudo deja un rastro de ruina. Los demás se quedan con una sensación de haber sido utilizados y abusados, traicionados y mal comprendidos. Para ganar aprobación y protegerse mismo, puede haber recurrido a distorsionar la verdad, si no es que la mentira abierta. Debido a que tiene profundas inadecuaciones que deben permanecer ocultas, con frecuencia se escurre de la autoridad. Como tener que responder a una junta puede ser muy intimidante, puede sentir que tiene una relación adversaria con su junta. O bien empieza su propio ministerio sin ninguna cobertura en lo absoluto, o busca el tipo de cobertura que no se opondrá a sus ideas y deseos. A menudo los líderes seleccionan su propia cobertura, aquellos que pueden ser controlados.

El mal líder es egoísta. Cuando se trata de tomar decisiones, el líder malo frecuentemente tiene una sola regla por la cual él vive: – ¿Cómo afectará esto mi vida? ‖ No está interesado en la promoción del Reino de Dios, solamente en su propia promoción. Mira a los demás líderes como competencia, y retendrá cualquier ayuda que pueda hacer que ellos vayan más allá que él.

El mal líder es impaciente con aquellos que tiene a su cuidado. Salta a conclusiones, escuchando sólo una parte de la historia. Acepta chismes y rumores de terceras personas como verdades y actúa sobre ellos, traicionando su confianza. Incluso cuando él ha causado daño a otros, no se disculpa o busca la reconciliación y piensa que como es líder, él está más allá de pedir perdón. Puede que vea al rebaño como un fastidio y no respeta a los que Dios ha puesto a su cuidado. Actúa a la defensiva, y se siente amenazado e incluso grita a los demás. Su aspecto inmaduro puede recurrir a las rabietas temperamentales.

El mal líder no es enseñable. Siente que aprender algo de alguien más es humillante, y lo desacredita. Si aprende y enseña algo que proviene de otra persona, lo presenta como su propio material, sin dar crédito a quien corresponde. Permite que sus emociones le conduzcan y tiene un efecto destructivo en aquellos a los cuales ministra. Ellos se dan cuenta que su corazón no es puro y que no usa una norma bíblica, y pierden la esperanza cuando ven los problemas y pecado sin resolver en la vida del líder. Estas palabras que se encuentran en Proverbios 15:10 son una predicción:  -La reconvención es molesta al que deja el camino; y el que aborrece la corrección morirá. ‖

El mal líder busca la aprobación de los hombres antes que defender las normas de Dios. Trata con ligereza a aquellos cuyo pecado es también el suyo, y reacciona con exceso hacia aquellos con cuyo pecado no se identifica. Pide detalles gráficos del pecado porque es excitado por los encuentros sexuales. Puede negociar con las personas, tratando a su pecado ligeramente para obtener algo de ellas Su objetivo es atraer a la gente a él mismo en lugar que a Jesús. Crea dependencias a sí mismo.

El mal líder deja al Señor fuera de sus decisiones. Tiene un espíritu que se rebela a ser controlado de cualquier manera, por Dios o por los demás. No actúa correctamente cuando es confrontado, sino que es defensivo y evasivo. No está interesado en ser parte de un equipo porque no desea compartir su gloria con los demás. Lleva una vida secreta, con poca o ninguna revelación propia. Puede llevar una doble vida, hallando escape en la pornografía o en otras áreas de pecado. Se rehúsa a entrenar otros para el servicio porque no desea crear su propia competencia. No está interesado en el trabajo de equipo.

Este es un retrato oscuro del mal liderazgo. Naturalmente ningún líder tiene todos los defectos mencionados; nadie es completamente malo o completamente santo. Le sugerimos usar la lista descrita para examinarse a usted mismo, no para incriminar a los demás. La mayoría de las veces nuestra motivación es centrada en nosotros y en los demás al mismo tiempo. Necesitamos ser amables con nosotros mismos y con los demás, y esforzarnos por llegar a ser más como Cristo, siendo pacientes y buscando que Dios nos lleve a un terreno más alto.

C. RECOMENDACIONES PARA ESCOGER LÍDERES PARA MINISTERIO DE RESTAURACIÓN

Muchas iglesias y pastores están entusiasmados con respecto a levantar ministerios para ayudar a personas con quebrantamiento, y se enfrentan con el problema de establecer liderazgo para tal ministerio. Como hay pocos precedentes en este tipo de ministerio, la tendencia es respaldar a alguien que aún no está listo para el ministerio, y con frecuencia por personas que tienen un trasfondo de quebranto sexual.

Es imprescindible que la iglesia solicite referencias a los ministerios que apoyaron al candidato en su proceso de restauración. La iglesia no debe avalar en seguida a alguien a quien no conoce.

El líder debe ser probado en servicio humilde y fiel. Los líderes deben ser preparados para el ministerio. Deben tener un buen registro de asistencia a la iglesia y de servicio en algún ministerio antes de ser un líder de grupo. La iglesia debe observar sus cualidades de liderazgo y estar de acuerdo en que hay un llamado en su vida. Aunque hay una necesidad apremiante de liderazgo, Dios nunca es impaciente, Él siempre dispone tiempo para el entrenamiento. Había enormes necesidades que prevalecían en derredor de Cristo y Sus discípulos, no obstante, Él tomó tiempo para preparar y discipular a Sus doce. El Maestro es nuestro ejemplo.

Aquí están algunas cosas que deben buscarse en el liderazgo potencial:

1. ¿Están dispuestos a renunciar a las cosas del mundo por la obra de Dios?

2. ¿Ha sido un siervo en la iglesia durante un período considerable de tiempo? ¿Ha habido un aprendizaje exitoso?

3. ¿Tiene un espíritu enseñable? ¿Está deseoso de aprender? ¿Es sumiso al liderazgo existente?

4. ¿Comenzará desde el escalón más bajo?

5. ¿Es exitoso en otras áreas de su vida? ¿Existe la seguridad de que no busca un puesto de liderazgo solamente porque no puede funcionar en el mundo, es incapaz de permanecer en un trabajo o de agradar a un patrón?

6. ¿Están siguiendo la agenda de Dios, o han elaborado planes por su propia cuenta? ¿Están dispuestos a soltar todos sus planes a Dios y a los ancianos que están sobre ellos?

7. ¿Trabajan en equipo? ¿Tienen buenas habilidades para comunicarse? ¿Son capaces de trabajar fácilmente con otros, dando y recibiendo? ¿Pueden ser entendidos fácilmente por los demás?

En particular aquellos que provienen de un trasfondo de homosexualidad, han llevado una doble vida. La iglesia debe saber esto y mantenerse en estrecha consideración hacia aquellos que ministran motivados por sus propias heridas. Todo líder puede caer, un “ex-gay” o una persona que siempre ha sido heterosexual y todo liderazgo debe mantenerse rindiendo cuentas.

Los líderes realmente necesitan más cuidado e interés, necesitan gente que tenga el valor suficiente para confrontar, para amar, consolar y buscar comprenderlos. Necesitan afirmación y amonestación.

La iglesia debe estar allí para confortar al líder cuando llegue a estar bajo ataque. La iglesia no debe unirse a los que atacan, sino creer lo mejor, concediendo el beneficio de la duda, aunque usando de toda sabiduría. Debe estar allí cuando el líder esté en problemas, desilusionado y herido. Sí, los líderes deben sufrir, pero no tienen por qué hacerlo solos.

De las profundidades de nuestras heridas puede venir la sanidad. Podemos consolar a otros con el consuelo que hemos recibido.

Frank Worthen es uno de los fundadores y pioneros del movimiento de Exodus a nivel mundial, colaboró activamente en el establecimiento de diversos ministerios en los Estados Unidos y en Filipinas. Autor de varios libros y manuales que han sido traducidos a distintos idiomas: “Ayudando a gente a salir de la homosexualidad”, “Cómo comenzar un grupo de apoyo”, “Liderazgo”, entre otros. Actualmente vive en San Francisco con su esposa Anita, ambos son parte de la junta directiva de Restored Hope Network, una red de ministerios que ayudan a personas con quebrantamiento sexual en los Estados Unidos.

El libro “Liderazgo” está disponible en nuestra librería, si está interesado en adquirirlo por favor comuníquese con nosotros ventas@exoduslatinoamerica.org

Agradecimiento especial por la elaboración de este extracto a Leonor M.

Por Pedro Delgado

Santiago era un niño callado y taciturno. Miraba con ojos tristes a sus compañeros mientras parecían divertirse. Anhelaba ser capaz de jugar con ellos y comportarse con ese valor, coraje, determinación y seguridad con el balón. Pero el simple hecho de hablar con uno de ellos, le llenaba de pánico.

Había sido objeto de burlas en repetidas ocasiones, y para ocultar su amaneramiento y su voz delicada, prefería callar y permanecer inmóvil, guardando una distancia prudencial del resto de sus compañeros o involucrándose en actividades que pudiera desarrollar solo: lectura o trabajos manuales. O simplemente prefería jugar con niñas, con quienes se sentía más seguro y menos amenazado.

Julieta era diferente. “¡Quítenmela de encima!” gritaba desesperado Enrique mientras su compañera Julieta le arremetía violentamente, golpeándole la cara con una saña inusual a sus apenas once años de edad. La madre de Julieta llegó visiblemente agitada a la oficina de la directora de la primaria donde su hija estudiaba. No era la primera vez que le hacía llamar por el comportamiento agresivo de Julieta; era la tercera escuela primaria en la que estudiaba, pues había sido expulsada por la misma razón.

