Steven R. Tracy

NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS

La vergüenza es la emoción humana más poderosa. Con frecuencia, dirige, abruma y transforma todas las demás emociones pensamientos y experiencias.

Podemos definirla como un sentido profundo y doloroso de incompetencia, así como de fracaso personal, que tiene como base la inhabilidad de cumplir con los estándares de conducta; estándares impuestos por nosotros mismos o por otros.

La vergüenza es la respuesta emocional que damos a la percepción de ser culpable. Así que, esta es saludable, cuando se trata de la respuesta apropiada en contra de una violación de la ley de Dios. Así, es un regalo divino, porque nos muestra que algo está mal,  que no vivimos de acuerdo a nuestro diseño original y que nos estamos alejando de nuestro amante y santo Creador (Romanos 2:14-15), es una llamado de gracia para corregirnos y limpiarnos, de manera que podamos ser lo que el Señor quiere que seamos.

En sus estudios con mil adictos al sexo, Pat Carnes encontró que el 97% habían sido víctimas de violencia emocional, el 74% habían sido maltratados físicamente, y el 81% habían sido víctimas de abuso sexual.  Esto revela que la violencia desempeña un papel importante en el desarrollo de la adicción sexual. Para que el adicto al sexo pueda sanarse es vital que entienda la violencia que sufrió y cómo lo ha afectado.

Veamos cómo opera la violencia en la adicción sexual:

José y su esposa, María, han tenido discusiones respecto al sexo desde hace años. Desde la luna de miel, José lo exige y María suele negarse. Entonces José se siente rechazado, herido y muy enojado, mientras que María se siente denigrada, manipulada y también muy enojada. Sus discusiones son violentas y destructivas. Ambos se sienten culpables porque no pueden complacerse. Piensan que tienen un horrible matrimonio porque su vida sexual está vacía. José es también un adicto al sexo: se masturba, mira pornografía, y frecuenta prostitutas.

La intensidad de sus discusiones obedece a viejas heridas originadas en sus respectivas familias. La madre de José lo abandonó emocionalmente: ella nunca tenía tiempo para él. María fue violada varias veces por su padre cuando tenía entre 12 y 16 años. Cuando José desea tener relaciones sexuales, María recuerda el trauma del incesto. Cuando María lo rechaza, José recuerda cómo su madre lo rechazaba. José no tiene sexo con las prostitutas porque lo necesite y no pueda tener relaciones sexuales con María. En realidad, quiere encontrar el amor, cuidado y afecto que nunca recibió de su familia.

La violencia doméstica es cualquier acto cometido por un miembro de la familia que dañe o lesione a otro familiar. Estas heridas afectan negativamente y por el resto de su vida a quien la sufre, a no ser que él o ella las entiendan y se recuperen.

El ciclo de violencia es vicioso: la mayoría de las personas agresoras a su vez fueron víctimas de maltrato. Muchas familias tienen una larga historia de violencia que se remonta a varias generaciones. La violencia es un medio por el que ¨los pecados de los padres¨ se transmiten de generación en generación (Éxodo 20:5), y de cómo los pecados del padre y la madre no se olvidarán (Salmo 109:14). El pecado sexual de David con Betsabé dejó una herencia de problemas sexuales, incluyendo incesto y el asesinato.

Ahora bien, describimos la violencia con el fin de comprenderla, no con el propósito de culpar, el entendimiento posibilita la sanidad, la culpa implica un juicio. Para entender la violencia y poder sanarse, la víctima necesitará enojarse. La víctima necesitará eventualmente  enfrentar al padre o al agresor. Tanto la ira como el enfrentamiento son medios para sanar a la víctima, no para culpar al agresor, y constituyen elementos vitales en la recuperación de la adicción sexual.

Tipos de violencia

En la identificación de las heridas y la violencia doméstica es importante considerar cuatro aspectos de la experiencia humana que pueden ser afectados por la violencia: el emocional, el físico, el sexual y el espiritual.

Hay dos tipos de violencia: la invasión y el abandono.

Si la familia tenía límites muy inciertos, es posible que no se hayan respetado los límites emocionales físicos, sexuales o espirituales, se trataría de una invasión. Si los límites eran demasiado rígidos, los miembros de la familia no recibieron el amor, la atención, el cuidado, o la información que necesitaban para prosperar, sería un caso de abandono.

A continuación se  presenta un esquema de los ocho tipos de violencia, se detallan los dos tipos de abuso: invasión y abandono, y cómo se pueden presentar en los cuatro aspectos de la experiencia humana mencionados, conformando cuatro columnas. El esquema nos ilustra cómo una persona puede sufrir una invasión y/o abandono emocional, físico, sexual, o espiritual. Al revisarlo,  quizá identifique el tipo de violencia de que fue víctima y desee hacer su propio esquema en una hoja de papel.

El Abuso

Pídale al Espíritu Santo que le ayude a  entender y a aceptar cualquier experiencia dolorosa que haya tenido en la vida para poder sanarse. Pida a Dios su protección y fuerzas mientras reflexione en las heridas familiares y la posible violencia sufrida. No se trata de estar ¨escarbando¨ en busca de experiencias, sino en permitir que el Espíritu Santo traiga a luz lo que Él desea sanar, trátese con cariño, y si siente que su dolor se vuelve insoportable, busque ayuda de un consejero o persona madura en Cristo que pueda apoyarle.

