De las tinieblas a la luz – Errol

De las tinieblas a la luz – Errol

Soy el tercero de 5 hijos (tengo dos hermanas y dos hermanos), crecí en un lugar alejado de la cuidad, desde muy pequeños nuestro padre nos puso a laborar en el campo. Crecimos con muchas carencias afectivas por parte de nuestros progenitores, de igual forma, carecíamos económicamente, vivíamos en medio de mucha pobreza. Llegó un momento de nuestras vidas, que mi padre se convirtió en una persona irresponsable, abandonándonos por completo, y mi madre tuvo que tomar la responsabilidad total de la familia, comenzó así a trabajar muy duro en casas. Para ese momento, mi padre solo venia ocasionalmente a casa, de repente, comenzamos a sentir ese vacío por la ausencia de papá, aunque en apariencia nos fuimos acostumbrando a no tenerlo, sin embargo, en nuestro interior nos quemábamos por verlo, pero la realidad era que papá no estaba.

Recuerdo tener escasos 6 años de edad para ese tiempo, vivíamos “arrimados” en una propiedad de mi abuela paterna, por cierto, en todo lo negativo de mi vida en ese momento, mi abuela era una persona muy especial, recuerdo que mi mamá salía desde muy temprano por la mañana y regresaba por la noche de su trabajo, y mi abuela Rosa, siempre y cuando ella podía nos daba un plato de comida, para calmar nuestra hambre, pero no era todo el tiempo. Nuestra casa se encontraba en un estado inhumano, pero era lo que nuestro padre nos había dejado….En la misma propiedad donde vivíamos, también vivían mis tíos, hombres dedicados a la agricultura, todos solteros de edades avanzadas, pero allí comenzó mi calvario… uno de estos tíos me solicitaba que le alcanzara el jabón de baño, pero en ese momento él tomaba mi pequeña mano y me obligaba a tocar sus genitales, -no entendía lo que sucedía-, pero pasaba muy frecuentemente; lógicamente nadie lo sabía, porque yo callaba por orden de él, al transcurrir el tiempo, dicha situación se convirtió en una pesadilla, y mi abuela sin saber la situación me mandaba al campo donde él trabajaba a dejarle su almuerzo.

No obstante, él se aprovechaba de eso para manosearme, sin embargo, llego al grado que él bajaba mis pantalones para hacerme cosas, que yo no entendía en ese momento, no fue sino a los ocho años de edad, que paso lo que nunca imaginé, él me violó, recuerdo que me descompuse y cuando desperté mis piernas estaban bañadas en sangre, yo me asusté mucho y recuerdo que me metí en el baño, y era un dolor tan fuerte que marcó mi vida, nunca se me olvidará ese horrible momento, lo que él estaba planeando desde tiempo atrás ya lo había logrado, me amenazó que no hablara. Posteriormente de eso él y mis otros tíos me siguieron abusando, comencé a bajar mis calificaciones escolares, me bloquee por completo, me desmayaba constantemente, pero nadie lo sabía solo mis abusadores y yo, me comencé a llenar de temores, inseguridades, entre otros. Sin embargo, mi papá estaba ausente, comencé a odiarlo de una manera tan grande, no obstante, ese odio lo mantenía en silencio, eso fue generando una amargura en mi vida, me sentía tan solo, guardando mi abuso, mi dolor, que para un niño era una carga muy grande, no veía salida alguna, no contaba con nadie, sentía que estaba solo en este mundo……

Pero les voy a resumir parte de mi adolescencia…. A la edad de trece años, llega a vivir en mi pueblo un hombre que vestía de mujer, para aquel entonces en donde yo vivía no estábamos preparados para asimilar dicha situación, fue muy impresionante lo que mirábamos, y los comentarios del pueblo de -será una mujer o un hombre-, yo me decía a mi mismo -que interesante esta persona-, y para colmo vivía como a 300 metros de mi casa; ya para ese momento mi identidad de hombre Satanás me la había robado, y me veía muy femenino, este hombre lo notó y comenzó a hacer amistad conmigo, allí empezó otra etapa de mi vida que no estaba en mis planes.