La niña no parecía sentirse cómoda con sus compañeras; prefería jugar con los varones, juegos rudos, e incluso realizaba hazañas que algunos niños ni siquiera se atrevían a hacer.

Las historias de Santiago y Julieta son las de muchos otros niños. ¿Qué es lo que sucedió? ¿Qué fue lo que afectó a estos niños, ahora quizá adultos, que muestran un comportamiento que no va acorde con su género?

Para que se lleve a cabo en forma satisfactoria un crecimiento y madurez espiritual, emocional y física, deben estar presentes ciertos nutrientes durante su infancia. Hablando específicamente de una orientación sexual sana, es necesario que los niños desarrollen vínculos adecuados con su madre, pues es quien los nutre y cuida desde su gestación. También con su padre, cuya intervención oportuna desde el momento mismo de la concepción es de suma importancia. Y con los dos al estar unidos como esposos, en una relación de respeto y de adecuada comunicación entre ambos.

Cuando la gente comenta: “Es alarmante la cantidad de homosexuales que está surgiendo hoy en día. ¡Pareciera plaga!” tristemente tenemos que admitir que proporcionalmente a una mayor crisis de paternidad, habrá cada vez más personas con problemas de lo que ahora se denomina Atracción al Mismo Sexo (AMS). Es decir, de homosexualidad y lesbianismo.

¿Y cómo es que la ausencia física y/o emocional del padre puede afectar tanto el desarrollo psicosexual del niño? Joseph Nicolosi, autor del libro Una guía para padres sobre cómo prevenir la homosexualidad, nos dice cómo los nutrientes básicos, tanto físicos como emocionales, son dados en primera instancia por parte de la madre. Ella juega un papel trascendental en cuanto a cimentar las bases del desarrollo del niño, tanto del varón como de la mujer.

Sin embargo, hablando específicamente de los niños varones, es de suma importancia que el padre intervenga en lo afectivo, imprimiendo su sello de masculinidad. Debe llevar a cabo una transferencia de identidad de género con su presencia patente entre los dieciocho meses y los tres años de edad.

Aunque la recurrencia del lesbianismo está siendo cada vez mayor, no se compara con el problema de la homosexualidad masculina. Según las estadísticas, por cada cinco casos de homosexualidad masculina, existe un solo caso de lesbianismo. Esto se debe a que, aunque tanto la madre como el padre juegan un papel importante en el desarrollo psicosexual tanto del niño como de la niña, la función del padre es lograr un desapego, como emprender un vuelo hacia una masculinidad afectiva en el caso de los varones.

La masculinidad es un logro que difícilmente se puede obtener sin la intervención del padre, o de una figura masculina que funja como padre sustituto. En el caso de las hijas, aunque el padre también viene a afirmar su feminidad, ésta es más bien conformada en primera instancia por la madre, con la que la hija no tiene que lograr precisamente un desprendimiento, sino seguir conectada con ella especialmente durante su infancia, pubertad y adolescencia.

El niño varón que no logra la conexión con su padre, quien se espera intervenga para “rescatar al hijo de la influencia materna”, como dice Nicolosi. A esta edad el niño ya distingue entre su madre y su padre, y hay una atracción natural puesta por Dios, hacia lo masculino, hacia su padre, pues anhela ser conformado y afirmado por él.

El amor de la madre es más bien incondicional. La madre consiente a los hijos, los sobreprotege en algunos casos. Aunque puede imponer también disciplina, su tendencia es más bien hacia amar, dar y cuidar de una forma absoluta. Pero el amor del padre suele ser más condicionado, hablando de los varones, pues hace al niño un tomador de riesgos. Lo anima a subirse a un árbol, jugar pelota, hacer cosas osadas que no se le faciliten. Esto da al niño un sentido de seguridad, pues estas primeras cosas riesgosas las hace al lado de alguien que le inspira confianza y seguridad, y que lo motiva para ser, al igual que él, una persona segura y valiente.

Pero cuando el niño es solo criado por la madre, o con escasa participación por parte del padre, donde no le permite emprender ese vuelo hacia la masculinidad, porque ni siquiera se siente seguro para desprenderse de quien le ha provisto para sus necesidades hasta ese momento, es inseguro para tomar riesgos, para ser una persona decisiva, determinante, fuerte. Más bien puede sentirse inseguro, tímido, temeroso. Puede no saber comportarse con el aplomo de un varón, pues la ausencia de su padre ha frenado su desarrollo en cuanto a su masculinidad.

Por supuesto que las raíces de una desorientación homosexual son muchas. Hablamos de una conspiración de factores que pueden ser un temperamento inclinado hacia lo artístico e intelectual, influencia femenina, etiquetación, abuso sexual infantil, experiencias sexuales tempranas, vinculación emocional insana con la madre, matriarcado, machismo, entre otros. Pero en especial la ruptura con el padre del mismo sexo es un factor predominante.

Cuando el niño anhela una conexión con su padre, y por alguna razón ésta no se logra, él lo percibe como un rechazo por parte de su padre. Se siente abandonado, ignorado. Puede percibirlo como alguien hostil, agresivo, ausente, alguien que no se interesa en él, falto de amor. Esta percepción es reforzada si existe una relación matrimonial desdichada.

La madre en su crisis emocional puede hacer del niño su confidente, una especie de “esposito” en el cual descarga sus frustraciones. Tal vez trata de cambiarlo y hacerlo a su manera, en vista de lo insatisfactoria que ha resultado su relación matrimonial. Habla con su hijo del mal comportamiento de su padre, de su mal desempeño como esposo, de cómo la ha maltratado, de cómo ha estado ausente, de cuán lejos está de ser el esposo y padre que debía haber sido.

La conclusión mental inconsciente del niño es: ¿Eso es ser un hombre? Yo no quiero ser eso. Al rechazar y renunciar a su padre, termina renunciando también a su propia masculinidad.

En el caso del lesbianismo, las causas son muy similares pero algunas dinámicas son un tanto distintas. Hablando de los factores que contribuyen al lesbianismo, puede también existir una ruptura con su madre o abuso sexual infantil, o puede contribuir también el hecho de que la niña haya resultado ser de una constitución robusta o atlética, que no cae en los estándares de lo que esperaba su madre para una niña delicada y femenina. De esta manera puede existir cierto rechazo hacia ella.

Puede ser que se esperaba a un varón en lugar de una niña. Se le comience a tratar como un niño, a vestirla como niño, sofocando su propia feminidad. Pero nos encontramos una vez más con un factor fuerte: la presencia del padre. En este caso él es quien dignifica y afirma la feminidad de su hija, y esto comienza con el trato que como esposo da a su propia esposa.

En unos casos se desarrolla un vínculo emocional con su padre tan fuerte que logra desapegarla de su madre, e incluso crear un tipo de rivalidad entre ellas.

Algo muy distinto puede ocurrir también. Si existe una relación disfuncional en el matrimonio y el esposo está maltratando física y/o emocionalmente a su esposa, la hija se da cuenta de dicho maltrato y se vuelve contrincante de su padre para defender a su débil madre. En tal caso la conclusión inconsciente es: ¿Esto es ser una mujer? No es algo que yo quiero ser.

Entonces ¿cómo debería ser una paternidad sana que nutra, motive, afirme y favorezca hacia una sana orientación e identidad sexual en los hijos?

Se busca un padre que ame a Dios, que lo conozca, que acepte el papel que Dios le ha dado dentro de su matrimonio y de su familia. Será un padre apegado al diseño de Dios establecido para el hogar, un padre en quien descanse la autoridad de la familia, que va acompañada de la responsabilidad para cuidar y amar a la esposa como vaso más frágil, que sepa que lo mejor que puede dar a sus hijos en principio no son bienes materiales por los cuales se pase horas incansables de trabajo, sino darse a sí mismo, su tiempo, su presencia, su afecto, su cariño, su disciplina.

Se busca un padre que con la ayuda de Dios pueda romper con las viejas maldiciones generacionales que se dan en forma de machismo, ausencia, agresión, falta de comunicación. Será un padre que busque al Padre Dios para llenar sus propios vacíos emocionales, a fin de crecer en su propia plenitud de paternidad y ser facultado por el Señor para ser el padre que él quiso que fuera.

Se busca un padre que sepa poner límites a sus hijos para criar niños seguros que sepan hacia dónde ir, un padre que vea a sus hijos como saetas a quienes da dirección, que les instruya en el camino de Dios siendo ejemplo de protección, provisión, líder fuerte pero amoroso que rompa con las ataduras y moldes que impiden mostrar afecto en forma práctica y física a su esposa y a sus hijos.

La boca de un padre debe bendecir incansablemente a sus hijos y decir con libertad: Te amo esposa; te amo, hijo; te amo, hija. Una mujer puede ser una madre extraordinaria, pero no le es dado ser padre. Esta es una facultad única y exclusiva para el varón. Su intervención y aporte en el sano desarrollo de los hijos es esencial.

No se buscan padres perfectos, porque cuando se ha encontrado al Padre perfecto en el cielo, sabemos que nos falta mucho para ser como Él. Pero tenemos el anhelo de ir en esa dirección. Se buscan padres forjadores de nuevas generaciones de hombres y mujeres que amen a Dios, hombres íntegros que vivan de acuerdo con el diseño de Dios establecido para la sexualidad en esta era de postmodernidad, hombres y mujeres rendidos al señorío de Jesucristo en todas las áreas de sus vidas.