El maltrato y la vergüenza

Cuando se maltrata a los niños, éstos se lastiman desde el punto de vista emocional, sexual, espiritual, e incluso físico. Ellos son demasiado pequeños e indefensos para protegerse solos de estas heridas. ¿Qué pueden pensar los niños de sí mismos cuando se les invade o se les abandona?  Llegan a una conclusión muy lógica: ¨Si me está pasando esto, debo ser malo; porque se castiga a las personas malas¨. ¨Si nadie me ama debe ser porque soy malo, porque todos aman a las personas buenas¨.

Estas heridas producen un sentimiento muy intenso de vergüenza. Es posible experimentar la vergüenza de manera sana o enferma. La vergüenza sana reconoce que todos tenemos habilidades y limitaciones, es parte de la condición humana y lleva a una persona a depender de forma sana de otros y de Dios. La vergüenza sana nos confirma que como seres humanos no podemos ganarnos la salvación y de que dependemos de Dios.

Las víctimas de violencia, sin embargo, han interiorizado este sentido de vergüenza y creen que no sirven para nada. La vergüenza morbosa quiere hacernos creer que no merecemos la salvación de Dios y que ni siquiera podríamos aceptarla. Éste tipo de vergüenza convence a las personas de que tiene una naturaleza mala. La Dra. Sandra Wilson, diferencia la vergüenza de la culpa: ¨Sentimos culpa cuando sabemos que hemos cometido un error. Sentimos vergüenza cuando sentimos que somos un error¨.

La vergüenza morbosa impide que los individuos reconozcan lo que valen como personas, y es el principal sentimiento en el niño maltratado y herido. Junto con este sentimiento central hay otros sentimientos: el niño abandonado se siente solo y triste, el niño maltratado siente ansiedad y temor.

El enojo suele acompañar a la vergüenza. Aunque las víctimas de violencia creen que merecen el maltrato, hay otra parte de ellas que está tremendamente enojada con la agresión. No obstante bloquean este sentimiento y ni siquiera se permiten experimentarlo. El sentimiento subyacente infecta todo, y a veces se revela como un comportamiento adictivo. El enojo se filtrará de alguna manera a pesar de todos los intentos que la persona haga por reprimirlo.

Los adictos al sexo pueden estar irritados con Dios y piensan: ¨¿Porqué dejó Dios que me sucediera esto?¨. Puesto que Dios no previno el abuso, el enojo puede hacer que el adicto al sexo concluya, justificándose: ¨No me importa lo que piense Dios. Él no me ayudó, me tendré que ayudar yo mismo¨.

Cuando se maltrata los niños y a los adolescentes en su lógica piensan: ¨Si fuera una buena persona, esto no me sucedería¨, o ¨Si fuera una buena persona, alguien supliría mis necesidades¨. La conclusión lógica es que deben ser personas malas que no sirven para nada.
Este razonamiento triste, desesperado, inducido por el enojo y la rebelión, convence a los adictos al sexo de cuatro opiniones sobre su persona:

1. Soy una persona mala y no sirvo para nada.

2. Nadie me amará como yo me amo.

3. Nadie puede satisfacer mis necesidades excepto yo.

4. El sexo es mi necesidad más importante.

El adicto al sexo cree que la actividad sexual es la única manera de satisfacer su necesidad de amor, cuidado y afecto. Para muchos de ellos el sexo fue la única atención y el único contacto físico que recibieron. Aprendieron a asociar el amor, el cuidado, el contacto físico y el sexo. El sexo se convirtió en una necesidad imperiosa porque era la única necesidad que podían satisfacer.

Los adictos al sexo para satisfacer sus necesidades profundas de amor y para sobrellevar el sentimiento de vergüenza que los agobia, utilizan en términos generales dos grandes mecanismos de defensa: el escapismo a través de diversas adicciones y la codependencia.

Lo anterior se ilustra en la gráfica siguiente:

El niño abusado o herido

El inicio de la recuperación

Ser víctima de una agresión cometida por uno de los padres o un miembro de la familia puede ser una experiencia muy fuerte. Provoca sentimientos intensos, de confusión, terribles, los que a su vez pueden generar mecanismos de defensa que sean pecaminosos y autodestructivos. Las personas que pecan y se apartan de Dios a menudo se han sentido privadas del amor de sus padres. Para cambiar, además de la violencia, deben aceptar que hicieron lo mejor que podían: sobrevivieron. Ahora sin embargo, tienen otra alternativa, y pueden decidir aceptar el amor de Dios, que no es como el de su familia.

Cuando se comprende la violencia sufrida, la víctima puede darse cuenta de lo que sucedió y decidir cómo hará para convivir con su dolor mientras se recupera de la adicción. De esa manera entenderán lo doloroso que fue la violencia, cuánto temor, soledad y enojo sintieron. Admitir estos sentimientos y encontrar maneras saludables de expresarlos y soportarlos contribuirá a su recuperación.

Al enfrentar la violencia, la víctima acepta la gravedad de su experiencia y procura evitar que el comportamiento se repita en el futuro. Las víctimas de violencia necesitar estar en guardia para no reiterar los errores de sus familias. Todos tendemos a reproducir lo que aprendimos en la niñez. A pesar de lo agresivas que pudieron haber sido las conductas familiares, nos criamos en un medio que considerábamos normal, podemos llegar a repetir los patrones violentos sin pensarlo.

Los adictos al sexo deben reflexionar sobre lo que le sucedió, comprenderlo, permitirse aceptar el dolor en vez de eludirlo con una adicción, y enfrentarlo como señal de que saben que estuvo mal. Se trata de un proceso que puede ser largo, pero que es vital para tomar decisiones beneficiosas en el futuro. Con la toma de estas nuevas decisiones, los adictos al sexo rompen el ciclo de comportamiento violento y de pecado, y entonces los pecados de los padres no se transmiten a las futuras generaciones.

