Habla claro con tus hijos sobre el sexo_0001

¿Quiénes les hablan a tus hijos acerca del sexo?

En una cultura mediática obsesionada con el sexo, puedes estar seguro de que tus hijos están recibiendo el mensaje. Sin embargo, ¿es el que quieres que perciban? Es probable que no.

Esto es algo que tú puedes hacer.

Si tus hijos van a recibir el mensaje sobre el plan de Dios para el sexo, tú eres la mejor opción para dárselo. Las estadísticas muestran que te escuchan  a ti y que quieren escucharlo de ti. Esto no es fácil, pero Josh y Dottie McDowell hacen que sea muy factible. Basados en su propia experiencia familiar, en su amor desde hace décadas y en su preocupación por los jóvenes, junto con la investigación actual, proporcionan una guía completa, fácil de usar que te ayudará a

  • poner el sexo y la sexualidad en un contexto bíblico de la relación con Dios
  • ser directo y franco sin violar las emociones de tus hijos
  • estar al tanto de las preguntas y las oportunidades
  • crear una base positiva para las vidas de tus hijos, a medida que te relacionas y sueñas con ellos con respecto a su futuro

Los capítulos cortos con ideas y consejos prácticos añaden un impulso adicional, dándote la confianza y la información sólida para el proceso, a veces incómodo, de guiar a tus hijos en una sana comprensión del regalo de Dios del sexo.

HABLA CLARO CON TUS HIJOS SOBRE EL SEXO
Autor: Josh y Dottie McDowell
191 Páginas
Editorial Unilit
$120 MXN
$    6 USD

Recobra lo que el enemigo te robó

¿Acaso sufres por un ser querido que está descarriado? Quin Sherrer y Ruthanne Garlock mantuvieron una luz encendida en la ventana, aguardando el regreso de sus hijos pródigos.

La adicción al sexo comienza en familias marcadas por dinámicas y características no saludables.

Por Pedro Delgado

Santiago era un niño callado y taciturno. Miraba con ojos tristes a sus compañeros mientras parecían divertirse. Anhelaba ser capaz de jugar con ellos y comportarse con ese valor, coraje, determinación y seguridad con el balón. Pero el simple hecho de hablar con uno de ellos, le llenaba de pánico.

Había sido objeto de burlas en repetidas ocasiones, y para ocultar su amaneramiento y su voz delicada, prefería callar y permanecer inmóvil, guardando una distancia prudencial del resto de sus compañeros o involucrándose en actividades que pudiera desarrollar solo: lectura o trabajos manuales. O simplemente prefería jugar con niñas, con quienes se sentía más seguro y menos amenazado.

Julieta era diferente. “¡Quítenmela de encima!” gritaba desesperado Enrique mientras su compañera Julieta le arremetía violentamente, golpeándole la cara con una saña inusual a sus apenas once años de edad. La madre de Julieta llegó visiblemente agitada a la oficina de la directora de la primaria donde su hija estudiaba. No era la primera vez que le hacía llamar por el comportamiento agresivo de Julieta; era la tercera escuela primaria en la que estudiaba, pues había sido expulsada por la misma razón.

La niña no parecía sentirse cómoda con sus compañeras; prefería jugar con los varones, juegos rudos, e incluso realizaba hazañas que algunos niños ni siquiera se atrevían a hacer.

Las historias de Santiago y Julieta son las de muchos otros niños. ¿Qué es lo que sucedió? ¿Qué fue lo que afectó a estos niños, ahora quizá adultos, que muestran un comportamiento que no va acorde con su género?

Para que se lleve a cabo en forma satisfactoria un crecimiento y madurez espiritual, emocional y física, deben estar presentes ciertos nutrientes durante su infancia. Hablando específicamente de una orientación sexual sana, es necesario que los niños desarrollen vínculos adecuados con su madre, pues es quien los nutre y cuida desde su gestación. También con su padre, cuya intervención oportuna desde el momento mismo de la concepción es de suma importancia. Y con los dos al estar unidos como esposos, en una relación de respeto y de adecuada comunicación entre ambos.

Cuando la gente comenta: “Es alarmante la cantidad de homosexuales que está surgiendo hoy en día. ¡Pareciera plaga!” tristemente tenemos que admitir que proporcionalmente a una mayor crisis de paternidad, habrá cada vez más personas con problemas de lo que ahora se denomina Atracción al Mismo Sexo (AMS). Es decir, de homosexualidad y lesbianismo.

¿Y cómo es que la ausencia física y/o emocional del padre puede afectar tanto el desarrollo psicosexual del niño? Joseph Nicolosi, autor del libro Una guía para padres sobre cómo prevenir la homosexualidad, nos dice cómo los nutrientes básicos, tanto físicos como emocionales, son dados en primera instancia por parte de la madre. Ella juega un papel trascendental en cuanto a cimentar las bases del desarrollo del niño, tanto del varón como de la mujer.

Sin embargo, hablando específicamente de los niños varones, es de suma importancia que el padre intervenga en lo afectivo, imprimiendo su sello de masculinidad. Debe llevar a cabo una transferencia de identidad de género con su presencia patente entre los dieciocho meses y los tres años de edad.