Este hombre me dijo “…oye tú tienes una cara muy bonita, ¿me dejarías ponerte maquillaje?”, yo asustado lo acepté y le dije que si. Él empezó a maquillarme, y después de unos minutos mi cara estaba completamente maquillada, quedé muy impresionado de cómo me veía, me gustó mucho, sin embargo, tenía que regresar a mi casa, por lo que tuve que lavar mi cara, pero dicha amistad se volvió cada día más fuerte, y yo ya no salía de esa casa, este hombre salía frecuentemente a los bares del pueblo y fue agarrando mucha fama, y eso yo también lo quería para mí, no obstante, tenía un problema: era un niño de trece años, aunque ya había terminado la primaria, no seguí estudiando.

Cuando cumplí catorce años, tomé la decisión de salir por primera vez vestido de mujer, para que mi familia no me viera, me maquillé en casa de una amiga, y allí me vestí por primera vez de mujer, este hombre me dijo “…bienvenido al mundo travesti” y yo me sentí auto-realizado vestido de mujer, me sentí protegido detrás de ese disfraz, me sentí seguro, ahora nadie podría ver mi dolor, tras esa máscara. Pero no pasó mucho tiempo para que mi familia se diera cuenta, y eso fue una “bomba” en la familia, el niño herido se había rebelado contra un mundo que lo había herido. Para mi padre, el enterarse de que su hijo se vestía de mujer, fue lo peor; pero fue un error de él, el hecho de que yo me diera cuenta de que estaba furioso, porque yo me dije: “…ahora empieza tu calvario y te avergonzaré hasta hacerte morir si es posible. Ya yo estaba disfrutando de su dolor”.

Mi padre muy furioso me dijo que me fuera de la casa, literalmente me dijo que yo era su vergüenza y la de la familia,  yo dije que estaba bien, por lo que busqué a mi amigo travesti para contarle la situación, después de todo era mi mejor “amigo“, no obstante, este amigo me hace una “gran propuesta”, me dijo… “tu vives en mucha pobreza estás desperdiciando tu juventud, tu familia no te quiere, vete a la capital allí harás mucho dinero, hasta para ayudar a tu madre; no lo pienses”, hoy comprendo que fue la peor decisión de mi vida. Me dio la dirección de un lugar, al llegar era una casa de travestis, había aproximadamente unos veinte hombres vestidos de mujer. Al verme, comentaban entre ellos “…este niño”, para esa entonces yo tenía 14 años de edad y el más joven de ellos tenía 25 años. Me invitaron a pasar adentro, me presentaron con el dueño de la pensión, un hombre de 50 años de edad aproximadamente, seguramente vio en mí una buena ganancia para su negocio, de manera que por cada cliente que me presentaba, él se dejaba la mayor parte del dinero. Me di cuenta que no era como me lo había pintado mi “amigo”, en realidad era un infierno, estaba rodeado de travestis con mucha experiencia y esa era una gran desventaja, porque se aprovechaban de mí en todo.

Un día llegó uno de ellos y me dijo: “…aquí si quieres sobrevivir es la ley del más fuerte, tienes que aprender a ser un ser sin piedad”, y así lo hice y me propuso inyectarme hormonas y fue “fenomenal” me dio mucho resultado, mi cuerpo comenzó a tener cambios increíbles, cuando me di cuenta estaba entre los 10 travestis más bellos del país, mi ego creció de gran manera, tenía muchos clientes, vivía una vida de mucho poder por mi belleza física, pero también gané muchos enemigos entre el gremio de travestis. Me hice un ladrón, tomaba todos los días, siempre tenía dinero para derrochar, era como “una reina” para los hombres, llegué a tener muchos “maridos”, mismos que me mantenían, complacían mis gustos, sin embargo, yo era infeliz, desarrollé una vida promiscua, nada me llenaba, siempre llamaba gente para no estar solo, aunque eso implicaba que yo pagara las fiesta con tal de que vinieran a acompañarme, andaba con muchos hombres casados separando matrimonios; literalmente “…me convertí en un ser sin piedad”, llegué a estar preso porque ya no tenía control de la situación, era un camino sin “salida”. Ya tenía 22 años de estar en esa vida. Sacando cuentas eran ocho mil treinta días, muchos días, ¿verdad?