Esta conciencia constructiva servirá para honrar a nuestra familia conforme a los mandamientos de Dios. Cuando Natán confrontó a David por su adulterio con Betsabé, honró a David para procurar su restauración. Cuando los adictos al sexo buscan que sus familiares reconozcan su culpa, los están honrando porque procuran su restauración y la reconciliación. La restauración sólo es posible cuando se dejan de repetir las conductas pasadas y es posible expresar los sentimientos y discutirlos con franqueza.

Tomado y adaptado del Libro “Cómo sanar las heridas de la adicción sexual” del Dr. Mark R. Laaser, fundador del Ministerio Leal y Confiable.

Por Kerby Anderson

Cada año, hay vidas de mujeres (y hombres) que son alteradas o destruidas por alguien que abusa de ellas. Las cicatrices emocionales y físicas, así como la destrucción resultante, aparecen claramente en estadísticas sociales y criminales.

Si bien el abuso se denuncia poco, las estadísticas actuales de crímenes al menos comienzan a contar la historia. El Informe Uniforme de Crímenes del FBI indica rutinariamente a la violencia doméstica como la principal causa de lesiones para mujeres de entre 15 y 44 años de edad en Estados Unidos. Estas lesiones superan a las de los accidentes automovilísticos, los ataques callejeros y las violaciones combinadas.

El abuso puede ser manifiesto, flagrante y descarado. Pero puede ser también sutil y artero. Puede hacer explosión o introducirse gradualmente en una relación. Si bien las mujeres son las principales víctimas del abuso, los hombres también pueden serlo.

Uno de los primeros pasos para tratar con el abuso es identificarlo. Esto suele ser difícil porque puede manifestarse de distintas formas. Esta es una breve reseña de los distintos tipos de abuso.

1. Abuso emocional es el uso de estrategias mentales o juegos psicológicos. Esto podría incluir cosas como ira, agresión, humillación, intimidación, asecho, temor, poder y control. El objetivo es causar daño emocional a la otra persona.
2. Abuso físico incluye el uso de partes del cuerpo o armas para amenazar, castigar, dominar, contener, controlar o lesionar a otra persona.
3. Abuso sexual es el uso de acciones sexuales forzosas que pueden dominar, manipular, amenazar, lesionar, corromper o controlar a otra persona.
4. Abuso social involucra otras formas de abuso para dominar, manipular o controlar las relaciones sociales de otra persona.
5. Abuso financiero es el uso de dinero o cuestiones relacionadas con lo financiero para dominar, amenazar o controlar. Esto puede hacerse para dañar a otra persona o sacar provecho financiero de esa persona.
6. Abuso espiritual es el control de los intereses o prácticas religiosas de otra persona. Puede causarse daño espiritual al criticar las convicciones religiosas de una persona o al distorsionarlas con propósitos religiosos.

Si bien el abuso puede asumir diversas formas, suele haber elementos comunes. Por ejemplo, a menudo existe la tendencia de culpar a la víctima del abuso. A una mujer, por ejemplo, tal vez un pastor o un miembro de la iglesia le diga que “se someta” o que “ore más por su matrimonio”. Y, a menudo, las mujeres vuelven a involucrarse en relaciones abusivas, para sorpresa de muchos.

En este artículo intentaremos brindar algunas respuestas y una perspectiva sobre este tema importante. (Quisiera señalar también que ya tenemos artículos en el sitio Web de Probe que tratan con temas como el abuso verbal y el abuso espiritual.)

Tipos de abusadores

Si bien el abuso y la violencia doméstica se encuentran entre los problemas sociales más acuciantes de nuestro tiempo, la mayor parte de la sociedad (incluyendo las iglesias) sigue considerando a esta crisis como un asunto privado. A las mujeres abusadas los pastores y los miembros de la congregación suelen aconsejarles que “oren más” o “intenten ser una mejor esposa”.

El abuso ha sido ignorado no sólo por la iglesia sino a menudo por la profesión médica. En su estudio del abuso, Evan Stark y Ann Flitcraft encontraron que, de un millón de mujeres que solicitaron tratamiento médico por lesiones sufridas de esposos y novios, los médicos identificaron correctamente las lesiones como resultado de golpizas sólo el cuatro por ciento de las veces. [ref]Evan Stark and Ann Flitcraft, “Medical Therapy as Repression: The Case of the Battered Woman,”Health and Medicine, 1982, 29-32.[/ref]

Frecuentemente el abuso infantil y la violencia doméstica van de la mano. Los hombres que abusan de su esposa abusan a menudo también de sus hijos. La investigación demuestra que, en hogares donde ocurre la violencia doméstica, los hijos son abusados en una proporción de 1500 por ciento superior al promedio normal. [ref]Maria Roy, “Children in the Crossfire,” Health Communications, 1988.[/ref]

A menudo este abuso comienza antes que nazca el niño siquiera. Un estudio de 1200 mujeres embarazadas blancas, latinas y afroamericanas encontró que una de cada seis informó que hubo abuso físico durante el embarazo.[ref]Judith McFarlane, “Abuse During Pregnancy: A Cross-Cultural Study of Frequency and Severity of Injuries,” National Coalition Against Domestic Violence Fact Sheet (Denver, 1994).[/ref]

Los investigadores ahora concluyen que hay dos tipos de abusadores. Neil Jacobson y John Gottman lo documentan en su libro When Men Batter Women.[ref]Neil Jacobson and John Gottman, When Men Batter Women: New Insights into Ending Abusive Relationships (New York: Simon & Schuster, 1998).[/ref] Su estudio de más de 200 parejas en relaciones peligrosas ayudó a destruir mitos y arrojó nueva luz sobre las relaciones abusivas.