Aunque la recurrencia del lesbianismo está siendo cada vez mayor, no se compara con el problema de la homosexualidad masculina. Según las estadísticas, por cada cinco casos de homosexualidad masculina, existe un solo caso de lesbianismo. Esto se debe a que, aunque tanto la madre como el padre juegan un papel importante en el desarrollo psicosexual tanto del niño como de la niña, la función del padre es lograr un desapego, como emprender un vuelo hacia una masculinidad afectiva en el caso de los varones.

La masculinidad es un logro que difícilmente se puede obtener sin la intervención del padre, o de una figura masculina que funja como padre sustituto. En el caso de las hijas, aunque el padre también viene a afirmar su feminidad, ésta es más bien conformada en primera instancia por la madre, con la que la hija no tiene que lograr precisamente un desprendimiento, sino seguir conectada con ella especialmente durante su infancia, pubertad y adolescencia.

El niño varón que no logra la conexión con su padre, quien se espera intervenga para “rescatar al hijo de la influencia materna”, como dice Nicolosi. A esta edad el niño ya distingue entre su madre y su padre, y hay una atracción natural puesta por Dios, hacia lo masculino, hacia su padre, pues anhela ser conformado y afirmado por él.

El amor de la madre es más bien incondicional. La madre consiente a los hijos, los sobreprotege en algunos casos. Aunque puede imponer también disciplina, su tendencia es más bien hacia amar, dar y cuidar de una forma absoluta. Pero el amor del padre suele ser más condicionado, hablando de los varones, pues hace al niño un tomador de riesgos. Lo anima a subirse a un árbol, jugar pelota, hacer cosas osadas que no se le faciliten. Esto da al niño un sentido de seguridad, pues estas primeras cosas riesgosas las hace al lado de alguien que le inspira confianza y seguridad, y que lo motiva para ser, al igual que él, una persona segura y valiente.

Pero cuando el niño es solo criado por la madre, o con escasa participación por parte del padre, donde no le permite emprender ese vuelo hacia la masculinidad, porque ni siquiera se siente seguro para desprenderse de quien le ha provisto para sus necesidades hasta ese momento, es inseguro para tomar riesgos, para ser una persona decisiva, determinante, fuerte. Más bien puede sentirse inseguro, tímido, temeroso. Puede no saber comportarse con el aplomo de un varón, pues la ausencia de su padre ha frenado su desarrollo en cuanto a su masculinidad.

Por supuesto que las raíces de una desorientación homosexual son muchas. Hablamos de una conspiración de factores que pueden ser un temperamento inclinado hacia lo artístico e intelectual, influencia femenina, etiquetación, abuso sexual infantil, experiencias sexuales tempranas, vinculación emocional insana con la madre, matriarcado, machismo, entre otros. Pero en especial la ruptura con el padre del mismo sexo es un factor predominante.

Cuando el niño anhela una conexión con su padre, y por alguna razón ésta no se logra, él lo percibe como un rechazo por parte de su padre. Se siente abandonado, ignorado. Puede percibirlo como alguien hostil, agresivo, ausente, alguien que no se interesa en él, falto de amor. Esta percepción es reforzada si existe una relación matrimonial desdichada.

La madre en su crisis emocional puede hacer del niño su confidente, una especie de “esposito” en el cual descarga sus frustraciones. Tal vez trata de cambiarlo y hacerlo a su manera, en vista de lo insatisfactoria que ha resultado su relación matrimonial. Habla con su hijo del mal comportamiento de su padre, de su mal desempeño como esposo, de cómo la ha maltratado, de cómo ha estado ausente, de cuán lejos está de ser el esposo y padre que debía haber sido.

La conclusión mental inconsciente del niño es: ¿Eso es ser un hombre? Yo no quiero ser eso. Al rechazar y renunciar a su padre, termina renunciando también a su propia masculinidad.

En el caso del lesbianismo, las causas son muy similares pero algunas dinámicas son un tanto distintas. Hablando de los factores que contribuyen al lesbianismo, puede también existir una ruptura con su madre o abuso sexual infantil, o puede contribuir también el hecho de que la niña haya resultado ser de una constitución robusta o atlética, que no cae en los estándares de lo que esperaba su madre para una niña delicada y femenina. De esta manera puede existir cierto rechazo hacia ella.

Puede ser que se esperaba a un varón en lugar de una niña. Se le comience a tratar como un niño, a vestirla como niño, sofocando su propia feminidad. Pero nos encontramos una vez más con un factor fuerte: la presencia del padre. En este caso él es quien dignifica y afirma la feminidad de su hija, y esto comienza con el trato que como esposo da a su propia esposa.

En unos casos se desarrolla un vínculo emocional con su padre tan fuerte que logra desapegarla de su madre, e incluso crear un tipo de rivalidad entre ellas.

Algo muy distinto puede ocurrir también. Si existe una relación disfuncional en el matrimonio y el esposo está maltratando física y/o emocionalmente a su esposa, la hija se da cuenta de dicho maltrato y se vuelve contrincante de su padre para defender a su débil madre. En tal caso la conclusión inconsciente es: ¿Esto es ser una mujer? No es algo que yo quiero ser.

Entonces ¿cómo debería ser una paternidad sana que nutra, motive, afirme y favorezca hacia una sana orientación e identidad sexual en los hijos?

