Hablando con su hijo adolescente sobre… esos temas incómodos

Por: Dan Hitz

En este artículo de la serie sobre la comunicación con nuestros adolescentes, veremos sobre cómo hablar con nuestros hijos sobre los temas difíciles de la vida. Usted sabe… esas conversaciones que comienzan cuando eran más jóvenes con preguntas sencillas como “¿De dónde vengo?”. Como padres fieles tenemos que tratar temas como las drogas, el alcohol, la pornografía, el sexting[1], y la moral sexual conforme nuestros hijos se hacen mayores.

A veces los padres tienen miedo de hablar con sus hijos sobre estos temas porque ellos mismos se sienten incómodos. Necesitamos darnos cuenta de que nuestros hijos están expuestos en la escuela secundaria a cosas que nosotros aprendimos hasta nuestros 30 o 40 años. Nuestros niños probablemente se sentirán mucho más cómodos hablando de esos temas que nosotros, seguramente ya están hablando sobre esto con sus amigos en el barrio y en la escuela. Los niños que cursan sus estudios en casa[2]  no son una excepción, hablan con los otros niños de grupos de escuela en casa y en sus grupos de jóvenes de la iglesia. Nuestros hijos van a aprender acerca de la vida de cualquier persona, sin embargo, necesitan aprenderlo de nosotros, sus padres.

En cierta ocasión una iglesia donde estaba enseñando un seminario sobre la adicción sexual, me pidió que incluyera una sección titulada “Lo que nuestros hijos saben que nosotros no sabemos”, como me estaba preparando para enseñar el tema pensé que era una gran idea hablar con uno de mis propios hijos adolescentes. Tengo que admitir que después de que lo hice estuve deprimido por horas. No tenía ni la menor idea de la profundidad de la información que mis hijos ya estaban manejando en el mundo real. Ni siquiera me imaginaba cómo las influencias negativas estuvieron accesibles aun para mi buen adolescente que vivía justo dentro de mi propio hogar cristiano y asistía a nuestra Iglesia cristiana.

La verdad es que nuestros hijos tienen que lidiar con cuestiones muy difíciles cada día de sus vidas, algunas de esas cuestiones implican pornografía, drogas, alcohol y sexo. Nos guste o no, nos sintamos a gusto con el tema o no, nosotros como padres cristianos necesitan conversar abiertamente con nuestros hijos.

Entonces, ¿qué hacer nosotros como padres si no nos sentimos cómodos al hablar de ciertos temas?

El primer paso es acercarnos a otros padres cristianos de confianza y hacer frente a nuestras propias inseguridades. ¿Qué pasa con los temas que nos resultan incómodos? ¿Qué pasa con esos temas que son inquietantes para nuestros propios corazones? Conforme vayamos siendo honestos acerca de ellos, superemos nuestras propias inseguridades, y procesemos nuestros éxitos y fracasos, estaremos mejor preparados para hablar con nuestros hijos al respecto.

A veces nos sentimos incómodos para hablar de ciertos temas, porque todavía estamos experimentando las consecuencias de nuestras propias malas decisiones. Si ese es el caso, en oración podemos considerar compartirles nuestras propias luchas con el pecado, junto con los desafíos de caminar en arrepentimiento, así como las consecuencias que estamos experimentando hoy. He escuchado a muchos adolescentes decir que sus padres estaban involucrados en la inmoralidad y las drogas cuando eran más jóvenes y parecen estar bien hoy en día, por lo que pueden utilizar el pasado de sus padres como excusa para pecar hoy con el “plan” de arrepentirse más tarde; por eso es muy importante buscar la dirección del Señor sobre la cantidad de información que debemos compartir. También tenemos que incluir la realidad de que siempre hay consecuencias del pecado y que incluso décadas después de que nos hemos arrepentido y alejado del pecado todavía sufrimos las consecuencias. El que nuestros adolescentes conozcan en un nivel adecuado nuestras propias luchas con el pecado, puede ayudarles a ver que realmente entendemos la atracción hacia el pecado y los retos de superar las tentaciones.

