Una vida redimida

Testimonio: Anne Paulk

Hay muchas razones por las que pienso que Dios tiene sentido del humor- su sentido de la ironía es una de ellas.

Por ejemplo, ¿quién hubiera imaginado cuando argumenté en la clase de inglés en mi universidad a favor del aborto y de la compatibilidad del cristianismo y la homosexualidad, que me iba a convertir en la mujer que soy hoy en día?

En aquellos días de la universidad, me destaqué en varias cosas, una de ellas era la Lógica, pero eso no significaba necesariamente que mi vida dio el fruto de mi mente lógica. De hecho, ese primer año en la universidad, mi vida estaba llena de confusión.

Yo había sabido durante mucho tiempo que tenía una fuerte atracción romántica por las chicas, aunque traté de ocultarlo saliendo con hombres. Pero fue durante ese dramático primer año que finalmente reconocí que era sin duda “gay”.

Fue una admisión emocionante el ser capaz de identificarme con mis largas luchas reprimidas. La pregunta ahora se convirtió en: ¿Sería capaz de encontrar a esa mujer perfecta para mí? Fue en ese tiempo que también descubrí que me sentía atraída hacia una estudiante en particular de tercer año. “¿Es ella la correcta?”, me pregunté. Cuando comencé a imaginar la vida con ella, también consideré qué pasaría si fuéramos separadas por la muerte, la tragedia o la traición. Yo acostumbraba adelantarme a los hechos, pero esta vez estaba yendo bastante lejos. En mi imaginación, me veía en algún momento de mi futuro sola, devastada y vacía. Entonces, una noche, mientras miraba hacia el cielo y consideraba la permanencia de las estrellas, que ellas existirán durante siglos innumerables, me pregunté,

“¿Hay algo más para mí en la vida?”

Esa pregunta fue respondida de forma inesperada en mi próximo año en la universidad, aunque no por mis clases. Debo decir que, como mujer joven abrazando la identidad “gay” y anhelando las relaciones futuras, veía la idea del Dios Cristiano más como una dificultad que como una ayuda, por lo que en la búsqueda de mi nueva identidad “gay”, me había quitado mi concepto vacilante y desinformado de Dios revelado en la Biblia. Pero entonces, en mi semestre de otoño, mientras estaba abrazando mi homosexualidad empecé a tener sueños controvertidos por la aparición de Jesús. Les confié estos sueños a mis amigos más cercanos quienes eran judíos, y ellos se rascaban la cabeza conmigo en cuanto a lo que podían significar los sueños.

Entonces, un día en una reunión gay en el campus, repentinamente penetró mi entendimiento

– “Tú no vas a encontrar aquí lo que estás buscando”.

¡¿Qué?! ¿No encontraría en la comunidad gay el amor que estaba buscando con una mujer con quien pasaría el resto de mis días? Pero increíblemente, esta “otra voz” me estaba diciendo la verdad y en mi corazón lo sabía. Fue como si una luz atravesara mi alma desde el cielo. Salí de esa reunión sollozando por el dolor de la verdad que me había encontrado. Pero esta nueva verdad no significaba que yo estaba dispuesta a abrazar el cristianismo. De hecho, a pesar de que estaba dispuesta a aceptar la verdad, yo no quería que fuera la verdad cristiana. Sabía lo suficiente de la lectura de la Biblia que el Dios Cristiano no aprobaba las relaciones homosexuales y que si me hacía cristiana, mi esperanza de una vida en pareja femenina se iría para siempre. Algo estaba pasando, pero yo no podía comprenderlo. Así que mi siguiente pregunta fue:

“Si realmente hay un Dios, entonces, ¿quién es el verdadero dios o dioses?”

Con el fin de encontrar la respuesta a esta pregunta, puse a Dios -quienquiera que fuese – a prueba. Pedí que el verdadero Dios se mostrara a mí al responder esta petición – que me conectara con una mujer que hubiera lidiado con la homosexualidad en su propia vida, que tuviera el pelo castaño y corto, fuera atlética y amable-. En pocas semanas se me había olvidado esta lista, pero mi petición fue respondida durante un curso superior en mi clase de contabilidad. Ella sobresalió delante de mí como una especie de chica punk – tenía el pelo castaño y corto y un cuerpo atlético -. Muy pronto nuestros caminos se cruzaron, inexplicablemente, una y otra vez, y finalmente terminamos estudiando juntas, conmigo enamorándome perdidamente de ella. Mientras tanto, ella me explicó que aunque entendía mi lucha personal, Jesús era su “marido”. Esto no tenía sentido para mí.

