Por Miguel Alcarria

El apóstol Pablo es ampliamente reconocido y admirado actualmente por el nivel de compromiso que mostró en torno a sus convicciones; no obstante, tras su conversión, por nadie fue ni tan reconocido ni tan admirado como lo es ahora. El Saulo celoso de la fe y de las tradiciones de sus padres (Gál. 1:14; Hch. 22:3), que iba casa por casa sacando a rastras a los cristianos para encarcelarlos (Hch. 8:3) y era admirado por todos sus compañeros fariseos; de la noche a la mañana, se convirtió en el apóstol Pablo, un instrumento de Dios para llevar Verdad a judíos y a gentiles (Hch. 9:15; Hch. 20:24).