Testimonio: Shirley Baskett

Excavé con la pala en la tierra seca de verano y saqué otro terrón cubierto de maleza en el patio trasero. Esa era la única manera en que podía mantener la cordura. Pensé en Adán escondiéndose en el jardín del Edén y hundí la pala otra vez en el suelo duro.

Unos pocos días antes me había graduado del Colegio Bíblico y ahora me encontraba en la casa de mis padres. No había manera de que yo hablara con alguien de lo que había pasado en mi graduación esa noche. No hubiera podido explicármelo ni a mí misma.

Todavía soy joven pensé, más de un hombre me había roto el corazón y estaba consciente que formar una buena relación con un hombre era difícil para mí. Cuando me encontré a mi misma enamorándome de una mujer, sabía que estaba en conflicto con mi fe, pero pensé que era simplemente mi fantasía, me entretuve con mis pensamientos, nunca creí que pudiera pasar.

En la noche de mi graduación la conexión fue eléctrica y tuvimos un sentimiento vertiginoso de culpa y obsesión. Como cristianas sabíamos que esto nunca debió haber comenzado y el temor a Dios junto con el desaliento era un tormento pero estar separadas era peor.

Permanecí en la casa de mis padres por un año, Auckland y ella se quedaron en la Isla del Sur. Teníamos la esperanza de regresar el tiempo y que nuestras vidas volvieran al buen camino. Bueno, lo hice. Mientras ella, sin yo saberlo se fue directamente a empezar una nueva relación con otra mujer. Durante ese año parecía que mis oración solo golpeaban el techo.

Para enfrentarlo, empecé a beber y a fumar, y me justifique como una creyente liberal. Salía con personas que estaban al margen de la iglesia, era crítica con aquellas que consideraba demasiado “rectos”. Culpé de mi conflicto al legalismo y al pensamiento estrecho de la iglesia.

Cuando mi amiga vino a la ciudad al final del año y quería estar conmigo, yo ya estaba cansada de pelear con mi corazón y estaba de regreso de alguna forma al cielo. Ahora yo sabía que Dios me hizo de la manera que yo era. ¿Seguramente había habido algún tipo de error y yo era un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer? Yo estaba bien consciente que me estaba alejando de Dios y durante los siguientes meses recuerdo claramente haber perdido mi alegría cuando mi risa sonaba hueca.

Una vez que yo puse mis pies en el camino elegido, mi amante me dejó por otra persona. Estaba más destrozada que nunca. Esta vez yo había vendido mi alma y renunciado a mi fe por esta mujer. Sin embargo, por ahora ya estaba convencida que había nacido homosexual y que nada podría cambiarme. La única esperanza era encontrar otra alma gemela.

Me encontré a la deriva en la “escena”, primero en los bares y luego en el “club de mujeres”. Terminé en una ciudad como ratonera áspera, ruidosa y pendenciera. Luego me fui a Sydney, Australia con mi amante en turno. Rápidamente me estaba convirtiendo en alcohólica, en Sydney era raro que no fumara algún tipo de droga. Mi pareja y yo nos quedamos con un grupo de bisexuales prostitutas que estaban usando heroína. Aquí ellas eran menos posesivas y se metían menos en peleas físicas. Pero la vida nocturna era más siniestra y rápida.

Cuando mi relación terminó después de dos años, me di cuenta que tenía poca habilidad y deje de creer y amar, y decidí disfrutar todas las relaciones casuales que pudiera conquistar. Yo no entendía a las muchachas bi-sexuales, yo prefería las mujeres. El pensar de una relación con un hombre era repulsivo para mí.

Tuve que regresar a Nueva Zelanda para cambiar algo de mi propiedad. Luego conseguí un trabajo que había deseado pero estaba detenido. Traté de asentarme de nuevo en mi antigua escena. Ahora viviendo con mis nuevas filosofías, también era feliz yendo de una persona a otra o varias al mismo tiempo si lo podía hacer.

En este punto yo creía que por fin había derrotado al Diablo en su propio juego. Descubrí que si solo murmuraba que trataría de volver a Dios, yo podría tener a la persona que yo deseara. Yo hice esto deliberadamente y sin la verdadera intención de que pudiera volver a Dios y tenía a la muchacha que yo le había insistido por muchos años. Pero era una victoria vacía porque ahora no le podía confiar mi corazón a ella.

Mi vida se estaba volviendo vacía aun cuando yo encontraba a alguien que realmente le importaba. Era incapaz de devolver el favor. Yo era una mujer muerta caminando. Decidí que debería terminar el cuadro y acabar con esta cáscara vacía de mi cuerpo. No estaba deprimida, solo pensaba en este punto terminar con mi existencia. Después de todo, ya estaba al final de mis 20’s y podía ver mi vejez como un futuro solitario.

Oré muchas veces pero el techo de concreto estaba siempre ahí. Traté de nuevo. Oré:

“Dios, no sé siquiera si tú estas ahí, pero si lo estás, y si yo puedo regresar a ti por favor muéstramelo. No espero una luz de neón pero por favor muéstramelo”.

Esa noche yo tuve una visita. Yo vivía sola en un piso interior en la ciudad. Ahí en el escalón de la entrada estaba un muchacho alto y delgado de nombre Geoff que había conocido en mis tempranos días de cristiana. Estaba un poco perpleja de ver como él había venido a visitarme, hacía mucho que no me había tocado ver cristianos aparte de mi hermana oradora.

El me explicó que mi mamá y hermana, después de ocho años y medio, telefonearon a la iglesia de la ciudad para que enviaran a alguien a verme. La iglesia era grande con aproximadamente 2,000 personas y la llamada podría haber sido ignorada, pero el pastor a quien le tocó la petición se había convertido a través de mi hermana. El delegó la solicitud y recayó en alguien que me conocía, Geoff.

Geoff sabía cómo había sido mi vida y oró antes de venir a verme. Pasaron tres semanas para que él se sintiera confiado de irme a ver. Fue justo en el día que yo había orado por mi señal. Sabía que si Dios estaba tratando de llegar a mí, entonces yo podría hacerlo.Decidí esa noche, sabía que tenía una última oportunidad para regresar a Jesús y la tomé firmemente.

Ese viernes fui al bar gay donde solía beber, que esa noche estaba cerrando.  Nunca tuve que saber a dónde irían mis amigos después de esto y por lo tanto, tener la tentación de beber con ellos. Antes de que cerraran había ordenado algunas  rondas de cerveza y fui a despedirme de cada uno de ellos.

“¿A dónde vas?”

Todos querían saber.

“Regreso con Dios”.

Era todo lo que les podía decir.

“Tu volverás. Nadie se sale así como así”,

decían con desprecio.

El domingo fui a la iglesia con Geoff y su familia. Aprendí mucho en los días siguientes pero nunca volví atrás desde ese día. Era extremadamente difícil, pero no imposible.

Por un tiempo Dios me permitió pensar que era una lesbiana en celibato. No pensé siquiera verme a mí misma como heterosexual. Un día mientras iba manejando le silbé a una hermosa muchacha. Inmediatamente me di cuenta que había una presencia en el carro. Jesús estaba en el asiento del pasajero. No había condenación, solo una fuerte revelación de mi disparate. La etiqueta de homosexual célibe se cayó de mí como una piedra. Yo era como Dios me había hecho, una mujer. Y Jesús vino a ser el íntimo amor que yo había buscado toda mi vida. Dios me convenció de que “Él es mi amado y yo soy suya” nadie me ha amado como Él lo ha hecho.

Cuando encontré mi paz con Dios y regrese siguiéndolo con todo mi corazón, no me hacía ilusiones con volver a mi antiguo estilo de vida. Mi experiencia con Jesús era tal que no tenía dudas de que los dos estilos de vida eran incompatibles como la mermelada y el ajo, o como las cebollas en escabeche y el helado.

Dios me llevó hasta el punto de casarme con un hombre maravilloso. El me dejó muy claro que Pete iba ser el compañero de mi vida. En mis lecturas de la Biblia me di cuenta que el amor era más acerca de ceder nuestros derechos y morir al egoísmo, ya sea en el matrimonio, la amistad o la familia. He estado casada durante veintiséis años. Nuestro matrimonio se ha fortalecido y madurado, y nuestro amor ha crecido y convertido en una unión firme.

Dios también me llamó a trabajar como una predicadora ambulante y como Pastora ordenada. Tenía un largo camino por recorrer, desde donde había estado viviendo en desobediencia, ignorancia y orgullo, hasta donde Dios quería que estuviera.

Quizás has tenido tantos fracasos que no te atreves a pensar que puedes caminar con libertad. Si yo he podido ser una corredora que va a la cabeza y tú quieres correr conmigo, siguiendo a Jesús no importa a qué precio, puedes unirte a un ejército de vencedores.

La historia de Shirley está escrita en el libro The Woman Who Outran The Devil (La mujer que derrotó al diablo).

Shirley Baskett es pastora ordenada, actualmente es directora del ministerio Renew en Melbourne, Australia. Es directora de Exodus Asia Pacífico que reúne diversos ministerios en Nueva Zelanda y Australia que ayudan a personas con quebranto sexual, además de colaborar con otros ministerios en países asiáticos. 

Traducción: Rosana López.