Se busca un padre que ame a Dios, que lo conozca, que acepte el papel que Dios le ha dado dentro de su matrimonio y de su familia. Será un padre apegado al diseño de Dios establecido para el hogar, un padre en quien descanse la autoridad de la familia, que va acompañada de la responsabilidad para cuidar y amar a la esposa como vaso más frágil, que sepa que lo mejor que puede dar a sus hijos en principio no son bienes materiales por los cuales se pase horas incansables de trabajo, sino darse a sí mismo, su tiempo, su presencia, su afecto, su cariño, su disciplina.

Se busca un padre que con la ayuda de Dios pueda romper con las viejas maldiciones generacionales que se dan en forma de machismo, ausencia, agresión, falta de comunicación. Será un padre que busque al Padre Dios para llenar sus propios vacíos emocionales, a fin de crecer en su propia plenitud de paternidad y ser facultado por el Señor para ser el padre que él quiso que fuera.

Se busca un padre que sepa poner límites a sus hijos para criar niños seguros que sepan hacia dónde ir, un padre que vea a sus hijos como saetas a quienes da dirección, que les instruya en el camino de Dios siendo ejemplo de protección, provisión, líder fuerte pero amoroso que rompa con las ataduras y moldes que impiden mostrar afecto en forma práctica y física a su esposa y a sus hijos.

La boca de un padre debe bendecir incansablemente a sus hijos y decir con libertad: Te amo esposa; te amo, hijo; te amo, hija. Una mujer puede ser una madre extraordinaria, pero no le es dado ser padre. Esta es una facultad única y exclusiva para el varón. Su intervención y aporte en el sano desarrollo de los hijos es esencial.

No se buscan padres perfectos, porque cuando se ha encontrado al Padre perfecto en el cielo, sabemos que nos falta mucho para ser como Él. Pero tenemos el anhelo de ir en esa dirección. Se buscan padres forjadores de nuevas generaciones de hombres y mujeres que amen a Dios, hombres íntegros que vivan de acuerdo con el diseño de Dios establecido para la sexualidad en esta era de postmodernidad, hombres y mujeres rendidos al señorío de Jesucristo en todas las áreas de sus vidas.

Por el tiempo que la humanidad ha estado sobre la tierra, hemos asociado crianza maternal con confianza y nutrición. Incluso, la idea de confiar en Dios está estrechamente relacionada a la confianza aprendida durante nuestras relaciones más tempranas.

El Salmo 22:9 dice “Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre”.

Sin embargo, una madre puede contribuir tanto a vidas fructíferas como a vidas desperdiciadas, cuando se ha tenido una crianza maternal negativa, podemos comenzar un patrón de desconfianza por el resto de nuestras vidas; y, volvernos agresivos, combativos, controladores, escondiendo nuestras necesidades tanto como la vulnerabilidad.

Existen seis necesidades básicas que deben ser suplidas por una madre: seguridad, nutrición emocional, confianza básica, pertenencia y tener alguien a quien amar.

A medida que usted comience a ver y comprender los elementos que hicieron falta en la crianza maternal recibida, su responsabilidad es lamentar y perdonar, para que pueda ser sanado de cualquier cosa que su madre pudo haber hecho mal. Entonces, conforme toma responsabilidad por su parte del problema, podrá recibir lo que no adquirió, obtener control, y cambiar esas partes de su vida que no han resultado para usted hasta hoy. En este proceso de perdón y responsabilidad, encontrará crecimiento ilimitado.

Ahora describiremos brevemente seis tipos de mamá [1], a fin de que comprenda como se relaciona su historia con su madre, con su vida actual.

LA MAMÁ FANTASMA

Es una mamá desprendida y ausente, que no está disponible emocionalmente para el niño. Algunas variantes que también hacen imposible la relación son cuando existe abuso, control, demandas de perfección, abandono, dificultades en la vida de la madre que la alejan del niño, o bien madres reactivas con las que el niño no puede compartir libremente sin que se moleste.

Los resultados de este tipo de mamá son problemas como, superficialidad en las relaciones, distanciamiento, retraimiento, desconfianza, hostilidad, agresión y relaciones negativas.

Si una madre fue emocionalmente inaccesible, frecuentemente en la vida adulta evitaremos los riesgos por temor a ser destruidos por fracasos, no podemos aceptar críticas y resolver problemas, sufrimos culpa devastadora, y nos sentimos separados de nuestros talentos.

Emocionalmente el tipo de crianza de la mamá fantasma se ve vinculada a dificultades como depresión, sentimientos de vacío, adicciones, problemas en el pensar (pensamientos sospechosos, paranoicos, desconfianza, etc.), desesperanza y falta de significado.

Reconstruya su relación. Dios lo hizo para que dependiera de Él y de otras personas, lo quiere relacionado con Él y con la humanidad, en una mutua y sana dependencia. Está bien desear alcanzar y encontrar a alguien en los tiempos de soledad, tensión y conflicto.

 

LA MAMÁ MUÑECA DE PORCELANA

Es una mamá frágil, no puede tratar con situaciones desagradables o tensas de la vida. Se abruma con los problemas de su niño, así como los de ella misma. Falla en dar contención emocional al niño, esta es la función en la cual la mamá literalmente retiene los sentimientos del niño, hasta que él pueda manejarlos por sí mismo e intercambiar estos sentimientos por serenidad, reposo y amor. La contención se proporciona mediante las acciones de calmar, validar, estructurar y confrontar las emociones del niño.

