La verdadera transformación de un transformista

Por: Living Hope Ministries

Mi nombre es Kevin. Tengo 35 años de edad. El hombre que soy hoy en día no es el hombre que siempre he sido. Mi vida ha cambiado radicalmente. Pero voy a hacerte un poco de historia para que ubiques mi escenario: Cuando tenía tan sólo dos años, mis padres se divorciaron. Mi mamá siempre me ha amado y me ha apoyado en todo. Ella siempre ha sido mi mejor amiga y lo sigue siendo en la actualidad. Mi padre realmente nunca estuvo presente mientras yo crecía, pero cuando estaba, él era muy abusivo verbal y físicamente, y, a veces, sexualmente. Decía que era su manera de enseñarme a ser un hombre.

Mi abuela y mi tía me presentaron a Dios a una edad muy joven. Siempre había creído en Dios y lo amaba, pero no había sido su seguidor. Me encantaba ir a visitar a mi tía porque me gustaba ir a la iglesia con ellos y aprender acerca de Dios. Esos recuerdos son siempre muy buenos recuerdos. El marido de mi tía es un predicador bautista conservador. Él fue realmente la única influencia masculina positiva en mi vida aparte de mis primos. Sin embargo, no tuve muchas de estas oportunidades, sobre todo en los veranos.

Mi infancia fue difícil porque yo no era tan masculino como otros muchachos. Fui gravemente intimidado en la escuela la mayor parte de mi vida porque yo no era lo suficientemente varonil. Odiaba la escuela y odiaba tanto ir que me escondía en el armario de mi habitación o iba a la parada de autobús, pero no me subía al autobús. A veces me escapaba de la escuela y me iba a esconder en la zanja en la calle de la escuela para que nadie acosara. Puedo recordar que me llamaban “maricón” en el primer grado y parecía que eso formó mi identidad en los años siguientes. Realmente odiaba ser tan femenino. Traté de ser más masculino, pero fue en vano. Hice de todo, desde practicar deportes hasta usar ropa de motociclista, vestirme como vaquero, pero nada de eso era convincente. Realmente intenté todo lo que pude para cambiar, pero nada funcionó. Yo era un niño muy solitario, sin amigos.

En mis años de la adolescencia empecé a estar muy confundido acerca de mi sexualidad y oraba por la noche que me muriera mientras dormía, para no tener que decirle a mi familia que era gay. Cuando estaba en el noveno grado, por fin hice un amigo con el que tenía muchas cosas en común. Convivíamos en la escuela y pasábamos la noche en la casa del otro. Estaba muy emocionado de tener un amigo. Cuando tenía alrededor de catorce años, él se quedó la noche conmigo y al día siguiente, me dijo “vamos al bosque”, que estaba cerca de mi casa. No tenía ni idea de lo que planeaba, pero fui de todos modos. Entramos en el bosque y puso un trapo sobre mi cara con un inhalante, quedé inconsciente y él me violó. Yo supe que lo que hizo no estaba bien, pero yo no sabía qué hacer. Seguimos siendo amigos, porque yo no sabía cómo decirle a nadie lo que había pasado y yo no quería perder el único amigo que había tenido.

Pasaron años antes de que yo le dijera a nadie sobre la violación o el abuso que sufrí de mi padre. La primera persona con la que finalmente me abrí fue mi abuela. Estábamos bebiendo café en su cocina alrededor de la mesa, algo que le encanta hacer, cuando me dijo: “Kevin, tienes tanto odio en tu corazón, algo debe haberte pasado, puedes decirme lo que haya sido”. Me abrí con ella y lo solté, empezamos a llorar juntos y ella oró por mí.

Comencé a tener atracciones al mismo sexo a una edad muy joven y a los 15 años, salí del closet y le dije a mi familia que era gay. En mi mente mis únicas opciones eran hacer eso o cometer suicidio, pero no podía seguir viviendo en ese estado de confusión. Cuando salí del closet, fue increíble. De repente, tuve muchos amigos y me consideraban un chico genial por primera vez en mi vida. Finalmente me sentí normal y que encajaba en alguna parte. Me aceptaron y en cierto modo, me alabaron. Me encantó toda la atención que recibí y decidí que iba a llevarlo al siguiente nivel y empecé a vestirme como mujer (drag). Comenzó el día de Halloween como diversión, todo el mundo dijo que yo era tan hermoso. La atención que causó el vestirme de esa manera se convirtió adictiva. El vestirme luciendo mi femineidad fue ventajoso y lo usé para mi beneficio. Yo no sabía que ese fue el comienzo de los próximos veinte años viviendo en el estilo de vida gay.