Por Rusty Wright

¡Oigan, chicos! ¿Quieren leer un material realmente genial sobre el amor y el sexo que tal vez nunca escuchen de sus padres? ¡Presten atención! (Pero… traten de no escuchar durante los próximos segundos) ¡Oigan, padres! ¿Quieren saber cómo hablar a sus hijos sobre el sexo de una forma que entiendan y con la que se sientan identificados? Sigan leyendo {1}

Está bien, chicos. Pueden volver a escuchar.

“¿Cómo puedo tener una vida amorosa satisfactoria? ¿Cómo puedo sacar lo máximo del sexo?”. Los estudiantes universitarios de todo el mundo hacen estas preguntas. Al hablar en sus universidades, he intentado ofrecer algunos principios prácticos, porque creo que tanto el placer como la satisfacción emocional son aspectos importantes del sexo. Estos principios tienen que ver con los adolescentes también. Adolescentes de todas las edades.

El sexo ocupa nuestras mentes frecuentemente. Según dos psicólogos de la Universidad de Vermont y la Universidad de South Carolina, el 95% de las personas piensa en el sexo al menos una vez por día. {2} Usted podría preguntarse: “¿Quiere decir que el 5% no lo hace?”.

¿Por qué existe el sexo? Uno de los principales propósitos del sexo es elplacer. Un sabio llamado Salomón escribió, con terminología “para ver acompañado con los padres”, lo siguiente:

15 bebe el agua de tu propio pozo, comparte tu amor sólo con tu esposa. 16 ¿Para qué derramar por las calles el agua de tus manantiales     teniendo sexo con cualquiera? 17 deben reservarla sólo para los dos; jamás la compartan con desconocidos.

18 que tu esposa sea una fuente de bendición para ti.     Alégrate con la esposa de tu juventud. 19 es una cierva amorosa, una gacela llena de gracia.     Que sus pechos te satisfagan siempre.     Que siempre seas cautivado por su amor. {3}

El antiguo soneto de amor de Salomón, el “Cantar de los Cantares”, es uno de los mejores manuales sobre sexo escritos jamás. Detalla la belleza de la relación sexual y es una descripción sumamente franca de la intimidad sexual marital. Tal vez quieras leerlo. ¿Te sorprende saber que está en tu Biblia?

Otro propósito del sexo es desarrollar una totalidad o unidad. Mil quinientos años antes de Cristo, Moisés, el gran libertador israelita, escribió: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. {4} Cuando dos personas se unen sexualmente, se vuelven “una sola carne”.

Un tercer propósito del sexo es la procreación. ¡Por supuesto!, sin ella no estarías aquí. Aprendemos esto en el primer año de biología, ¿no es cierto?

De acuerdo, así que el sexo es para el placer, la unidad y la procreación. Pero ¿cómo pueden las personas obtener lo máximo del amor y el sexo?

Cómo tener una vida amorosa más satisfactoria

Una forma de no tener una vida amorosa satisfactoria es concentrarse exclusivamente en la técnica sexual. Ciertamente no hay nada de malo en aprender las técnicas sexuales, pero las técnicas por sí solas no son la respuesta.

Las cualidades que contribuyen a una vida sexual exitosa son las mismas que contribuyen a una relación interpersonal exitosa. Cualidades como el amor, el compromiso y la comunicación.

Piensa en el amor. Como señala el popular conferencista y autor Josh McDowell, esas románticas palabras: “Te amo”, pueden ser interpretadas de diferentes formas. Un significado es: “Te amo si: si sales conmigo… si estás de buen humor… si te acuestas conmigo”. Otro significado es: “Te amo porque: eres atractivo/a.… fuerte… inteligente”. Ambos tipos de amor deben ser ganados.

El mejor tipo de amor es incondicional. Dice: “Te amo, punto. Te amo aun cuando aparezca alguien mejor parecido/a, aun cuando cambies, aun cuando tengas mal aliento por la mañana. Pongo tus necesidades por sobre mis propias necesidades”. Una joven pareja comprometida tenía la popularidad, inteligencia, buena apariencia y éxito atlético que parecían augurar un brillante futuro. Entonces la mujer sufrió un accidente que la dejó paralizada de por vida. Su prometido la dejó.

Entonces, ¿era su amor por ella “amor, y punto”? ¿O era amor “si”, o amor “porque”? El amor incondicional (o “menos condicional”, porque ninguno de nosotros es perfecto) es indispensable para una relación duradera.

El escenario apto para que se dé el amor incondicional, con el cariño y aceptación, que se requiere para obtener la plenitud en una relación sexual, en forma incuestionable es ¡el matrimonio! El sexo, visto de esta forma, se convierte, en una expresión significativa del amor mutuo, y no sólo en una actividad centrada en uno mismo.

El compromiso es, también, importante para una fuerte relación y el sexo satisfactorio. Sin el compromiso mutuo, ninguno de los involucrados podrá tener la confianza máxima de que la relación es segura.

La buena comunicación es esencial. Si surge un problema, las parejas necesitan hablarlo y perdonarse, antes que “cocerse en su propia salsa”. En palabras de un profesor de sociología, “la estimulación previa sexual involucra una relación de 24 horas”. {5}

Entonces, te preguntarás: “¿Y qué de la actividad sexual antes del matrimonio?”. Hablaremos más sobre ese tema a continuación.

¿Por qué esperar?

Después que hablé en una clase de sexualidad humana en la Universidad Estatal de Arizona, un estudiante dijo: “Usted está hablando del sexo dentro del matrimonio. ¿Y el sexo prematrimonial?”. Tenía razón. Yo estaba diciendo que la relación sexual había sido ideada para funcionar mejor en un matrimonio feliz, y recomendaba esperar hasta el matrimonio antes de experimentar el sexo.

Este punto de vista es, por supuesto, muy polémico. Tal vez estés de acuerdo conmigo, o podrías pensar que soy de otro planeta, y respeto tu derecho a sentir de esa forma.

Esta es la razón por la que yo esperé. Yo lo hice, en primer lugar, por una razón moral: Dios en la Biblia claramente dice que esperemos. {6} Algunos piensan que Dios quiere hacerlas infelices, pero la realidad es que Él nos ama y quiere lo mejor para nosotros.

Además, hay razones prácticas para esperar.

El sexo prematrimonial puede atentar contra una fuerte relación y una vida amorosa gratificante. Demasiado a menudo, es meramente una experiencia auto gratificante. Luego de un encuentro sexual íntimo, un integrante de la pareja podría estar diciendo: “Te amo”, mientras el otro piensa: “Lo amo” (al sexo, no a la persona).

Con mucha frecuencia, al sexo prematrimonial le falta un compromiso total y permanente. Esto puede crear inseguridad. Por ejemplo, mientras la pareja no está casada, persiste el pensamiento recurrente: “Si él/ella ha dormido conmigo, ¿con quién más podría haberse acostado?”. Luego de casarse, piensan: “Si estuvo dispuesto/a a romper una norma moral conmigo antes de estar casados, ¿lo hará con otra persona después de casados?”. La duda puede minar su relación.

El sexo prematrimonial puede inhibir la comunicación también. Cada uno podría preguntarse: “¿Cómo me comparo con los demás amantes de mi pareja? ¿Les dirá a ellos/ellas cómo soy en la cama?”. Cada uno puede volverse menos abierto; la comunicación puede deteriorarse, así como la relación. El sexo prematrimonial puede reducir las posibilidades de que las personas experimenten unidad y placer. El sexo prematrimonial puede introducir factores que son difíciles de vencer. Una joven mujer que acababa de casarse me habló de su perspectiva luego de una conferencia en una universidad en Sydney, Australia. Dijo: “Realmente me gusta lo que usted dijo sobre esperar. Mi novio y yo teníamos que tomar la decisión y decidimos esperar” (cada uno había estado sexualmente activo en relaciones anteriores). Continuó diciendo: “Con todas las demás tensiones, las decisiones y la presión del compromiso, el sexo hubiera sido solo una preocupación más. Esperar hasta nuestro matrimonio antes de tener sexo fue la mejor decisión que tomamos jamás”.

Palabras sabias. En resumen, yo esperé porque Dios lo dijo, porque había muchas ventajas prácticas y porque ninguno de los argumentos que había escuchado a favor de no esperar eran lo suficientemente fuertes. {7}

El elemento esencial

¿Sabes? Hay poderosos factores emocionales que pueden hacer que a un joven le resulte difícil esperar hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales o dejar de tenerlas, la mayoría de ellos ligados con carencias afectivas y problemáticas arraigadas en las relaciones familiares y cercanas.

Así, el anhelo de estar cerca de alguien o el ansia de expresar amor pueden generar intensos deseos de intimidad física. Muchos solteros quisieran esperar, pero carecen de la fuerza interior o de autoestima que se requiere, a veces temen perder el amor si postergan el sexo.

A menudo, el sexo trae vacío a las personas. Como me dijo una productora de televisión: “Francamente, creo que la revolución sexual ha tenido un efecto contrario al buscado. Es degradante ser tratado como un pedazo de carne”. La noche anterior su amante había justificado la decisión de él de dormir con otras personas diciéndole a ella: “Hay suficiente de mí para todos”. Lo que sospecho que quiso decir es: “Hay suficiente de todos para mí”. Ella se sentía engañada y sola.

