Ayudando a personas batallando con quebrantamiento sexual en nuestra congregación

Por Pedro Delgado

Hemos estado emitiendo en los boletines de este 2019, artículos que plantean la enorme e innegable necesidad de implementar en nuestras congregaciones locales un trabajo de prevención e intervención del quebrantamiento sexual. Comenzar con el liderazgo y atender las necesidades de los matrimonios, es fundamental. Ahora queremos dar algunas pautas para brindar ayuda a hermanos afectados por el quebrantamiento sexual, no solamente a quienes batallan con homosexualidad, sino también para quienes han caído en hábitos pecaminosos relacionados con la pornografía, la masturbación, la fornicación, o el adulterio, entre otras formas de quebrantamiento y pecado sexual.  Aunque hay una gran variedad de recursos con mucha información y recomendaciones sobre cómo ayudar a personas en estas situaciones, queremos recordarles que, indudablemente, la base para orientarlos y ayudarles es el discipulado.

Recuerdo claramente que en mis primeros años de vida cristiana, batallaba fuertemente con adicción sexual, y con muchos otros hábitos que había desarrollado durante años, desde mi pubertad, también con raíces en mi infancia a causa del abuso sexual. ¡Cómo me costaba trabajo guardarme en santidad! Llegué a pensar que me sería imposible dejar de tener caídas recurrentes, pues me encontraba una y otra vez envuelto en actos pecaminosos que me provocaban una profunda vergüenza y culpa. En ese tiempo asistía a una congregación, leía mi Biblia, oraba, adoraba a Dios; sin embargo, cada domingo parecía arrastrarme a la Iglesia con un enorme y punzante peso en mi corazón, pues fallaba una y otra vez. Una amiga me recomendó con un pastor, amigo suyo, para que me discipulara. Se trataba de un discipulado bíblico básico, haciendo uso de un libro y cuaderno de trabajo.  No era un material específico relacionado con quebrantamiento sexual, y aunque a causa de mi inconstancia, no duró mucho tiempo, pude percibir el enorme beneficio de reunirme semanalmente con un pastor que me enseñaba principios bíblicos, que oraba conmigo, que me animaba para seguir adelante. Ahora, si al discipulado que ofrecemos, además de los principios bíblicos le añadimos información relacionada con las raíces del quebranto sexual, si enseñamos sobre el proceso de restauración, sanidad y crecimiento; si aplicamos principios prácticos de consejería bíblica y abrimos un espacio confidencial donde la gente puede abrir su corazón, con la promesa de que la confianza depositada en nosotros no será traicionada; y si sobre todo nos dejamos guiar por el Espíritu de Dios para acompañar a esta persona arrepentida, anhelante y dispuesta a salir adelante; podremos ser testigos, en no mucho tiempo, de una persona caminando en victoria. No una persona perfecta y sin defectos, pero alguien avanzando en el camino del Señor, levantando su rostro con sus ojos puestos en Cristo, que va creciendo en conocimiento y gracia de nuestro Señor Jesucristo día tras día.

Es común que las personas, después de leer algunos libros y artículos que recomendamos, de asistir a algunos eventos, digan “…muy bien, todo lo que hemos aprendido es magnífico, ahora ¿por dónde empezamos?”, como si tuvieran en sus manos las piezas de un rompecabezas, que una vez armado, mostrará un hermoso paisaje espectacular. Realmente hay muchas personas que no tienen idea de por dónde empezar; hay quienes temen dar consejería erróneamente y que las cosas resulten mal y el aconsejado termine regresando a su vida pasada.  También hay falta de fe, gente que ha tenido por años la certeza de que los homosexuales, los adúlteros, los fornicarios, no cambian verdaderamente. Esto último es demasiado triste como cristianos. Dice la Palabra que “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6). Pareciera que hay más gente que cree en milagros, en sanidades instantáneas, que gente que cree que un homosexual o un adúltero pueda dejar de serlo. La Palabra de Dios es verdad, Dios es fiel y verdadero, Él no miente; si Él dice en Su Palabra que puede transformar personas sumergidas en la oscuridad y en la esclavitud del pecado, sin importar el trasfondo más terrible que podamos imaginar, ¡Él puede hacerlo! Y lo hemos visto innumerables veces.

Es importante que la persona a la que vayamos a ayudar experimente un genuino arrepentimiento y tenga disposición para ser acompañada en su discipulado personal de restauración.  Esto lo podremos tener más claro en la primera o segunda reunión que tengamos con el aconsejado en cuestión. Puede encontrarse desanimado por intentos y fracasos constantes; puede ser que tenga expectativas ajenas a la voluntad de Dios y a la verdad bíblica; pudiera haberse apropiado de información errada y torcida, difundida por el mundo y el enemigo; todo esto es entendible; precisamente algunas de estas cosas se podrán abordar en el discipulado.