Los que tienen un pasado frágil de crianza maternal desarrollan un estilo de relacionarse fallido, alejan el acercamiento que necesitan. En un intento de manejar sus propias ansiedades se convierten en cuidadores, apresurándose a rescatar y estabilizar amigos que están teniendo conflictos; desarrollan agresividad; se desconectan cuando experimentan sentimientos abrumadores. Presentan problemas funcionales como, poca confianza en la habilidad para tomar decisiones o estilos rígidos de pensar en su desempeño profesional; emocionalmente puede presentarse depresión, ansiedad y problemas de comportamiento.

Tome el control: lleve sus sentimientos y confusión a otros, como pueden ser grupos de apoyo, consejeros y amigos confiables, que lo ayuden a pensar en forma más contenida.

LA MAMÁ CONTROLADORA

No permite independencia y afirmación de voluntad, ni separación. No promueve la identidad y las diferencias individuales. Falla en disciplinar las elecciones, comportamientos y actitudes pobres, y en imponer límites; no se opone al deseo del niño de evitar independencia y separación, esto es, disfruta de la dependencia del niño hacia ella, usa al niño para llenar sus vacíos.

Dentro de los resultados de una crianza controladora encontramos en las relaciones inhabilidad para decir no, temor de intimidad y compromiso, codependencia. Funcionalmente se presenta desorganización, incapacidad de reconocer sus talentos y habilidades, no aprende a retrasar la gratificación, e irresponsabilidad. Así como problemas emocionales, como depresión, sentimientos de ineficiencia y desesperación, adicciones y problemas de impulsos, aislamiento, estados de ansiedad y ataques de pánico, tendencia a culpar a otros, tener mentalidad de víctima.

Conviértase en su propia persona. No es sólo que tiene una mamá que no lo deja irse o que lo hace sentirse culpable. El meollo del asunto es que tiene un problema de carácter personal, Necesita desarrollar su identidad y autonomía, así como fijar límites.

LA MAMÁ TROFEO

Este tipo de mamá tiene una gran necesidad de “ser especial”, de ser reconocida por medio de su hijo o de ella misma. Manifiesta amor condicional, determinado por los logros del niño. Da alabanzas al niño en cualquier actividad que realiza, y lo justifica cuando no obtiene éxito en lo que emprende, culpando a otras personas por ello; falla en aceptar las partes débiles, negativas, mediocres, malas o que no le gustan de su hijo.

Una crianza maternal “trofeo”, puede generar que el hijo se encuentre siempre actuando para otros, ser demandante, o bien buscar ser especial en todas las situaciones y relaciones. En su desempeño es perfeccionista, teniendo expectativas de alabanza ante el mínimo logro, y esconde los fracasos.

Emocionalmente puede presentar depresión, ansiedad, vergüenza, culpabilidad, compulsiones y adicciones. Y en el plano espiritual, puede generar dificultad en sentirse cerca y seguro con Dios, así como un sentido de maldad abrumador que lo mantiene ciega a la luz del perdón y la gracia de Dios.

Vuélvase real. Debemos enfrentar la realidad, apoderarnos de nuestra imperfección, dolor y fracaso; y con la ayuda de nuestras personas de apoyo crecer en la aceptación propia, dejando de buscar aceptación de nuestra madre y de los demás en general.

LA MAMÁ AÚN JEFA

Este tipo de mamá transmite el mensaje a su hijo de “no importa la edad que tengas siempre seré tu madre”. Tiene ideas rígidas y no permite que su hijo difiera de ella respecto a ningún tema. No permite que su hijo rete su autoridad. La posición del hijo debe ser obedecer sin preguntar. Por ello falla en preparar a su hijo para asumir su rol de adulto y tomar decisiones.

Los resultados de este tipo de crianza son que se presenta una ambivalencia en la persona: un lado deprimido, en el que tiene sentimiento de inferioridad, se siente incapaz de tomar decisiones, con temor al éxito y no se siente como adulto en un mundo adulto; y un lado alentado en el que adopta un papel superior y aspira a conducir y controlar a otros, se torna crítico y condescendiente, tiende a actuar como padre y es rebelde a la autoridad.

En lo funcional, lo vemos con preocupación acerca de lo que otros piensen sobre sus metas y si son las metas “correctas” y con problemas para terminar lo que empieza. Emocionalmente se advierte ansiedad y depresión por sentir que es incapaz de ser adulto, con enojo y sentimientos sexuales reprimidos, así como desórdenes compulsivos y obsesivos. Espiritualmente ve a Dios como un juez dictador, por lo que su relación con Dios está basada en el temor y depende de su actuación. Intelectualiza a Dios.

Reconstruya su madurez. Requiere pasar por un proceso de volverse un igual con su madre adulta y con los otros; en el que, con la ayuda de su grupo de contemporáneos apoyo, reevalúe sus creencias, tome sus propias decisiones, maneje su sexualidad, reconozca y persiga sus talentos y sueños, entre otros aspectos importantes.

LA MAMÁ “AMERICAN EXPRESS”

Su nombre se debe al slogan publicitario de la tarjeta de crédito “American Express: no salga de la casa sin ella”. Frustra todo intento de independencia del hijo y de alejarse del hogar. Se resiste a entregar el control de su vida a un hijo ya adulto.