Le expliqué a la productora y a su audiencia televisiva que la sexualidad involucra también lo espiritual. Un sabio maestro entendió nuestra soledad y anhelos de amor. Reconoció las necesidades emocionales humanas de estima, aceptación y totalidad, y ofreció un plan para suplirlas. Su plan ha ayudado a las personas a ser personas “flamantes” por dentro. {8} Prometió amor incondicional a todos los que lo pidieran. {9}

Una vez que sabemos que somos amados y aceptados, podemos tener una mayor confianza y seguridad para ser vulnerables en las relaciones, así como una nueva fuerza interior para hacer elecciones sabias para una vida segura y plena.{10} El maestro dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. {11} Millones de personas dan fe de la seguridad que Él puede brindar en las relaciones. Su nombre, por supuesto, es Jesús de Nazaret.

Si bien yo había sido un escéptico, puse mi fe en Él personalmente durante mi primer año en la universidad. Mediante una simple actitud del corazón, dije: “Jesús, creo que moriste y resucitaste por mí. Te pido que entres en mi vida, me perdones y me des la nueva vida que prometiste”. Me perdonó todas mis faltas y defectos -y tenía (y tengo) muchos. Dijo que su propia muerte y resurrección -una vez que aceptaba su perdón- borró mi culpa. {12} ¡Esas eran buenas noticias!

El matrimonio en el cual participa Jesús puede ser como un triángulo, con Dios en el vértice superior y los dos cónyuges en los vértices inferiores. Al acercarse cada cónyuge más a Dios, también se acercan entre sí. La vida no se vuelve perfecta, pero la presencia y amistad de Dios es el elemento esencial a toda relación.

Así, que comienza por lo esencial, y en su momento disfrutarás al máximo del regalo de tu sexualidad, en el ambiente seguro y confiable diseñado para ello: un matrimonio bajo la bendición de Dios.

Notas 1. Partes de este artículo están adaptadas de Rusty Wright, “Dynamic Sex:

locking the Secret to Love,” Every Student’s Choice, 1996,

2. Kathleen Kelleher, “Entertaining Fantasies? Don’t Worry, Everyone’s Doing It,” Los Angeles Times, August 15, 1995, E1. Ella cita a Harold Leitenberg de la Universidad de Vermont y Kris Henning, “ahora en la Escuela Médica de la Universidad de Carolina del Sur”.

3. Proverbios 5:15-19 (Nueva Traducción Viviente)

4. Génesis 2:24.

5. Emily Dale, Ph.D., Department of Sociology and Anthropology, Illinois Wesleyan University, Bloomington, Illinois, 1975.

6. 1 Corintios 6:18; 1 Tesalonicenses 4:3.

7. Para un resumen de los argumentos a favor de sexo prematrimonial, con respuestas, ver Wright, “Dynamic Sex: Unlocking the Secret to Love,” op. cit.

8. 2 Corintios 5:17.

9. Juan 3:16; 13:34, 35; 17:20, 23, 26; 1 Juan 4:7-21, 5:14, 15.

10. Hechos 1:8; Efesios 5:18; Gálatas 5:16-24; 1 Corintios 6:18-20.

11. Juan 8:32.

12. Lucas 24:44-47; Colosenses 2:12-14.

Traducción: Alejandro Field

Acerca del Autor

Rusty Wright, un escritor y orador asociado a Probe Ministries, es un conferencista internacional y galardonado autor, periodista y columnista especializado que ha dado conferencias en seis continentes. Es licenciado en Psicología de Duke University y tiene una Maestría en Teología de Oxford University. Se lo puede contactar en RustyWright@aol.com. Por favor indique a qué artículo se está refiriendo. ¿Qué es Probe?

Probe Ministries es un ministerio sin fines de lucro cuya misión consiste en ayudar a la iglesia a renovar las mentes de los creyentes con una cosmovisión cristiana y equipar a la iglesia a reclutar al mundo para Cristo. Probe cumple su misión a través de nuestras conferencias Mind Games [Juegos para la Mente] para jóvenes y adultos, nuestro programa radial diario de 3 1/2 minutos, y nuestro extenso sitio Web en www.probe.org.

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Por el tiempo que la humanidad ha estado sobre la tierra, hemos asociado crianza maternal con confianza y nutrición. Incluso, la idea de confiar en Dios está estrechamente relacionada a la confianza aprendida durante nuestras relaciones más tempranas.

El Salmo 22:9 dice “Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre”.

Sin embargo, una madre puede contribuir tanto a vidas fructíferas como a vidas desperdiciadas, cuando se ha tenido una crianza maternal negativa, podemos comenzar un patrón de desconfianza por el resto de nuestras vidas; y, volvernos agresivos, combativos, controladores, escondiendo nuestras necesidades tanto como la vulnerabilidad.

Existen seis necesidades básicas que deben ser suplidas por una madre: seguridad, nutrición emocional, confianza básica, pertenencia y tener alguien a quien amar.

A medida que usted comience a ver y comprender los elementos que hicieron falta en la crianza maternal recibida, su responsabilidad es lamentar y perdonar, para que pueda ser sanado de cualquier cosa que su madre pudo haber hecho mal. Entonces, conforme toma responsabilidad por su parte del problema, podrá recibir lo que no adquirió, obtener control, y cambiar esas partes de su vida que no han resultado para usted hasta hoy. En este proceso de perdón y responsabilidad, encontrará crecimiento ilimitado.

Ahora describiremos brevemente seis tipos de mamá [1], a fin de que comprenda como se relaciona su historia con su madre, con su vida actual.

LA MAMÁ FANTASMA

Es una mamá desprendida y ausente, que no está disponible emocionalmente para el niño. Algunas variantes que también hacen imposible la relación son cuando existe abuso, control, demandas de perfección, abandono, dificultades en la vida de la madre que la alejan del niño, o bien madres reactivas con las que el niño no puede compartir libremente sin que se moleste.

Los resultados de este tipo de mamá son problemas como, superficialidad en las relaciones, distanciamiento, retraimiento, desconfianza, hostilidad, agresión y relaciones negativas.

Si una madre fue emocionalmente inaccesible, frecuentemente en la vida adulta evitaremos los riesgos por temor a ser destruidos por fracasos, no podemos aceptar críticas y resolver problemas, sufrimos culpa devastadora, y nos sentimos separados de nuestros talentos.

Emocionalmente el tipo de crianza de la mamá fantasma se ve vinculada a dificultades como depresión, sentimientos de vacío, adicciones, problemas en el pensar (pensamientos sospechosos, paranoicos, desconfianza, etc.), desesperanza y falta de significado.

Reconstruya su relación. Dios lo hizo para que dependiera de Él y de otras personas, lo quiere relacionado con Él y con la humanidad, en una mutua y sana dependencia. Está bien desear alcanzar y encontrar a alguien en los tiempos de soledad, tensión y conflicto.

 

LA MAMÁ MUÑECA DE PORCELANA

Es una mamá frágil, no puede tratar con situaciones desagradables o tensas de la vida. Se abruma con los problemas de su niño, así como los de ella misma. Falla en dar contención emocional al niño, esta es la función en la cual la mamá literalmente retiene los sentimientos del niño, hasta que él pueda manejarlos por sí mismo e intercambiar estos sentimientos por serenidad, reposo y amor. La contención se proporciona mediante las acciones de calmar, validar, estructurar y confrontar las emociones del niño.

Los que tienen un pasado frágil de crianza maternal desarrollan un estilo de relacionarse fallido, alejan el acercamiento que necesitan. En un intento de manejar sus propias ansiedades se convierten en cuidadores, apresurándose a rescatar y estabilizar amigos que están teniendo conflictos; desarrollan agresividad; se desconectan cuando experimentan sentimientos abrumadores. Presentan problemas funcionales como, poca confianza en la habilidad para tomar decisiones o estilos rígidos de pensar en su desempeño profesional; emocionalmente puede presentarse depresión, ansiedad y problemas de comportamiento.

Tome el control: lleve sus sentimientos y confusión a otros, como pueden ser grupos de apoyo, consejeros y amigos confiables, que lo ayuden a pensar en forma más contenida.

LA MAMÁ CONTROLADORA

No permite independencia y afirmación de voluntad, ni separación. No promueve la identidad y las diferencias individuales. Falla en disciplinar las elecciones, comportamientos y actitudes pobres, y en imponer límites; no se opone al deseo del niño de evitar independencia y separación, esto es, disfruta de la dependencia del niño hacia ella, usa al niño para llenar sus vacíos.

Dentro de los resultados de una crianza controladora encontramos en las relaciones inhabilidad para decir no, temor de intimidad y compromiso, codependencia. Funcionalmente se presenta desorganización, incapacidad de reconocer sus talentos y habilidades, no aprende a retrasar la gratificación, e irresponsabilidad. Así como problemas emocionales, como depresión, sentimientos de ineficiencia y desesperación, adicciones y problemas de impulsos, aislamiento, estados de ansiedad y ataques de pánico, tendencia a culpar a otros, tener mentalidad de víctima.

Conviértase en su propia persona. No es sólo que tiene una mamá que no lo deja irse o que lo hace sentirse culpable. El meollo del asunto es que tiene un problema de carácter personal, Necesita desarrollar su identidad y autonomía, así como fijar límites.

LA MAMÁ TROFEO

Este tipo de mamá tiene una gran necesidad de “ser especial”, de ser reconocida por medio de su hijo o de ella misma. Manifiesta amor condicional, determinado por los logros del niño. Da alabanzas al niño en cualquier actividad que realiza, y lo justifica cuando no obtiene éxito en lo que emprende, culpando a otras personas por ello; falla en aceptar las partes débiles, negativas, mediocres, malas o que no le gustan de su hijo.

