Cómo se crea un pródigo

Por Quin Sherrer y Ruthanne Garlock

Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; ahí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia.  Lucas 15:13

El relato del hijo pródigo es la historia de un Dios que sale en busca de mí y que no descansa hasta encontrarme. Él me urge y me ruega, me pide que cese de aferrarme a los poderes de la muerte y que me deje abrigar por los brazos que me llevarán al lugar donde encontraré la vida que más deseo. Henri  J. M. Nouwen.

Si eres un padre que está orando por su pródigo, conoces la angustia que se siente al observar al hijo que amas profundamente, alejarse del amor de Dios. Pero ¿te has detenido alguna vez a considerar el dolor del corazón de Dios por sus hijos pródigos?

Adán y Eva, los hijos que al principio Dios Padre creó, le desobedecieron, escogiendo creer la mentira de la serpiente por encima de la verdad que Él les había entregado. Luego la nación de Israel, el pueblo escogido por Dios, también lo desobedeció. Jesús fue traicionado por Judas; Pablo fue abandonado por Dimas. A través de las Escrituras, vemos la preocupación de Dios por sus hijos pródigos y su esfuerzo por atraerlos de regreso.

¿Y qué de los hijos pródigos de hoy? Escuchamos de muchos padres que no solo enfrentan el dolor causado por un hijo pródigo, sino la agonía de tomar decisiones difíciles sobre cómo lidiar con las crisis. Por ejemplo:

  • Una hija de 16 años está embarazada, y los padres no pueden ponerse de acuerdo en si le deben permitir que se haga un aborto.
  • Un hijo pródigo regresa a casa sin arrepentirse y poco tiempo después trae a su nueva novia al hogar, esperando que ella pueda pasar la noche con él.
  • Una jovencita alejada de su crianza cristiana es atrapada en una carrera donde hace mucho dinero, luego termina en la cárcel con cargos de fraude.
  • El hijo de un misionero lucha con su desviación sexual, como consecuencia de haber sido acosado sexualmente por un extraño que pensaba quería ser su amigo.
  • Padres devotos de una hija muy talentosa, descubren que es adicta a las drogas a la edad de 15 años. Ellos practican un amor severo al ponerla en un programa de disciplina estricta de rehabilitación, y ella sale libre de las drogas.

Por supuesto, cada cual tiene que dar cuenta de sus propios errores al escoger revelarse y huir de Dios. Pero el problema fundamental de todos los hijos pródigos es que no perciben a Dios como un Padre celestial amoroso y benevolente. A casa de la distorsión de las cosas divinas y de la perspectiva que se tiene, a menudo estas personas sienten amargura hacia Dios, culpándolo por la mayoría de sus problemas. Satanás engañó a Eva en el huerto al convencerla de que Dios no era confiable. El engaño sigue siendo hoy la táctica más efectiva del enemigo, como es evidente por el enorme número de hijos pródigos cuyos nombres llenan nuestras listas de oración.

Las consecuencias del abuso

¿Acaso el enemigo ataca específicamente a ciertos hijos? A menudo parece ser así. Los hijos de los ministros, y aquellos con un fuerte sentido del llamado de Dios en sus vidas a una edad temprana son particularmente vulnerables.

Alicia, la hija de Joyce, es un ejemplo de esto. Alicia aceptó a Jesús como su Salvador cuando tenía solo tres años de edad y era la imagen perfecta de una niñez libre, inocente y espontánea. A medida que crecía, era evidente que tenía un don especial para la música, el arte y el baile. Parecía que le añadía un toque de belleza a todo lo que hacía. Pero debido a su carácter tan fuerte enfrentó una lucha por el poder con su padre desde una tierna edad.

“Mi esposo era como un barril de pólvora, se enojaba con frecuencia a causa de las raíces de su crianza, y nunca se relacionó bien con Alicia” – cuenta Joyce.

