Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” Colosenses 2:13-14 

El adulterio y la sociedad

El séptimo mandamiento dice: “No cometerás adulterio”. Sin embargo, este pecado ha sido cometido a lo largo de toda la historia. Hoy, sin embargo, el adulterio parece más descontrolado que nunca. Entretanto, historias en los periódicos sensacionalistas informan sobre los amoríos de políticos, millonarios y estrellas de cine, y películas como “El paciente inglés”, “El príncipe de las mareas” o “Los puentes de Madison” incluyen y aun promueven el adulterio.

Por Michael Davis

Cuando la adicción sexual se hace presente, lo que todos debemos consi­derar es que somos vulne­rables a llegar a estar vin­culados a aquellas cosas que nos hacen sentir me­jor, más seguros, amados, protegidos, y satisfechos. Llegamos a ser adictos a aquellas cosas que nos dan un sentido de autoes­tima, y que nos ayudan a enfrentar dificultades en nuestra vida.

Lori Rentzel

David y Ken se conocieron en el campamento de verano de la iglesia, donde cada uno estaba a cargo de un grupo de niños de cuarto grado. En el día de apertura, David notó con que facilidad Ken se hacía cargo de su grupo. “Es de esperarse”, pensó David, “mírenlo, un atleta por naturaleza, muy bien parecido y obviamente un líder innato”.

Lo que sí sorprendió a David fue la invitación de Ken a jugar al básquetbol con él una tarde. Después se refrescaron tomando unas sodas y contando historias junto a los niños del campamento. En poco tiempo, el gran sentido del humor de David hizo reír a Ken a carcajadas. Al terminar al semana, todos se daban cuenta de que David y Ken eran muy buenos amigos.

CASO No. 1.

Susan y Carol habían sido amigas por muchos años. Debido a su relación íntima, no era un secreto que Carol y su marido tenían problemas maritales. Un día, mientras almorzaban juntas, Carol admitió que ella tenía algo importante que confesar. Susan percibió la aprehensión en la voz de Carol: “un divorcio -pensó Susan- ella se está divorciando”.

Respirando hondo, Carol comenzó: “Me asusta tener que decirte esto, pero lo tengo que hacer. Yo no puedo seguir aparentando lo que no soy. No deseo que esto afecte nuestra amistad. Tú eres como una hermana para mí”. A través de la mesa Susan tomó la mano de su amiga y dijo: “¿Qué es Carol?, es acaso tu matrimonio? Lo que sea me lo puedes decir…”

Las lágrimas empezaron a inundar los ojos de Carol. “Susan, no es mi matrimonio, eso sería más fácil, creo yo. Se trata de mí. Yo…yo soy homosexual. Soy lesbiana…”

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