Una crianza maternal “trofeo”, puede generar que el hijo se encuentre siempre actuando para otros, ser demandante, o bien buscar ser especial en todas las situaciones y relaciones. En su desempeño es perfeccionista, teniendo expectativas de alabanza ante el mínimo logro, y esconde los fracasos.

Emocionalmente puede presentar depresión, ansiedad, vergüenza, culpabilidad, compulsiones y adicciones. Y en el plano espiritual, puede generar dificultad en sentirse cerca y seguro con Dios, así como un sentido de maldad abrumador que lo mantiene ciega a la luz del perdón y la gracia de Dios.

Vuélvase real. Debemos enfrentar la realidad, apoderarnos de nuestra imperfección, dolor y fracaso; y con la ayuda de nuestras personas de apoyo crecer en la aceptación propia, dejando de buscar aceptación de nuestra madre y de los demás en general.

LA MAMÁ AÚN JEFA

Este tipo de mamá transmite el mensaje a su hijo de “no importa la edad que tengas siempre seré tu madre”. Tiene ideas rígidas y no permite que su hijo difiera de ella respecto a ningún tema. No permite que su hijo rete su autoridad. La posición del hijo debe ser obedecer sin preguntar. Por ello falla en preparar a su hijo para asumir su rol de adulto y tomar decisiones.

Los resultados de este tipo de crianza son que se presenta una ambivalencia en la persona: un lado deprimido, en el que tiene sentimiento de inferioridad, se siente incapaz de tomar decisiones, con temor al éxito y no se siente como adulto en un mundo adulto; y un lado alentado en el que adopta un papel superior y aspira a conducir y controlar a otros, se torna crítico y condescendiente, tiende a actuar como padre y es rebelde a la autoridad.

En lo funcional, lo vemos con preocupación acerca de lo que otros piensen sobre sus metas y si son las metas “correctas” y con problemas para terminar lo que empieza. Emocionalmente se advierte ansiedad y depresión por sentir que es incapaz de ser adulto, con enojo y sentimientos sexuales reprimidos, así como desórdenes compulsivos y obsesivos. Espiritualmente ve a Dios como un juez dictador, por lo que su relación con Dios está basada en el temor y depende de su actuación. Intelectualiza a Dios.

Reconstruya su madurez. Requiere pasar por un proceso de volverse un igual con su madre adulta y con los otros; en el que, con la ayuda de su grupo de contemporáneos apoyo, reevalúe sus creencias, tome sus propias decisiones, maneje su sexualidad, reconozca y persiga sus talentos y sueños, entre otros aspectos importantes.

LA MAMÁ “AMERICAN EXPRESS”

Su nombre se debe al slogan publicitario de la tarjeta de crédito “American Express: no salga de la casa sin ella”. Frustra todo intento de independencia del hijo y de alejarse del hogar. Se resiste a entregar el control de su vida a un hijo ya adulto.

Los resultados de este tipo de crianza maternal son, en lo relacional, en forma ambivalente busca una pareja que lo mime, pero a la vez resiente ese trato; abandona a la pareja, evitan la intimidad en las relaciones, idealizan una pareja que nunca encuentran, se convierte en la madre de otros en relaciones de dependencia. Depende de otros para motivar el desarrollo de su vida espiritual.

En lo funcional, actúa con desorganización, irresponsabilidad, tiene problemas de desarrollo en los aspectos de identidad y talento, y presenta dificultades en retrasar la gratificación. Las señales emocionales son, depresión, sentimientos de falta de poder e inutilidad, adicciones, aislamiento, ansiedad y ataques de pánico.

Deje el hogar en la forma correcta. Antes de buscar dejar este tipo de relación, debe desarrollar y estabilizar un “hogar emocional”, cimentar relaciones de nueva crianza maternal con cónyuge, amistades, grupos de apoyo, iglesia, terapeutas; empiece a tomar posesión de sus éxitos y fracasos, y tome responsabilidad de sus tareas funcionales.

¿Y AHORA QUÉ?

Una vez que usted ha dado pasos en suplir sus necesidades de crianza, puede encaminarse a buscar la reconciliación. Cuando las personas se reconcilian, se vuelven a los que estaban distanciados y pueden relacionarse nuevamente. La reconciliación es una de las principales necesidades con las que Dios nos creó, y se presenta en distintos ámbitos.

Debemos aceptar nuestra responsabilidad en nuestras relaciones, dejar de negar nuestros problemas, dejar de culpar a mamá, a Dios y a las circunstancias.

Para buscar la reconciliación con su madre, si mamá está dispuesta, puede invitarla a un proceso de restauración, pídale perdón por sus respuestas a sus errores de crianza, fije límites saludables y empiece a desarrollar una nueva relación de amistad en adultez. Si no está dispuesta, perdónela, lamente su ideal de mamá, dispóngase a relacionarse con ella en los aspectos que sí sean compatibles y, ámela lo más que pueda.

En la reconciliación consigo mismo, es necesario lidiar con las heridas de la niñez, aceptar las realidades del pasado, lamentarlas en el presente con el apoyo de una persona de confianza y dejarlas ir.

En la reconciliación con sus relaciones seguras, es preciso buscar reparar relaciones dañadas en el pasado, esto le ayudará a crecer

Fundamentalmente, necesitamos ser reconciliados con el Reconciliador.

Si nunca ha invitado a Cristo a que entre en su vida, que lo perdone, y que le permita comenzar de nuevo, lo invitamos a que lo haga.

Si usted es cristiano que está alejado de Dios, le sugerimos que con urgencia se vuelva a relacionar con El y su amor.

Esta reconciliación formal, es la base de nuestra habilidad para perdonar y relacionarnos, no sólo con Dios, sino con mamá, con otros y con nosotros mismos.

Tomado del libro Factor Mamá por Dr. Henry Cloud y Dr. John Townsend, Editorial Vida, 2002.

[1] Para una descripción completa de cada tipo de mamá, los resultados de su crianza y las formas específicas de superar los problemas que generan, y para restaurar las relaciones, se recomienda consultar el libro “El Factor Mamá”.

Testimonio: Joe Dallas

“Me retracto por lo que dije, y me siento en polvo y ceniza en señal de arrepentimiento.”

Job 42:6

En enero de 1984 tuve una crisis de la verdad. Era un cristiano que había recaído en conductas sexuales destructivas, y el conflicto entre mis deseos sexuales y espirituales alcanzó su punto más alto. Ese fue el comienzo de mi recuperación y por extraño que parezca, el momento más oscuro de mi vida.

Tenía que deshacerme de toda la pornografía que poseía, por supuesto. Hice que cortaran mi servicio de cable. Cancelé mis suscripciones de canales eróticos y busqué un lugar para vivir en otra ciudad.

Sólo entonces me di cuenta que había arruinado todo lo bueno que me habían dado. Al caer en mis pecados, abandoné un ministerio fructífero, una familia amorosa, un gran potencial y todo perdido de una manera vergonzosa. Y cuanto más pensaba en eso, más me hundía en un abismo de disgusto conmigo mismo. Al pasar los días empecé a dormir, y luego me despertaba horrorizado de mí mismo, recordando lo que había hecho, cada vez veía las cosas desde una perspectiva terrible. Lloré revolcándome en la cama con un ataque de llanto y gemidos.

Como parte de mi ‘penitencia’, llamé a todos mis viejos amigos para disculparme y decirles que estaba arrepentido. Sólo pude encontrar a unos pocos, pero uno de ellos permanentemente interrumpió el ciclo de “me odio a mí mismo” en el cual me había metido.

Cuando lo tuve al teléfono y le conté lo que estaba pasando conmigo, rompí una pared y comencé a desbordar la culpa, el estado miserable en que me encontraba y el temor de que ya no había futuro para mí.

Bueno Joe, me dijo, si golpeándote la cabeza contra la pared vas a edificar el Cuerpo de Cristo, por favor, síguelo haciendo.

Pero si no, ¿crees que toda esta energía que estás poniendo en la autocompasión podría usarse en hacer algo útil con lo que te queda de vida?

Eso me calló completamente. Él continuó diciendo, “y quién sabe si algún día, después de pasar por todo esto, es probable que hayas aprendido algo digno de compartir con otros.”

Me había estado ahogando en la vergüenza, tratando de superarme a mí mismo, pero sin lograr nada que valiera la pena en el proceso. Decidí esa noche encontrar algo y hacer algo más útil con mi dolor. Y por extraño que parezca, ese dolor me dirigió a pedir ayuda en consejería, y luego a un deseo de convertirme en consejero capacitado, y finalmente en la oportunidad de trabajar con cientos de otros hombres que había cometido errores muy similares a los míos.

Arrepiéntete de tus pecados, en todo el sentido de la palabra. Pero no te revuelques en la vergüenza. Mejor ora poderosamente para considerar cómo Dios puede convertir sus peores fracasos en oportunidades útiles.

Solamente sorpréndete por el genio escondido detrás de la herida.

“Donde esté la herida de un hombre, es donde se encuentra su genio”

El ministerio de Joe Dallas para ayudar a personas que luchan con adicción sexual es reconocido internacionalmente. Joe es autor, entre otros libros, de Deseos en Conflicto y Estrategia de 30 días para varones en busca de integridad sexual

Reproducido con permiso Derechos reservados.

www.joedallas.com

La mayoría de la gente desea una amistad agradable, mutuamente satisfactoria con esa persona tan importante en la vida: nuestra madre.

Sin embargo para algunas mamás significa conflictos o problemas.