Ellos describen dos tipos de golpeadores: los “cobras” y los “perros Pit Bull”. Los “cobras” son los más severamente violentos de los dos. Golpean velozmente y ferozmente, manteniendo siempre el control y sintiéndose con derecho a todo lo que desean.

Los “perros Pit Bull” son violentos porque son inseguros. Tienen una mayor probabilidad de perder el control, y dejan que sus emociones se caldeen lentamente hasta que explotan de ira.

Jacobson y Gottman estudiaron intensamente unas 60 de las 200 parejas viendo cintas de video de discusiones no violentas de golpeadores severos con su cónyuge. Para eliminar parte de la subjetividad, monitorearon también los signos vitales (ritmo cardíaco, flujo de sudor) de las parejas.

Encontraron que los “cobras” se asemejan a la serpiente de la que toman su nombre. Permanecen inmóviles y concentrados justo antes de atacar a su víctima. Se vuelven internamente serenos durante el abuso. Mientras que el ritmo cardíaco de los “perros Pit Bull” aumenta durante el abuso, el ritmo cardíaco de los “cobras” llega a disminuir.

Los “perros Pit Bull” son impulsados por una profunda inseguridad y suelen tener una dependencia insalubre de la compañera abusada. Temen perder a su esposa, así que intentan controlarla mediante el abuso físico y emocional.

Los “cobras” a menudo han sido abusados ellos mismos físicamente o sexualmente (frecuentemente en la niñez), y tienden a considerar a la violencia como una parte inevitable de la vida.

Límites

A menudo las víctimas del abuso sienten que merecen el abuso que reciben. Han sido convencidas (por su pareja o tal vez por la sociedad en general) de que el abuso es culpa de ellas. No lo es. Para reforzar esta afirmación, estas son ocho cosas que nadie merece:[ref]Puede encontrarse una lista más detallada en Mary Marecek, Breaking Free from Partner Abuse(Buena Park, Calif: Morning Glory Press, 1999)[/ref]

1. Nadie merece ser empujado, abofeteado, magullado ni pateado. No hay ninguna excusa que justifique este tipo de acciones, sean drogas, alcohol, problemas financieros o problemas familiares.
2. Nadie merece ser abusado verbalmente. Nadie debe ser insultado o tratado a los gritos sin ninguna razón aparente.
3. Nadie merece que le dañen sus posesiones (arrojando platos, desgarrando ropa) o que le destruyan regalos. Estas cosas no se vuelven automáticamente “de él” simplemente porque pagó por ellas de una cuenta corriente conjunta.
4. Nadie merece que interfieran con su posibilidad de ir de un lado a otro. Usted no necesita que le digan cuándo puede y cuándo no puede salir de la casa, ir de compras o ir a la escuela.
5. Nadie merece ser seguido, acosado o espiado. Como adulto, usted tiene derecho a ir donde usted quiera, y pasar el tiempo de la forma que usted escoja.
6. Nadie merece ser ridiculizado, denigrado, menospreciado, ni que se burlen de ella. Esto se aplica tanto en el hogar como en público.
7. Nadie merece ser privado emocionalmente. Todos tienen necesidades emocionales: de amar, de ser amado, de cuidar y ser cuidado, de necesitar de otros y de ser necesitado por otros. Esto involucra más que una sola persona que exige su tiempo y atención.
8. Nadie merece ser aislado. Usted merece tener una comunidad de personas alrededor suyo además de sólo un cónyuge que domina su vida.

Toda persona tiene derechos que deben ser afirmados para impedir que tenga lugar el abuso. Esta es una breve lista de esos derechos:

1. Usted tiene derecho a ser tratado con respeto. Todas las personas son creadas a la imagen de Dios (Génesis 2:26, 27) y tienen valor y dignidad. Usted merece respeto independientemente de su condición económica, raza, religión o sexo.
2. Usted tiene derecho a ser escuchado. Usted tiene ideas y opiniones, y debe tener la libertad de expresarlas.
3. Usted tiene derecho a un sistema de ayuda. Usted no debería tener que depender de una persona en su vida para que satisfaga todas sus necesidades emocionales y que lo separa del resto de la sociedad.
4. Usted tiene derecho a ir de un lado a otro libremente. Usted debe poder tomar decisiones con relación a lo que hace con su tiempo libre.
5. Usted tiene derecho a tener privacidad y espacio propios. Usted no renuncia a esos derechos cuando se casa o cuando comienza a tener hijos.
6. Usted tiene derecho a mantener una identidad separada.

Cada uno de estos derechos es importante para establecer límites en una relación. Estos son los componentes clave para impedir el abuso.

Mitos del abuso

Veamos ahora algunos de los mitos acerca del abuso.[ref]Andrea Lissette and Richard Kraus, Free Yourself from an Abusive Relationship (Alameda, Calif: Hunter House, 2000).[/ref]

Un mito es que las víctimas del abuso vienen de familias de menores ingresos. En realidad, las víctimas de la violencia doméstica vienen de todas las condiciones sociales. La raza, la religión, el trasfondo socioeconómico no son predictores del abuso. Las víctimas del abuso pueden ser personas de buena o mala educación, profesionales o trabajadores comunes.

