Por Víctor T

Las personas con quebrantamiento mencionan a menudo que una de las cosas que más dolor les causó en los primeros años de vida, y que se prolongó a la adultez, fue la relación con su padre. El anhelo de vivir en plenitud y libertad se ha visto interrumpido dramáticamente por la ausencia de una de las personas más importantes en el desarrollo, nuestro padre.

La escasa o nula presencia, o la equívoca participación e involucramiento en los años formativos puede causar mucho daño. A través de los años Éxodus Latinoamérica y muchos otros involucrados en los temas de quebranto sexual y relacional, han planteado que la figura paterna es un eslabón importante en la cadena de la formación de identidad.

Por Maricela Alers

Uno de los retos más grandes que los padres cristianos jóvenes están enfrentando el día de hoy es criar a sus hijos en la fe, santidad y amor al Señor. Los niños actualmente tienen al alcance infinidad de información gracias a las redes sociales y al internet, información que puede ser detonante para que ellos vayan formando sus valores que influirán en sus decisiones futuras. Ellos pueden encontrar fácilmente desde pornografía hasta páginas donde afirman la homosexualidad como algo natural y bueno. Dibujos animados, películas, novelas están llenas de sensualidad inculcando en nuestros hijos, aun en los más pequeños, que en el amor y el sexo todo es permitido.

“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” Proverbios 22:6

Es por eso que hoy más que nunca debemos fomentar el valor de la confianza en nuestros niños; si nuestros hijos pequeños nos tienen confianza, podrán venir y contar sus más íntimos deseos, miedos y luchas. Pero ¿qué pasa si esa confianza no existe? Ellos recurrirán en busca de respuestas a sus amigos o a nuestro amigo en común “google”, quien no siempre muestra una información veraz y correcta.

Cuento preventivo al abuso sexual infantil

“Hay secretos buenos y secretos malos. Los secretos buenos son para sorprender a alguien, como cuando se hace una fiesta sorpresa para un cumpleaños.

Los secretos malos son los que te ponen triste o nervioso, o te hacen sentir mal o incómodo. Los secretos malos no deben guardarse, deben confesarse”

Por Leo Chain

Génesis 1:27-28
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Pero la serpiente era astuta más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra…”. 

Por Dan Hitz -Restoration Ministries

En esta serie hemos visto como construir una relación con nuestros hijos y cómo corregirlos de una manera redentora, que verdaderamente les fortalezca y les dé poder para tomar mejores decisiones. En este artículo vamos a ver la forma de arrepentirnos ante nuestros hijos por los errores que hemos cometido, y cómo mejorar nuestra relación rota con ellos.

Algunos de los pensamientos en este artículo provienen de una enseñanza sobre el arrepentimiento que escuché hace muchos años por Jack Frost de Shiloh Place Ministries. Otros han sido cosas que he aprendido a través de los años como padre que ha cometido muchos errores. Lo más importante en todo el proceso son la honestidad, la humildad y la disposición a admitir cuando nos equivocamos.

Por Dan Hitz – Director de Reconciliation Ministries

Familia Emocionalmente Saludable

Este artículo se centra en algunas maneras que puede construir y mejorar la relación con su hijo. Lo comunicacion-padres-e-hijos-aletheiamejor sería empezar a utilizar estas ideas desde que nuestros hijos son pequeños. Sin embargo, si su hijo es mayor, no es demasiado tarde para comenzar. Dese cuenta de que se necesitará más tiempo construir o reparar una relación cuando su hijo ya es mayor. A veces es posible que necesite un poco de ayuda exterior como la de un consejero o un pastor. No importa la edad que tenga su hijo, podemos confiar en el Señor para que nos guíe en la crianza que les damos a nuestros hijos.

 Habla claro con tus hijos sobre el sexo_0001

¿Quiénes les hablan a tus hijos acerca del sexo?

En una cultura mediática obsesionada con el sexo, puedes estar seguro de que tus hijos están recibiendo el mensaje. Sin embargo, ¿es el que quieres que perciban? Es probable que no.

Esto es algo que tú puedes hacer.