“Él abusaba de ella verbal y emocionalmente. A veces ella le decía que lo odiaba, pero con el tiempo, aprendió a imitarlo y ventilar el enojo y la ira a la menor provocación. Nos divorciamos cuando Alicia tenía diez años de edad. Siempre supe que ella tenía un llamado especial en su vida, fuimos muy cercanas. Pero a la edad de trece años ella comenzó a resistir las cosas del Señor y se puso en mi contra. Este fue el comienzo de su viaje como hija pródiga, marcado por su contrariedad verbal, malas palabras, exabruptos airados y bebidas alcohólicas. En un momento dado fue hospitalizada debido a tendencias suicidas.

Cuando tenía quince años, un pastor de jóvenes abusó de ella sexualmente, y poco tiempo después otros dos hombres hicieron lo mismo. Ella se relacionaba más con los hombres que con las mujeres, pero sentía que solo se interesaban en ella por el sexo, así se sentía aislada, enojada, temerosa.

De los 17 a los 20 años, Alicia vivió sin control y se volvió sexualmente promiscua. Aunque no le dio la espalda por completo a Dios, estaba enojada con Él, sintiendo que le había fallado por no protegerla del abuso. Joyce insistía en que Alicia viera a un consejero cristiano que la ayudara a hallar formas apropiadas para expresar su hostilidad. Pero su comportamiento no cambió.

A la edad de 20 años, cuando su promiscuidad sexual estaba en la cima. Alicia fue a un médico a causa de síntomas que la molestaban y la asustaban. Después de varios exámenes, el médico la llamó para darle noticias no muy buenas, diciéndole que tenía que regresar para hacerse otros análisis. Esa llamada de aviso devastó a Alicia. Temiendo que su vida fuera acortada, ahora veía a su mamá como su amiga y defensora, no como su enemiga, y le pidió que llamara a sus compañeras de oración para orar.

“Mi amiga y yo hemos orado durante años por esta rebelde para que renuncie a su enojo y para que Dios le revele su amor a ella – dijo Joyce-. Esta crisis de salud fue el punto de regreso. Pocas semanas después fui con ella al hospital cuando tuvo que someterse a dos exámenes médicos dolorosos para localizar el problema de forma más específica. Asombrosamente, en esa ocasión los análisis regresaron con un buen resultado: ‘No hay nada malo –le aseguró la enfermera-. Sólo debes regresar en seis meses para examinarte de nuevo’.

“Estamos convencidas de que Dios sanó a Alicia de forma sobrenatural de esta enfermedad. Después de experimentar su increíble misericordia y gracia, al fin pudo ver a Dios de forma diferente, como a un padre que la amaba pesar de su rebelión. Ella rompió con toda relación impura y comenzó a leer la Palabra y a pedirme que leyera con ella; ahora asiste a la iglesia regularmente. Alicia está viviendo este cambio de corazón y tratándome con respeto y afecto. También ha perdonado a su papá y a todos los hombres que la han usado y desencantado. Hace poco, compró un anillo para usarlo como recuerdo de su promesa: ‘Nada de relaciones sexuales hasta que me case’.

Por supuesto, cada hijo pródigo es responsable por sus decisiones. Nosotros no creemos que Dios permitió que Alicia tuviera síntomas de una enfermedad solo por ser rebelde. Pero Él sí dejó que esas cosas sucedieran, mientras todo el tiempo estaba llamándola para que volviera su corazón hacia Él.

Los brazos de Dios están siempre extendidos

¿Qué significa para ti la palabra “pródigo”? Su raíz es de origen latino “prodigus”, significa “desechable” o “extravagante”, y no aparece en las Escrituras. Ella describe el comportamiento del hijo menor de un padre adinerado y así la historia llegó a ser titulada como “La parábola del hijo pródigo”. Pero puede de forma más específica ser llamada “La parábola del hijo pródigo”.

La historia abarca el final y es el segmento más largo de una parábola en tres partes en la que Jesús describe a la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido. La oveja se perdió porque andaba deambulando sin tener un punto fijo a donde ir. La moneda se perdió dentro de la casa a causa del descuido o preocupación de su dueña. Pero el hijo, que le causó una profunda tristeza a su padre conscientemente, se perdió debido a su propia conciencia y acción deliberada.