Los resultados de este tipo de crianza maternal son, en lo relacional, en forma ambivalente busca una pareja que lo mime, pero a la vez resiente ese trato; abandona a la pareja, evitan la intimidad en las relaciones, idealizan una pareja que nunca encuentran, se convierte en la madre de otros en relaciones de dependencia. Depende de otros para motivar el desarrollo de su vida espiritual.

En lo funcional, actúa con desorganización, irresponsabilidad, tiene problemas de desarrollo en los aspectos de identidad y talento, y presenta dificultades en retrasar la gratificación. Las señales emocionales son, depresión, sentimientos de falta de poder e inutilidad, adicciones, aislamiento, ansiedad y ataques de pánico.

Deje el hogar en la forma correcta. Antes de buscar dejar este tipo de relación, debe desarrollar y estabilizar un “hogar emocional”, cimentar relaciones de nueva crianza maternal con cónyuge, amistades, grupos de apoyo, iglesia, terapeutas; empiece a tomar posesión de sus éxitos y fracasos, y tome responsabilidad de sus tareas funcionales.

¿Y AHORA QUÉ?

Una vez que usted ha dado pasos en suplir sus necesidades de crianza, puede encaminarse a buscar la reconciliación. Cuando las personas se reconcilian, se vuelven a los que estaban distanciados y pueden relacionarse nuevamente. La reconciliación es una de las principales necesidades con las que Dios nos creó, y se presenta en distintos ámbitos.

Debemos aceptar nuestra responsabilidad en nuestras relaciones, dejar de negar nuestros problemas, dejar de culpar a mamá, a Dios y a las circunstancias.

Para buscar la reconciliación con su madre, si mamá está dispuesta, puede invitarla a un proceso de restauración, pídale perdón por sus respuestas a sus errores de crianza, fije límites saludables y empiece a desarrollar una nueva relación de amistad en adultez. Si no está dispuesta, perdónela, lamente su ideal de mamá, dispóngase a relacionarse con ella en los aspectos que sí sean compatibles y, ámela lo más que pueda.

En la reconciliación consigo mismo, es necesario lidiar con las heridas de la niñez, aceptar las realidades del pasado, lamentarlas en el presente con el apoyo de una persona de confianza y dejarlas ir.

En la reconciliación con sus relaciones seguras, es preciso buscar reparar relaciones dañadas en el pasado, esto le ayudará a crecer

Fundamentalmente, necesitamos ser reconciliados con el Reconciliador.

Si nunca ha invitado a Cristo a que entre en su vida, que lo perdone, y que le permita comenzar de nuevo, lo invitamos a que lo haga.

Si usted es cristiano que está alejado de Dios, le sugerimos que con urgencia se vuelva a relacionar con El y su amor.

Esta reconciliación formal, es la base de nuestra habilidad para perdonar y relacionarnos, no sólo con Dios, sino con mamá, con otros y con nosotros mismos.

Tomado del libro Factor Mamá por Dr. Henry Cloud y Dr. John Townsend, Editorial Vida, 2002.

[1] Para una descripción completa de cada tipo de mamá, los resultados de su crianza y las formas específicas de superar los problemas que generan, y para restaurar las relaciones, se recomienda consultar el libro “El Factor Mamá”.

El adulterio y la sociedad

El séptimo mandamiento dice: “No cometerás adulterio”. Sin embargo, este pecado ha sido cometido a lo largo de toda la historia. Hoy, sin embargo, el adulterio parece más descontrolado que nunca. Entretanto, historias en los periódicos sensacionalistas informan sobre los amoríos de políticos, millonarios y estrellas de cine, y películas como “El paciente inglés”, “El príncipe de las mareas” o “Los puentes de Madison” incluyen y aun promueven el adulterio.

Por Kerby Anderson

Cada año, hay vidas de mujeres (y hombres) que son alteradas o destruidas por alguien que abusa de ellas. Las cicatrices emocionales y físicas, así como la destrucción resultante, aparecen claramente en estadísticas sociales y criminales.

Si bien el abuso se denuncia poco, las estadísticas actuales de crímenes al menos comienzan a contar la historia. El Informe Uniforme de Crímenes del FBI indica rutinariamente a la violencia doméstica como la principal causa de lesiones para mujeres de entre 15 y 44 años de edad en Estados Unidos. Estas lesiones superan a las de los accidentes automovilísticos, los ataques callejeros y las violaciones combinadas.

El abuso puede ser manifiesto, flagrante y descarado. Pero puede ser también sutil y artero. Puede hacer explosión o introducirse gradualmente en una relación. Si bien las mujeres son las principales víctimas del abuso, los hombres también pueden serlo.

Uno de los primeros pasos para tratar con el abuso es identificarlo. Esto suele ser difícil porque puede manifestarse de distintas formas. Esta es una breve reseña de los distintos tipos de abuso.

