¿Es posible que los homosexuales cambien?
Por Sue Bohlin
¿Es posible que los homosexuales cambien? Mike (1) estaba marchando en un desfile de Orgullo Gay cuando Dios lo tomó. Había estado “de viaje” durante cuatro días, y de pronto su “excitación” desapareció y escuchó una voz en su cabeza que le decía: “No tienes que vivir así”. Sabía, sin la menor duda, que era Dios, que le ofrecía un camino de salida. Dejó su cartel de Orgullo Gay, salió del desfile, se sentó en el hueco de una escalera cercana y se arrepintió de su rebelión. Entregó su corazón a Jesucristo y comenzó a salir de la homosexualidad ese mismo día. Hoy, varios años después, está casado y tiene un hijo, y vive una vida muy diferente. No sólo por afuera; su corazón fue cambiado de dentro hacia fuera.
Randy estaba en un camino de autodestrucción de abuso de drogas y alcohol, y de actividad homosexual. Cuando le dijo a su madre que era gay, ella lo echó de la casa, y el único lugar donde pudo encontrar un sentido de pertenencia, seguridad e identidad fue la comunidad gay. Al pasar más y más tiempo “huyendo” del dolor en su vida a través del sexo y el alcohol, comenzó a darse cuenta de lo mal que estaba su vida. Quería morirse, pero Dios tenía otros planes.
Lo invitaron a un estudio bíblico, donde se encontró con un hombre que había dejado el estilo de vida gay y vivía una vida cambiada. Por primera vez, clamó sinceramente: “Dios, por favor, ayúdame”.
Una de sus amigas se hizo cristiana. Él le preguntó acerca de la homosexualidad y se enojó por su respuesta inicial. Ella dijo: “Yo ahora creo que es un pecado, pero Dios no lo llamaría pecado si no hubiera algo mejor”. Randy terminó por darse cuenta de que él era un pecador que necesitaba el amor y la gracia de Dios, y en 1992 confió en Cristo como su Salvador. Dos meses más tarde, fue guiado hacia Living Hope, una organización que ayuda a las personas a salir de la homosexualidad a través de una relación íntima con Jesucristo. Dejó atrás su identidad homosexual y abrazó su verdadera identidad como hijo de Dios, dedicado a la santidad y a la pureza. Randy es ahora el director de ese ministerio y está ayudando a otras personas a salir de la homosexualidad. No es perfecto; sigue creciendo . . . al igual que yo y todo otro cristiano que conozco. Pero aquello “algo mejor” que Dios tenía en mente para él es una intimidad con Cristo que es impresionante.
Randy glorifica a Dios cada día de su vida al vivir la verdad perdurable de que el cambio es posible.
Historias de mujeres Carol se crió en un hogar religioso, con padres cuyas normas eran demasiado estrictas como para permitirle agradarlos. Pero era inteligente, una buena estudiante, y sus maestras le dieron la afirmación y el aliento que anhelaba su corazón. Desarrolló vínculos muy fuertes con ellas, algunos de los cuales se convirtieron en profundas dependencias emocionales. En la universidad la sacudió el dolor inesperado de la soledad y el vacío. Carol se involucró en una relación intensa con una mujer casada, y enfrentó tentaciones completamente nuevas. No estaba para nada preparada para resistir la fuerza de la atracción por el mismo género, y pronto se encontró involucrada emocionalmente y físicamente en una relación que no podía creer que estuviera sucediendo. Ahora no sólo estaba necesitada emocionalmente sino que estaba agobiada por una profunda vergüenza, herida y con culpa.
Una amiga le contó acerca de un ministerio dirigido a quienes tenían atracción por el mismo sexo, y fue como encontrar una puerta a otro mundo. A través del apoyo que encontró allí, Carol se vio desafiada a identificar las mentiras de Satanás que había creído toda su vida y a reemplazarlas por la verdad de la Biblia. Dios está renovando su mente, supliendo las profundas necesidades de su corazón y llevándola a un lugar de libertad y esperanza.
La historia de Diane es diferente. Ella pasó dieciocho años en una relación lesbiana comprometida con otra persona que consideraba su alma gemela. Tuvieron una ceremonia de dedicación en una iglesia gay y criaron una hija juntas. Tenía una posición de liderazgo como una vocera brillante y locuaz de una iglesia gay. A lo largo de todos esos años, la madre de Diane se mantuvo firme en tres cosas. Ella amaba a Diane incondicionalmente. Nunca dejó de creer que el estilo de vida de su vida era pecaminoso, porque Dios dice que está mal. Y, tercero, oró fielmente por su hija.
Diane y su pareja buscaban al Señor en todo salvo su sexualidad. En un punto, estaban orando juntas pidiendo sabiduría y verdad acerca de una situación que no tenía nada que ver con su relación. Dios contestó su oración de una forma inesperada: les mostró la verdad acerca de la naturaleza pecaminosa de su relación. Fue un descubrimiento terriblemente doloroso y no buscado saber que habían sido engañadas. Juntas, decidieron, por obediencia a Dios, separarse y romper su relación. Sigue siendo doloroso, aun mientras Diane experimenta el toque sanador de Dios en las partes más profundas de su alma herida. Él está cambiando a Diane y Carol de adentro hacia fuera.
