Cómo responder ante las nuevas leyes e ideologías postmodernas

Por Pedro Delgado

1 Pedro 3:13-16 “¿Quién podrá hacerles daño, si ustedes siguen el bien?  ¡Dichosos ustedes, si sufren por causa de la justicia! Así que no les tengan miedo, ni se asusten.  Al contrario, honren en su corazón a Cristo, como Señor, y manténganse siempre listos para defenderse, con mansedumbre y respeto, ante aquellos que les pidan explicarles la esperanza que hay en ustedes.  Tengan una buena conciencia, para que sean avergonzados aquellos que murmuran y dicen que ustedes son malhechores, y los calumnian por su buena conducta en Cristo”.

La Iglesia de Jesucristo en el mundo entero se está enfrentando con una serie de embates: posturas políticas, nuevas leyes, ideologías, ante lo cual, probablemente, no se encuentra preparada para responder estratégica y asertivamente. Ante tal sacudida lo que las diferentes iglesias locales han hecho, es reaccionar con enojo, con incredulidad, con pánico y hay aun quienes buscan estiran forzadamente su concepto de gracia, tratando de ser políticamente correctos. Pero ¿Qué es lo que Dios demanda de cada uno de nosotros, como sus siervos, como sus hijos, como aquellos que hemos sido redimidos y llamados a la santidad? Dios no puede ser burlado, ni por una serie de argumentaciones personales, ni por posturas políticas engañosamente establecidas. Él viene pronto, y tendremos que responderle cara a cara, cada uno de nosotros, sobre cuál está siendo nuestra respuesta en estos tiempos “de Noé”, de gente burlándose de Dios, acusándonos de retrógradas y malvados, llamando a lo bueno malo y malo a lo bueno, dándose en casamiento y haciendo a un lado el temor de Dios para vivir en un mundo de permisividad, hedonismo y desenfreno, e incluso enseñando así a los más pequeños. ¿Son ellos realmente nuestros enemigos?

Nuestra respuesta ante los quebrantados del mundo

Dice la Palabra que si vemos que alguien va en un camino de muerte (Ezequiel 3), debemos advertirles sobre ese camino peligroso de perdición para presentarle la oportunidad de que cambie de rumbo, no nos responsabiliza por la decisión de la persona, nuestro trabajo es presentarles el mensaje de salvación. Ha sido un reto para la Iglesia mostrar una postura equilibrada y asertiva de misericordia y verdad para quienes viven alejados de los estándares bíblicos de pureza y santidad. Nuestra actitud, nuestras palabras, nuestras reacciones, nuestro ejemplo son de vital importancia, porque o logramos conectar con ellos, conscientes de que no tendremos como respuesta un cambio inmediato, o quizá ningún cambio en lo absoluto; o logramos alejarlos para siempre de Jesucristo y su Iglesia. La respuesta entonces para los homosexuales, para los fornicarios, para quienes practican hechicería, para los ladrones, para todos, ¡es Jesucristo! es presentarles el evangelio con gracia y verdad, discipularles y acompañarlos pastoralmente. Lejos está esto de las tristemente célebres reacciones de algunos cristianos agitando pancartas de repudio y abominación en las marchas del orgullo gay.  Aprendamos de Jesús, cómo es que él hablaba a los pecadores y miremos a la gente a través de sus ojos de gracia y verdad.

Nuestra respuesta ante las autoridades

En primer lugar, la Palabra nos dice en 1 Timoteo 2 que es nuestro deber interceder en oración por nuestras autoridades, para que vivamos en paz y honestidad, pidiendo incluso por su salvación (ver. 4). Algo más allá es presentarles propuestas para frenar las leyes que están siendo impuestas y que atentan contra nuestras familias, contra nuestros niños y contra nosotros mismos. No debemos de perder de vista, por otra parte, que estos acontecimientos habían ya sido profetizados incluso por nuestro Señor Jesucristo en Mateo 24.  Hagamos lo que tengamos que hacer, siempre con la seguridad de que, cambien o no las leyes, nuestra vida está fundada en la Roca que es Cristo. Muy loable la labor de aquellos que apologéticamente defienden la postura de la familia y el matrimonio de acuerdo con los estándares bíblicos, quienes se han preparado para presentar una buena defensa, argumentos bien estructurados, con fundamento bíblico y hasta científico. Recordemos al apóstol Pablo cuando innumerables veces se enfrentaba con gente poderosa políticamente, con autoridades, y presentaba su defensa con denuedo, argumentando con solidez y elocuencia. Pero cuando la gente no está bien preparada, recurre fácilmente a la denostación, los insultos y el agravio, de uno u otro lado.