Un segundo mito es que las víctimas permanecen en relaciones abusivas porque les gusta ser abusadas. Esto no es cierto sencillamente. Muchas han sido condicionadas para aceptar las golpizas porque son culpadas por sus abusadores, pero no les gusta ser golpeadas. Muchas víctimas en realidad “aceptan el abuso como habitual en las relaciones” [ref]Eve Buzawa and Carl Buzawa, Domestic Violence: The Criminal Justice Response (Thousand Oaks, Calif: Sage Publications, 1996).[/ref]

Entonces, ¿por qué no se van las víctimas? La respuesta a esto suele ser bastante compleja. Muchas mujeres creen que no pueden irse porque “él no puede vivir sin mí”. Temen que tendrá una crisis nerviosa, se suicidará o perderá su trabajo.

Tal vez crea que los hijos necesitan un padre, racionalizando que un padre abusador es mejor que no tener ningún padre. Y ella tal vez piense que no podrá mantenerse por su cuenta en el mercado laboral.

Muchas mujeres temen ser muertas si dejan una relación abusiva. Y ese temor puede estar justificado. Los estudios demuestran que las mujeres golpeadas tienen una mayor probabilidad de ser muertas después de dejar una relación abusiva. [ref]Mary Ann Dutton, “The Dynamics of Domestic Violence: Understanding the Response from Battered Women,” The Florida Bar Journal, October 1994.[/ref]

Las víctimas del abuso también se autoconvencen de que las cosas van a mejorar. “La esperanza nunca muere”, y siempre hay esperanza de que, con los cambios adecuados y el trabajo duro, el abuso desaparecerá. Lamentablemente, no lo hace.

Un tercer mito es que la violencia ocurre mayormente entre extraños. En contra de la opinión popular, el mayor riesgo de ataque de una mujer viene de un compañero íntimo. Las estadísticas del Departamento de Justicia indican que las mujeres son atacadas siete veces más frecuentemente por ofensores con quienes tienen una relación íntima que las víctimas masculinas de la violencia. [ref]”Violence Against Women: Estimates from the Redesigned Survey, August 1995,” Report from the U.S. Justice Department (Washington, DC: Bureau of Justice Statistics, 1996).[/ref]

Un cuarto mito es que el abuso no es un problema importante. La violencia doméstica es uno de los principales problemas de salud hoy. Como hemos mencionado, afecta a cada uno de los segmentos socioeconómicos de la sociedad. “Los funcionarios federales estiman que la violencia doméstica cuesta a las empresas estadounidenses 4.000 millones de dólares al año en menor productividad, rotación de personal, ausentismo y el uso excesivo de beneficios médicos”. [ref]Patricia Riddle Gaddis, Battered But Not Broken (Valley Forge, Pa: Judson Press, 1996).[/ref]

Primero, los pastores y miembros de la iglesia deben ser conscientes del alcance del problema. He brindado algunas estadísticas sociales para demostrar cuán extendido está el abuso en nuestra sociedad. No es un problema que podamos ignorar o tratar mediante simples frases hechas.

Segundo, los pastores y consejeros necesitan ayudar a las víctimas del abuso a fijar límites en su vida. Las mujeres golpeadas suelen encontrar que les cuesta decidir cosas porque otro ha estado tomando decisiones por ellas. Muchas mujeres que viven en hogares violentos fueron de la casa de su padre directamente a la casa del abusador. Nunca han tenido demasiada experiencia en hacer sus propias elecciones personales.

Si usted quiere ayudar a una víctima del abuso, debería alentarla a tomar sus propias decisiones. Resista la tentación de rescatarla y asumir el control de su vida. Ella necesita sentir que está facultada para actuar y no sentirse inútil. Al mismo tiempo, usted puede brindar sugerencias sobre cómo encontrar un consejero familiar o una agencia que se ocupa de la violencia doméstica.

Tercero, si usted es un pastor, un consejero o simplemente un amigo compasivo, puede brindar consejos y consolación. Ella necesita oír de usted que no merece ser abusada. Reconozca la seriedad de la situación, y no deje que se autoconvenza de que el abuso desaparecerá.

Cuarto, esté preparado para una intervención en caso de crisis. Puede ser necesaria una rápida acción para protegerla a ella y a sus hijos. Pídale que describa las circunstancias de las últimas dos o tres golpizas. ¿Qué ocurrió antes del ataque (droga, alcohol, discusión)? ¿En qué estado se encuentra la relación de ella en este momento?

Un pastor o consejero que recibe una llamada de crisis sólo tiene unos pocos instantes para discernir el alcance de la amenaza, y deben tomarse acciones adecuadas. ¿Puede llegar ella a un lugar seguro inmediatamente? ¿Tiene usted un lugar para que ella vaya, de ser necesario?

A veces la crisis llega a su oficina o a su hogar. Un pastor, consejero o amigo compasivo tal vez necesite buscar atención médica y un lugar seguro lejos del abusador.

Si la pareja está separada, ella podría ser asechada por su abusador. Ella necesita saber quién puede protegerla y cómo ponerse en contacto con servicios legales.

Quinto, la iglesia debe abordar este importante tema del abuso doméstico. Al hablar del tema, rompemos el silencio que rodea el abuso y lo confrontamos con principios bíblicos. La iglesia debe hacer que los abusadores se hagan cargo de sus acciones. La intervención, la confrontación y el amor firme deben ser las herramientas usadas para combatir el abuso en nuestras comunidades.

Si el golpeador es un miembro de la iglesia, entonces Mateo 18 brinda un modelo para confrontar a los “ofensores” dentro de la iglesia. Gálatas 5:22-25 habla del fruto del Espíritu, que incluye amabilidad, bondad y dominio propio. Estos y muchos otros versículos brindan un modelo para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia (2 Timoteo 3:16). Los cristianos tienen un papel importante en tratar con el abuso dentro de nuestra sociedad.