Dios le dio una mamá para que lo criara, protegiera y convirtiera en adulto. Su mamá o alguna persona en ese papel, estuvo allí en el mismo centro de su transformación en lo que ahora es.

Pero muchas veces, la realidad no llega a lo ideal. Puede experimentar una gran variedad de problemas con su madre, tal vez sienta que no puede comunicarse con ella, que no respeta sus elecciones y valores, que rechaza a su familia y amigos, que no tiene libertad para tener una vida aparte sin perder su amor, tiene dificultad en decirle no y confrontarla, que tiene que esconder su verdadero yo y ser perfecto, o siente culpabilidad cuando ella quiere que la cuide y no lo hace, o  por no cumplir sus expectativas y deseos, y otros más.

Sin embargo, como amamos profundamente a nuestra madre, tenemos dificultad en hablar de nuestros sentimientos problemáticos con ella, y podemos preguntarnos:

¿Cómo puedo tener una relación mejor hoy en día con mi madre o con la de alguien más?

¿Cuál de mis problemas en mis relaciones o trabajo pudo haber sido influido por mi madre?

¿Qué fue lo bueno y lo malo en mi crianza maternal, y cómo puedo pasar por encima de mis problemas de crianza y seguir adelante?

¿Cuál es la mejor forma de criar a mis hijos?

Hacerse estas preguntas no es deslealtad a nuestra madre. Dios decretó lo especial e importante de la crianza maternal. “Honrarás a tu padre y a tu madre”, es un tema repetido a través de la Biblia. Pero también necesitamos ser honestos, decir la verdad, sanar, perdonar y lamentar, y al mismo tiempo honrar a mamá.

¿QUÉ HAY EN CUANTO A MAMÁ?

La calidad de la relación con su madre no sólo dicta como irán las cosas entre ustedes dos, sino que impacta drásticamente todos los ámbitos de su vida. En esa relación se aprenden normas de intimidad y relación,  y  también  como manejar fracasos, emociones conflictivas, expectativas e ideales, el dolor y la pérdida, y muchos otros componentes del “coeficiente intelectual emocional”, esa parte de nosotros que garantiza si seremos o no exitosos en el amor y el trabajo.

En resumen gran parte de nuestro desarrollo emocional es determinado por dos realidades: cómo nos crió mamá y cómo respondimos a esa crianza.

Ilustraremos con un ejemplo: David aprendió en su proceso de crianza que el acercamiento podía ser peligroso, cuando estaba herido o con miedo, su madre se ponía ansiosa y lo mimaba al extremo de sofocarlo; como resultado cuando su esposa se le acercaba en forma emocional, David levantaba sus barreras, y se protegía contra un excesivo comprometimiento  emocional. Se encontró en una situación perdida, aunque no le gustaba apartarse de su cónyuge, no le gustaba estar cerca tampoco. De cualquier manera la dejaba insatisfecha. Hasta que David tratara con sus temores de intimidad, esa pauta continuará.  La lucha de David refleja nuestro tema: lo que aprendimos en relación con nuestra madre, afecta profundamente cada aspecto de nuestra vida.

No obstante, esta situación no tiene que perpetuarse. Así como los planes de Dios para que aprendiéramos formas de relacionarnos con la madre pueden terminar en destrucción de nuestras vidas adultas, también su plan de restauración puede traer  cambio y crecimiento.

Mucha gente sufre bajo el engaño de que su madre es el verdadero problema y varios enfoques psicológicos promueven de alguna manera esta postura; pero pensar que la solución vendrá de culpar a los padres, tratando de que cambien, o continuar procesando los sucesos del pasado, pasan por alto las modificaciones de carácter necesarios que llevan a la cura verdadera.

DOS CONSIDERACIONES

Hay dos puntos muy importantes que deben resolverse en nuestra relación con la madre. El primero trata de cómo nos sentimos hoy con respecto al pasado, y el segundo trata de cómo repetimos las pautas del pasado.

El primer punto es comprender los sentimientos que tenemos hacia nuestra madre, los daños que sentimos fueron ocasionados por ella, y las necesidades que no suplió. En este punto debemos identificar sentimientos reprimidos de enojo, desconfianza, de ser controlado, dominado, etc. De no ser resueltos estos sentimientos serán llevados a todas las áreas de nuestra vida principalmente al matrimonio, mediante el fenómeno que los psicólogos llaman “transferencia”,  que es la tendencia de orientar sentimientos hacia personas en el presente –muy comúnmente al cónyuge-, cuando deberían ser dirigidos hacia individuos en el pasado. Si alguien nos maltrata, y fallamos en resolver esos sentimientos heridos, vamos a desbaratar  futuras relaciones que pueden parecerse en carácter, con las que fuimos maltratados.

Si tenemos sentimientos sin resolver hacia nuestra madre necesitamos tratar con esa relación, mediante el proceso del perdón. El perdón implica ver sinceramente los problemas y las relaciones; enfrentarlos, soltarlos y llorar nuestras pérdidas. Nos libera del pasado. Mencionamos lo malo que sucedió, lo miramos, experimentamos los sentimientos, y los soltamos. La meta es llegar al lugar donde “terminamos con la madre”, preparados para ver a las personas como son.

El segundo punto, tiene que ver con el entendimiento de las dinámicas y pautas de comunicación e interacción que aprendimos en nuestra relación con mamá. Necesitamos mirar hacia los patrones que aprendimos en la relación materna. Pautas de prevención, control, sumisión, autoridad, pasividad, agresividad y demasiado control, desconfianza, etc. Eso es lo que la crianza significa: interiorizamos las costumbres de nuestros padres, y luego vivimos de acuerdo a ellas.

Estas pautas de relación son como mapas desplegados en nuestro cerebro: ellos determinan como actuaremos en diferentes tipos de relaciones. La Biblia nos dice que nosotros repetimos modelos de relación no sanos, hasta que nos apoderamos de ellos y trabajamos a través de ellos (ver Marcos 7:8-9).

Nuestra relación con mamá necesita más que perdón: requerimos conocer la dinámica y las pautas aprendidas para separarnos de ellas,  y  cambiarlas a otras más útiles.

EL PROCESO DE CRIANZA MATERNAL Y SU RESTAURACIÓN

Una buena madre hace esto: escucha y acepta lo negativo, se contiene, y ayuda a su hijo a no sentirse abrumado; se siente confortable con las imperfecciones del pequeño. Este último toma ese consuelo de ella dentro de su personalidad, y contribuye a que su madre se sienta también cómoda con esos defectos. El proceso maternal de aceptación, forma al niño.

Algunas personas, sin embargo, no reciben esa empatía y comprensión de sus madres, por lo tanto fracasan en proporcionárselos a sus hijos.

Dios diseñó varios ingredientes dentro del proceso de crecimiento que una “madre suficientemente buena” provee. Sin embargo aunque usted no haya recibido todo lo que necesitaba de su mamá, puede en su vida adulta recibir esos ingredientes de otra persona, para que su vida pueda funcionar correctamente, restableciéndose así su proceso de crianza maternal.

Es decir, necesitamos obtener de otros, como por ejemplo de un buen amigo, lo que no recibimos completamente de nuestra madre; en realidad es así como las amistades actúan unas por otras, todos los días.

Para que nos volvamos enteramente confortables con nosotros mismos, necesitamos a alguien con quien podamos ser lo que somos. Necesitamos aceptación y comprensión, para poder refrenar e integrar todas nuestras partes.

Por lo tanto, no sólo necesitamos resolver las cosas con una persona de nuestro pasado, sino que debemos obtener de otros lo que no recibimos de nuestra madre.

En el siguiente boletín, trataremos los diferentes tipos de mamás: la mamá fantasma, la mamá muñeca de porcelana, la mamá controladora, la mamá trofeo, la mamá aún jefa y la mamá “American Express”; los resultados de cada tipo de crianza así como los pasos hacia la reconciliación.

Tomado del libro Factor Mamá por  Dr. Henry Cloud y  Dr. John Townsend,  Editorial Vida,  2002.

Si desea más información sobre cómo puede adquirir este libro por favor escriba a ventas@exoduslatinoamerica.org

Por Alan Medinger

Cuando era niño, la revista Ladies Home sacaba un artículo mensual “¿Se puede salvar el matrimonio?”  El simple hecho que estuviera mirando esta revista quizá pueda decir algo sobre mi temprana confusión de género. De lo que me acuerdo, los artículos describían algunas horrendas situaciones de las parejas, y luego decía como se habían solucionado o no.

Nos encontramos nosotros mismos haciéndonos esta pregunta en forma regular, debido a que muchos de los hombres con atracción al mismo sexo que han venido a nosotros y como casi todos los hombres con adicciones heterosexuales son casados, trabajar con matrimonios y tratar de ayudar a las esposas es una parte importante de nuestro ministerio. Como ministros siempre trataremos de salvar los matrimonios, pero a menudo necesitamos ayudar a las esposas cuyos esposos están involucrados en pecados sexuales para honestamente evaluar sus situaciones y decidir en forma racional el curso a seguir.

El punto clave, por supuesto, es que cada mujer deberá hacer lo que Dios le pide hacer en su situación. Sin embargo, para la esposa que está atrapada entre querer escapar de una situación terriblemente dolorosa, y al mismo tiempo querer mantener su matrimonio, es más fácil decirlo que hacerlo.

