Dios buscándome – Felipe
Dios buscándome – Felipe
LO BUENO
A los 8 años, acepté a Cristo como mi Señor y Salvador. Asistí a una Universidad y Seminario cristianos. Tengo mi licenciatura y maestría en la música. Soy casado y mi esposa y yo tenemos unos hijos preciosos. He servido en iglesias en los EE. UU. y en América Latina como pastor. He iniciado varios ministerios e iglesias. He sido profesor en Colegios, Universidades y Seminarios.
Suena muy impresionante, quizás, aunque hay un versículo en la Biblia que me da escalofríos:
Mateo 7:21-23 (Nueva Versión Internacional) — »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!”
Estos versículos de la Biblia nos dan a entender que es posible tener mucho éxito en el ministerio y ni siquiera ser cristiano. Jesús lo dijo así:
Lucas 10:17-20 (Nueva Versión Internacional) — Cuando los setenta y dos regresaron, dijeron contentos: —Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre. —Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo —respondió él—. Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá hacer daño. Sin embargo, no se alegren de que puedan someter a los espíritus, sino alégrense de que sus nombres están escritos en el cielo.
A Dios, le importa más quiénes somos que lo que hacemos. Él mira al corazón. El éxito en el ministerio no es una indicación de cómo anda su relación con Dios y en el caso mío, las cosas andaban muy mal. Desde pequeño, guardaba un secreto muy grande.
LO MALO
Cuando era muy joven, fui violado sexualmente por un familiar. Ser despertado sexualmente a una edad tan temprana hace un daño terrible al ser humano. Desde aquel entonces, el sexo fue una lucha para mí. Como adolescente, descubrí la masturbación y ya estaba buscando experiencias sexuales con otras personas.
Cuando tenía 14 años, un pastor de jóvenes me discipuló. Fue un encuentro que cambió mi vida, hasta cierto punto. Me enseñó como tener un tiempo a solas (también puedes usar devocional) con Dios; cómo leer, estudiar y memorizar la Biblia, como orar, etc. Y empecé a crecer espiritualmente pero nunca al punto de enfrentar mis secretos. Pasé por muchas épocas de crecimiento espiritual en las cuales las luchas sexuales se calmaban y otros tiempos en los cuales sentía que me iban a derrotar por completo.
Después de casarme, mi esposa y yo fuimos nombrados como misioneros en un país en América Latina donde trabajábamos en una ciudad pequeña. Había otro misionero que trabajaba allí también. El me visitó en las primeras semanas de nuestra llegada y me preguntó “¿sabes algo de la guerra espiritual?” Le respondí que sí. Me dijo “Bien… porque vas a necesitarlo.” Tristemente, no sabía tanto como pensaba. Y desafortunadamente, las cosas no iban muy bien. Estuvimos ministrando a gente muy quebrantada sexualmente también y en poco tiempo, las luchas sexuales volvieron.
Hay un dicho que se usa mucho entre pastores: Lo que solamente te molesta fuera del ministerio te puede derrotar dentro del ministerio. El ministerio tiene la tendencia de aislarnos y cuando nos sentimos aislados, somos más vulnerables a las luchas de todo tipo.
Después de unos años viviendo allí, fui el primer misionero de nuestra misión en conseguir Internet. Quería reconectarme con amigos del pasado porque sabía que mis luchas sexuales me estaban ahogando. En vez de servir para animarme, la Internet llegó a ser la trampa sexual más grande de mi vida. Llegué a ser un adicto a la pornografía y no podía dejar de verla.
Hace muchos años, vi un letrero que decía: “Gracias Señor que no voy a enfrentar nada hoy que tú y yo no podamos enfrentar juntos.” Y yo lo creía. Yo pensaba que podía vencer mis luchas sexuales solo entre el Señor y yo… o por lo menos esperaba con todo el corazón que así fuera. En realidad, el letrero debería haber dicho “Gracias Señor que no voy a enfrentar nada hoy que tu y yo y mis hermanos en Cristo no podamos enfrentar juntos.” La historia de Lázaro es el más claro ejemplo que tenemos en la Biblia acerca de esa realidad. Dios puso de su parte. Los amigos y familiares de Lázaro tuvieron que poner de su parte y Lázaro mismo tuvo que poner de su parte. Pues, es otro mensaje y tristemente, una realidad que todavía yo no había entendido.
Unos años después, llegué a ser el encargado de la misión a nivel nacional. Un día, recibí una llamada de uno de los pastores más prominentes del país. El quería que tuviéramos una reunión aquella noche a las 7. Yo no pensé que fuera algo en especial. Yo era el líder de la misión y siempre teníamos reuniones así. Llegué a tiempo. Al entrar en su oficina vi que había otros pastores más. De repente, empezaron a enfrentarme con mis pecados sexuales los cuales habían salido a luz.
Es importante mencionar que las luchas sexuales secretas siempre van empeorando si no las enfrentamos correctamente. Para aquel entonces, además de las luchas de siempre, yo estaba involucrado en relaciones homosexuales con otras personas.
No podía creer lo que me estaba pasando. Empecé negando todo pero de repente, uno de los pastores me advirtió que si confesaba, podría encontrar misericordia pero si seguía negando todo, ellos no podían garantizar mi seguridad. WOW… Yo estaba completamente derrotado emocionalmente.