Continué vistiéndome como mujer el resto de mis años de adolescencia y comencé a trabajar en clubes nocturnos gays como entretenedor drag tan pronto como tuve la edad suficiente para entrar en los clubes. Poco después, empecé a trabajar en la industria para adultos como prostituta transexual. Comencé a hacer esto como algo temporal, pero vi la cantidad de dinero que podría hacer así que continué en lo que estaba haciendo. Yo obtenía alrededor de 1.000 dólares al día y me volví adicto al dinero. Esto me ayudó a mantener mi fuerte hábito de beber y mi lujoso estilo de vida. Yo no podía travestirme o prostituirme sin estar borracho. Viví mi vida como mujer durante años porque me sentí aceptado esa manera. Yo era hermosa y la gente, en su mayoría hombres, me hizo sentir sexy y deseado.

Durante mi tiempo en este estilo de vida, empecé a darme cuenta de que es muy poco saludable. Muchos amigos y conocidos estaban muriendo a edades muy jóvenes, las personas se infectan con VIH, y vi personas arruinando sus vidas con la adicción a las drogas y al alcohol. Yo estaba enfermo y cansado de estar enfermo y cansado. Siempre me preguntaba qué pasaría si me moría. Me causaba una gran ansiedad y miedo. A veces me daba miedo incluso dormir por la noche. Era un momento en que había abandonado a Dios. Todo lo que me habían enseñado en la iglesia era que los gays van al infierno y el castigo de Dios era que contrajeran SIDA y murieran. Así que pensé, si me voy al infierno, ¡también podría divertirme ahí! Para la mayoría de la gente, mi aspecto exterior era de una persona muy feliz. Siempre fui el alma de la fiesta, por lo que yo era bueno en ser un maestro de ceremonias en espectáculos drag.

En 2013, me mudé a Fort Lauderdale, Florida, con la esperanza de alejarme del trágico estilo de vida gay de Dallas, y comenzar una nueva vida. En Florida, rápidamente me involucré en espectáculos drag y tuve mi propio show en un club de striptease masculino, así como cruceros de baile donde incorporamos chicos stripper en nuestros espectáculos. Mientras en Florida, conocí a un chico stripper en el club en el que estaba trabajando, que me invitó a ir a la iglesia. Pensé que era extraño, pero estaba abierto así que fui. Aun así, seguí atrapado en la misma forma de vida en que yo había estado viviendo, más tarde fui hospitalizado con neumonía, lo que me recordó una vez más que este estilo de vida era muy poco saludable. Yo estaba en el sur de Florida sin familia, así que decidí que era el momento de volver a Texas sólo ocho meses después de salir.

Después de estar en casa sólo un par de meses, uno de mis amigos me invitó a ir a la iglesia el día de Pascua y acepté ir sólo para ser amable. Estuve realmente interesado en el mensaje de ese día y puse toda mi atención. Vi esta versión moderna de la resurrección de Jesucristo representándose en el escenario y me puse a llorar, al ver todo lo que Jesús había hecho por mí me di cuenta de que el estilo de vida que estaba viviendo no honraba a Jesús. El predicador preguntó si alguien estaba dispuesto a aceptar a Cristo, que levantaran la mano y dijeran una oración. Yo fui una de esas personas. Ese fue el comienzo de mi caminar con Cristo.

Cuando hable a mis amigos gays acerca de Dios, pensaron que estaba loco. Lo primero que me dijeron fue “Tú eres gay, no puedes creer en Dios.” Una vez en un espectáculo drag, el maestro de ceremonias fue demasiado lejos como para decir en el micrófono, “cuidado”, porque “el cristiano acaba de entrar”. Cuando la gente empezó a saber acerca de mi fe, inmediatamente fui ridiculizado y me llamaron loco. De repente ya no era popular y perdí a todos mis amigos. El deseo de vestirme como mujer, ir a fiestas o asistir a los clubes gay se hizo menos atractivo. Dios comenzó a hablar conmigo y me deshice de toda mi ropa y accesorios femeninos. A pesar de mis innumerables encuentros sexuales con hombres, me acuerdo de lo sorprendido que me quede cuando los resultados del VIH fueron negativos. Yo no lo podía creer, me examiné de nuevo y volvió a ser negativo. Dios respondió a mis oraciones. Mi corazón comenzó a cambiar en ese período de tiempo.