“Oh no, ¡Jesús otra vez!…”

me dije a mí misma.

Aun así, decidí preguntarles a todos mis amigos y compañeros de dormitorio lo que pensaban acerca de Jesús. Todos ellos tenían respuestas superficiales así que le pregunté a un ministro cristiano en el campus y pronto estaba inscrita en su clase “Entrenamiento Evangelístico”. Fingí encajar con esa gente, pero Dios no se dejó engañar. Una noche, mientras oramos, Dios se reveló a mí en una forma increíble como una Persona con gran autoridad y ternura, que se movió por la habitación mientras los estudiantes oraban. También fue muy claro para mí que donde yo estaba, había un espacio vacío sin esta persona increíble.

¿Existía Dios? Sí…pero no en mi vida. Él me estaba revelando ser el Dios cristiano -y sin embargo yo me seguía enfrentando con el “estira y afloje” entre mis propios deseos por el mismo sexo y esta nueva realidad. Después de eso hablé con el pastor del campus y le conté mi experiencia, entonces él me compartió cómo recibir a Cristo en mi vida y me explicó que, sí, era verdad, la homosexualidad y el cristianismo son incompatibles.

Mientras él me compartía las Escrituras, yo sabía que lo que estaba diciendo era verdad. Dios era real, y Él quería una relación conmigo y había provisto el camino a través de Jesús. Pronto supe que yo cambiaría todo, -incluso la esperanza de tener una pareja de vida femenina- para que este Dios estuviera en mi vida. Por esta razón, Mateo 13:44 ha sido una gran alegría para mí:

“El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre encuentra, y lo esconde de nuevo; y gozoso va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo”.

Mateo 13:44

Desde ese momento, mi vida se llenó de preciosas aventuras y relaciones fraternales sanas con otras mujeres. Sí, algunas luchas también- batallas diarias con mis propios deseos errantes, pero luego vino la victoria al entregar mis dolores, heridas y las percepciones equivocadas a Dios. Se convirtió en un proceso de intercambio de las mentiras que yo había creído por la verdad de lo que Dios dice.

También empecé a enfrentarme a los demonios de mi pasado: abuso sexual a la edad de cuatro años y la percepción resultante de que los hombres eran generalmente peligrosos y no confiables. Empecé a confiar en Dios para que sea mi defensa, lo que suavizó mi corazón y mi mente como una mujer. Con los años, he tenido la ayuda de ministerios cristianos que caminaron junto a mí y me animaron. Aprendí que la lucha homosexual a menudo se basa en las heridas del pasado. Al confrontar y orar acerca de estos rincones oscuros de mi vida, comencé a experimentar una mayor libertad de la fuente de dolor de mi corazón, y como resultado, las garras de la lucha homosexual perdieron fuerza. Encontré esperanza y libertad mientras me movía a lo largo de este camino, incluida la libertad de escoger cómo responder acertadamente a la tentación. Encontré la libertad para deleitarme y disfrutar el ser mujer. Encontré nuevas posibilidades que nunca había pensado me sucederían, la atracción romántica hacia un hombre, después el matrimonio y una familia. Encontré que Dios es capaz de terminar la obra que comenzó en mí, y que Él es capaz y desea alinearme con sus grandes planes que son grandes, correctos, y llenos de belleza no adulterada. También he encontrado en Él, al compañero íntimo que nunca me dejará ni me abandonará. Me he enfrentado a muchos desafíos en el camino, incluyendo la traición de mi marido y nuestro divorcio posterior. A través de todo, he sentido la cercanía, cuidado y deleite de Dios en mí. Desde que me embarqué en este viaje maravilloso, he podido compartir mi esperanza en Cristo Jesús con muchas personas lastimadas a quienes Dios ama. Debido a la bondad de Dios, soy capaz de prosperar a pesar de los altibajos de la vida y seguir compartiendo mi esperanza con los demás. Puedo decir que cambiar mis caminos por Sus caminos fue el mejor trato que he hecho en todos los sentidos.

“Yo soy de mi amado y mi amado es mío”

Cantar de los Cantares 6:3

Anne Paulk es la Directora Ejecutiva y miembro del Consejo de Restored Hope Network, madre de 3 hijos maravillosos, autora y oradora popular en temas homosexuales. Anne ha sido entrevistada en la televisión, radio y en revistas como Oprah Winfrey, Good Morning America, CBS Evening News, Club 700, Coral Ridge Ministerio de D. James Kennedy, Enfoque a la Familia, y la revista People. Ella es la autora de “Restauración de Identidad Sexual: Esperanza para mujeres que luchan con la atracción hacia el mismo sexo”.