1. Abuso emocional es el uso de estrategias mentales o juegos psicológicos. Esto podría incluir cosas como ira, agresión, humillación, intimidación, asecho, temor, poder y control. El objetivo es causar daño emocional a la otra persona.
2. Abuso físico incluye el uso de partes del cuerpo o armas para amenazar, castigar, dominar, contener, controlar o lesionar a otra persona.
3. Abuso sexual es el uso de acciones sexuales forzosas que pueden dominar, manipular, amenazar, lesionar, corromper o controlar a otra persona.
4. Abuso social involucra otras formas de abuso para dominar, manipular o controlar las relaciones sociales de otra persona.
5. Abuso financiero es el uso de dinero o cuestiones relacionadas con lo financiero para dominar, amenazar o controlar. Esto puede hacerse para dañar a otra persona o sacar provecho financiero de esa persona.
6. Abuso espiritual es el control de los intereses o prácticas religiosas de otra persona. Puede causarse daño espiritual al criticar las convicciones religiosas de una persona o al distorsionarlas con propósitos religiosos.

Si bien el abuso puede asumir diversas formas, suele haber elementos comunes. Por ejemplo, a menudo existe la tendencia de culpar a la víctima del abuso. A una mujer, por ejemplo, tal vez un pastor o un miembro de la iglesia le diga que “se someta” o que “ore más por su matrimonio”. Y, a menudo, las mujeres vuelven a involucrarse en relaciones abusivas, para sorpresa de muchos.

En este artículo intentaremos brindar algunas respuestas y una perspectiva sobre este tema importante. (Quisiera señalar también que ya tenemos artículos en el sitio Web de Probe que tratan con temas como el abuso verbal y el abuso espiritual.)

Tipos de abusadores

Si bien el abuso y la violencia doméstica se encuentran entre los problemas sociales más acuciantes de nuestro tiempo, la mayor parte de la sociedad (incluyendo las iglesias) sigue considerando a esta crisis como un asunto privado. A las mujeres abusadas los pastores y los miembros de la congregación suelen aconsejarles que “oren más” o “intenten ser una mejor esposa”.

El abuso ha sido ignorado no sólo por la iglesia sino a menudo por la profesión médica. En su estudio del abuso, Evan Stark y Ann Flitcraft encontraron que, de un millón de mujeres que solicitaron tratamiento médico por lesiones sufridas de esposos y novios, los médicos identificaron correctamente las lesiones como resultado de golpizas sólo el cuatro por ciento de las veces. [ref]Evan Stark and Ann Flitcraft, “Medical Therapy as Repression: The Case of the Battered Woman,”Health and Medicine, 1982, 29-32.[/ref]

Frecuentemente el abuso infantil y la violencia doméstica van de la mano. Los hombres que abusan de su esposa abusan a menudo también de sus hijos. La investigación demuestra que, en hogares donde ocurre la violencia doméstica, los hijos son abusados en una proporción de 1500 por ciento superior al promedio normal. [ref]Maria Roy, “Children in the Crossfire,” Health Communications, 1988.[/ref]

A menudo este abuso comienza antes que nazca el niño siquiera. Un estudio de 1200 mujeres embarazadas blancas, latinas y afroamericanas encontró que una de cada seis informó que hubo abuso físico durante el embarazo.[ref]Judith McFarlane, “Abuse During Pregnancy: A Cross-Cultural Study of Frequency and Severity of Injuries,” National Coalition Against Domestic Violence Fact Sheet (Denver, 1994).[/ref]

Los investigadores ahora concluyen que hay dos tipos de abusadores. Neil Jacobson y John Gottman lo documentan en su libro When Men Batter Women.[ref]Neil Jacobson and John Gottman, When Men Batter Women: New Insights into Ending Abusive Relationships (New York: Simon & Schuster, 1998).[/ref] Su estudio de más de 200 parejas en relaciones peligrosas ayudó a destruir mitos y arrojó nueva luz sobre las relaciones abusivas.

Ellos describen dos tipos de golpeadores: los “cobras” y los “perros Pit Bull”. Los “cobras” son los más severamente violentos de los dos. Golpean velozmente y ferozmente, manteniendo siempre el control y sintiéndose con derecho a todo lo que desean.

Los “perros Pit Bull” son violentos porque son inseguros. Tienen una mayor probabilidad de perder el control, y dejan que sus emociones se caldeen lentamente hasta que explotan de ira.

Jacobson y Gottman estudiaron intensamente unas 60 de las 200 parejas viendo cintas de video de discusiones no violentas de golpeadores severos con su cónyuge. Para eliminar parte de la subjetividad, monitorearon también los signos vitales (ritmo cardíaco, flujo de sudor) de las parejas.

Encontraron que los “cobras” se asemejan a la serpiente de la que toman su nombre. Permanecen inmóviles y concentrados justo antes de atacar a su víctima. Se vuelven internamente serenos durante el abuso. Mientras que el ritmo cardíaco de los “perros Pit Bull” aumenta durante el abuso, el ritmo cardíaco de los “cobras” llega a disminuir.

Los “perros Pit Bull” son impulsados por una profunda inseguridad y suelen tener una dependencia insalubre de la compañera abusada. Temen perder a su esposa, así que intentan controlarla mediante el abuso físico y emocional.

Los “cobras” a menudo han sido abusados ellos mismos físicamente o sexualmente (frecuentemente en la niñez), y tienden a considerar a la violencia como una parte inevitable de la vida.