Estaba un día en el trabajo, cuando me di cuenta de que todavía tenía el número de Darrel de Living Hope en mi teléfono celular, que mi hermana me había dado años antes. Le llamé y programé una entrevista de admisión y comencé a asistir a Living Hope. Siempre me enseñaron que la homosexualidad era pecado y efectivamente creí que esto era cierto, pero como estaba convencido de que había nacido gay, supuse que Dios me debía haber creado para mandarme al infierno. Tengo que reconocer que la mayor parte de mi vida, me pregunté: “si muriera hoy, voy a ir al infierno? pero no me asustaba lo suficiente como para hacerme querer cambiar, porque lo había intentado tantas veces, sin poder lograrlo.

Mientras conducía hasta Arlington para mi entrevista de admisión, un montón de pensamientos pasaban por mi cabeza. Yo no sé si este hombre iba a juzgarme, o si este ministerio hacía cosas locas. Cuando llegué, Darrel me saludó, tenía una presencia tan amorosa. Era muy diferente de lo que yo esperaba. Empecé a ir a Living Hope esa misma noche y el amor que Jesús me mostró cambió mi vida drásticamente. Aprendí de Ricky Chelette en Living Hope que nunca debemos disminuir nuestra fe para ser amigos de otros. También me ayudó a aprender cómo una persona puede “pensar” que nace gay. Aprendí como el diseño de Dios no incluyó la homosexualidad. Mientras lo miraba explicándome la homosexualidad en un pizarrón blanco, vi el desarrollo de mi vida y todo cobró sentido. Living Hope muestra el amor que Jesús tiene para nosotros. Todas sus enseñanzas vienen de un lugar de amor, no de condena. Contrario a algunos artículos que usted pudo haber leído sobre ellos, honestamente puedo decirles que “anti, ex, curar u odio” no describe el corazón del ministerio Living Hope. Los adjetivos adecuados para describir este ministerio serían “amoroso, cariñoso, amable, ágape”, y la lista sigue y sigue. Las enseñanzas de este ministerio procedan del fruto del espíritu que es el amor. Ellos llevan a la gente a una relación más estrecha con Jesucristo y lo demás se lo dejan a Él. En 2 Corintios 5:17 dice: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

Muchas personas en la sociedad de hoy en día dicen que los cristianos son personas de mente débil, pero desde mi experiencia, es todo lo contrario. Tenemos que ser capaces de resistir las tentaciones de nuestra vida cotidiana y para ello se necesita una persona con una mente muy fuerte. A través de Jesús, soy una nueva creación con un nuevo corazón. También he aprendido a dejar de lado cualquier rencor que tenía contra otros. Las dificultades por las que pasé en la vida me hacen la persona que hoy soy. Dios usa todo para Su gloria y Él me está usando para compartir mis experiencias para ayudar a otros que pasan por las mismas cosas. Ningún pecado es demasiado grande para Él. De hecho, lo que Él hizo en la cruz borra todos los pecados de nuestro pasado, Él ni siquiera recuerda nada de eso cuando vienes a Él. Comprender esto me dio mucha paz en mi corazón. Hoy, puedo decir honestamente que no tengo ningún deseo por hombres, por pornografía, por la masturbación, por ser una mujer o travestirme como drag. En lugar de ello, tengo el deseo de tener una esposa, hijos y una familia. Recuerda que yo no vine a Cristo buscando el cambio, vine a Él con una mente abierta, un corazón lleno de amor y el deseo de una vida sana.

Ser macho no hace a un hombre, un hombre. ¡Conozco el amor de Dios! Génesis 1:27 dice: “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó.” Esto me dice que me ama tal como soy. Él conoce mi corazón. Tendemos a juzgar un libro por su cubierta. Cuando la gente me ve, asumen que soy gay, pero yo soy una persona de sustancia que algunos no pueden entender completamente, pero Dios puede. Soy un individuo único y Dios ama esto en mí. Después de todo, soy Su creación. En palabras de Sy Rogers, “Lo que ve delante de usted es sólo el residuo de mi pasado”. ¡Yo soy un hombre de Dios transformado e hijo del Rey!

Traducción Leonor M.

[1] El Drag Queen es la construcción de un personaje, de una imagen, de un concepto para su actividad en escena casi siempre auténtico, que busca exacerbar lo femenino. El travesti quiere imitar a una mujer, se quiere parecer a ella y quiere que realmente la gente sepa que es una mujer, el drag, al contrario, es notorio que se trata de un disfraz.