¿Cuántos de nosotros, en un momento u otro, hemos tenido una imagen distorsionada del amor de Dios?

Cada ejemplo comunica de forma clara el deseo de Dios de “buscar” y salvar lo que se había perdido (Lc. 19:10). Jesús es representado como el pastor que busca y encuentra la oveja perdida, como la mujer que busca y encuentra la moneda perdida, y como el padre que se regocija cuando su hijo perdido regresa al hogar. Jesús cuenta la parábola como respuesta a la queja de los fariseos con respecto a “recibir a los pecadores y comer con ellos” (Lc. 15:2). Mientras que estos líderes religiosos tenían la intención de castigar a los pecadores, el propósito de Jesús era, y aún es, redimirlos.

¿Cuántos, en un momento u otro, hemos sostenido una imagen distorsionada del amor de Dios? El autor Philip Yancey revela que en su propia crianza legalista su concepto de lo que en realidad significa la gracia no encajaba con esta parábola.

Cuán diferentes son estas historias de la noción de mi propia niñez en cuanto a Dios: un ser que perdona, pero a regañadientes, después de hacer que el penitente se retuerza. Me imaginaba a Dios como una figura distante entre rayos, que prefiere el temor y respeto al amor. En cambio, Jesús habla de un padre que se humilla en público al correr hacia el hijo que despilfarró la mitad de su fortuna y lo abraza. No hay un regaño solemne: “¡Espero que hayas aprendido tu lección!” Al contrario, Jesús cuenta acerca de la emoción del padre: “…Este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelvo a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado”, y luego añade la frase optimista: “Hagamos fiesta”.

Lo que impide el perdón no es el silencio de Dios sino el nuestro. Los brazos de Dios siempre están extendidos; nosotros somos los que los esquivamos.

Un ama de casa que da brincos con gran alegría al descubrir la moneda perdida no es lo que me viene de forma natural a la mente cuando pienso en Dios. Sin embargo, esa es la imagen en la que Jesús insistía.

¿Qué crea un hijo pródigo?

De todas las parábolas que Jesús contó, la historia del hijo pródigo se encuentra entre las más conocidas. Incluso escritores seculares usan el término cuando se refieren a una persona que abandona los valores de su crianza para ir tras un estilo de vida insensato y libertino.

En el relato bíblico, el padre no parece ser deficiente. Pero al menos hay tres elementos que influyeron al hijo menor:

Su impaciencia, él no estaba dispuesto a esperar por su herencia.

Su egoísmo, estaba más interesado en sí mismo que en honrar a su padre.

Su deseo de aventuras, el país lejano era más emocionante que el hogar familiar.

Hace poco almorzamos con Terry, una amiga que compartió luchas que tuvo con su hijo pródigo, Jasón. Él creció amando al Señor, pero en la escuela secundaria se vinculó a una pandilla. Como resultado de mucha oración, abandonó la pandilla, pero su vida estaba en peligro cuando los otros miembros amenazaron con vengarse. Por varias semanas vivió con unos amigos en otra ciudad. Con la esperanza de encaminar su vida, se matriculó en la escuela bíblica, pero pronto lo echaron por fumar y regresó a la casa.

— Entonces, ¿cómo lo está pasando él ahora? —preguntamos.

— Bueno, se supone que está buscando empleo, pero le resulta difícil porque nunca terminó la escuela superior o el examen equivalente al cuarto año —nos dijo.

Él tiene un recorte de pelo tipo indio Mohawk, color naranja, pasa el tiempo con muchachos en el salón de billar y en ocasiones trae a la casa a uno de ellos. Hace poco, me inquieté porque se quedó despierto toda la noche en su cuarto con uno de sus amigos, pero al siguiente día me dijo que había llevado al muchacho al Señor. Él viene a la iglesia con sus cabellos anaranjados, muchos aretes, cadenas y candados alrededor del cuello, casi como un reto para ver cómo lo reciben. Es increíble el efecto positivo que ha tenido cuando alguien lo recibe con un abrazo. Muchas veces se queja de que la gente en la iglesia es muy inconstante, pero lo llamo a la reflexión y le digo: ‘Jason, yo te sigo amando y te ayudo a pesar de que con mucha frecuencia me desobedeces y deshonras. Así que ¿quién es el hipócrita?’