Dios nos hablará en el contexto de la situación que estamos experimentando para entender racionalmente como la situación puede ayudarnos a oír a Dios más claramente. El propósito de este artículo es ayudar a las esposas, especialmente a aquellas en gran tormento emocional a ver su situación más claramente, y desde allí trazar el curso con la ayuda de Dios. Si el artículo pudiera ayudar a algunos esposos a ganar visión sobre lo que sus esposas están pasando y cuáles son sus necesidades, esto sería una ganancia definitiva.

Este artículo está dirigido ciertamente a la esposa de aquellos adictos al sexo, pero también le habla a las esposa de cualquier hombre que está involucrado en repetitivo pecado sexual. La tentación sexual libera químicos en el cerebro, y en algunas personas esto parece afectar el auto-control en forma similar a la primera bebida de un alcohólico. Pero la adicción no es jamás una justificación para pecar, y solamente Dios es suficientemente sabio para juzgar si una persona es realmente impotente o solamente es desenfrenada. Para los propósitos de este artículo, la distinción no es importante. Sin embargo para facilitar la expresión me referiré al “adicto”.

La mayoría de las veces un artículo como este es escrito por una mujer, una esposa. Pensamos que podía ser útil que fuera escrito por un hombre que sin lugar a dudas fue una dicto al sexo, pero un hombre que ha tenido más de 25 años de haber ganado alguna objetividad en el tema. Además, mucho del entendimiento que aquí se refleja proviene de mi esposa Willa, y sus años de trabajar con esposas.

A continuación 12 preguntas que quizá la esposa se haga a medida que considera en oración su situación:

1. ¿Quiere él cambiar? Es una pregunta más difícil de lo que parece a primera vista porque la mayoría de los adictos tanto aman, como odian su adicción. En los 10 años en que actué como homosexual siendo casado, yo odiaba lo que estaba haciendo, pero a la vez no veía como podría vivir sin ello. Las señales positivas importantes aquí serían, (1) él sabe lo que está haciendo, (2) cree que es incorrecto, y (3) está tratando de hacer algún esfuerzo para detenerlo.

2. ¿La ama? Las esposas son muy rápidas en contestar, “Si el verdaderamente me amará, no estaría haciendo estas cosas”. Generalmente esto no es verdad. El uso que él hace de la pornografía, sus encuentros homosexuales anónimos, el uso continuo de prostitutas probablemente no tenga nada que ver con usted. Estas cosas son simplemente manifestaciones de su enfermedad. Busque señales de su amor en otras formas. Busque su amabilidad, su ternura, su consideración y la forma en que cumple con sus otras obligaciones como esposo.

3. ¿Está teniendo sexo con otras personas, o se limita su adicción a la pornografía, la masturbación y demás? Jesús dijo que desear a una mujer es adulterio, así que el pecado de quienes usan la pornografía puede ser tan profundo como el de hombre teniendo relaciones con otra persona. Sin embargo, puede que no vaya tan bajo en la balanza como para caer en engaño y decadencia si aún no ha comenzado a dar rienda suelta a sus fantasías. Si está relacionándose con otras personas, para su propia protección de enfermedades, usted debería evitar tener sexo con él. Por supuesto, esto puede generar mayor presión dentro del matrimonio.

4. ¿Su actuar con otros es puramente sexual y no se relaciona con ellos? La mayoría de mis encuentros homosexuales fueron anónimos, pero estuve con un hombre varias veces y empecé a desarrollar sentimientos hacia él. Aunque yo no era en esa época cristiano y poco entendía de lo que estaba viviendo, de alguna forma por medio de la Gracia de Dios, yo sabía que esto sería mucho más profundo y una traición mortal hacia Willa y terminé la relación. Si un esposo da su corazón así como su cuerpo a otra persona la situación es peor.

5. ¿Está haciendo algo para cambiar? ¿Está viendo a un consejero o asistiendo a un grupo de apoyo? ¿Lee libros sobre adicción sexual? Quizá no haya logrado algún progreso, pero la continuidad que muestra en esfuerzos visibles para cambiar, pueden mostrar donde está su corazón.

6. ¿Es honesto con usted? Este es un punto críticoDesafortunadamente la mayoría de los hombres que caen en pecados sexuales en forma habitual no son honestos con sus esposas. El miedo y la vergüenza bloquean la honestidad. Si existe una batalla de poder en el matrimonio, el tendrá temor que ella use el conocimiento de sus debilidades como un arma contra su cabeza. Pero independientemente de esto, la esposa tiene el derecho de exigir que su esposo sea honesto. Ella no tiene de que aferrarse si él no es honesto. Esto no quiere decir que ella tiene que ser su socia responsable o que ella necesite conocer todos los detalles desagradables de sus pecados, pero ella si necesita conocer donde se encuentra él en sus luchas. El matrimonio no puede reconstruirse a menos que él sea honesto.

7. ¿Dónde se encuentra él espiritualmente? Si se ha apartado de Dios y de la iglesia a causa de su culpabilidad y vergüenza, no hay mucha esperanza para el matrimonio. Él mismo se ha separado de la fuente de la Gracia, y el verdadero cambio es poco probable hasta que haya una renovación espiritual.

8. ¿Cumple con sus otras obligaciones como marido y como padre? Si lo hace, mucho de su vida está bien y sus valores son correctos y esto trae esperanza. Más aún, usted podrá vivir en mejor forma con este problema mientras se soluciona. Si su vida toda está fuera de control, o si es tan narcisista que no puede ver sus necesidades o las de los hijos, muchas otras cosas tienen que pasar más que ganar el control sobre su sexualidad. De hecho, la mayoría de las personas necesitan entender las bases de la vida—mantener un trabajo, actuar responsablemente, superar otras adicciones—antes de estar listos para enfrentar sus batallas sexuales.

9. ¿Son satisfactorias las relaciones sexuales dentro de su matrimonio? Muchos hombres con adicciones sexuales tienen dificultad con la intimidad. La pornografía y la masturbación pueden insensibilizar a un hombre e impedirle tener una verdadera relación sexual amorosa.

10. ¿Tiene usted problemas que deban ser resueltos? Nada de lo que usted haga puede ser una justificación del pecado de sexualidad de su esposo, pero los matrimonios pocas veces están en problemas únicamente por los problemas de una persona. Sin embargo, encontramos que con la dimensión del problema sexual del esposo, muchas mujeres sienten que si sus problemas sexuales son solucionados, todo quedará arreglado. Muy pocas veces es así. Una razón por la cual no es de esta manera, es que las mujeres que sin saberlo se casan con homosexuales o con hombres adictos sexualmente, sienten atracción hacia ellos, por alguna debilidad o problema en ellas mismas. Una mujer que tiene temor de una fuerte sexualidad masculina, puede sentir atracción hacia la “gentileza” de un hombre homosexual. Una mujer que tiene dificultad en relacionarse con alguien, a menos que ella lo pueda cuidar, la codependencia, se sentirá atraída hacia un hombre con problemas, como en el caso del hombre adicto al sexo.

11. ¿Qué otros problemas hay en el matrimonio? Esto es similar al Nº 10. Con gran certeza su problema sexual no es el único problema en el matrimonio. ¿Cuáles son los otros problemas? ¿Necesita ayuda para resolverlos? ¿Está él dispuesto a ir a un consejero? Mientras que otras barreras caen, a medida que el perdón y la Gracia actúan en su matrimonio, mientras que él verdaderamente llega a amarla, la sanidad comienza a tomar lugar en él.

12. ¿Después de considerarlo todo, son la separación y el divorcio una opción mejor que el permanecer juntos y vivir con el problema? No es incorrecto considerar cosas prácticas dentro de sus opciones. ¿La llevará el divorcio a la pobreza? ¿Qué pasará con los hijos? El que usted tenga fundamentos bíblicos respecto a la separación y el divorcio no significa que usted tenga que separarse o divorciarse—o que Dios quiere que usted lo haga. Quizá lo único que requiere es carecer de todo excepto su confianza en que Dios le solucionará todas las cosas.

El propósito de todas estas preguntas no es el darle un medio de medir su matrimonio—siete positivas usted se queda, seis y usted se retira—sino el de ayudarla a aclarar algunos de los pensamientos y temores que aparecen en su mente cuando considera la situación. Le puede ayudar el hecho de escribir las respuestas, de tal forma que pueda poner a descansar algunos de los otros temas. Entonces, con todo esto y con el consejo de su pastor y de otras personas piadosas en su vida, ore con todo su corazón. Mi esposa sugiere el irse sola un fin de semana a orar en paz y en aislamiento. Allí, puede ser que oiga la voz de Dios decirle, si el matrimonio puede salvarse o no. La respuesta puede no ser la que usted espera.

Ahora, una palabra a los esposos. Algunas veces, después de una caída sexual la esposa exige que el esposo le prometa que jamás volverá a hacerlo. De repente usted se lo ha prometido a usted mismo muchas veces y ha fallado, de tal forma que sabe que no puede prometerle eso a ella. Pero fíjese en estas preguntas y encontrará algunas cosas que usted si puede hacer. Puede tratar de amarla con todo su corazón. Puede ser honesto con ella. Puede cumplir con todas sus otras obligaciones como esposo y como padre. Puede asistir a su grupo de apoyo con su socio responsable o con su consejero. Puede buscar a Dios con todo su corazón. El simple hecho de hacer estas cosas puede que no sea todo lo que su esposa necesita para cumplir los deseos de su matrimonio, pero le pueden dar esperanza a ella, y puede ser que eso sea todo lo que usted tenga para darle en este momento.

Copyright © 2001 Regeneration, Inc.  Publicado con autorización

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