Cómo llegue a los pies de Cristo…

Un día estando en mi casa comencé a sentir una sensación muy extraña, que en mi vida jamás había experimentado, me sentía mal por lo que hacía, yo no lo podía entender, era algo extraño, me preguntaba “¿Cómo era yo como hombre?”, ya había perdido la identidad de hombre, y lo que veía era un rostro de mujer en mi espejo, me encerré en mi casa, comencé a tomar demasiado, los vecinos del lugar, me preguntaban qué me pasaba, ni yo lo entendía, quería morirme, no comía solo tomaba licor, me sentía mal de verme vestido de mujer, no se lo podía contar a nadie, porque no lo iban a entender, bueno, ni yo lo entendía…

Para entonces recibí una nefasta noticia, mi hermano con el que más tenía comunicación, se había quitado la vida; para mí fue muy impactante, no tienen idea como me sentí, aunque amaba a mi madre en conjunto con mis hermanos les veía muy poco, al recibir la noticia, no sé porque, pero me dije a mí mismo “…si mi madre está perdiendo un hijo, va a ganar otro-ese era yo-” y así fue, volví a mi casa, no me importó lo que pensaran de mí los demás familiares, me importaba sólo mi madre, el panorama que me encontré -pueden imaginarse- de mucho dolor y tristeza.

Al pasar los días, en mi pueblo me encontré con amigos pasados y volví a las andadas nuevamente, así estuve por algún tiempo, sin embargo, nuevamente esa voz comenzó a calar en mí, haciéndome sentir mal por lo que hacía, por lo que decidí buscar a una persona que “conocía de Dios”, le comenté que había algo que no estaba bien en mi vida, este hombre era gay, mismo que fungía como docente de ética, por lo que me indicó que no me preocupara, que ya Cristo había pagado, diciéndome que viviera mi vida, sin embargo, no quede satisfecho con la respuesta y me fui a mi casa.

No obstante, al frente de mi casa llego a vivir una mujer cuyo nombre es Ana Lorena, y ella comenzó a hablarme de la Palabra de Dios. Fue como darle agua a un sediento, eso me comenzó a gustar, por lo que todas las noches iba a recibir un estudio, donde me hablaba del amor de Cristo de una manera tan hermosa que mi propia familia estaba asombrada, y se preguntaban qué me pasaba. Ellos no entendían, tal vez para ese momento ni yo. Conforme pasó el tiempo la Palabra de Dios comenzó a ser rema en mi vida, siempre que le veía salir para la iglesia, yo le preguntaba: “¿vas para la iglesia?”, ella me respondía: “si señor”. Hasta me decía señor, ¡vaya eso era nuevo para mí!. Sin embargo, nunca me invitaba a asistir a la iglesia, hoy considero que fue prudente de su parte.

Las personas a mi alrededor comenzaron a ver cambios en mi conducta, tales como: No salir como antes, dejé de fumar (que por cierto me fumaba 20 cigarrillos por día), mis amistades me decían “…te están lavando el cerebro loca”, esa palabra que por muchos años había aceptado sin ningún problema, comenzó a incomodarme al grado que les solicité que no me dijeran mas así.