Límites

A menudo las víctimas del abuso sienten que merecen el abuso que reciben. Han sido convencidas (por su pareja o tal vez por la sociedad en general) de que el abuso es culpa de ellas. No lo es. Para reforzar esta afirmación, estas son ocho cosas que nadie merece:[ref]Puede encontrarse una lista más detallada en Mary Marecek, Breaking Free from Partner Abuse(Buena Park, Calif: Morning Glory Press, 1999)[/ref]

1. Nadie merece ser empujado, abofeteado, magullado ni pateado. No hay ninguna excusa que justifique este tipo de acciones, sean drogas, alcohol, problemas financieros o problemas familiares.
2. Nadie merece ser abusado verbalmente. Nadie debe ser insultado o tratado a los gritos sin ninguna razón aparente.
3. Nadie merece que le dañen sus posesiones (arrojando platos, desgarrando ropa) o que le destruyan regalos. Estas cosas no se vuelven automáticamente “de él” simplemente porque pagó por ellas de una cuenta corriente conjunta.
4. Nadie merece que interfieran con su posibilidad de ir de un lado a otro. Usted no necesita que le digan cuándo puede y cuándo no puede salir de la casa, ir de compras o ir a la escuela.
5. Nadie merece ser seguido, acosado o espiado. Como adulto, usted tiene derecho a ir donde usted quiera, y pasar el tiempo de la forma que usted escoja.
6. Nadie merece ser ridiculizado, denigrado, menospreciado, ni que se burlen de ella. Esto se aplica tanto en el hogar como en público.
7. Nadie merece ser privado emocionalmente. Todos tienen necesidades emocionales: de amar, de ser amado, de cuidar y ser cuidado, de necesitar de otros y de ser necesitado por otros. Esto involucra más que una sola persona que exige su tiempo y atención.
8. Nadie merece ser aislado. Usted merece tener una comunidad de personas alrededor suyo además de sólo un cónyuge que domina su vida.

Toda persona tiene derechos que deben ser afirmados para impedir que tenga lugar el abuso. Esta es una breve lista de esos derechos:

1. Usted tiene derecho a ser tratado con respeto. Todas las personas son creadas a la imagen de Dios (Génesis 2:26, 27) y tienen valor y dignidad. Usted merece respeto independientemente de su condición económica, raza, religión o sexo.
2. Usted tiene derecho a ser escuchado. Usted tiene ideas y opiniones, y debe tener la libertad de expresarlas.
3. Usted tiene derecho a un sistema de ayuda. Usted no debería tener que depender de una persona en su vida para que satisfaga todas sus necesidades emocionales y que lo separa del resto de la sociedad.
4. Usted tiene derecho a ir de un lado a otro libremente. Usted debe poder tomar decisiones con relación a lo que hace con su tiempo libre.
5. Usted tiene derecho a tener privacidad y espacio propios. Usted no renuncia a esos derechos cuando se casa o cuando comienza a tener hijos.
6. Usted tiene derecho a mantener una identidad separada.

Cada uno de estos derechos es importante para establecer límites en una relación. Estos son los componentes clave para impedir el abuso.

Mitos del abuso

Veamos ahora algunos de los mitos acerca del abuso.[ref]Andrea Lissette and Richard Kraus, Free Yourself from an Abusive Relationship (Alameda, Calif: Hunter House, 2000).[/ref]

Un mito es que las víctimas del abuso vienen de familias de menores ingresos. En realidad, las víctimas de la violencia doméstica vienen de todas las condiciones sociales. La raza, la religión, el trasfondo socioeconómico no son predictores del abuso. Las víctimas del abuso pueden ser personas de buena o mala educación, profesionales o trabajadores comunes.

Un segundo mito es que las víctimas permanecen en relaciones abusivas porque les gusta ser abusadas. Esto no es cierto sencillamente. Muchas han sido condicionadas para aceptar las golpizas porque son culpadas por sus abusadores, pero no les gusta ser golpeadas. Muchas víctimas en realidad “aceptan el abuso como habitual en las relaciones” [ref]Eve Buzawa and Carl Buzawa, Domestic Violence: The Criminal Justice Response (Thousand Oaks, Calif: Sage Publications, 1996).[/ref]

Entonces, ¿por qué no se van las víctimas? La respuesta a esto suele ser bastante compleja. Muchas mujeres creen que no pueden irse porque “él no puede vivir sin mí”. Temen que tendrá una crisis nerviosa, se suicidará o perderá su trabajo.

Tal vez crea que los hijos necesitan un padre, racionalizando que un padre abusador es mejor que no tener ningún padre. Y ella tal vez piense que no podrá mantenerse por su cuenta en el mercado laboral.

Muchas mujeres temen ser muertas si dejan una relación abusiva. Y ese temor puede estar justificado. Los estudios demuestran que las mujeres golpeadas tienen una mayor probabilidad de ser muertas después de dejar una relación abusiva. [ref]Mary Ann Dutton, “The Dynamics of Domestic Violence: Understanding the Response from Battered Women,” The Florida Bar Journal, October 1994.[/ref]

Las víctimas del abuso también se autoconvencen de que las cosas van a mejorar. “La esperanza nunca muere”, y siempre hay esperanza de que, con los cambios adecuados y el trabajo duro, el abuso desaparecerá. Lamentablemente, no lo hace.