Tenemos que reconocer que el pecado ofrece placer a corto plazo, pero todo pecado también tiene un costo en nuestras vidas y a largo plazo es muy costoso. Las personas no luchan para resistir el impulso de golpearse su pulgar con un martillo… no hay placer en hacer eso, sin embargo, sí hay “placeres temporales del pecado” (Hebreos 11:25). Por eso nosotros y nuestros adolescentes luchamos para evitar el pecado.

Al reconocer que el pecado ofrece placer temporal, podemos ayudar a nuestros adolescentes a identificar lo que les atrae del pecado. Entonces los ayudamos a identificar las consecuencias de esos pecados; y más importante aún, podemos ayudarles a orar sobre los asuntos más profundos en sus corazones que los llevan a pecar, y enseñarles a buscar al Señor para encontrar una alternativa santa.

Nuestros hijos necesitan conocer los parámetros bíblicos para la expresión sexual. Ellos necesitan saber que el sexo fuera del pacto matrimonial entre un hombre nacido biológicamente y una mujer nacida biológicamente está mal.  También necesitan saber que la expresión sexual dentro del pacto matrimonial es una hermosa expresión de amor que Dios desea que podamos disfrutar completamente en el momento adecuado.

Ellos necesitan saber que pueden esperar experimentar una expresión más hermosa de la sexualidad, al abstenerse de los placeres pecaminosos que muchos de sus amigos -incluso cristianos- están experimentando en este momento. Hacerles saber que más tarde van a poder disfrutar de la maravillosa experiencia de la sexualidad santa, les ayudará a resistir la tentación de participar en la sexualidad pecaminosa ahora.

Podemos aprender mucho de nuestros hijos simplemente escuchando y haciéndoles preguntas. A veces, cuando les preguntamos a nuestros adolescentes cómo están y con qué están luchando, obtenemos un “todo está bien”, como respuesta automática. Si nos tomamos el tiempo para escucharlos cuando están de humor para hablar, podríamos escucharlos compartir algo de su corazón sobre lo cual después podemos hacerles más preguntas. Esto es mucho más fácil si ya hemos tomado el tiempo para desarrollar nuestra relación con ellos como mencionamos en el primer artículo de esta serie. Si usted no ha hecho esto necesitará mucha más paciencia en el proceso, pero nunca es demasiado tarde para empezar. Averigüe qué es importante o interesante para su hijo, y luego pregúntele al respecto.

Su conversación probablemente no va a comenzar con uno de los temas difíciles, pero con el tiempo puede empezar a hablar sobre ellos. Recuerde la parte más importante de este proceso: es mucho más importante escuchar que dar sermones.

Usted tendrá la oportunidad después de compartirle su propio corazón, una vez que se ha tomado el tiempo para escuchar el corazón de su hijo. Si simplemente lo sermonea acerca de lo que usted espera que él haga y en lo que debe creer, su hijo sólo lo escuchará irritado sin darle importancia a sus palabras. Tómese el tiempo para escuchar su corazón y hágale preguntas para conocer lo que piensa. A veces incluso le puede hacer preguntas para ayudarle a averiguar lo que tiene que hacer en una determinada situación. Ayudar a su hijo a encontrar la solución a su problema es mucho más poderoso que la conferencia más “brillante” que nunca un padre hubiere dictado.

Algunos de nosotros podemos necesitar ayuda profesional a través de un consejero o terapeuta familiar para trabajar en las relaciones con nuestros hijos. Esto es especialmente cierto si usted o su hijo padecen situaciones de salud mental como depresión o trastorno bipolar. Si ese es usted, pida ayuda al departamento pastoral de su iglesia local o encuentre un buen terapeuta cristiano, regularmente encontrará ayuda calificada disponible.

© Reconciliación Ministerios de 2015.

Traducción: Leonor M.

[1] Anglicismo utilizado para referirse al envío de contenidos eróticos o pornográficos por medio de teléfonos móviles, también se utiliza la palabra sexteo.

[2] Homeschool