© 2003 Probe Ministries. Todos los derechos reservados.
Traducción: Alejandro Field

Acerca del autor
Kerby Anderson es el director nacional de Probe Ministries International. Recibió su B.S. de Oregon State University, M.F.S. de Yale University, y M.A. de Georgetown University. Es autor de varios libros, incluyendo Genetic Engineering (Ingeniería genética), Origin Science (La ciencia de los orígenes), Living Ethically in the 90s (Cómo vivir éticamente en la década del 90), Signs of Warning (Señales de advertencia), Signs of Hope (Señales de esperanza), y Moral Dilemmas (Dilemas morales). Director general y colaborador de los libros Marriage, Family and Sexuality y Technology, Spirituality, & Social Trends, de Kregel Publications.
Es un columnista nacionalmente sindicado cuyas editoriales han aparecido en los periódicos Dallas Morning News, Miami Herald, San Jose Mercury, y Houston Post.
Es el anfitrión de “Probe,” y suele servir como anfitrión invitado en el programa radial “Point of View” (Punto de vista – USA Radio Network). Si usted tiene algún comentario o pregunta sobre este artículo, envíelo por favor a espanol@probe.org. Por favor indique a qué artículo se está refiriendo.

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Por Shawn Corkery

El tema de abuso sexual se ha intensifi­cado en la con­ciencia nor­tea­mericana du­rante los últi­mos años.  Cada mes pa­rece ha­ber otro escán­dalo, caso en la corte, o testi­monio que llena las ondas radia­les.  Seme­jante saturación en la co­muni­cación nos im­pacta, y puede final­men­te ha­cernos in­sen­sibles al au­mento de la destrucción en la vida de tan­tas personas.  Po­de­mos em­pezar pregun­tándonos: ¿es todo esto real y terminará algún día?

Por Kerby Anderson

Introducción

Casi todos han oído de alguien, o conocen a alguien, que ha sido abusado verbalmente. Tal vez usted esté involucrado en una relación verbalmente abusiva. También es posible que nadie conozca su situación siquiera. El abuso verbal es como una golpiza que no deja evidencias, como las magulladuras de las golpizas físicas. Usted (o su amigo) puede estar sufriendo en silencio y en aislamiento.

En este artículo quiero abordar este tema muy importante en un esfuerzo por entender este fenómeno y brindar respuestas. Como toda área de la acción humana, comienza en la mente y el corazón. Proverbios 23:7 dice: “Cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él.” Lo que una persona piensa en su mente y en su corazón se verá reflejado en sus palabras y en sus acciones. El abuso verbal y el abuso físico son el resultado de una forma de ver el mundo que claramente no es bíblica.

El abuso verbal suele ser más difícil de ver, ya que raramente hay cicatrices visibles, a menos que haya habido abuso físico. Pero a menudo es menos visible simplemente porque el abuso tal vez siempre ocurra en privado. La víctima del abuso verbal vive en un mundo cada más confuso. En público, la víctima está con una persona. Cuando está en privado, el abusador puede convertirse en una persona completamente diferente.

Frecuentemente, aunque no siempre, el perpetrador del abuso verbal es un varón y la víctima es una mujer. Hay muchos ejemplos de mujeres que son bastantes abusivas verbalmente. Pero, para simplificar los pronombres en este artículo, voy a identificar al abusador como masculino y a la víctima como femenina.

Uno de los primeros libros en describir el abuso verbal en los adultos fue el de Patricia Evans, The Verbally Abusive Relationship (La relación verbalmente abusiva). [ref]Patricia Evan, The Verbally Abusive Relationship. Holbrook, MA: Adams Media Corporation, 1996.[/ref] Ella entrevistó a cuarenta mujeres abusadas verbalmente de entre 21 y 66 años. La mayoría de las mujeres había salido de una relación verbalmente abusiva. Usaremos algunas de las características y categorías del abuso verbal que estas mujeres describen en este libro.

Otro libro importante para entender el abuso verbal es uno que describe el fenómeno de “volverse loco” (crazymaking). George Bach y Ronald Deutsch escribieron “Stop! You’re Driving Me Crazy” (“¡Alto! Me estás volviendo loco”). [ref]George Bach and Ronald Deutsch, Stop! You’re Driving Me Crazy. NewYork: Putnam’s Sons, 1980.[/ref] Ellos describen cómo es la experiencia de volverse loco. Esto incluye “sentirse temporalmente desequilibrado,” “sentirse perdido y sin saber adónde ir,” y “ser tomado desprevenido.”

La víctima suele ser el blanco de arranques de ira, el sarcasmo, o una fría indiferencia. La reacción del abusador ante estas acciones a menudo está recubierta de una actitud de “¿Qué te pasa a ti?” Se la acusa de “hacer de todo una montaña.” Con el tiempo, ella pierde su equilibrio y seguridad y comienza a preguntarse si es ella la que está loca.

La clave de la sanidad está en reconocer el abuso verbal por lo que es, y comenzar a tomar pasos deliberados para detenerlo y traer sanidad. Dado que el abusador suele usar la negación, la responsabilidad por reconocer el abuso verbal suele estar en la pareja.

Las características del abuso verbal

Ahora quisiera centrarme en algunas de las características del abuso verbal según aparecen en The Verbally Abusive Relationship. [ref]Evans, 81-84.[/ref]

El abuso verbal es dañino y suele atacar la naturaleza y las capacidades de la pareja. Con el tiempo, la pareja puede comenzar a creer que hay algo de malo con ella o con sus capacidades. Puede llegar a sentir que ella es el problema, y no su pareja.