Tres afirmaciones de cambio
Algunas personas enfrentan la atracción por el mismo sexo haciendo de cuenta que no existe. La negación, lamentablemente, es una vieja respuesta “cristiana”. Pero esta no es la forma en que Dios quiere que encaremos los problemas; Salmos 51:6 dice: “Tú amas la verdad en lo íntimo”. Reconocer que uno tiene una orientación homosexual es como ver una luz roja en el tablero del coche; significa que hay algo que está mal en alguna parte. Una orientación homosexual no es el verdadero problema; es el síntoma de algo más profundo: necesidades legítimas de relación e intimidad, originadas en Dios, que han sido canalizadas en direcciones malsanas y pecaminosas. Pero este no es un tema sencillo, y sería irrespetuoso dar a entender que hay una solución fácil para el complejo tema de la homosexualidad. Entre quienes dicen que el cambio es posible, hay tres principales escuelas de pensamiento sobre cómo llegar allí.
La primera son los ministerios de liberación. Dicen que la homosexualidad es producida por un demonio y, si sólo pudiésemos echar el demonio, el problema desaparecerá. Parece una solución fácil, pero termina causando aún más problemas, porque la homosexualidad no es causada por un demonio. La persona que fue “liberada” podrá experimentar un pico emocional temporal, pero las mismas tentaciones y esquemas mentales que la acosaron antes van a volver, porque las raíces del tema no han sido tratadas. Sólo que ahora está agobiada por la falsa culpa de pensar que hizo algo malo, o que no es suficientemente buena como para que Dios la “arregle”.
Un segundo y más eficaz tratamiento para la homosexualidad es la terapia reparadora. Hay mucha sabiduría aquí, porque muchos terapeutas creen que la homosexualidad tiene sus raíces en patrones de relaciones nocivos, especialmente con familiares, y muchos hombres y mujeres homosexuales informan justamente esto. Pero la terapia reparadora suele ser sólo modificación del comportamiento, y sólo trata con la carne, la parte de nosotros que es independiente de Dios. La terapia reparadora puede hacer que la gente se sienta mejor, pero no puede proveer verdadera sanidad interior.
La tercera forma, y la que yo considero como la mejor, para lograr un cambio verdadero y duradero es un enfoque redentor. Los ministerios que discipulan a hombres y mujeres en una relación íntima con Jesucristo pueden guiarlos a la sanidad interior porque Dios transforma a los suyos. Hay muchas organizaciones bajo el paraguas de Exodus que brindan apoyo, educación y discipulado. Es atrozmente difícil dejar la homosexualidad sin ayuda.
Afortunadamente, aun para personas que no viven en una zona donde hay un ministerio de referencia de Exodus, hay foros de apoyo en línea que son casi tan poderosos como los grupos cara a cara. Recomiendo especialmente el que está en www.livehope.org. Hay, también, maravillosos libros disponibles, especialmente Coming Out of Homosexuality, de Bob Davies, y Someone I Love is Gay, de Anita Worthen y Bob Davies. Otro libro excelente es You Don’t Have to Be Gay, de Jeff Konrad. Pero el discipulado es una tarea ardua, y no hay soluciones sencillas ni rápidas.
La senda hacia el verdadero cambio
La senda más eficaz para un cambio verdadero y duradero, para quienes están atrapados en la atracción por el mismo género, es un enfoque redentor. Esto significa discipulado, ser enseñado y alentado, y tener que rendir cuentas, para desarrollar intimidad con Cristo. Es interesante que, independientemente de la fortaleza específica que tiene una persona en su vida -sea homosexualidad, gula, drogadicción, juego o compras compulsivas, alcoholismo, adicción sexual, o cualquier otra fortaleza-, la solución más eficaz es la misma: intimidad con Cristo. El verdadero discipulado es un trabajo duro. ¡Y Dios mismo nos da la energía para el discipulado! Pero requiere una tremenda autodisciplina escoger operar en el Espíritu en vez de hacerlo en nuestra propia carne, depender de la fortaleza de Dios en vez de la nuestra. La verdadera batalla está en la mente.
Los pasos para vencer la homosexualidad también son aplicables para vencer cualquier fortaleza.
Primero, la persona tiene que dejar el comportamiento pecaminoso. Conviene pedir la ayuda de Dios. Esto no difiere en nada del requisito para todo tratamiento para el abuso de droga o alcohol. Uno no puede trabajar en un problema cuando sigue estando completamente dominado por él.
El segundo paso es trabajar para aprender lo que dice la Biblia acerca de quiénes somos en Cristo. Así como las personas que aprenden a identificar billetes falsos estudian la moneda real para poder detectar las falsificaciones, el que está luchando necesita llenar su mente de la Palabra de Dios para poder conocer su verdadera identidad como un hijo amado y valioso de Dios.