Terry está confiando en Dios, cada día recibe sabiduría para tratar a Jason. Ella le ha señalada una fecha límite para que consiga trabajo y le ha ofrecido ayudarle a comprar un automóvil para que se movilice hasta el trabajo. Pero ella solo igualará la cantidad de dinero que él ahorre.

—Yo sé que él tiene el llamado para ser líder— nos dijo ella—, pero el enemigo lo ha engañado en muchas áreas. He aprendido la importancia de orar la Palabra de Dios sobre él en lugar de solo ‘orar por el problema’. Tengo la confianza de que se cumplirá el propósito que Dios tiene para él.

Como lo ilustra la historia de Jason, la falta de disposición para aceptar cualquier forma de autoridad es un rasgo común que lleva a la rebelión. De las muchas personas que han compartido con nosotros sus historias de hijos pródigos, compilamos una lista de varios factores que contribuyen a que se vayan:

  • Expectativas falsas de los padres o familiares.
  • El fracaso de los padres al no cumplir sus promesas a los hijos.
  • Padres ausentes crueles o desinteresados.
  • La hipocresía de los padres o la comunidad de la iglesia.
  • Sienten que la iglesia no llena sus expectativas y necesidades espirituales.
  • Enojo por las injusticias que ellos ven en la familia, iglesia, comunidad o gobierno civil.
  • Sentimiento de rechazo.
  • El trauma del divorcio.
  • Una autoestima baja y sentido de insuficiencia.
  • Rivalidad entre hermanos.
  • Presión de los amigos.
  • Falta de aceptación por las amistades.
  • Pobreza (percibida o real).
  • Poca atención de los padres por exceso de trabajo, en especial el padre.
  • El deseo de hacer lo suyo, sin restricción de los padres.
  • Abuso en la niñez (emocional, físico o sexual).
  • Adicción de todo tipo (pornografía, juego, bebidas, drogas, sexo, etc.).

Cómo alentar la búsqueda

No importa lo crítica que se presente la situación, las buenas noticias son que los rebeldes con un antecedente cristiano fuerte, por lo general regresan al hogar en algún punto de sus vidas. La investigación en este tema es limitada, pero el doctor James Dobson, fundador de “Enfoque a la familia”, condujo una encuesta de 35.000 padres en cuanto a la aceptación de sus hijos sobre los valores cristianos con los cuales fueron criados. Él reportó lo siguiente:

Cincuenta y tres por ciento de los hijos más testarudos y rebeldes, con el tiempo regresan categóricamente a los valores de sus padres. Cuando ese número se combina con aquellos que están “de alguna manera” aceptando la perspectiva paterna, significa que el 85% de esos individuos testarudos e independientes con el tiempo se inclinarán hacia el punto de vista de los padres, para cuando superen la adolescencia. Solo 15% son tan obstinados que rechazan todos los valores familiares, y estoy seguro que en la mayoría de esos casos hay otros problemas y fuentes de dolor.

Lo que esto significa, en efecto, es que esos muchachos de mente difícil molestarán, lucharán y se quejarán durante sus primeros años en el hogar, pero la mayoría regresarán como adultos jóvenes y harán lo que sus padres más desean. Si pudiéramos evaluar a estos individuos a los treinta y cinco años de edad, en lugar de hacerlo a los veinticuatro la minoría estaría aún en rebelión contra los valores de sus padres.

CONTINUARÁ…

Del libro “Cómo orar por los hijos pródigos: Recupera lo que el enemigo te robó” por Quin Sherrer y Ruthanne Garlock, disponible en nuestra librería.