El abuso verbal puede ser abierto (mediante insultos y arranques de ira) o encubierto (a través de comentarios sutiles, con un efecto similar a un lavado de cerebro).

El abuso verbal abierto suele incluir reproches y acusaciones, y confunde a la pareja.

El abuso verbal encubierto, que es la agresión oculta, confunde aún más a la pareja. Su objetivo es controlarla sin que se dé cuenta.

El abuso verbal es manipulador y controlador. Alguien puede hacer comentarios despectivos de una forma sumamente sincera e interesada. Pero el objetivo es controlar y manipular.

El abuso verbal es insidioso. La autoestima de la pareja va disminuyendo gradualmente, sin que se dé cuenta. Ella podría tratar de cambiar su comportamiento conscientemente o inconscientemente para no perturbar al abusador.

El abuso verbal es imprevisible. De hecho, la imprevisibilidad es una de las características más significativas del abuso verbal. La pareja queda atontada, atónita y desestabilizada por el sarcasmo, la frase hiriente, el desprecio o el comentario injurioso de su pareja.

El abuso verbal no es un tema secundario. Es el tema principal en la relación. Cuando una pareja está teniendo una discusión sobre un tema real, el tema puede ser resuelto. En una relación verbalmente abusiva, no hay ningún conflicto específico. El tema es el abuso, y este tema no se resuelve. No tiene un cierre.

El abuso verbal expresa un doble mensaje. Hay una incongruencia entre la forma en que habla el abusador y sus verdaderos sentimientos. Por ejemplo, puede sonar muy sincero y honesto mientras está diciendo a su pareja lo que ella tiene de malo.

El abuso verbal suele escalar, aumentando en intensidad, frecuencia y variedad. El abuso verbal puede comenzar con frases despectivas disfrazadas como chistes. Luego pueden aparecer otras formas. A veces, el abuso verbal puede escalar hacia el abuso físico, comenzando con empellones “accidentales”, empujones y choques.

Estas son algunas de las características del abuso verbal. A continuación, consideraremos algunas de las categorías de abuso verbal. [ref]Ibid., 85-104.[/ref]

Las categorías de abuso verbal

La primera categoría de abuso verbal es retener. Un matrimonio requiere intimidad, y la intimidad requiere empatía. Si una pareja retiene información y sentimientos, entonces el vínculo matrimonial se debilita. El abusador que se rehúsa a escuchar a su pareja le niega la experiencia y la deja aislada.

La segunda es rebatir. Esta es la respuesta dominante del abusador verbal que ve en su pareja un adversario. Está constantemente rebatiendo y corrigiendo todo lo que dice y hace. Por adentro, hasta puede estar pensando: “¡Cómo se atreve a tener otro punto de vista!”
El rebatir es muy destructivo para una relación porque impide que la pareja sepa lo que piensa su compañero acerca de cualquier cosa. A veces el abusador verbal puede cortar la discusión en la mitad de una oración antes que ella pueda terminar su idea. En muchas formas, ni siquiera le permite tener sus propias ideas.

Una tercera categoría de abuso verbal es rebajar. Esto es como tomar un artículo de cien dólares y reducir su precio a un centavo. Rebajar la realidad y la experiencia de la pareja y es sumamente destructivo. Puede ser una forma sumamente insidiosa de abuso verbal, porque niega y distorsiona la percepción real de la pareja del abuso.

A veces el abuso verbal esta disfrazado como chistes. Si bien sus comentarios pueden pasar por humor, hieren a su pareja profundamente. Las pullas verbales pueden ser hechas estúpidamente o con gran habilidad, pero todas tienen el mismo efecto de humillar a la pareja desequilibrándola.

Una quinta forma de abuso verbal es bloquear y desviar. El abusador verbal rehúsa la comunicación, dictamina lo que puede ser discutido o retiene información. Puede impedir toda posibilidad de resolver conflictos mediante el bloqueo y el desvío.

Acusar y culpar es otra forma. Un abusador verbal acusará a su pareja de hacer algo malo o alguna violación del acuerdo básico de la relación. Esto tiene el efecto de desviar la conversación y poner a la otra pareja a la defensiva.

Otra forma de abuso verbal es juzgar y criticar. El abusador verbal puede juzgar a su pareja y luego expresar su juicio en una forma crítica. Si ella objeta, puede decirle que simplemente está señalando algo para ayudar, pero en realidad está expresando su falta de aceptación de ella.

Estas son sólo algunas pocas categorías de abuso verbal. A continuación, veamos varias otras formas de abuso verbal.

Otras formas de abuso verbal

Trivializar puede ser también una forma de abuso verbal. Es un intento por tomar algo que se ha dicho o hecho y convertirlo en insignificante. Cuando se hace esto en forma franca y sincera, puede ser difícil de detectar. A menudo, la pareja queda confundida y cree que no ha explicado eficazmente a su compañero la importancia de algunas cosas para ella.

Socavar es también abuso verbal. El abusador no sólo retiene el apoyo emocional sino también erosiona la confianza y la determinación. El abusador a menudo aplastará una idea o sugerencia con un único comentario.

Amenazar es una forma clásica de abuso verbal. Manipula a su pareja haciendo que surjan en ella sus mayores temores. Esto puede incluir la amenaza de irse o divorciarse. En algunos casos, la amenaza puede ser escalar el abuso.

Insultar puede ser también abuso verbal. Llamar a alguien continuamente “estúpida” porque no es tan inteligente como uno o llamarla “torpe” porque no tiene tanta coordinación puede tener un efecto devastador sobre la autoestima de la pareja.