El tercer paso es trabajar en el mundo de los pensamientos, ya que es aquí donde se encuentra la batalla. Es importante identificar las mentiras que Satanás está reproduciendo, como si fueran cintas de audio, en la cabeza de uno, ¡y detener el reproductor! Luego, propóngase reemplazar las mentiras por la verdad. En vez de decir “Nunca voy a cambiar”, repita la promesa veraz de que “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). En vez de estar obsesionado por el ansia y el anhelo de un comportamiento malsano y pecaminoso, llene su mente de alabanza y adoración, y con la Biblia.
Luego, ¡enfrente la realidad de que uno se siente pésimamente! Cuando dejamos de tratar de satisfacer nuestras necesidades según nuestras propias formas, comenzamos a experimentar el dolor emocional que nuestras fortalezas habían estado tapando. Cuando nos sentimos muy, muy mal, nos encontramos en el punto mismo en el cual Dios puede hacer la mayor diferencia. Pregunte: ¿cuál es mi verdadera necesidad? ¿Qué anhela realmente mi corazón? Vaya a Jesús y deje que Él supla sus necesidades más profundas. Deje que Él lo dirija para que pueda obtener las necesidades de relación con otras personas, que han sido diseñadas por Él, de formas que le agradan.
Es aquí donde ocurre la sanidad poderosa.
Ex-Ex-gays
En los últimos años, las personas que han dejado la homosexualidad han logrado hacerse escuchar, de forma lenta pero segura, con sus historias. ¡Se está corriendo la voz de que el cambio es posible! Y están también las voces de las almas frustradas y desilusionadas que han tratado de dejar la homosexualidad, que intentaron cambiar, y se dieron por vencidas. Hasta hay un nombre para estas personas: “Ex ex-gays”. ¿Qué pasó?
Bueno, yo pienso lo mismo con relación a lo que les pasó a las personas que probaron con Alcohólicos Anónimos y no pudieron dejar de beber, o los que intentaron hacer un programa de ejercicios, pero no lograron bajar de peso. Tengo una amiga que siguió uno de estos programas pero no le hizo nada. El problema es que no nunca asumió el compromiso de “morir al yo”, usando una vieja expresión espiritual (2). Nunca llegó al punto de decir: “Jesús, te escojo a ti por sobre la comida. Escojo una relación santa contigo por sobre una relación malsana con mi apetito. Y haré lo que haga falta para permitir que tú me cambies el corazón”.
Muchas personas que intentaron cambiar su homosexualidad podrían ganar concursos de oración y lectura de la Biblia. Realmente hicieron un tremendo esfuerzo. Pero las oraciones a menudo están mal dirigidas: “Dios, cámbiame. Quita mis deseos. Haz que me empiecen a gustar personas del otro sexo”. Lamentablemente, por bienintencionada que sea esta oración, se parece mucho a tratar de deshacerse de flores silvestres en el jardín cortándolas con la segadora de césped. Siguen apareciendo, porque no está tratando con sus raíces. La causa básica de una orientación homosexual no es la genética ni la elección; es una respuesta incorrecta a ser herido. Tiene que ver con protegerse y tratar de suplir necesidades legítimas de formas que Dios nunca quiso. El verdadero cambio sólo puede ocurrir con el duro trabajo de someterse a Dios, permitiéndole exponer las profundas heridas y necesidades del propio corazón, lo cual significa enfrentar un tremendo dolor e invitarlo a traer sanidad a esos lugares lastimados. Por esta razón, la intimidad con Cristo es la respuesta. Un amigo sabio señaló que la homosexualidad es fruto de formas pecaminosas de tratar con el dolor -pecaminosas porque nos separan de Aquel que puede sanar y suplir nuestras necesidades, pecaminosas porque nos ponen en el centro del universo y ese no es nuestro lugar. Es el lugar de Jesús.
Espero que usted pueda ver que el verdadero cambio es duro, y cuesta muchísimo, porque requiere una fuerte motivación, trabajo duro y perseverancia. Pero cientos de ex homosexuales han encontrado un cambio importante, logrando la abstinencia de comportamientos homosexuales, la disminución de tentaciones homosexuales, el fortalecimiento de su sentido de identidad masculina o femenina, y la corrección de estilos distorsionados de relación con miembros del mismo sexo y del sexo opuesto. Algunos ex homosexuales se casan, y otros no, pero el matrimonio no es la medida, sino el crecimiento espiritual y la obediencia.(3)
En definitiva, el cambio es posible.
Notas
1. Todos los nombres de este artículo han sido cambiado, salvo el de Randy.
2. Este término no es bíblico, en realidad, pero el concepto sí.
Alejandro Field© 2001 Probe Ministries. Todos los derechos reservados. Reproducido con permiso.
Traducción:
Acerca de la Autora Sue Bohlin es una conferencista asociada en Probe Ministries. Cursó en University of Illinois y ha sido una profesora de la Biblia y conferencista cristiana por más de 25 años. Además de ser una calígrafa profesional, también mantiene el sitio de Probe en Internet. Si usted tiene algún comentario o pregunta sobre este artículo, envíelo por favor a espanol@probe.org.
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