Uno de los pastores se puso de pie, fue a la puerta principal y la abrió. Entraron como 20 personas, hombres y mujeres con familiares, que querían acusarme cara a cara. Como por media hora, escuché sus acusaciones. Los pastores me preguntaron “¿es verdad lo que están diciendo?” Tuve que confesar que sí.
Esa noche tuve que llamar a mis jefes en los EE.UU. para decirles lo que me había pasado. Luego llegué a casa a despertar a mi esposa para contarle lo que había pasado. Fue la conversación más difícil de mi vida.
Al día siguiente, mis jefes llegaron al país, hablaron conmigo juntamente con todos mis acusadores. Ese día por la noche, recibí la llamada de mis jefes diciéndome que me tenían que despedir como misionero y que tenía 4 días para salir del país junto con toda mi familia.
Pasamos aquellos días llorando y llorando, despidiéndonos de amigos, empacando maletas, tomando decisiones sobre cuáles pertenencias vender, etc.
Salimos del país el lunes siguiente, temprano. Mi vida se había acabado por completo… o por lo menos, así lo pensé. Recuerdo el momento preciso en el cual las ruedas del avión despegaron de la tierra. En aquel momento, sentí que algo murió dentro de mí. El mismo lunes, llegamos a una institución para misioneros en crisis.
Yo seguí llorando día tras día hasta que ya no pude llorar más. Luego pasé semanas en las cuales me sentía muerto emocional, espiritual, relacionalmente, etc. En todo sentido. Para mí, la vida se había acabado.
DIOS BUSCÁNDOME
Dicen que hay una lección que se enseña a los salvavidas. Antes de salvar a una persona ahogándose, hay que esperar hasta que esta deje de luchar. De otra forma la persona ahogándose puede hacer que los dos se ahoguen.
Yo había llegado al puro final de mí mismo, estaba quebrantado por completo. De repente empecé a tener la experiencia de ser buscado por Jesús de formas que nunca antes había experimentado. Lo que Dios dice en Romanos 5:8
“pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.”
El sigue haciendo en la vida de sus hijos hoy en día. También 2 Samuel 14:14 dice
“Dios no nos arrebata la vida, sino que provee los medios para que el desterrado no siga separado de Él para siempre.”
El empezó a hablarme a través de sueños, de otras personas y a través de su palabra con versículos como los siguientes:
Ezequiel 36:24-26 (Nueva Versión Internacional) — Los sacaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los pueblos, y los haré regresar a su propia tierra. Los rociaré con agua pura, y quedarán purificados. Los limpiaré de todas sus impurezas e idolatrías. Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne.
Isaías 61:3b (Nueva Versión Internacional) — Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria.
Salmos 30:5 (Nueva Versión Internacional) — Porque sólo un instante dura su enojo, pero toda una vida su bondad. Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá gritos de alegría.
¡HAY ESPERANZA! — RECONCILIACIÓN CON DIOS
Unos meses después, tuve una experiencia con el Señor muy profunda. Yo no creo que sea posible ser salvo dos veces pero me enamoré del Señor de una forma como nunca antes lo había experimentado. No era una “flecha mágica” pero marcó el inicio de un viaje hacía él y la sanidad y restauración que anhelaba.
Pasamos cuatro meses en el Instituto de Consejería y nos mudamos a un programa para pastores caídos de una iglesia. Gracias Señor por un pastor y congregación con la visión de tener un ministerio de este tipo. Nosotros como familia pasamos dos años y medio siendo ministrado por ellos. Para mí honestamente fue un alivio tan grande vivir sin secretos y tener la oportunidad de enfrentar mis luchas sexuales que me habían molestado por tantos años. De hecho, mirando hacia atrás, mi esposa y yo podemos darle gracias a Dios por lo que nos pasó porque permitió que nuestro matrimonio y familia fueran sanados y hoy en día, gozamos de una relación más fuerte e íntima que nunca.
Después de los tres años de restauración, empecé a cumplir con una promesa que había hecho al Señor años atrás. “Señor, si me permites llegar a ser libre de esta lucha, haré todo lo posible para ayudarle a otras personas a llegar a ser libres también”. Hoy un día es un honor y privilegio poder servir a otros luchando en contra la Atracción al Mismo Sexo (AMS). Él permitió que yo pasara por cursos de consejería y de mentoría y hoy en día, por su gracia, le sirvo de esa manera.
Sobre todo le doy gracias a Dios por haberme hecho entender algo que es para mí más importante que cualquier otra cosa: Salmos 107:9 nos dice
“¡Él apaga la sed del sediento, y sacia con lo mejor al hambriento!”
Todo lo que necesito, todo lo que siempre había necesitado, se encuentra en Él. Él me dijo… y me sigue diciendo:
“Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás (Juan 6:35).”
Después de todo lo que había hecho en el pasado como pastor, etc. Yo tenía que conocerle al Señor, realmente experimentarle, de una forma que nunca le había conocido o experimentado antes. Me decía, y me sigue diciendo
“Prueben y vean que el SEÑOR es bueno (Salmos 34:8).”
Tuve que aprender que todo lo que necesito, todo lo que antes buscaba en mi adicción sexual, todo lo que necesito se encuentra únicamente y solamente en él.
Salmos 87:7 — “En ti están todas mis fuentes de gozo.” (La Biblia de las Américas)
A él sea la honra y la gloria hoy y para siempre. ¡Amen!
Testimonio disponible en video o DVD, Audio CD y MP3 descargable en línea. Informes en ventas@exoduslatinoamerica.org
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