Recuerdo que un martes fui a la casa de Ana Lorena, sin embargo iba saliendo, inmediatamente le pregunte “…disculpe para dónde va?”-ella respondió que para la iglesia, le pregunte: “¿…puedo ir con usted?”, ella me miró con una alegría en su rostro, y me indicó que si de verdad quería ir, y le dije que sí, por lo que fui a mi casa, y al regresar de repente comencé a sentir en mi cuerpo una sensación tan extraña que no lo podía entender, aunque no se lo comenté, y nos fuimos. Cuando llegamos a la iglesia sentía mis pies como plomo, era tan terrible que casi no podía caminar, cuando entré a la iglesia tenía tanto miedo. Estaba en un lugar extraño para mí.

Ese día había una intercesión muy fuerte, escuchaba muchas mujeres “…gritando”, me asusté mucho, sin embargo ella me dijo que pasara dentro de la iglesia, sin embargo, yo le contesté que no, que le esperaba afuera, sin embargo, ella insistió, por lo que accedí, ya estando en el lugar ella me solicitó que orara, y le indiqué no que sabía cómo hacerlo, por lo que ella me señaló como hacerlo. Al cerrar los ojos, pasó el tiempo, no obstante, cuando los abrí me llevé la sorpresa de que Ana Lorena no estaba, y decidí irme de la iglesia, sin embargo, me topé de con un señor alto y su esposa, eran los pastores de la iglesia, ambos me invitan a reunirme en su oficina, ese día acepté al SEÑOR.

Para ese momento, Ana Lorena ya le había comentado a los pastores que había sido travesti, los corazones de los pastores fueron tocados y me invitaron a la iglesia el domingo de esa semana, fue allí donde empecé a caminar con Cristo, los pastores me establecieron un plan de consejería. Siempre estaban pendientes de mi, comencé a leer la Biblia, empecé a abandonar los malos hábitos. Obviamente, hubo mucha prueba, pero de todo me libraba el Señor, uno de los problemas que quizás tenía y que representaba una gran dificultad era que no tenía trabajo, tenia tantos años de ejercer la prostitución que solo eso sabia hacer, me comencé a sentir muy mal, mi familia me solicitaba que buscara trabajo, pero donde iba me pedían experiencia misma que no tenía, por lo que le reclamaba a Dios y pensaba que -ahora que había dejado tantas cosas, por Él, no tenía trabajo. Cierto día alguien me dijo que esperara en Jehová y Él me respondería.

Pasó el tiempo, y cierto día mi pastor me dio la oportunidad de trabajar para la iglesia me sentí tan contento, era la respuesta de mi Padre, en Salmo 37:25 dice

“…no he visto justo desamparado ni simiente que mendigue pan”,

y es así, le permití a mi Cristo trabajar en mi vida, le entregué mi corazón, empecé a amarle más que a mi propia vida, me vi en la obligación de apartarme de mis viejas amistades por mi bien. Hasta que pasaron los años, un día le dije al Señor que quería una compañera, y Él me dio una mujer maravillosa, ella conquistó mi corazón, la amo tanto que hoy no podría vivir sin ella, mi esposa es una mujer tal y como se la pedí al Señor, humilde, y con un corazón increíble. Hoy tenemos casi 3 años de casados, llevamos un matrimonio de mucha bendición, ella es una mujer sumamente comprensiva, amorosa. Yo siempre le digo “usted es un gran regalo de Dios”. Tenemos una sexualidad sana, santa, ¡bendito sea JESUCRISTO!, por eso lo amo y hasta ahora nada me separará de Él, mi vida cambió, fue un largo proceso pero lo logré…

Tú que lees mi testimonio, rinde tu vida a Él, la salvación es un regalo muy precioso, yo lo tuve “todo” pero al final quedé con las manos vacías… pero Cristo llenó mi vida. Que el Señor les bendiga…


Testimonio disponible en video o DVD, Audio CD y MP3 descargable en línea.
Informes en ventas@exoduslatinoamerica.org