 Nuestra respuesta ante los quebrantados en nuestras congregaciones

Si lo que deseamos es que más gente venga a Dios, que más homosexuales entreguen sus vidas a Jesucristo, necesitamos trabajar en hacer de nuestras iglesias mejores comunidades que aquellas que ellos estarían dejando. Comunidades de restauración amorosas, donde se ofrezca compañerismo y amistad, comunidades que discipulen, que acompañen y motiven en su crecimiento a sus miembros, iglesias con varones que afirmen a quienes vienen débiles en su masculinidad, que abracen, que bendigan; con mujeres que afirmen a las mujeres que vienen heridas en su feminidad, que las nutran, que sean ejemplo. Iglesias que brinden espacios confidenciales donde la gente pueda abrir su corazón y puedan ser ministrados, sanados en oración (Santiago 5:16). No podemos demandar a los homosexuales que dejen su estilo de vida, si no les ofrecemos alternativas mejores, opciones sanadoras y restauradoras, si no les presentamos una comunidad donde el Espíritu de Dios mora en cada creyente, y es capaz de restaurar, de liberar a los cautivos y oprimidos (Luc. 4:18), donde la verdad es brindada con gracia, misericordia y amor.

Nuestra respuesta ante las familias

Lejos de estar repasando lo dañino y perjudicial que es la familia disfuncional, o las nuevas y descabelladas propuestas de familia, necesitamos conocer más a fondo el diseño que Dios nos presenta a través de su Palabra. Esto tiene que ver con un principio de sustitución, si me digo que no quiero pensar en comida, voy a terminar pensando invariablemente en ella. Hay varios pasajes en la Palabra donde encontramos esto, en lo que debemos pensar y meditar; uno de los más significativos, Filipenses 4:8. “Por lo demás hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. Todos nos encontramos en shock ante las nuevas propuestas liberales, pero debemos salir de ese estupor y volver a la Palabra, estudiar, meditar, pedir revelación al Espíritu de Dios, sobre una enseñanza más plena acerca del matrimonio y la familia. Existe mucho desconocimiento y desobediencia sobre los lineamientos que Dios da para el matrimonio, y mientras sigamos insistiendo en desobedecer estos lineamientos, seguiremos viendo niños, jóvenes y adultos con crisis relacionales, resquebrajados, llenos de odio y rencor, confundidos, deprimidos, con grandes vacíos emocionales y espirituales; todo lo cual es raíz y tronco del quebrantamiento sexual y relacional. Mucho hay por hacer en nuestras iglesias en el ámbito de la prevención a nivel familiar, pero si permanecemos en ignorancia, seguirá nuestra gente pereciendo.

Nuestra respuesta ante nuestros niños

Estamos asustados y sobremanera molestos por lo que está sucediendo afuera de la iglesia, en el mundo, mientras que aun en nuestras propias congregaciones, están sucediendo cosas que deberían alarmarnos y hacernos actuar con prontitud. A menudo padres de familia piden ayuda porque sus pequeños están mostrando manerismos, manifestando confusión en su identidad sexual, además de padres pidiendo orientación para sus hijos adolescentes y jóvenes que ya están involucrados de alguna manera en actividad homosexual.  Dice en Proverbios 22:6 “instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él”. Si queremos actuar con sabiduría para proteger a nuestros pequeños, en primera instancia, los padres deben nutrir a sus hijos espiritual y emocionalmente, amándolos de formas prácticas, escuchándolos, conectándose con sus intereses. Además de esto es imprescindible brindarles educación y formación conforme a los principios de la Palabra de Dios, no sólo de forma teórica, sino con acciones y ejemplo. Tristemente muchos niños son víctimas de las relaciones desafortunadas de sus padres. Necesitamos con pasión, determinación y empoderamiento de Dios, volvernos a estos principios bíblicos, entenderlos profundamente y vivirlos, si es que amamos verdaderamente a Dios y a nuestros niños.

Exodus Latinoamérica – info@exoduslatinoamerica.org

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