Un tercer mito es que la violencia ocurre mayormente entre extraños. En contra de la opinión popular, el mayor riesgo de ataque de una mujer viene de un compañero íntimo. Las estadísticas del Departamento de Justicia indican que las mujeres son atacadas siete veces más frecuentemente por ofensores con quienes tienen una relación íntima que las víctimas masculinas de la violencia. [ref]”Violence Against Women: Estimates from the Redesigned Survey, August 1995,” Report from the U.S. Justice Department (Washington, DC: Bureau of Justice Statistics, 1996).[/ref]

Un cuarto mito es que el abuso no es un problema importante. La violencia doméstica es uno de los principales problemas de salud hoy. Como hemos mencionado, afecta a cada uno de los segmentos socioeconómicos de la sociedad. “Los funcionarios federales estiman que la violencia doméstica cuesta a las empresas estadounidenses 4.000 millones de dólares al año en menor productividad, rotación de personal, ausentismo y el uso excesivo de beneficios médicos”. [ref]Patricia Riddle Gaddis, Battered But Not Broken (Valley Forge, Pa: Judson Press, 1996).[/ref]

Primero, los pastores y miembros de la iglesia deben ser conscientes del alcance del problema. He brindado algunas estadísticas sociales para demostrar cuán extendido está el abuso en nuestra sociedad. No es un problema que podamos ignorar o tratar mediante simples frases hechas.

Segundo, los pastores y consejeros necesitan ayudar a las víctimas del abuso a fijar límites en su vida. Las mujeres golpeadas suelen encontrar que les cuesta decidir cosas porque otro ha estado tomando decisiones por ellas. Muchas mujeres que viven en hogares violentos fueron de la casa de su padre directamente a la casa del abusador. Nunca han tenido demasiada experiencia en hacer sus propias elecciones personales.

Si usted quiere ayudar a una víctima del abuso, debería alentarla a tomar sus propias decisiones. Resista la tentación de rescatarla y asumir el control de su vida. Ella necesita sentir que está facultada para actuar y no sentirse inútil. Al mismo tiempo, usted puede brindar sugerencias sobre cómo encontrar un consejero familiar o una agencia que se ocupa de la violencia doméstica.

Tercero, si usted es un pastor, un consejero o simplemente un amigo compasivo, puede brindar consejos y consolación. Ella necesita oír de usted que no merece ser abusada. Reconozca la seriedad de la situación, y no deje que se autoconvenza de que el abuso desaparecerá.

Cuarto, esté preparado para una intervención en caso de crisis. Puede ser necesaria una rápida acción para protegerla a ella y a sus hijos. Pídale que describa las circunstancias de las últimas dos o tres golpizas. ¿Qué ocurrió antes del ataque (droga, alcohol, discusión)? ¿En qué estado se encuentra la relación de ella en este momento?

Un pastor o consejero que recibe una llamada de crisis sólo tiene unos pocos instantes para discernir el alcance de la amenaza, y deben tomarse acciones adecuadas. ¿Puede llegar ella a un lugar seguro inmediatamente? ¿Tiene usted un lugar para que ella vaya, de ser necesario?

A veces la crisis llega a su oficina o a su hogar. Un pastor, consejero o amigo compasivo tal vez necesite buscar atención médica y un lugar seguro lejos del abusador.

Si la pareja está separada, ella podría ser asechada por su abusador. Ella necesita saber quién puede protegerla y cómo ponerse en contacto con servicios legales.

Quinto, la iglesia debe abordar este importante tema del abuso doméstico. Al hablar del tema, rompemos el silencio que rodea el abuso y lo confrontamos con principios bíblicos. La iglesia debe hacer que los abusadores se hagan cargo de sus acciones. La intervención, la confrontación y el amor firme deben ser las herramientas usadas para combatir el abuso en nuestras comunidades.

Si el golpeador es un miembro de la iglesia, entonces Mateo 18 brinda un modelo para confrontar a los “ofensores” dentro de la iglesia. Gálatas 5:22-25 habla del fruto del Espíritu, que incluye amabilidad, bondad y dominio propio. Estos y muchos otros versículos brindan un modelo para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia (2 Timoteo 3:16). Los cristianos tienen un papel importante en tratar con el abuso dentro de nuestra sociedad.


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Traducción: Alejandro Field

Acerca del autor
Kerby Anderson es el director nacional de Probe Ministries International. Recibió su B.S. de Oregon State University, M.F.S. de Yale University, y M.A. de Georgetown University. Es autor de varios libros, incluyendo Genetic Engineering (Ingeniería genética), Origin Science (La ciencia de los orígenes), Living Ethically in the 90s (Cómo vivir éticamente en la década del 90), Signs of Warning (Señales de advertencia), Signs of Hope (Señales de esperanza), y Moral Dilemmas (Dilemas morales). Director general y colaborador de los libros Marriage, Family and Sexuality y Technology, Spirituality, & Social Trends, de Kregel Publications.
Es un columnista nacionalmente sindicado cuyas editoriales han aparecido en los periódicos Dallas Morning News, Miami Herald, San Jose Mercury, y Houston Post.
Es el anfitrión de “Probe,” y suele servir como anfitrión invitado en el programa radial “Point of View” (Punto de vista – USA Radio Network). Si usted tiene algún comentario o pregunta sobre este artículo, envíelo por favor a espanol@probe.org. Por favor indique a qué artículo se está refiriendo.

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