La primera parte que es importante tratar es Su relación con Dios, porque ese es el fundamento de una vida de libertad para cualquier cristiano. Muchos de nosotros ya sabemos, o al menos tenemos las bases, de cómo discipular a una persona. Justamente ese es el punto de inicio.  Muchas personas con quebrantamiento sexual, al estar en una lucha tenaz contra el pecado, han descuidado su relación con Dios, su vida devocional está empolvada, su tiempo de oración y lectura de la Palabra de Dios puede estar empobrecido o ser totalmente nulo; por tanto necesitamos ayudarles a reconectarse con Dios, a ponerse a cuentas con Él (Isaías 1:18), y a que tengan a Cristo en el primer lugar de sus vidas, que lo amen y anhelen más que a su propia vida, más que su mismo deseo de ser restaurados, más que su empeño por dejar de tener tentaciones. Mateo 6:33 contiene una verdad poderosa para todo cristiano: nos anima a procurar, a esforzarnos en obediencia, para que el reino de Dios sea establecido en nuestras vidas, a reconocer su señorío, y como consecuencia nuestras necesidades, serán suplidas a su tiempo, conforme a su voluntad; por tanto, no debemos estar preocupados, afanados, sino descansar en Dios, confiar y esperar en Él con perseverancia. Sabemos que estos principios no son instalados de forma automática en la mente y el corazón de la gente, muchas veces son como martillos que van rompiendo lo empedernido de nuestro corazón a causa del pecado (Jeremías 23:29), y conforme nos exponemos a esas verdades, a esos principios y preceptos divinos, nuestra mente va siendo renovada, van siendo destruidos esos paradigmas antibíblicos, esas viejas creencias que han permanecido como baluartes en nuestra mente por años y que llegan a ser los pilares que sostienen esos hábitos pecaminosos y mortalmente destructivos.

Sugerimos utilizar algún libro para quienes batallan con quebrantamiento sexual, pues estos libros nos dan lineamientos importantes para seguir; sin embargo, no debemos limitarnos únicamente a lo que diga el libro o el artículo en cuestión; es indispensable que un consejero bíblico, un discipulador, se prepare con anticipación, en oración, sobre lo que va a compartir con su aconsejado, enriquecerlo con la Palabra de Dios, agregar pasajes, lecturas relacionados con el tema que puede dejar como tarea para la siguiente reunión. Por ejemplo, para tratar con personas batallando con diversas situaciones de pecado sexual, como la pornografía, la masturbación, la fornicación, pueden usar el libro, “Cómo decir no a los hábitos pecaminosos” de Erwin Lutzer.  Para hombres y mujeres batallando con homosexualidad recomendamos “Ayudando a gente a salir de la homosexualidad” de Frank Worthen, “Dejando atrás la homosexualidad” de Bob Davis y Lori Rentzel,  o “Recuperando lo que nos pertenece” de Phil Hobizal.  Para mujeres, más específicamente “Restaurando la identidad sexual” de Anne Paulk. Sugerimos a todos también leer el libro “Confesión y rendición de cuentas” de Eduardo Cadena. Con toda seguridad usted tiene algunos otros recursos en mente.

Aunque la información que contienen estos recursos es extraordinariamente enriquecedora, y provee lineamientos y pasos a seguir más claros, (algo que la gente pide constantemente), nada trae más cambios en la vida de una persona que lucha, y nada resulta más restaurador y transformador que el trato personal con el Cuerpo de Cristo a través de alguien dispuesto a acompañarle en su proceso, y por supuesto Dios operando en ese acompañamiento. La información en sí, no restaura, es Dios quien lo hace, es Su Palabra obrando en nuestras vidas, siendo revelada y enseñada por Su Espíritu, es cuando actuando en obediencia y con fe, somos hacedores de ella, no simples oidores olvidadizos (Santiago 1:22). Por otra parte, no adquirimos experiencia si no comenzamos a prepararnos y nos atrevemos a comenzar a ayudar a quienes necesitan ser restaurados con una actitud de mansedumbre y empatía, como dice Gálatas 6.  Por supuesto que hay muchas más sugerencias que podríamos dar, y con el favor de Dios lo estaremos haciendo; pero la indicación más importante es: dependa de Dios, dependa de su Espíritu, de Su Palabra, y Dios obrará en la vida de sus aconsejados; al mismo tiempo usted será también bendecido al convertirse en un canal por donde fluye la gracia de Dios, Su verdad, mientras permite ser Su instrumento, Su vocero proclamando libertad, guiando con amor, gracia y verdad a quienes necesitan salir de la oscuridad y la esclavitud del pecado.