Si tus hijos van a recibir el mensaje sobre el plan de Dios para el sexo, tú eres la mejor opción para dárselo. Las estadísticas muestran que te escuchan  a ti y que quieren escucharlo de ti. Esto no es fácil, pero Josh y Dottie McDowell hacen que sea muy factible. Basados en su propia experiencia familiar, en su amor desde hace décadas y en su preocupación por los jóvenes, junto con la investigación actual, proporcionan una guía completa, fácil de usar que te ayudará a

  • poner el sexo y la sexualidad en un contexto bíblico de la relación con Dios
  • ser directo y franco sin violar las emociones de tus hijos
  • estar al tanto de las preguntas y las oportunidades
  • crear una base positiva para las vidas de tus hijos, a medida que te relacionas y sueñas con ellos con respecto a su futuro

Los capítulos cortos con ideas y consejos prácticos añaden un impulso adicional, dándote la confianza y la información sólida para el proceso, a veces incómodo, de guiar a tus hijos en una sana comprensión del regalo de Dios del sexo.

HABLA CLARO CON TUS HIJOS SOBRE EL SEXO
Autor: Josh y Dottie McDowell
191 Páginas
Editorial Unilit
$120 MXN
$    6 USD

Recobra lo que el enemigo te robó

¿Acaso sufres por un ser querido que está descarriado? Quin Sherrer y Ruthanne Garlock mantuvieron una luz encendida en la ventana, aguardando el regreso de sus hijos pródigos.

Por Pedro Delgado

Santiago era un niño callado y taciturno. Miraba con ojos tristes a sus compañeros mientras parecían divertirse. Anhelaba ser capaz de jugar con ellos y comportarse con ese valor, coraje, determinación y seguridad con el balón. Pero el simple hecho de hablar con uno de ellos, le llenaba de pánico.

Había sido objeto de burlas en repetidas ocasiones, y para ocultar su amaneramiento y su voz delicada, prefería callar y permanecer inmóvil, guardando una distancia prudencial del resto de sus compañeros o involucrándose en actividades que pudiera desarrollar solo: lectura o trabajos manuales. O simplemente prefería jugar con niñas, con quienes se sentía más seguro y menos amenazado.

Julieta era diferente. “¡Quítenmela de encima!” gritaba desesperado Enrique mientras su compañera Julieta le arremetía violentamente, golpeándole la cara con una saña inusual a sus apenas once años de edad. La madre de Julieta llegó visiblemente agitada a la oficina de la directora de la primaria donde su hija estudiaba. No era la primera vez que le hacía llamar por el comportamiento agresivo de Julieta; era la tercera escuela primaria en la que estudiaba, pues había sido expulsada por la misma razón.

La niña no parecía sentirse cómoda con sus compañeras; prefería jugar con los varones, juegos rudos, e incluso realizaba hazañas que algunos niños ni siquiera se atrevían a hacer.

Las historias de Santiago y Julieta son las de muchos otros niños. ¿Qué es lo que sucedió? ¿Qué fue lo que afectó a estos niños, ahora quizá adultos, que muestran un comportamiento que no va acorde con su género?

Para que se lleve a cabo en forma satisfactoria un crecimiento y madurez espiritual, emocional y física, deben estar presentes ciertos nutrientes durante su infancia. Hablando específicamente de una orientación sexual sana, es necesario que los niños desarrollen vínculos adecuados con su madre, pues es quien los nutre y cuida desde su gestación. También con su padre, cuya intervención oportuna desde el momento mismo de la concepción es de suma importancia. Y con los dos al estar unidos como esposos, en una relación de respeto y de adecuada comunicación entre ambos.

Cuando la gente comenta: “Es alarmante la cantidad de homosexuales que está surgiendo hoy en día. ¡Pareciera plaga!” tristemente tenemos que admitir que proporcionalmente a una mayor crisis de paternidad, habrá cada vez más personas con problemas de lo que ahora se denomina Atracción al Mismo Sexo (AMS). Es decir, de homosexualidad y lesbianismo.