El abuso verbal puede involucrar el olvido también. Esto puede involucrar tanto la manipulación abierta como encubierta. Todos se olvidan de algo de vez en cuando, pero el abusador verbal lo hace en forma consistente. Cuando la pareja se ha serenado, después de recibir los gritos del abusador, y confronta a su compañero, encuentra que él ha “olvidado” el incidente. Algunos abusadores se olvidan de promesas que han hecho que son de gran importancia para sus parejas.

Ordenar es otra forma clásica de abuso verbal. Niega la igualdad y la autonomía de la pareja. Cuando un abusador da órdenes en vez de pedir, la trata como una esclava o una subordinada.

La negación es la última categoría de abuso verbal. Si bien todas las formas de abuso verbal tienen consecuencias serias, la negación puede ser muy insidiosa porque niega la realidad de la pareja. De hecho, un abusador verbal podría leer esta lista de categorías e insistir que no es abusivo.

Por eso es tan importante que la pareja reconozca estas características y categorías, dado que el abusador suele tomar una actitud de negación. Por lo tanto, la responsabilidad de reconocer el abuso verbal y hacer algo al respecto suele descansar en la pareja.

Hemos descrito varias características y hemos discutido varias categorías del abuso verbal. Finalmente, quisiera brindar una perspectiva bíblica.

Una perspectiva bíblica del abuso verbal

La Biblia nos advierte claramente acerca de los peligros de un hombre airado. Proverbios 22:24 dice: “No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos.” Y Proverbios 29:22 dice: “El hombre iracundo levanta contiendas, y el furioso muchas veces peca.”

No es la voluntad de Dios que usted (o su amigo) esté en una relación verbalmente abusiva. Esas palabras airadas y críticas destruirán su confianza y su autoestima. Ser sumisa en una relación de matrimonio (Efesios 5:22) no significa dejarse ser golpeada verbalmente por su pareja. Es cierto que 1 Pedro 3:1 enseña que las esposas, al someterse a sus esposos, pueden ganarlos a Cristo por su comportamiento. Pero no enseña que deben permitir que sean abusadas verbalmente o físicamente.

He aquí algunos principios bíblicos clave

Primero, saber que Dios la ama.

La Biblia enseña: “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu” (Salmos 34:18).

Segundo, trate con sus sentimientos de culpa.

Tal vez sienta que los problemas de su matrimonio son culpa suya. “Si sólo hiciera las cosas mejor, él no estaría tan enojado conmigo.” La Biblia enseña en Salmos 51:6 que “He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.” Aun cuando pueda tener sentimientos de culpa, tal vez usted no sea la parte culpable. Yo le recomendaría que lea mi artículo sobre el tema de la falsa culpa. [ref]False Guilt (La culpa falsa) http://www.probe.org/docs/falguilt.html[/ref]

Un tema relacionado es la vergüenza. Tal vez sienta que usted tiene algo malo. Tal vez sienta que es una mala persona. Salmos 139:14 dice: “Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe bien.”

Finalmente, debe darse cuenta que usted puede dejar de ser una víctima y concordar con Dios en que puede ser libre. 2 Corintios 3:17 dice: “El Señor es el Espíritu; donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.”

Un elemento clave en esta área del abuso verbal indudablemente será confrontar al abusador. Es importante que usted se dé cuenta que la confrontación es un principio bíblico. Jesús enseñó acerca de esto en Mateo 18:15-20. Yo le recomendaría que busque ayuda de un pastor o un consejero. Pero también le recomendaría que consiga hombres y mujeres de Dios que puedan confrontar afectuosamente a la persona que la está abusando. Su objetivo debería ser penetrar a través de su negación y restaurarlo amablemente con un espíritu de mansedumbre (Gálatas 6:1).

El abuso verbal es un problema emocional difícil, pero hay esperanza si el abusador está dispuesto a confrontar su pecado y conseguir ayuda.


Notas Copyright © 2001 Probe Ministries. Todos los derechos reservados. Alejandro Field

Acerca del autor
Kerby Anderson es el director nacional de Probe Ministries International. Recibió su B.S. de Oregon State University, M.F.S. de Yale University, y M.A. de Georgetown University. Es autor de varios libros, incluyendo Genetic Engineering (Ingeniería genética), Origin Science (La ciencia de los orígenes), Living Ethically in the 90s (Cómo vivir éticamente en la década del 90), Signs of Warning (Señales de advertencia), Signs of Hope (Señales de esperanza), y Moral Dilemmas (Dilemas morales). Director general y colaborador de los libros Marriage, Family and Sexuality y Technology, Spirituality, & Social Trends, de Kregel Publications.
Es un columnista nacionalmente sindicado cuyas editoriales han aparecido en los periódicos Dallas Morning News, Miami Herald, San Jose Mercury, y Houston Post.

Es el anfitrión de “Probe,” y suele servir como anfitrión invitado en el programa radial “Point of View” (Punto de vista – USA Radio Network). Si usted tiene algún comentario o pregunta sobre este artículo, envíelo por favor a espanol@probe.org. Por favor indique a qué artículo se está refiriendo.

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Consejería bíblica, vol. 3 - La violencia y sus víctimas

La violencia y sus víctimas

“Dios sana el corazón quebrantado cuando le damos todos los pedazos”.

Él usó el dolor que experimentó June Hunt en su propia familia, para desarrollar en ella compasión por otros. Ahora entiende cómo el dolor emocional puede paralizar la vida de una persona y ha decidido hacer una diferencia positiva en la de aquellos que más lo necesitan.