Cuando llegué a Portland Fellowship hace más de cinco años, no entendía realmente en qué me estaba involucrando. Me fascinaron los testimonios que escuché; historias de la redención de Dios, la liberación de la adicción y de la fantasía, y la bendición de las relaciones saludables. Esto me dio una esperanza que nunca había experimentado. Al igual que muchos creyentes, durante tanto tiempo pareció que solo tenía dos opciones: reprimir mis deseos, seguir mi camino por la vida con los nudillos blancos y obedecer a Dios al no actuar sobre mis sentimientos; o abrazar una identidad gay y rechazar mi fe, familia y comunidad. Fue aquí donde realmente comencé a aprender y caminar en una tercera opción: el proceso de transformación.

Como creyentes en Cristo, entendemos el mensaje del Evangelio, pero muchos de nosotros no lo hemos invitado a las partes más profundas de nuestras luchas.

Cuando iniciamos el ministerio, éramos solo un grupo de visita, que nos reuníamos para compartir nuestras luchas. Conversábamos sobre temas relevantes y apreciábamos el escuchar a cada individuo. Desafortunadamente, a veces nuestro diálogo se desviaba hacia una conversación negativa e inútil. Se hizo evidente que primero teníamos que centrar nuestra atención en Dios. Entonces, añadimos un tiempo de adoración en nuestras reuniones y se ha convertido en una parte importante de nuestro tiempo juntos.

Por Miguel Alcarria

El apóstol Pablo es ampliamente reconocido y admirado actualmente por el nivel de compromiso que mostró en torno a sus convicciones; no obstante, tras su conversión, por nadie fue ni tan reconocido ni tan admirado como lo es ahora. El Saulo celoso de la fe y de las tradiciones de sus padres (Gál. 1:14; Hch. 22:3), que iba casa por casa sacando a rastras a los cristianos para encarcelarlos (Hch. 8:3) y era admirado por todos sus compañeros fariseos; de la noche a la mañana, se convirtió en el apóstol Pablo, un instrumento de Dios para llevar Verdad a judíos y a gentiles (Hch. 9:15; Hch. 20:24).

Por Fernando Garzón

Uno de los mayores problemas en la actualidad en temas de confusión de identidad sexual, está relacionado con la falta de entendimiento por parte de padres, maestros, sociedad, cultura, psicólogos y gobiernos, sobre la importancia de compartir y propiciar momentos significativos de intimidad, amistad, confianza entre padres e hijos como modelo e hilo conductor en la formación integral de seres humanos saludables, emocional y relacionalmente, capaces de amar y ser amados,  de dar y recibir amor sin temor a equivocarse. Es esta, además, una excelente manera de suplir las necesidades de amor, cariño y afirmación de nuestros hijos.

Por Charlie Hernández

Por años, muchos de nosotros hemos batallado con la atracción al mismo sexo y la hemos visto convertirse en un enemigo implacable y cruel, destruyendo nuestras relaciones familiares, haciéndonos personas amargadas, cínicas, inseguras y pedantes al mismo tiempo.

Yo fui alguien que decidió esconder su lucha con esta conducta, por muchos años, para encontrarme luego cosechando el fruto de mentiras y terrores, que me mantuvieron atado a la soledad y a la frustración.

Muchos optan por “salir del clóset” para restregarle en la cara al mundo, a la familia y a las instituciones culturales tradicionales, su ira por los años que trataron de esconder esta situación, por tratar de complacer y de intentar vivir a la altura de las expectativas de otros; y a la vez, como una manera de desquitarse por los apodos, las burlas y las calumnias infligidas por la misma gente que se supone, serían su apoyo.

La primera epístola de Juan, capítulo cuatro, versículo dieciocho, dice lo siguiente: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”.

Estos últimos años pareciera que el temor ha tomado la dirección de las decisiones del mundo y que todas sus acciones han sido condicionadas por el mismo. El ser humano, en particular, ha desarrollado un miedo incomprensible a hablar la verdad, prefiriendo resguardarse en un discurso políticamente correcto. Tememos al qué dirán, al “suicidio” social que conlleva hablar con honestidad y a sufrir por causa de ella. Y esta es una lamentable situación de la cual la iglesia, muchas veces, no está exenta.

La mayoría de nosotros empezamos cada día de nuestras vidas con una rutina preestablecida. Nos levantamos del mismo lado de la cama, nos vestimos de una forma en particular, ordenamos la misma bebida y tomamos la misma ruta, a veces sin pensarlo o estar conscientes de ello.

Incluso hay patrones de pensamiento o de conducta que ejecutamos automáticamente. Juzgamos a las personas o situaciones sin saber qué nos impulsa o porqué lo hacemos. Dios conoce las posibles causas de aquella adicción, quebrantamiento, pecado o conducta inapropiada con la cual luchamos, pero sólo Él puede revelar además una estrategia para pelear y cambiar nuestras vidas.

Por Mike Cleveland

La palabra de Dios nos dice que si queremos liberarnos de la adicción de cualquier tipo, debemos venir a la cruz de Jesús y experimentar el poder del Espíritu Santo. En verdad, no hay esperanza de que ganemos la batalla contra el pecado habitual por nuestra propia cuenta. Por nosotros mismos, estamos indefensos contra la atracción del pecado habitual. Con nuestras fuerzas y ​​con las mejores intenciones, podríamos tratar de guardar las leyes de Dios, firmar promesas, hacer compromisos de cambio, etc., pero tarde o temprano surgirán dificultades, nos estresaremos o estaremos enojados, para finalmente fracasar. “El Espíritu da vida; la carne no vale para nada…” (Juan 6:63 NVI).

Cuando leemos el libro de Apocalipsis, en los primeros tres capítulos podemos ver los mensajes a las siete iglesias. Los teólogos han debatido largo tiempo si las iglesias de Asia representaron solo iglesias bien establecidas en esas localidades, o si representan etapas históricas de la Iglesia, o representan al conjunto de creyentes en el mundo, en toda la historia de la iglesia, que para fines prácticos es el enfoque que utilizaré en el presente artículo.

La iglesia de Pérgamo representa a los creyentes que han sido leales, que han demostrado su fe por sus obras; creyentes que siempre están dispuestos a servir en los ministerios en la iglesia, en donde sus servicios son necesarios; han hecho sacrificios por la obra del Señor, han trabajado duro, se han esforzado, quizá no haya en la iglesia creyentes tan serviciales y leales como los que aquí son representados.

Autor: Exodus Global Alliance
Traducción: Leo Chain

Los científicos de Harvard y el MIT han estudiado la relación entre la genética y el comportamiento sexual entre personas del mismo sexo.

Su investigación fue publicada en la edición de agosto de 2019 de la revista Science. Su título es GWAS a gran escala revela ideas sobre la arquitectura genética del comportamiento sexual entre personas del mismo sexo.

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