¿Y cómo es que la ausencia física y/o emocional del padre puede afectar tanto el desarrollo psicosexual del niño? Joseph Nicolosi, autor del libro Una guía para padres sobre cómo prevenir la homosexualidad, nos dice cómo los nutrientes básicos, tanto físicos como emocionales, son dados en primera instancia por parte de la madre. Ella juega un papel trascendental en cuanto a cimentar las bases del desarrollo del niño, tanto del varón como de la mujer.

Sin embargo, hablando específicamente de los niños varones, es de suma importancia que el padre intervenga en lo afectivo, imprimiendo su sello de masculinidad. Debe llevar a cabo una transferencia de identidad de género con su presencia patente entre los dieciocho meses y los tres años de edad.

Aunque la recurrencia del lesbianismo está siendo cada vez mayor, no se compara con el problema de la homosexualidad masculina. Según las estadísticas, por cada cinco casos de homosexualidad masculina, existe un solo caso de lesbianismo. Esto se debe a que, aunque tanto la madre como el padre juegan un papel importante en el desarrollo psicosexual tanto del niño como de la niña, la función del padre es lograr un desapego, como emprender un vuelo hacia una masculinidad afectiva en el caso de los varones.

La masculinidad es un logro que difícilmente se puede obtener sin la intervención del padre, o de una figura masculina que funja como padre sustituto. En el caso de las hijas, aunque el padre también viene a afirmar su feminidad, ésta es más bien conformada en primera instancia por la madre, con la que la hija no tiene que lograr precisamente un desprendimiento, sino seguir conectada con ella especialmente durante su infancia, pubertad y adolescencia.

El niño varón que no logra la conexión con su padre, quien se espera intervenga para “rescatar al hijo de la influencia materna”, como dice Nicolosi. A esta edad el niño ya distingue entre su madre y su padre, y hay una atracción natural puesta por Dios, hacia lo masculino, hacia su padre, pues anhela ser conformado y afirmado por él.

El amor de la madre es más bien incondicional. La madre consiente a los hijos, los sobreprotege en algunos casos. Aunque puede imponer también disciplina, su tendencia es más bien hacia amar, dar y cuidar de una forma absoluta. Pero el amor del padre suele ser más condicionado, hablando de los varones, pues hace al niño un tomador de riesgos. Lo anima a subirse a un árbol, jugar pelota, hacer cosas osadas que no se le faciliten. Esto da al niño un sentido de seguridad, pues estas primeras cosas riesgosas las hace al lado de alguien que le inspira confianza y seguridad, y que lo motiva para ser, al igual que él, una persona segura y valiente.

Pero cuando el niño es solo criado por la madre, o con escasa participación por parte del padre, donde no le permite emprender ese vuelo hacia la masculinidad, porque ni siquiera se siente seguro para desprenderse de quien le ha provisto para sus necesidades hasta ese momento, es inseguro para tomar riesgos, para ser una persona decisiva, determinante, fuerte. Más bien puede sentirse inseguro, tímido, temeroso. Puede no saber comportarse con el aplomo de un varón, pues la ausencia de su padre ha frenado su desarrollo en cuanto a su masculinidad.

Por supuesto que las raíces de una desorientación homosexual son muchas. Hablamos de una conspiración de factores que pueden ser un temperamento inclinado hacia lo artístico e intelectual, influencia femenina, etiquetación, abuso sexual infantil, experiencias sexuales tempranas, vinculación emocional insana con la madre, matriarcado, machismo, entre otros. Pero en especial la ruptura con el padre del mismo sexo es un factor predominante.

Cuando el niño anhela una conexión con su padre, y por alguna razón ésta no se logra, él lo percibe como un rechazo por parte de su padre. Se siente abandonado, ignorado. Puede percibirlo como alguien hostil, agresivo, ausente, alguien que no se interesa en él, falto de amor. Esta percepción es reforzada si existe una relación matrimonial desdichada.

La madre en su crisis emocional puede hacer del niño su confidente, una especie de “esposito” en el cual descarga sus frustraciones. Tal vez trata de cambiarlo y hacerlo a su manera, en vista de lo insatisfactoria que ha resultado su relación matrimonial. Habla con su hijo del mal comportamiento de su padre, de su mal desempeño como esposo, de cómo la ha maltratado, de cómo ha estado ausente, de cuán lejos está de ser el esposo y padre que debía haber sido.

La conclusión mental inconsciente del niño es: ¿Eso es ser un hombre? Yo no quiero ser eso. Al rechazar y renunciar a su padre, termina renunciando también a su propia masculinidad.

En el caso del lesbianismo, las causas son muy similares pero algunas dinámicas son un tanto distintas. Hablando de los factores que contribuyen al lesbianismo, puede también existir una ruptura con su madre o abuso sexual infantil, o puede contribuir también el hecho de que la niña haya resultado ser de una constitución robusta o atlética, que no cae en los estándares de lo que esperaba su madre para una niña delicada y femenina. De esta manera puede existir cierto rechazo hacia ella.

Puede ser que se esperaba a un varón en lugar de una niña. Se le comience a tratar como un niño, a vestirla como niño, sofocando su propia feminidad. Pero nos encontramos una vez más con un factor fuerte: la presencia del padre. En este caso él es quien dignifica y afirma la feminidad de su hija, y esto comienza con el trato que como esposo da a su propia esposa.

En unos casos se desarrolla un vínculo emocional con su padre tan fuerte que logra desapegarla de su madre, e incluso crear un tipo de rivalidad entre ellas.

Algo muy distinto puede ocurrir también. Si existe una relación disfuncional en el matrimonio y el esposo está maltratando física y/o emocionalmente a su esposa, la hija se da cuenta de dicho maltrato y se vuelve contrincante de su padre para defender a su débil madre. En tal caso la conclusión inconsciente es: ¿Esto es ser una mujer? No es algo que yo quiero ser.

Entonces ¿cómo debería ser una paternidad sana que nutra, motive, afirme y favorezca hacia una sana orientación e identidad sexual en los hijos?

Se busca un padre que ame a Dios, que lo conozca, que acepte el papel que Dios le ha dado dentro de su matrimonio y de su familia. Será un padre apegado al diseño de Dios establecido para el hogar, un padre en quien descanse la autoridad de la familia, que va acompañada de la responsabilidad para cuidar y amar a la esposa como vaso más frágil, que sepa que lo mejor que puede dar a sus hijos en principio no son bienes materiales por los cuales se pase horas incansables de trabajo, sino darse a sí mismo, su tiempo, su presencia, su afecto, su cariño, su disciplina.

Se busca un padre que con la ayuda de Dios pueda romper con las viejas maldiciones generacionales que se dan en forma de machismo, ausencia, agresión, falta de comunicación. Será un padre que busque al Padre Dios para llenar sus propios vacíos emocionales, a fin de crecer en su propia plenitud de paternidad y ser facultado por el Señor para ser el padre que él quiso que fuera.

Se busca un padre que sepa poner límites a sus hijos para criar niños seguros que sepan hacia dónde ir, un padre que vea a sus hijos como saetas a quienes da dirección, que les instruya en el camino de Dios siendo ejemplo de protección, provisión, líder fuerte pero amoroso que rompa con las ataduras y moldes que impiden mostrar afecto en forma práctica y física a su esposa y a sus hijos.

La boca de un padre debe bendecir incansablemente a sus hijos y decir con libertad: Te amo esposa; te amo, hijo; te amo, hija. Una mujer puede ser una madre extraordinaria, pero no le es dado ser padre. Esta es una facultad única y exclusiva para el varón. Su intervención y aporte en el sano desarrollo de los hijos es esencial.

No se buscan padres perfectos, porque cuando se ha encontrado al Padre perfecto en el cielo, sabemos que nos falta mucho para ser como Él. Pero tenemos el anhelo de ir en esa dirección. Se buscan padres forjadores de nuevas generaciones de hombres y mujeres que amen a Dios, hombres íntegros que vivan de acuerdo con el diseño de Dios establecido para la sexualidad en esta era de postmodernidad, hombres y mujeres rendidos al señorío de Jesucristo en todas las áreas de sus vidas.

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